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Bolivia y el rostro indio del capitalismo

Fuentes: Econoticias

Con olor a multitud, Evo Morales, el primer indígena que toma el poder en la América morena, se lanzó a conquistar su gran sueño: liquidar el neocolonialismo, la pobreza y la exclusión social que oprimen al pueblo y sojuzgan a Bolivia, implantando un capitalismo andino en estrecha sociedad con las transnacionales.En la legendaria Tiahuanacu, milenaria […]

Con olor a multitud, Evo Morales, el primer indígena que toma el poder en la América morena, se lanzó a conquistar su gran sueño: liquidar el neocolonialismo, la pobreza y la exclusión social que oprimen al pueblo y sojuzgan a Bolivia, implantando un capitalismo andino en estrecha sociedad con las transnacionales.

En la legendaria Tiahuanacu, milenaria cuna de las culturas pre-incaicas, Morales juró este sábado a la presidencia, a la que accedió con el apoyo electoral de los más pobres y humildes, que aún creen que muy pronto llegará la nacionalización de los hidrocarburos y, con ella, una mejora en la calidad de vida de indígenas y trabajadores del campo y las ciudades.

‘Hoy día empieza un nuevo año para los pueblos originarios del mundo, una nueva vida en que buscamos igualdad y justicia, una nueva era, un nuevo milenio para todos los pueblos del mundo’, dijo en las míticas ruinas de Tiahuanacu, a 70 kilómetros de la ciudad de La Paz, en la primera de las tres ceremonias organizadas para celebrar su mandato. El juramento oficial ante el Congreso nacional se realiza mañana, al igual que la posesión popular en la principal plaza de San Francisco en La Paz.

En una apoteósica ceremonia del mediodía de hoy, con ritos tradicionales del incario y que congregó a varios miles de indígenas y representantes de organizaciones sociales y populares del continente, Morales que asume la presidencia de Bolivia con el 54% de apoyo electoral dijo que «con la unidad del pueblo vamos a acabar con el Estado colonial y con el modelo neoliberal».

«Necesitamos la fuerza del pueblo para doblar la mano al imperio», dijo en su ya característica retórica populista el nuevo presidente que aspira a «indianizar» el capitalismo, que destruye la economía campesina, que aniquila la fuerza de trabajo y convierte en virtuales esclavos a los hombres, mujeres y niños del campo y las ciudades del centro de la América del sur.

Aunque no lo dijo en la ceremonia, el propósito declarado del gobierno de Morales es humanizar este capitalismo salvaje y depredador, darle un rostro indio y hacerlo sostenible por los siguientes 50 o 100 años, armonizando el libre mercado con políticas que fomenten la actividad productiva de los pequeños productores campesinos, de los artesanos y microproductores.

«Unidos y organizados cambiaremos políticas económicas que no resuelven la situación económica de las mayorías nacionales. A esta altura nos hemos convencido que concentrar el capital en pocas manos no es ninguna solución para la humanidad, el concentrar el capital en pocas manos no es la solución para los pobres del mundo. Por eso tenemos la obligación de cambiar esos problemas económicos de privatización, de subasta», agregó ante el aplauso de la multitud concentrada en Tiahunacu.

Durante y después de las elecciones, el Movimiento al socialismo (MAS), que dirige Morales, renegó abiertamente del socialismo, al que no consideran viable para Bolivia, por lo menos durante todo el siglo XXI, por lo que postulan consolidar su denominado capitalismo «andino – amazónico», dando un fuerte impulso a la empresarios nacionales, a la burguesía local que medra del Estado, además de plenas garantías y protección para sus inversiones, propiedades y beneficios.

Sin embargo, el eje fundamental de este régimen económico es un nuevo relacionamiento y alianza con las transnacionales del gas y el petróleo, que continuarían obteniendo millonarias utilidades por la explotación de las reservas bolivianas, aunque con mayor control y beneficios para el Estado.

Así, la intención de Evo es legalizar los contratos de las petroleras, que habían sido declarados como ilegales e inconstitucionales por el Tribunal Constitucional, el máximo tribunal de justicia del país, en el marco de la nueva Ley de Hidrocarburos, aprobada por el Congreso neoliberal. Esta ley, en términos reales, aumenta los tributos a las petroleras entre 100 a 200 millones de dólares al año, recursos con los que Morales intentará paliar en algo la pobreza y marginalidad en la que viven casi seis millones de bolivianos de los nueve que viven en el país.

A las petroleras, Morales las quiere de socias, y no tiene la intención estatizar toda la industria y menos concentrar en manos del Estado todo el proceso productivo y las multimillonarias utilidades que deja este negocio, tal como demandan las organizaciones sociales y populares que derrocaron dos gobiernos en los levantamientos de octubre del 2003 y mayo-junio del 2005 y que ahora exigen que Morales cumpla con su promesa de nacionalizar los recursos naturales.

Pese a ello, el nuevo presidente ha dejado en claro que no expropiará ni confiscará a las petroleras, que ya anunciaron su predisposición para negociar los nuevos contratos, tras que Morales les diera plenas garantías para seguir trabajando en Bolivia.

Durante el 2006, el nuevo gobierno de Morales no hará modificaciones importantes en el manejo de la economía y continuará con el programa y políticas que el gobierno provisional saliente, del neoliberal Eduardo Rodríguez, acordara con el Fondo Monetario Internacional en la misma línea de los últimos 20 años, adelantó el responsable del área económica del MAS, Carlos Villegas.

Pero en lo que sí quiere avanzar el MAS es en la convocatoria a la Asamblea Constituyente, para consolidar el nuevo régimen orientado a preservar y consolidar el capitalismo andino .a amaz{onico.

«Solo quiero decirles desde este lugar sagrado, con la ayuda de ustedes, hermanos y hermanas, quechuas, aymaras, guaraníes, queremos enseñar a gobernar, con honestidad, con responsabilidad, para cambiar la situación económica del pueblo boliviano», dijo Morales al solicitar al Congreso nacional la urgente convocatoria a una Asamblea Constituyente.

«Quiero pedirle al nuevo Parlamento Nacional, que hasta los días febrero o marzo debe aprobarse la ley de convocatoria para la Asamblea Constituyente. Una ley de convocatoria para la Asamblea Constituyente para garantizar la elección de Constituyente el 2 de julio de este año, y el día 6 de agosto en la capital histórica de fundación de Bolivia, Sucre Chuquisaca, instalaremos la Asamblea Constituyente para acabar con el estado colonial».

Al concluir su discurso de su primera posesión, Morales convocó a la unidad de los bolivianos para avanzar en el nuevo régimen y solicitó el apoyo de los dirigentes sociales. «Quiero decir con mucho respeto, a los dirigentes, ex dirigentes, al hermano Felipe Quispe, convoco a unirnos todos para seguir avanzando hacia adelante, hermanas y hermanos».

Días atrás, el líder de los campesinos aymaras del altiplano, el «Mallku» Felipe Quispe había advertido de Morales se había puesto la soga al cuello al prometer la nacionalización del gas y el petróleo, cuando en realidad lo que buscaba era aumentar un poco los impuestos a las petroleras.

«Ahora el pueblo le va exigir nacionalización y todas sus promesas, y él (Morales) va a tener que cumplir o va a caer», pronosticó Quispe, que avizora que el sueño que inició hoy Evo podría concluir en toda una pesadilla. «El capitalismo nos chupa la sangre. El capitalismo nos está destruyendo (….) o nos mata o lo destruimos», agrega.