Frei Betto, con quien compartí el proyecto de la Revista América Libre y los Seminarios auspiciados por ese espacio de debate, ha demostrado nueva vez sus firmes convicciones morales, su gran condición humana y sus inconmovibles ideas revolucionarias frente al capitalismo neoliberal y al imperialismo de estos tiempos. En entrevista que le hizo el periodista […]
Frei Betto, con quien compartí el proyecto de la Revista América Libre y los Seminarios auspiciados por ese espacio de debate, ha demostrado nueva vez sus firmes convicciones morales, su gran condición humana y sus inconmovibles ideas revolucionarias frente al capitalismo neoliberal y al imperialismo de estos tiempos.
En entrevista que le hizo el periodista Marco Rascón para el periódico La Jornada de México, puso el dedo en la llaga y abordó con gran valor el tema de las claudicaciones políticas en las izquierdas, tocando específicamente los casos del Gobierno de Lula en Brasil y del Partido de la Revolución Democrática (PRD) de México y la candidatura cuasi triunfante de López Obrador, actual gobernador de la Capital de ese país.
El caso PT.
A nadie mas que a Frei Betto debe dolerle lo que acontece en Brasil con el proceso de derechización y afectación moral del PT y del gobierno de Lula.
Frei Betto es uno de los fundadores de esa organización política hace 25 años y uno de los mejores amigos y asesores de Lula.
Hasta diciembre del 2004 desempeñó funciones de asesoría relacionadas con el plan «hambre cero» del gobierno petista.
La última vez que hablé con él fue en marzo pasado cuando visitó Cuba. Una delegación dominicana de la Fuerza de la Revolución conversó con él en La Habana y los compañeros me remitieron su teléfono después de conversar sobre nuestra gran amistad.
Lo sentí firme, pero muy preocupado, me habló de su renuncia y del dilema en que se encontraba dado el valor del liderazgo de Lula y de la victoria del PT y en vista de lo que acontecía en su gestión de gobierno y al interior del partido.
Su preocupación entonces era también la mía. Por la participación que he tenido en el Foro de Sao Paulo (fundado con el auspicio del PT) y mis visitas a Brasil, conocí muy de cerca el proceso que tenía lugar al interior del PT, la tendencia a la socialdemocratización de su cúpula intelectual y de una parte de su liderazgo, las actitudes conciliatorias frente al dominio neoliberal y la confirmación de una fuerte partidocracia privilegiada desde las posiciones alcanzadas en Congreso y las Alcaldías.
Muchas veces al interior del Foro de Sao Paulo me ví obligado a enfrentar posiciones de ese tipo procedentes del PT de Brasil.
Por otras experiencias vividas, sabía perfectamente que en no pocos casos el ablandamiento ideológico y la claudicación política terminan en corrupción moral.
En nuestro país y en toda nuestra América hay muchos ejemplos de la involución política y moral de fuerzas y por eso siempre temía lo peor en caso de que el PT pasará a gobernar Brasil, aunque siempre también le dí el beneficio de la duda a Lula, deseando que se zafara de esa trampa.
Lo peor llegó y Frei Betto lo describe sin rodeos: «La derecha brasileña no consiguió en décadas lo que un pequeño núcleo de lideres petista logró en pocos años: desmoralizar a la izquierda«. Y agregó «después de trabajar junto a los movimientos populares para construir una nueva propuesta, un pequeño grupo de dirigentes mete el pie y el alma en la corrupción, comprometiendo todo el proyecto«.
En el PRD de México
Conmovido por esa realidad, Frei Betto le hace una cruda advertencia a la izquierda mexicana después de subrayar que la corrupción del PRD comenzó en 1996 y que su claudicación frente al neoliberalismo se ha expresado abiertamente en la medida su candidato presidencial (López Obrador) avanza hacia la victoria electoral.
En Brasil la corrupción en el gobierno de Lula ha generado una reacción de masa y movilizado a la izquierda del PT y fuera del PT, emplazando en Lula. Pero en México, donde el PRD es todavía proyecto de gobierno, la denuncia de esa realidad es atribuída a una «conjura de la oligarquía» y la claudicación política no ha generado todavía una erosión significativa de la popularidad de López Obrador y del PRD, ni de sus «ventajas comparativas» respecto al PAN y al PRI.
Sin embargo, seguros debemos estar de que en esas condiciones una victoria del PRD a nombre de la izquierda puede convertirse en una gran derrota política del campo progresista de ese país, en una fuente de desprestigio.
Sabiduría zapatista.
Por suerte en México el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el subcomandante Marcos han captado el real sentido de esa trampa y han decidido no hacerle el juego a esa ilusión perredista con fuertes signos de fracaso posterior.
Mas aun, los líderes del EZLN están empleando su enorme prestigio para aglutinar a una gran parte de la izquierda (política y social), no claudicante, en un gran bloque determinado a enfrentar el modelo neoliberal, al PRI, al PAN y al PRD.
Mas allá de Brasil y México.
El tema, sin embargo, tiene no pocas aristas adicionales y merece una reflexión de mayor profundidad, desde una izquierda (política, social, cultural, militar) que se resista a dejar de ser la izquierda y que reconozca en la crisis actual del capitalismo neoliberal y de las partidocracias tradicionales la existencia de nuevas condiciones para llevar a cabo las transformaciones postergadas.
Las declaraciones de Frei Betto son una clarinada en esa dirección y evidencian que en la corriente de la teología de la liberación existen grandes reservas vivas para enfrentar el proyecto antineoliberal y anticapitalista, para la victoria de la democracia participativa y el socialismo del Siglo XXI que tanto necesitamos.
El mal de la claudicación y de la corrupción en las izquierdas no es reciente, ni exclusivo de lo que acontece en Brasil y en México; tampoco se expresa siempre de la misma forma.
La renegación es tan vieja como el movimiento revolucionario, aunque tomó renovados bríos después del colapso del llamado socialismo real, de la uní polaridad militar a favor de EU y de la hegemonía del «discurso único» neoliberal.
La «revolución conservadora» de la que tanto nos habló Xavier Gorostiaga, otro de los destacados teólogos de la liberación (ya fallecido), ha hecho estrago también en segmentos importantes de izquierdas.
La historia de la corrupción en su interior es tan vieja como el estatismo burocrático, precedido de los sistemas de privilegios partidarios en el poder y fuera de él.
Renegación, claudicación político- ideológica y corrupción de sectores de las izquierdas han sido causas de no pocas autoderrotas; incluyendo la sandinista en Nicaragua. Este caso, sin embargo, ha sido un tema «tabú», hasta el punto en que todavía – salvo excepciones – los líderes de izquierda se resisten a ajustar cuentas con sus causas y a evaluar seriamente sus nocivos efectos.
Ha primado un sentido acrítico sumamente peligroso, acompañado de una especie de tratamiento diplomático del tema.
Cierto que esos males no se expresan de igual manera ni con la misma correlación entre una y otra de esas expresiones, ni con una sola dimensión en cada uno de los procesos.
En el PT de Brasil y en el PRD de México la claudicación y la corrupción de sectores importantes de sus cúpulas han ido de la mano. En otros casos se expresa uno de los dos problemas.
El pesar sandinista y la firmeza cubana, aunque…
En el Frente Sandinista no hubo claudicación, ni antes ni después de la victoria. En Nicaragua se puso en marcha una auténtica revolución.
Pero sí hubo un sistema de privilegios y una corrupción progresivamente desprestigiante, junto a desviaciones liberaloides que terminaron matando ese hermoso proceso y deslegitimando su dirección histórica. Y todavía no se ha expresado una autocrítica y una reflexión superadora de su situación.
La actitud acrítica frente a problemas de esa naturaleza, lamentablemente, se expresa también frente a ciertas manifestaciones de corrupción burocrática dentro de la revolución Cubana, aunque su caso sea muy diferente a las situaciones mencionadas.
Cuba tiene la virtud de lo inclaudicable y de la altísima honestidad tanto de su liderazgo histórico como de una buena parte de sus estructuras de mando.
Pero el Estado y el partido comunista cubano también han sido contaminado – no tanto como en los modelos estatistas de Europa oriental – – por el burocratismo y la corrupción, lo que le resta dinamismo y autoridad en niveles medios, lo que obstruye posibilidades de creatividad y legitimidad mas allá de la inmensa autoridad de Fidel y de la relación líder – masas, descrita brillantemente por el Che Guevara en su ensayo El Hombre y el Socialismo en Cuba.
Y tal realidad si bien no plantea riesgos inminentes, le quita brillo al proceso y podría tornarse peligrosa en el período pos Fidel de esa grandiosa revolución.
A veces hablar de estas cosas pueden parecer herejías, pero en verdad no conozco ni revoluciones ni revolucionarios (as) de verdad que no hayan sido de alguna manera herejes: Bolívar, Martí, Simón Rodríguez, Morazán, Hostos, Duarte, Lenin, Trosky, Rosa Luxemburgo, Granci, Mariátegui, Che, Fidel, Fonseca, Chávez…
Admiro la herejía cristiana de Frei Betto y desde el socialismo científico me abrazo a ella.
Estos son tiempos para las izquierdas verdaderas. Nuevos tiempos para nuevas revoluciones, y es penoso que en un contexto así reducidos grupos de dirigentes frustren posibilidades de cambios y conviertan las victorias en reveses.
Alerta para otras latitudes
Por eso son válidas las advertencias de Frei Betto en el caso de México y pienso que hay que hacerlas extensivas a otras latitudes: a Uruguay, a Bolivia y a la propia Venezuela. Cada una con sus particularidades y sus riesgos.
A Uruguay porque en el Frente Amplio y en su gobierno pueden darse – y de hecho tienen cierta presencia ya – actitudes políticas (no me refiero a problemas morales) parecidas a las que se incubaron en el PT de Brasil y en el Gobierno de Lula, cuyo espejo puede ser muy útil para tratar de frenarlas, aislarlas y conjurarlas a tiempo.
A Bolivia porque, en forma mas limitadas, comienzan a sentirse señales de socialdemocratización en las fuerzas de izquierda con perspectivas de éxito.
A Venezuela no porque allí existan señales de claudicación. Allí la firmeza es creciente y admirable. Allí no solo una fuerza revolucionaria ha ocupado el gobierno, sino que se está construyendo en forma original un poder revolucionario, que se radicaliza paso a paso y que logra victoria tras victoria.
Pero sí porque a su formidable liderazgo y a la conciencia revolucionaria del pueblo le hace falta todavía verse acompañado de la construcción de una vanguardia unitaria, diversa y compartida que supere la disgregación y la competencia infecunda en los niveles medios, y garantice la constante depuración del proceso.
Pero si además – y sobre todo – porque el nuevo aparato estatal venezolano contiene parte del viejo. La cultura política de la IV República contamina todavía a una parte de las fuerzas bolivarianas, y la gran corrupción tiene presencia en estratos elevados del poder estatal, que de no conjurarse a tiempo, pueden servirle a la contrarrevolución imperialista para desprestigiar el proceso, provocar escándalos y desmoralizar sus fuerzas conductoras.
Si bien el magnicidio contrarrevolucionario es el principal riesgo de ese motivador proceso, no debería obviarse el daño que podrían hacerle a la revolución venezolana ese déficit y esos males.
Es hora de ajustar cuenta y de obviar toda diplomacia frente a las claudicaciones y frente a las fallas morales de sectores procedentes de las izquierdas, o con militancia formal dentro de ellas, se trate o no de los partidos y fuerzas en el poder o cerca de él.
Insurgencia Colombiana.
Por eso es admirable, mas allá de cualquier valoración diferente respecto a las formas y métodos de lucha y a sus pertinencias específicas, la actitud de las FARC, el ELN y otros sectores de la insurgencia colombiana.
Su dignidad, firmeza y persistencia han sido verdaderamente ejemplares, acompañadas de iniciativas políticas mas flexibles y eficaces.
Ni la guerra sucia del Estado Colombiano ni el Plan Colombia – Iniciativa Andina – auspiciado por EU, mucho menos las campañas estigmatizadoras y los intentos de aislamientos (incluso auspiciado por la izquierda «ligth del continente«), han podido contener su arrojo y voluntad de poder.
Su proceso de acumulación de fuerzas constituye hoy uno de los factores disuasivos y/o confrontativo mas importante frente al plan de conquista por vía militar de la Amazonia por EU y sus aliados y una de las garantías del avance revolucionario en la región.!Y de eso Manuel Marulanda es un símbolo!
En el FMLN
El FMLN de la posguerra ha tenido un proceso muy accidentado en ese sentido, sufriendo no pocos reveses y reiteradas crisis a consecuencia de la derechización y/o corrupción de algunos de sus grupos y de sus líderes.
Caso como el de Villalobos avergüenza, seguido de Fermán Cienfuegos y otros dirigentes historicos.
En el FMLN las intenciones de afectar gravemente su identidad revolucionaria ha tenido concreción en determinados períodos. Tal fue la situación cuando Facundo Guardado y el sector que lo acompañó logró el control de la dirección y de las candidaturas nacionales.
La pelea ha sido y sigue siendo dura para estabilizar el giro a la izquierda cuyo inicio data ya desde el periodo anterior a las últimas elecciones presidenciales. Y queda un buen trecho por recorrer hasta completarlo y profundizarlo.
Dominicana: claudicación a granel.
En mi país, República Dominicana, los sectores de izquierda y del centro izquierda que se han derechizado y corrompido, le ha hecho mas daño a las posibilidades de cambio que la derecha descarada, sobre todo a partir de la década de los 80.
El camaleonismo, las alianzas subordinadas a los partidos del sistema, el posibilismo, la conversión de destacadas figuras de izquierda al neoliberalismo, han diezmado las filas revolucionarias y sembrado la desconfianza y el escepticismo en el seno del pueblo, retrasando las transformaciones necesarias.
Tal proceso ha estado acompañado de la neoliberalización de socialdemocracia representada por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), quien durante la revolución de Abril de 1965, en el curso de la lucha contra la intervención militar EEUU y posteriormente, se proclamó nacionalista revolucionario.
A ese viraje en el PRD le siguió una derechización similar del Partido de la Liberación Dominicana, en la medida se agotó físicamente el liderazgo de Juan Bosch, quien incluso llegó a proclamarse marxista. Y fue un símbolo de lo moral en la política.
Leonel Fernández, presidente de ese partido y del país, fue de los jóvenes que asumió el marxismo dentro de esa organización política y llegó a considerar a James Petras como su profesor, para mas tarde claudicar y corromperse.
Hoy el PLD es un partido neoliberalizado y corrompido, sobre todo en su cúpula dirigente.
Ambos partidos, procedentes de una misma matriz progresista, han jugado un papel estelar en la cooptación, en términos individuales y grupales, de una parte importante de las izquierdas revolucionarias. Muchos de sus dirigentes de hoy tienen esa procedencia y entre ellos los hay comprometidos en cuerpo y alma con la corrupción.
La parte de la izquierda claudicante que ha conservado sus propias estructuras partidarias han pasado a ser grupos satélites del PRD o del PLD.
¡Izquierda «bonsái» al servicio del sistema!
Es el caso, por ejemplo, de la Alianza por la Democracia (APD) de Max Puig (ministro de gobierno), el Movimiento de Izquierda Unida (MIU) de Miguel Mejía (ministro de gobierno) y el Partido de los Trabajadores (PTD) de José González Espinosa (funcionario de gobierno). Este último participó también en el anterior gobierno del PRD y ahora se pasó al del PLD.
Esos grupos satélites siguen siendo miembros del Foro de Sao Paulo (FSP) y han propugnado – y logrado en los hechos – la incorporación del PRD y del PLD a ese desnaturalizado espacio de coordinación y debate de las izquierdas latino-caribeña, contando para ello con el apoyo del PT de Brasil y del PRD de México. Incluso en ocasión del último encuentro del FSP realizado en Brasil, escuchamos a Lula exaltar las virtudes «progresistas» del gobierno neoliberal de Leonel Fernández Reina.
Esas organizaciones satélites pagan sus «cuotas de poder» pregonando en todos los foros el supuesto carácter progresista de un gobierno privatizador, entreguista y corrupto, desinformando y sembrando confusiones.
Convocatoria de Betto
La clarinada de Frei Betto nos convoca a esa diferenciación y esa confrontación necesaria.
La decantación se ha tornado urgente para evitar nuevas frustraciones y garantizar la recuperación ascendente de la autoridad de las fuerzas realmente alternativas.
Y esa decantación debe remitirnos a la firmeza ideológica, a la formación ética y – sobre todo – a los métodos de participación democrática y de control social que reduzcan al mínimo la suplantación del pueblo, la burocratización y la impunidad de las fallas de sus protagonistas, así como los negativos procesos de fusión de los partidos con los Estados.
¡Bien!, Frei Betto