La amistad, en algunas ocasiones, condiciona nuestro programa de ocio, de lectura y también de cine. El balance puede ser positivo o no. En este caso sí lo ha sido, he podido descubrir tres películas que me han sorprendido. Tres películas que no puedo decir «de Belén Gopegui», sería injusto, porque su responsabilidad es compartida […]
La amistad, en algunas ocasiones, condiciona nuestro programa de ocio, de lectura y también de cine. El balance puede ser positivo o no. En este caso sí lo ha sido, he podido descubrir tres películas que me han sorprendido. Tres películas que no puedo decir «de Belén Gopegui», sería injusto, porque su responsabilidad es compartida con otros profesionales, pero que, sin duda, tienen su sello inconfundible.
Se trata de «Las razones de mis amigos» (2000), «La suerte dormida» (2003) y «El principio de Arquímedes» (2004).
«Las razones de mis amigos», dirigida por Gerardo Herrero con guión de Angeles González-Sinde, basado en la novela «La conquista del aire», de Belén Gopegui, relata la situación creada entre tres amigos treinteañeros tras prestarse una cantidad de dinero entre ellos. La presencia del dinero crea un desasosiego inimaginable hasta entonces, entre quienes viven a caballo entre una ideología contestaria que se les escapa de las manos y un aburguesamiento que se va implantando en sus vidas. Como dijo Mateo Sancho Cardiel en su crítica cinematográfica, «el dinero no da la felicidad, ni tampoco contribuye a ella, sino que nos hace esclavos de él; nidos de egoísmo, envidia y avaricia. Todos, de una u otra manera, somos víctimas de la sociedad capitalista, porque ella es la que nos hace seguir unos caminos marcados que no dan la oportunidad de dar marcha atrás». A pesar de haber sido presentada en el Festival de Berlín, su distribución en las salas españolas fue bastante precaria.
En «La suerte dormida», con gran acogida en el festival de Valladolid, está dirigida por la que fuera guionista de la anterior, Angeles González-Sinde, quien junto a Belén Gopegui escribe el guión. La historia relata la investigación de las circunstancias que rodean la muerte en accidente laboral de un joven en una cantera en la provincia de Madrid. Una historia inspirada en un hecho real, según las guionistas, y que deja al descubierto toda una trama de corrupción, poderes, chantajes e intereses con los que se ocultan estremecedoras condiciones de trabajo que, en muchas ocasiones, pueden llevar hasta la muerte de trabajadores con absoluta impunidad. «Hoy la prensa diaria se cansa de mostrarnos hechos reales que no son los que parecen, inocentes que parecen culpables, armas que no están donde están, derechos que existen y no se cumplen, privilegios que no existen y sin embargo se ejercen», escribiría Belén Gopegui sobre la historia relatada en esta película. «Los manuales de guión suelen decir que el personaje es su acción, es sobre todo su acción. Y ocurre que la acción que durante más tiempo ocupa las vidas de las personas es trabajar, pero esa acción apenas parece en las películas», nos dice la coguionista. Se trata de una película estremecedora que cuenta con los trabajos magistrales de Adriana Ozores y Pepe Soriano.
La última de las películas, «El principio de Arquímedes», aborda las claves del mundo empresarial, donde todo profesional incorporado a una organización empresarial experimenta un empuje vertical hacia arriba igual al peso del profesional que desaloja. La obra desarrolla la historia de dos amigas que trabajan en la misma firma, una cadena de boutiques.
No me considero un especialista de cine, no sabría decir si técnicamente son películas formidables. Pero sí puedo afirmar algo muy importante, en esas tres películas pude ver la vida real, los conflictos que nunca se abordan, los abusos laborales, la corrupción, las miserias de la vida en el capitalismo, los actos casi heroicos de rebeldía que personas sencillas pueden protagonizar en momentos de crisis. Esos temas que raramente aparecen en las carteleras cinematográficas. Por cierto, nada fácil es poder ver las tres películas citadas. Ese mercado tan preocupado por la piratería se guarda muy bien de que los trabajos molestos y modestos puedan ser accesibles. Duraron poco en cartelera, se distribuyeron pocas copias, no están en los video-clubs, tampoco en los escaparates de los grandes comercios de dvd´s. Eso sí, siempre nos quedará internet.