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Bicentenario de la Independencia, integración y socialismo del siglo XXI

Fuentes: Aporrea

¿Qué significa este bicentenario de la independencia para el pueblo de Venezuela? El pueblo venezolano celebra desde el año 2009, el centésimo segundo aniversario de los hechos acaecidos a inicios del siglo XIX, en el llamado proceso independentista, que se dio en el territorio de nuestra Venezuela de hoy y en toda esta región del […]

¿Qué significa este bicentenario de la independencia para el pueblo de Venezuela?

El pueblo venezolano celebra desde el año 2009, el centésimo segundo aniversario de los hechos acaecidos a inicios del siglo XIX, en el llamado proceso independentista, que se dio en el territorio de nuestra Venezuela de hoy y en toda esta región del continente Americano.

Antes, los hermanos haitianos, fueron pioneros en éste proceso, al declarar su independencia en el año 1804.

El 19 de abril de 1810, la destitución del Capitán General de Venezuela, Vicente Empara, marca desde el punto de vista histórico, el inicio del proceso en las entonces Provincias Unidas de Venezuela. El hecho fue producto de la sublevación político y social, con dos grandes componentes: el proceso dirigido por los sectores pertenecientes a la oligarquía a través de la conformación de un movimiento constituido por un grupo de patriotas que detentaban el poder económico, terratenientes dueños de los medios de producción, de la fuerza de trabajo y la renta de la tierra con la necesidad de tomar el poder político;.y el deterioro de la imagen de Empara, que proyectaba severos síntomas de falta de dignidad para seguir al mando.

Ese hito, es concebido por los venezolanos como una expresión del proceso de independencia política y en el año 2010 estaremos celebrando los doscientos años de ese acontecimiento.

Un año más tarde, exactamente el 5 de julio de 1811, estos sectores que se habían sublevado, van a lograr concitar acuerdo en la mayoría de las Provincias Unidas de Venezuela para firmar el Acta de Independencia, la cual será rubricada por siete de las diez provincias. Por eso en el año 2011 festejaremos los doscientos años de ese hecho.

La razón de ésta celebración no es una mera conmemoración, es la materialización de nuestra concepción histórica, como la continuidad de los hechos, porque la historia, no se limita a la narración de lo que ocurrió en el pasado, para nosotros, es el pasado, el presente, pero sobre todo es el futuro, por eso decimos que hay que analizarla en «tres tiempos verbales». Celebramos los doscientos años de esos acontecimientos, para ubicar ambos sucesos en el contexto histórico y social de Venezuela y del mundo, con el contenido clasista de ambos, que marcaron la historia de nuestros países.

Pero volviendo a los inicios del Siglo XIX, no podemos olvidar que aún con el avance que significó la independencia política, ese proceso adoleció de la ausencia de las voces de quienes constituían la gran mayoría de la población de Venezuela, los pardos, los mestizos, los campesinos, los esclavos. Esas voces presumiblemente desoídas, fueron quizás no pronunciadas, por quienes no percibieron diferencia alguna, entre estar dominados políticamente por los españoles y pasar a ser dominados, en los mismos términos, por los mantuanos. Porque su experiencia era de subordinación permanente a éstos últimos, desde el punto de vista de las relaciones de la producción, de la explotación, del trabajo. Tan es así, que los que combatieron contra el proceso de independencia, los representantes de la corona española, contaron en su ejército con venezolanos de estos sectores olvidados que no se identificaron con el proceso independentista.

De allí que insistamos en la importancia de analizar esos procesos desde el punto de vista de su composición de clase.

Esos sectores que fueron olvidados van a estar permanentemente, – históricamente-, buscando su redención social, buscando su liberación, buscando su participación, su protagonismo y esa búsqueda histórica es la generadora de acontecimientos en nuestro país.

La visión de Bolívar

Simón Bolívar, el más avanzado y versado de todos los próceres de nuestra independencia, tuvo la visión de la composición clasista de ese proceso, entendiendo que sin la participación de los olvidados, difícilmente pudiera consolidarse. Levantará entonces la bandera de la abolición de la esclavitud, con la consiguiente contradicción y el rechazo de su clase, precisamente por provenir de una familia perteneciente a la oligarquía.

Bolívar, el Libertador de cinco repúblicas, defendió no solamente la participación social haciendo oír las voces de los pueblos, sino también entendiendo el escaso valor de las fronteras, frente al gran sentido de la conformación de la Patria Grande de la cual habló.

Prosiguió su lucha durante toda su existencia y llegó a su muerte a los 47 años, acaso con la impresión de haber fracasado en el proyecto de la unión de nuestras repúblicas. Habiendo sido traicionado por esa clase que sentía que Bolívar la trascendía, porque estaba pensando y proponiendo un proyecto con composición social, absolutamente distinto a lo ocurrido el 19 de abril de 1810 y el 5 de julio de 1811.

Se desatan las pasiones

Con la desaparición física de Bolívar en 1830, se desatan las pasiones, las contradicciones y las luchas en Venezuela. Se desarrolla la guerra larga, la de los 5 años o la guerra federal entre 1859 y 1863. El máximo exponente de la lucha independentista en ésta etapa fue Ezequiel Zamora, un hombre que reivindicó el pensamiento bolivariano dirigido hacia esos sectores mayoritarios pero olvidados. Pero una vez más los sectores de la oligarquía, interpusieron su poder y truncaron el proceso liderado por Zamora, a través de la ejecución de un pacto de gobernabilidad entre liberales y conservadores que les aseguraba su posición durante todo el siglo XIX y hasta principios del siglo XX: el Pacto de Coche de 1863.

Después de décadas de búsqueda de nuevos derroteros, de ensayarse distintas experiencias políticas, en un ambiente de permanente inestabilidad, los liberales y conservadores se agruparon bajo la forma de partidos políticos. Los dos más destacables, Acción Democrática y COPEI, dirigirán nuestro país entre 1959 y 1998, también bajo otro pacto, el llamado Pacto de Punto Fijo, firmado el 31 de octubre de 1958.

Ante los deplorables resultados de las gestiones de gobierno en ese período, el pueblo venezolano, que había cifrado esperanzas en los adecos y copeyanos, comenzó a tomar conciencia. En el año 1988, producto de la experiencia del fracaso de esas políticas y del engaño, ese mismo pueblo deja de votar en un porcentaje del 18%, lo que era un claro síntoma del descreimiento generado por esos acontecimientos, en un país que se colocaba hasta entonces, como ejemplo de participación electoral, por su bajos índices de abstención.

Luego vino «El Caracazo» en 1989, una explosión social que se expresó en Caracas y en varios lugares del país, donde el pueblo dejó claro su descontento con los gobiernos que lo dirigían hasta ese momento.

En 1992 se produce la explosión militar, el intento de golpe de Estado del entonces Tte. Coronel Hugo Chávez Frías, desconocido hasta el momento en Venezuela, que se catapulta como consecuencia de este hecho y se posiciona como referente de ese pueblo que se encontraba en la búsqueda de un líder. Los dirigentes políticos de ese momento encarcelaron a Hugo Chávez durante dos años. Cuando Chávez sale de la cárcel se dedica a recorrer el país consolidando el liderazgo logrado en la acción de 1992, para finalmente y en contra de todas las maniobras de la clase dirigente, constituirse candidato a la presidencia.

Ese pueblo, decidido a buscar un nuevo derrotero, manifiesta su voluntad en las elecciones de 1998, eligiendo Presidente al Tte. Coronel Hugo Chávez Frías, con más del 56% de los votos, nuevamente contra la maquinaria del Estado, las maniobras, los pactos que volvieron a hacerse en esas elecciones.

La refundación de la República

En estos 10 años se ha logrado en Venezuela lo que no se había logrado en 188 años y cuando decimos que la historia es el pasado, el presente y el futuro, estamos diciendo que en este presente se está construyendo una nueva República. En 1999, mediante consulta y producto del trabajo de una Asamblea Nacional Constituyente, el pueblo se pronunció sobre la necesidad de aprobar una nueva Constitución, con la cual se ha venido refundando la nación.

Hoy contamos con 5 poderes en Venezuela, de los cuales cuatro están en manos de mujeres.

Hemos logrado avances realmente impresionantes en salud, educación, en la ciencia, la tecnología, en la participación ciudadana. Se promovieron políticas tendientes a mejorar la calidad de vida de los pueblos indígenas que se encontraban en extinción en Venezuela, lo que permitió su recuperación demográfica, su reconocimiento como pueblos, y su representación en el parlamento y en el gobierno a través del Ministerio de Asuntos Indígenas.

Hemos rescatado el pensamiento de Bolívar, lo bajamos de las estatuas, de los cuadros, pusimos su ideario al alcance de los venezolanos y sus proyectos en desarrollo, no solamente en Venezuela, porque Bolívar tenía un proyecto que trascendía las fronteras.

Este accionar es el marco de la refundación de nuestra nación, es la superación de la ética del capital, que solo se puede alcanzar mediante la dialéctica de la lucha por la transformación material de la sociedad y el desarrollo de la espiritualidad.

La Integración de nuestros pueblos

Inspirada en el ideario bolivariano y en el contexto del desarrollo de sus proyectos, surge la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América, ALBA. Este esquema, otrora utopía, es hoy una realidad que trasciende lo económico comercial, agregando valor a lo experimentado hasta la actualidad en los esquemas de integración existentes.

Por ejemplo, se propone desde el ALBA sustituir el dólar, a través del Sistema Único de Compensación Regional (SUCRE), liberando a los países contratantes de la subordinación al dólar a cambio del uso de una moneda común y más aún, propone la práctica del trueque, como se ha planteado con Ecuador; producto por producto, fortalezas por fortalezas, ventajas comparativas y competitivas de un país con otro país. Las fortalezas venezolanas en el campo energético, por ejemplo, a cambio de las fortalezas de la agricultura ecuatoriana. ¿Por qué entonces no producir intercambios, zafándonos del dólar?

En materia socio educacional, Venezuela ha puesto a disposición de los países del ALBA la Misión Educativa de Alfabetización, que ha logrado que casi 3 millones de latinoamericanos sepan leer y escribir.

Hemos logrado desarrollar acuerdos culturales, de reconocimiento a los artistas latinoamericanos, como lo fue la entrega del Premio ALBA a Mario Benedetti, el célebre escritor recientemente fallecido.

También pensamos en la salud, a través de la Misión Milagro, donde se han operado más de 600.000 latinoamericanos de forma gratuita y han logrado la libertad que significa poder ver, luego de tantos años de ser privados de ello.

La Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), que está en Cuba y en Venezuela. La Universidad Latinoamericana del Deporte, que está en Venezuela, el Hospital Cardiológico Infantil con sede en Caracas, para la atención de la niñez y formación de especialistas de toda la región, son expresiones de nuevo tipo de integración, que se impulsa desde el ALBA. Esa es la integración de la que hablamos y que estamos practicando para beneficio de nuestros pueblos.

En contrapartida, las oligarquías arremeten contra nuestros gobiernos, impulsadas por la preocupación que produce la desobediencia del ALBA a sus «altos intereses» y las simpatías que concita en la región. Dos años atrás, nadie pensaba que Manuel Zelaya pudiera estar transitando este camino, así como nadie, hace dos años pensaba que el presidente de Guatemala Alvaro Collom, estuviera integrado a PetroCaribe, visitando Cuba y presentando sus excusas al gobierno y al pueblo cubano por las posiciones del gobierno guatemalteco que estuvo en el pasado a las órdenes del imperio. Todo esto con el costo de enfrentar una conspiración abierta para tratar de derrotarlo. También en Bolivia están las fuerzas de las oligarquías, sobre todo en las provincias de la llamada Media Luna, que siguen hostigando a Evo Morales, aunque casi el 70% de su pueblo lo apoya. En Ecuador están desatadas acciones de los empresarios, sobre todo de los mediáticos, contra el gobierno de Rafael Correa, todo teñido de las mismas intenciones, que inspiraron el Golpe de Estado contra el Presidente Chavez el 11 de abril de 2002, en Venezuela.

La embestida contra esos gobernantes, es la respuesta de la oligarquía a la puesta en práctica de políticas sociales y humanitarias que van en contra de sus intereses, esos que no contemplan otra cosa que el enriquecimiento a costa de las vidas de sus semejantes, aún de las de su propia descendencia.

Sin embargo, superando los escollos, América Latina y el Caribe ha experimentado una evolución en los últimos 10 años, históricamente inédita.

Siguiendo los pasos de Cuba y posteriormente de Venezuela, en la actualidad encontramos que hasta El Salvador ha llegado la respuesta progresista a las inquietudes de los pueblos, con el triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional.

Con esa conciencia, Venezuela ha impulsado nuevos modelos de integración como las experiencias de PetroCaribe y el ALBA, y como evidencia de ello se opera el proceso de adhesión de nuestro país al MERCOSUR, con sus matices, pero con la confianza de que el camino andado, supere los obstáculos que nos lleven finalmente al ingreso. Mientras eso ocurre en el MERCOSUR, Venezuela sigue avanzando en muchos espacios de integración.

De modo que esta es hoy una realidad, que no es la de hace 10 años y sobre ello no podemos dejar de preguntarnos: ¿qué hubiese pasado si el presidente Chávez cuando sufrió el golpe, no hubiese contado con el apoyo del pueblo exigiendo su restitución?, ¿cuáles hubiesen sido las repercusiones si ese golpe hubiera coronado con el éxito?; sin duda alguna las respuestas serían muy negativas para los procesos de cambios de América Latina y el Caribe. La derecha estaría a la ofensiva, las políticas neoliberales estimuladas en el continente y los gobiernos progresistas debilitados. Pero la realidad es muy otra, hoy el neoliberalismo está de capa caída, están hablando los pueblos con sus gobiernos progresistas de izquierda, pero incluso en donde la izquierda no es gobierno, observamos que hay respuesta popular.

Por eso desde Venezuela estamos empeñados en establecer la estrategia de conducción multipolar de la política mundial, diversificando las relaciones políticas, económicas y culturales para la creación de nuevos bloques de poder que representen el quiebre de la hegemonía del imperialismo, en la búsqueda de la justicia social, la solidaridad y las garantías de paz, bajo la profundización del diálogo fraterno entre los pueblos.

El socialismo del Siglo XXI

En el entendido de que los cambios comienzan desde el interior, la política económica en Venezuela tomó un giro hacia la plena autonomía y se halla en manos exclusivamente del gobierno venezolano. No depende de ningún centro de poder, ni del FMI, o el Banco Mundial.

La política exterior se hace en Miraflores (Palacio de Gobierno) y en la Cancillería venezolana. No corresponde ni responde a ningún designio ni indicación foránea.

Esos son algunos de los logros incuestionables del Presidente Chávez, la conquista de la independencia, la autodeterminación y la soberanía en lo que tiene que ver con la política económica e internacional. Esto es una realidad innegable.

¿Qué dicen los detractores a través de la campaña mediática? Dicen que eso es un intento del Presidente Chávez de entronizarse en el poder, pero no pueden negar que nuestro país es absolutamente autónomo. Tan autónomo es, que ha venido nacionalizando las industrias estratégicas, como las de telecomunicaciones, electricidad, la petrolera estatal, para que la política económica sea absolutamente soberana y nuestra política internacional en correspondencia, también lo sea. Hemos dado pasos significativos en el control de esas empresas, desarticulando los intentos de privatización que ya se encontraban en estado avanzado en algunos sectores del petróleo, que afectaban el sector informático y las políticas de exportación, restringiéndolas prácticamente a un solo mercado. Revertida ésta situación abrimos los mercados y exportamos hoy para destinos que eran impensados. Tal es el caso de China, país con el que se comercializan 300 mil barriles de petróleos diarios y esa cifra va en aumento, Venezuela estará exportando en breve medio millón de barriles y aspira a llegar al millón. Esto es sólo un ejemplo, dentro de los destinos no tradicionales de nuestras exportaciones.

Hemos tomado el control de industrias fundamentales: cementeras, mineras, siderúrgicas que producen desde el Estado Bolívar. Todo ello tiene un propósito, poner en manos del pueblo la soberanía, como su derecho irrenunciable, poner en manos del pueblo venezolano los medios de producción, bajo la concepción de un nuevo modelo productivo, que pondera las necesidades humanas sobre la producción de capital y busca la generación de trabajo con significado, entendiendo éste como la labor que responde a la generación de riqueza para satisfacción de las necesidades humanas. Es por ello que el Gobierno Bolivariano pone sus esfuerzos en recuperar la industria venezolana para los venezolanos, identificando cuál modo de propiedad de los medios de producción está mayormente al servicio de los ciudadanos.

Rescatamos de las manos privadas las industrias productoras de materias primas que nos permitirán crear infraestructura, como carreteras y vías férreas, con lo cual nuestros recursos serán utilizados en nuestro país para beneficio de los ciudadanos, en lugar de ser exportados para beneficio de la especulación de unos pocos. La ganancia de la recuperación no se agota allí, con las industrias en manos del Estado Venezolano, se ha logrado que los productos lleguen al precio justo a toda la cadena de producción, lo que genera sustentabilidad de esa gestión. Ejemplos prácticos y tangibles en obras del Estado, van desde la construcción de las vías férreas y viviendas, para satisfacer los derechos de los ciudadanos, llevadas a cabo con nuestro propio cemento y nuestro hierro; hasta la puesta en órbita del satélite Simón Bolívar y la adquisición del Banco de Venezuela para consolidar una red a nivel nacional de banca pública con crédito asequible.

Este es el nuevo modelo productivo, concebido por el Gobierno de Venezuela, que busca captar todas las posibilidades en las cadenas de producción, con un producto final que satisfaga las necesidades y derechos de los venezolanos. Este modelo visualiza las infinitas posibilidades de generación de beneficios que otorga la gestión de toda la cadena productiva, de las cuales quizás la más importante, por la influencia directa en los ciudadanos, sea la de crear trabajo con significado.

Posicionándose como antítesis del antiguo modelo productivo, dependiente de intereses de poder favorables a la desnacionalización, que ha imposibilitado el desarrollo y promovido el agotamiento de los recursos naturales de nuestro país y tantos otros, el nuevo modelo productivo venezolano contempla además, la explotación sustentable y estratégica de los recursos naturales, respetando los ciclos que permitan la renovación de los mismos.

En definitiva, estamos construyendo un modelo venezolano, que hemos llamado el Socialismo del siglo XXI, que se traduce en términos sociales, como la distribución justa de la riqueza, el acceso a la salud, a la vivienda, a la educación primaria, media y superior en forma gratuita, la posibilidad de la ciudadanía de ser protagonista de su propio proceso a través de los consejos comunales y los preceptos constitucionales.

Todo ello conllevará a la realización de lo que llamamos la refundación ética y moral de la Nación Venezolana, basada precisamente en la fusión de los principios enunciados, que son los valores más avanzados de las corrientes humanistas y en el pensamiento de nuestro Libertador Simón Bolívar. Como consecuencia, el sistema estructurado en el individualismo egoísta, la codicia personal y el lucro desmedido, será sustituido por la instauración en la sociedad de los valores de solidaridad humana, de realización colectiva de la individualidad y la satisfacción racional de las necesidades fundamentales de hombres y mujeres.

En términos sintéticos estamos logrando que los históricamente excluidos, sean incluidos con plena justicia social para todos.

* Franklin González es Embajador de la República Bolivariana de Venezuela en Uruguay