La victoria en las elecciones presidenciales de Brasil del candidato de extrema derecha, Jair Bolsonaro (de aquí en adelante, Bolsonazi) es una noticia terrible. Es terrible en primer lugar para la gente pobre y trabajadora, las mujeres, la gente negra e indígena, la gente LGTBI, la izquierda, el movimiento sindical y campesino… de Brasil. Pero […]
La victoria en las elecciones presidenciales de Brasil del candidato de extrema derecha, Jair Bolsonaro (de aquí en adelante, Bolsonazi) es una noticia terrible. Es terrible en primer lugar para la gente pobre y trabajadora, las mujeres, la gente negra e indígena, la gente LGTBI, la izquierda, el movimiento sindical y campesino… de Brasil.
Pero debe preocupar a la gente de todo el planeta… exceptuando al 1% más rico que celebró su victoria con subidas en las bolsas. Es un nuevo paso en el crecimiento internacional de la extrema derecha.
El programa de Bolsonazi representa una agresión sistemática contra los derechos de la gran mayoría de la población. Ya se han anunciado los primeros ataques.
Y no es sólo lo que se propone en términos institucionales; su campaña electoral ha ido acompañada por violencia en la calle -incluyendo brutales asesinatos- contra opositores políticos y contra la larga lista de grupos oprimidos que Bolsonazi ataca en sus discursos.
Incluso más preocupante es que las fuerzas represivas del estado se han envalentonado con su éxito. Dos días antes de la votación, la policía militar llevó a cabo redadas contra 20 universidades, donde interrogó a docentes y confiscó material, arrancando de paso una bandera contra el fascismo.
¿Cómo ha pasado?
La izquierda estaba en auge en América Latina desde los años 90 hasta hace pocos años.
En Brasil, Lula se convirtió en presidente en 2002, y el Partido dos Trabalhadores, el PT, gobernó durante 14 años hasta la expulsión del poder de Dilma Roussef, su sucesora, mediante una maniobra golpista en 2016.
La relativa debilidad de la oposición popular ante los ataques legales contra Lula y ante el impeachment de Dilma revela que hubo problemas.
Ya en 2003 el PT impuso recortes sociales y expulsó a los sectores de izquierdas que los rechazaron; éstos se constituyeron en 2004 como el Partido Socialismo e Liberdade (PSOL). Con los años, la dirección del PT se fue alejando cada vez más de sus orígenes en las luchas obreras y sociales de los años 70 y 80.
Hay muchas acusaciones falsas contra Lula y otros dirigentes del PT, pero es innegable que varios líderes del partido se sumaron a la corrupción del sistema político brasileño, mientras muchos millones de personas aún vivían en la pobreza extrema. Es verdad que las políticas sociales del PT mejoraron muchas cosas y se redujo la pobreza. Sin embargo, en los últimos años del mandato de Dilma, la pobreza volvió a crecer. Además, entre otras políticas cuestionables, su administración impulsó proyectos de presas hidroeléctricas en la Amazonia, a pesar de los daños medioambientales y el perjuicio que representaba para diferentes tribus indígenas.
El problema fundamental es que el PT se basó -como casi todos los gobiernos progresistas- en acciones desde arriba, en la práctica minando la movilización y organización desde abajo que es la única base fiable para un cambio social real.
Sólo así se entiende la situación inverosímil en la que un ex militar ultra que había sido diputado desde 1991 haya podido presentarse como el candidato «anti establishment» frente a un PT al que asoció con el sistema vigente.
¿Más seguridad?
Uno de los puntos clave de la campaña de Bolsonazi fue la falta de seguridad; la tasa altísima de crímenes. Hay más de 60.000 asesinatos al año en Brasil, una tasa per cápita 6 veces mayor que la de EEUU y más alta incluso que la de México. Pero este nivel de crimen se relaciona con dos factores -el narcotráfico, que a fin de cuentas es un negocio; y la terrible pobreza y desigualdad- que sólo empeorarán con Bolsonazi.
La «solución» que él propone -más policía y más impunidad- es parte del problema. Sólo hace unos meses que unos policías «presuntamente» asesinaron a Marielle Franco, concejala negra y lesbiana del PSOL en Rio de Janeiro. La gran mayoría de las víctimas de asesinatos son chicos negros de las favelas; precisamente el sector que más sufrirá bajo la «mano dura» policial.
El ejemplo de Brasil debe ponernos en guardia contra la tentación de algunos sectores de la izquierda internacional a sumarse a las llamadas de «más seguridad», entendiendo con esto más fuerzas represivas, más policías y cárceles.
La seguridad real que necesita el 99% de la población es acabar con la pobreza, la desigualdad y las diversas caras de la precariedad. Lo que propone la derecha (y algunos sectores que antes eran de izquierdas) sólo profundizará la inseguridad social.
¿Y ahora qué?
Los y las compañeras de esquerdaonline.com.br -una corriente del partido anticapitalista, PSOL- publicaron una excelente declaración al anunciarse el resultado electoral, Bolsonaro gana, pero la resistencia continúa.
Dijeron: «De aquí en adelante, se impone como tarea central el Frente Único (que debe reunir al conjunto de la izquierda -PT, PSOL, PCdoB, PCB, PSTU, etc. -, de los movimientos sociales, sindicales y estudiantiles) para resistir y derrotar al gobierno de la extrema derecha de Jair Bolsonaro, así como la construcción de la unidad democrática con todos sectores dispuestos a la lucha unitaria contra el autoritarismo y el fascismo.»
Éste no es el lugar para debatir si Bolsonaro es definitivamente fascista o sólo abre el camino al fascismo: la clave es que la situación es urgente y requiere una lucha lo más unitaria posible. Ni siquiera con esta victoria electoral tiene vía libre para imponer el fascismo. Como añadieron esquerdaonline: «Bolsonaro ganó una importante batalla en las urnas, pero la lucha ha llegado a su fin. La resistencia democrática y social seguirá en las calles, en los lugares de trabajo, de estudio y en los barrios.»
Esta lucha no se ganará en base a la defensa acérrima y acrítica de los mandatos del PT. Tampoco se ganará si se plantea una lucha controlada por un partido. Un problema en los últimos meses ha sido la reticencia de la dirección del PT a aceptar la pluralidad en las luchas, lo que significa respetar otras opciones políticas y la independencia de los movimientos sociales.
Clase social
En esta lucha, como en todas las luchas importantes, el factor de clase será clave. Bolsonazi consiguió votos de todos los sectores -incluyendo, increíblemente, a mucha gente negra, gente LGBTI…- pero hubo una división de clase social muy clara. La izquierda ganó en casi todas las zonas más pobres; la derecha en las más ricas.
Para las luchas sociales que vienen, la cuestión de clase será aún más importante. La policía militar puede irrumpir en una favela y en una universidad, pero no puede hacer funcionar todos los lugares de trabajo del país. La clase trabajadora tiene el poder potencial de parar en seco los ataques de Bolsonazi.
El problema es -como se ha comentado antes- que las políticas del PT tendieron a debilitar las luchas, a veces incluso las reprimieron. Será urgente promover la confianza y ganas de luchar de la gente trabajadora, en industria, escuelas, transporte… en todos los sectores.
En esto, será clave el papel de la izquierda radical, no vinculada a las decepciones del PT. Citando de nuevo esquerdaonline: «En la resistencia democrática, vamos a luchar también por la construcción de un nuevo proyecto de izquierda, que busque superar los graves equívocos y límites del PT, junto con el PSOL, PCB, MTST, APIB y todos sectores dispuestos a construir una nueva perspectiva socialista en nuestro país.»
Un reto internacional
Ha aparecido un tuit irónico: «¿Y a mí qué me importa el ascenso de Hitler, si yo vivo en Polonia?». Es evidente que el ascenso de Bolsonazi es un peligro general. Además de lo que ya se ha comentado, hay que recordar que la Amazonia es una región clave en la lucha contra el cambio climático… y el presidente electo de Brasil ha anunciado que no respetará las medidas medioambientales.
Pero la extrema derecha, bajo diferentes formas, está creciendo por todas partes, no sólo en Brasil. La victoria de Bolsonazi no hará más que animarlos.
Las dos tareas que han señalado nuestros compañeros y compañeras en Brasil se aplican también aquí: la lucha unitaria en defensa de la democracia y contra la amenaza fascista; y la construcción de una izquierda consecuente basada, no en la gestión del sistema, sino en la lucha desde abajo por otro mundo mejor.
La pequeña red, Marx21, nos dedicamos plenamente a las dos tareas. Si quieres unirte a nuestra red, o para saber más: https://marx21.net/contacto/
Fuente: https://marx21.net/2018/11/01/bolsonaro-un-peligro-internacional/