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Un estudio en Brasil revela la distribución discrecional de publicidad estatal

Bolsonaro da dinero a medios amigos

Fuentes: Comuna (Argentina)

El gobierno del presidente ultraderechista brasileño, Jair Bolsonaro, está privilegiando alevosamente con los fondos públicos de la publicidad a tres empresas de televisión que funcionan como su sostén, en una reproducción de un modelo totalmente discrecional, como el de Argentina y otros países, según un estudio publicado en medios no convencionales. El trabajo, difundido en […]

El gobierno del presidente ultraderechista brasileño, Jair Bolsonaro, está privilegiando alevosamente con los fondos públicos de la publicidad a tres empresas de televisión que funcionan como su sostén, en una reproducción de un modelo totalmente discrecional, como el de Argentina y otros países, según un estudio publicado en medios no convencionales.
El trabajo, difundido en el espacio Tijolaço, un medio que agrupa a comunicadores progresistas, muestra que las cadenas Bandeirantes, STB y Record se vieron beneficiadas con un incremento de los fondos públicos, que administra la Secretaría de Comunicación Social, durante 2019, el año en que empezó la gestión de Bolsonaro. Las tres tuvieron subas en comparación con 2018.
La nota, firmada por Fernando Brito, deja en evidencia una paradoja muy singular para la realidad brasileña: el grupo Globo, el más grande del país, y que fue decisivo para la gran operación política y judicial que causó el derrocamiento de la presidenta Dilma Rousseff y el encarcelamiento y proscripción de Luiz Lula da Silva, es el más perjudicado.
El texto dice que se verifica un «inexplicable favoritismo» del gobierno por las cadenas Record y Bandeirantes en la publicidad estatal. «Gústese o no de Globo», escribe Brito, las cifras muestran que ese grupo, si bien está en un período de retroceso, «todavía retiene poco más de la mitad de la audiencia» en el total nacional.
Agrega que las decisiones para publicitar en una u otra estación se adoptan básicamente según el número de personas que verán el mensaje, un criterio que sin embargo es discutido en Brasil y otras partes del mundo, donde esa ecuación es puesta en discusión con la necesidad de que los Estados se comprometan en la existencia y desarrollo de una amplia gama de medios, no solo los convencionales y comerciales, como lo establecen los estándares internacionales reivindicados por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Brito expresa de hecho que puede haber «variaciones» en el parámetro por él enunciado, por ejemplo cuando se hacen «recortes de públicos» a los que se desea alcanzar específicamente.
El texto, que cita una publicación previa de Folha de São Paulo, destaca los beneficios recibidos por el grupo del obispo Edir Macedo, fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios, convertida en una corporación para la intervención política, económica y comunicacional, aliada del presidente ultraderechista, racista y misógino, y propietaria del grupo mediático Record.
Esta empresa tiene una porción publicitaria estatal que multiplica al menos por cuatro lo que le correspondería recibir en términos de volumen de audiencia en comparación con la que Globo reúne.
Globo, con su red nacional de televisión, sus periódicos, radios, revistas y espacios en internet, fue crucial para el desplazamiento del poder del Partido de los Trabajadores, al que combatió en todas sus gestiones. Sin su accionar, la denominada operación Lava Jato no habría llegado a los resultados que obtuvo, en especial las causas, sentencias y proscripción de Lula da Silva, favorito indiscutible para ganar las elecciones de 2018, que depositaron al neofascista Bolsonaro en el poder.
Es que, como ocurrió también en Argentina, en ocasiones Globo lanzaba versiones y acusaciones de corrupción contra dirigentes del PT con las cuales los jueces, muy especialmente Sergio Moro -hoy ministro de Justicia de Bolsonaro-, lanzaban pesquisas, investigaciones y requisitorias a la vez ampliamente difundidas por el sistema mediático. A veces era al revés: Moro hacía llegar sospechas y acusaciones a Globo, para que las amplificara a escala nacional.