En este artículo el autor advierte sobre la importante presencia política que tendrá el partido de los militares en la nueva fase histórica que se abre en Brasil.
En su discurso en la radio y TV nacional a menos de cuatro horas del final del desastroso gobierno militar, el general Hamilton Mourão fue el vocero del reajuste táctico del partido de los generales en la situación actual, en una operación pública de la dirección partidista de las Fuerzas Armadas para deshacerse de Jair Bolsonaro.
El nombre de Bolsonaro no fue mencionado ni una vez en el discurso leído por Mourão. El general lo mencionó indirectamente como alguien que, con su “inoportuno y deletéreo silencio o protagonismo”, generó “un clima de caos y desintegración social” en el país.
Con ese cinismo típico con el que los militares distraen la atención de la realidad y generan disociaciones cognitivas para enmascarar la participación central de las Fuerzas Armadas en el cuestionamiento del resultado electoral y en el clima de caos y terror que vive el país, Mourão citó a líderes [Bolsonaro] que “irresponsablemente dejó que las Fuerzas Armadas de todos los brasileños pagaran la factura, unos por inacción y otros fomentando un supuesto golpe de Estado”.
Hasta el momento, Bolsonaro ha cumplido a rajatabla la misión que le fue asignada para lograr el proyecto de poder secreto del partido de los generales. Había sido lanzado como su candidato presidencial el 29 de noviembre de 2014, en medio del patio de AMAN, la Academia Militar de Agulhas Negras. Ahora, sin embargo, Bolsonaro ya no les sirve de la misma manera.
Es razonable sospechar que abandonar el cargo y huir del país formaba parte del guion escrito para que Bolsonaro ejecutara con el fin de producir un simulacro de contradicción entre él y los militares “democráticos y legalistas”, que “vigilan” los ritos de democracia. Si Bolsonaro no hubiera huido del país, el pronunciamiento de Mourão como “presidente interino de la República” y jefe jerárquico del gobierno militar presidido solo nominalmente por Bolsonaro, no se habría producido .
El bolsonarismo, como movimiento de fuerza fascista, militarista y de extrema derecha, sigue vivo y fuerte, a pesar de la derrota del 30 de octubre, que abrió la disputa por el liderazgo bolsonarista. A pesar de la “ceremonia de descarte”, Bolsonaro no puede ser considerado una pieza fuera del tablero. La evolución política, pero especialmente su situación delictiva, definirá el campo de sus posibilidades futuras.
Quien se acreditó para ocupar la dirección política del campo fascista-militar fue el general Mourão, quien anunció “una dura oposición al proyecto progresista del gobierno” Lula. Reprodujo la astuta estrategia de la extrema derecha mundial de escalar un proyecto autoritario: mientras simula compromisos con la democracia, ataca y corroe el poder judicial y el estado de derecho.
El discurso del general Mourão tenía el objetivo calculado de culpabilizar a Bolsonaro y, al mismo tiempo, desconectar a las Fuerzas Armadas de las ofensivas antidemocráticas, el caos y el terror. Es otra gran falsedad más, porque tanto Bolsonaro como los ataques a la democracia y el clima de caos y terror son resultado de los planes de las propias cumbres militares partidistas.
El gobierno militar termina como corresponde a un gobierno militar, es decir, con la observancia de la jerarquía de mando: el capitán cumple la orden recibida; manda el general y da la última palabra. En ese sentido, el pronunciamiento del general Mourao como “Presidente interino de la República” tiene el significado simbólico de poner fin al gobierno militar.
Este gesto, sin embargo, no representa el fin del activismo indebido e ilegal de los uniformados en la política. Los jefes militares no abandonaron su proyecto de poder, no dejaron de ser ardientemente antipetistas, ni se convirtieron al legalismo y al profesionalismo.
El partido de los generales se reposicionó en la coyuntura para seguir perpetrando la guerra fascista contra la democracia en el nuevo ciclo que comienza con el gobierno de Lula. Harán una “oposición dura”, como dijo Mourão. También sabotearán despiadadamente al gobierno y la democracia.
Jeferson Miola es miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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