El arte sigue a la vida. A veces como anticipación, otra como herramienta para la reflexión. Muchas veces sus alegorías se convierten en símbolos para explicar la realidad y la historia. Años después de la caída del Muro de Berlín y del derrumbe de la Unión Soviética una película repasaba críticamente las razones de estos […]
El arte sigue a la vida. A veces como anticipación, otra como herramienta para la reflexión. Muchas veces sus alegorías se convierten en símbolos para explicar la realidad y la historia. Años después de la caída del Muro de Berlín y del derrumbe de la Unión Soviética una película repasaba críticamente las razones de estos hechos: «Good Bye Lenin» se llamaba esa película (una traducción literal sería «Adiós Lenin»).
Todavía hoy no hay un balance acabado y aceptado por las distintas vertientes de la izquierda mundial sobre el colapso de aquel sueño. Posiblemente no lo haya hasta que un nuevo experimento revolucionario, al menos de la magnitud que representó el de la Unión Soviética, tenga éxito y por supuesto, visto retrospectivamente, se avance en las conclusiones, en los aprendizajes.
La construcción del balance de este periodo del Proceso Bolivariano llevará años, sobre todo cuando ese proceso, a pesar de la brutal crisis actual, y de que está en terapia intensiva, aún vive. Y se construirá, sobre los retazos, más o menos científicos o más o menos emotivos, o ambos, para los que todos aportaremos.
La virtud del artículo de Ronald Denis, por su carácter provocativo, despidiendo al chavismo e incluso a Chávez, es que alienta ese debate. Hay, por otra parte, serios y profundos trabajos sobre el Legado de Chávez que intelectuales revolucionarios avanzan, caso Javier Biardeau entre otros, cuyos textos, aunque densos y sus conclusiones discutibles, son de recomendable lectura para tenerlos en cuenta en la polémica.
Lo importante del debate es que superando el duelo por la pérdida, le demos definitivamente la bienvenida a Chávez, al real. Es la única manera de rechazar al del culto ciego y religioso que pretenden imponernos. Debemos decirle bienvenido al Chávez político, al revolucionario, al hombre de las dificultades, con sus errores y aciertos, para rescatar, en todo caso, las ideas que debemos defender, corregir y profundizar, y desechar las que deban ser desechadas. Esto sólo ya será una defensa de la personalidad política de Chávez, porque hasta ahora la mayoría de los que vienen haciendo ese balance son los enemigos del proceso.
Pero, por dónde empezar con esta bienvenida necesaria. Si comenzáramos por los presuntos resultados de la política de Chávez que muestran la crisis terminal actual, estaríamos errando. Sería, salvando las distancias, lo mismo que culpar a Lenin, por el resultado de la política de su «heredero», Stalin.
Por eso, es mejor, creemos, incluso apelando a la memoria, buscar la claves que entendemos como esenciales. Y, desde allí, alimentar el debate. Para nosotros estas son, apenas algunas, muy pocas, no todas, las claves que defendemos:
1.- El Proceso Constituyente, la visibilización de los marginados. La Constitución del ’99 fue el resultado de un proceso mucho más extendido, profundo y real, de participación de los que hasta ese momento eran marginados e invisibles. Las multitudes que en la rebelión del 89 salieron a rechazar el paquetazo de Carlos Andrés II expresaron la explosión de un sentimiento de rechazo a la opresión y marginación contenido por años. La simpatía con la que la mayoría acogió las insurrecciones militares de febrero y noviembre del 92 fue otra muestra de avance político. Esas masas, ese pueblo no volvió a invisibilizarse, intento, por todos los medios, superar incluso, en su proceso de protagonismo, que se congelara en la letra de la Constitución todo su esfuerzo. Miles de nuevos sindicatos nacieron al calor de ese proceso, avanzo como nunca antes la organización y preparación del movimiento popular. La participación política popular creció y diversas ideas y proyectos hicieron y hacen parte del debate cotidiano de la población. Esto es lo que interpretó Chávez.
Lamentablemente por señalar solo alguna contradicción, el proceso de burocratización y cooptación por parte del estado de aquellos avances es la base de la confusión y el comienzo de la desmoralización actual. Sin embargo, a pesar de que no se desarrolló en plenitud, que se frenó, y que ha retrocedido en sus mejores cualidades, ese proceso deja un sedimento de aprendizaje que hace difícil que vuelva a la situación previa al 89. Parte de esos avances están cristalizados en la Constitución. Es sobre esa base que debemos reconstruir el movimiento de lucha de los explotados y oprimidos.
Pero esta reconstrucción no es el camino que ha elegido la cúpula del PSUV o el Gobierno. No será manipulando y clientelizando al movimiento. No será violando los derechos consagrados el ’99. No será impidiendo la participación política de todas las corrientes de opinión que conviven en el Proceso. O criminalizando la lucha, la protesta o las iniciativas de organización popular. Las cúpulas, intentan volver a la falsa polarización bipartidista, al autoritarismo que se desprende de defender sus privilegios y esa falsa polarización que puede desembocar en un régimen totalitario. Lo que está abandonando ese pueblo, es la política de las cúpulas. Volverá a la calle a defender sus derechos. Y en ellos volverá Chávez a esto es a lo que debemos darle la bienvenida.
2.- El petróleo como herramienta de independencia nacional. Casi 40 años después de estar controlada por las multinacionales petroleras, la OPEP se reunió en Caracas entre el 26 y el 28 de septiembre de 2000 y fue rescatada de aquel control imperial. Los precios que se conquistaron para entonces, se deben fundamentalmente a esta política independiente. El otro hecho fundamental es la recuperación de PDVSA de las manos de una meritocracia que trabajaba de hecho para las multinacionales. Se rompía así la política entreguista de los 90 años previos.
La comprensión de la fuerza del petróleo en la construcción del país hizo que se rescatará la frase de Uslar Pietri de «Sembrar Petróleo». La conciencia de utilizar los recursos petroleros para intentar romper la dependencia de la renta es lo que explica los Planes Nacionales de Desarrollo, los Fondos de desarrollo y otros instrumentos. Más allá de que haya que hacer un balance critico de esta política que evidentemente no logró el éxito buscado, lo importante es que el rumbo que mostraba aquella cumbre de la OPEP y aquella recuperación de PDVSA, es el que hay que retomar para poder poner en pie un verdadero nuevo modelo productivo para resolver la crisis.
Hoy el rumbo es otro: La creación de zonas económicas especiales verdaderos islotes de exportación utópicos, la ampliación de la participación accionaria en las empresas mixtas de la Faja, el compromiso de importante patrimonio nacional en el exterior para conseguir liquidez, un desfalco a la nación que no se persigue y que se continúa , muestran un rumbo de raspadera de olla.
Recuperar una política independiente es darle la bienvenida a Chávez. Y en esa recuperación los trabajadores petroleros jugarán un papel central.
3.- La Batalla de Santa Inés como herramienta popular de construcción de protagonismo y conciencia política. Según las encuestas Chávez estaba en 2004 en su peor momento de popularidad. La oposición buscó por medio del revocatorio, novedad de la Constitución a la que le había dado el golpe de 2002, salir de Chávez. Antes de que cumplieran las metas de las firmas, Chávez aceptó el desafío. Y por fuera del MVR ya burocratizado e impotente para la pelea, convocó a su pueblo. Centenares de miles se organizaron en toda la geografía nacional y formaron los batallones dispuestos a ir a esa batalla. Desde las bases, desde lo más profundo del Pueblo Bolivariano, se construyó la victoria. La más perfecta de las victorias de Chávez. El protagonismo y la conciencia en esa batalla se soldaron a ese pueblo. Hoy debemos rescatar el espíritu de la Batalla de Santa Inés.
Desde un PSUV, que está completamente burocratizado y corrompido, cuyas bases tienen miedo de mostrar sus verdaderos sentimientos. Hoy desde allí las cúpulas defienden el papel de unas maquinarias inhumanas, maltratadoras y serviles. Ellos creen que podrán esconder la respuesta popular. Están equivocados. Por más que proscriban a quienes piensan distinto y tienen propuestas para salir de la crisis, como Marea Socialista, no lo lograran. No podrán lograr que ese pueblo que hizo el aprendizaje de Santa Inés, se incorporé manso a un pelea que no es la suya.
Pero más temprano que tarde surgirá desde las entrañas de ese pueblo, como ya lo está haciendo, una alternativa, una referencia, que construyendo lo nuevo, le dará la bienvenida a Chávez.
Decía Celia Hart Santamaría en un bello artículo en el que cuestionaba a la película que citamos al principio, titulado «Welcome»… Trotsky: «No se le puede decir adiós a Lenin, pues nunca se le dio la bienvenida. Tan sólo importaron una imagen, marginándolo, convirtiéndolo en un sumiso payaso de la burocracia estalinista».
Para nosotros, más que un adiós al chavismo, lo que está recorriendo los deseos de ese pueblo que protagonizó los años de lucha, es que no haya demora en construir la esperanza. Y prepararse para la bienvenida al Chávez constituyente, refrendario que apelaba al poder del pueblo y se hacía cada vez más anticapitalista.
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