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Bolsonaro y el incendio

Fuentes: Las 2 orillas

El presidente de Brasil ha desmontado la protección ambiental potenciando que empresas ganaderas, madereras y petroleras incursionen en territorios que estaban lejos de su codicia Hay quien asegura sin asomo de duda, que los incendios que oscurecen el cielo amazónico son normales en esta época del año, esto es falso. De hecho, el Inpe (Instituto […]

El presidente de Brasil ha desmontado la protección ambiental potenciando que empresas ganaderas, madereras y petroleras incursionen en territorios que estaban lejos de su codicia

Hay quien asegura sin asomo de duda, que los incendios que oscurecen el cielo amazónico son normales en esta época del año, esto es falso. De hecho, el Inpe (Instituto Nacional de Investigación Espacial de Brasil) ha destacado que hay un incremento de hasta el 84 % en los incendios forestales si se le compara con el año pasado. En este sentido, desde enero hasta agosto de 2019, se han reportado 77.000 casos. Los incendios son de tal magnitud que son visibles desde el espacio. Hay quienes sostienen que el fenómeno se debe a la falta de lluvias, sin embargo, esto tampoco es verdad, ya que este año las condiciones incluso han estado más húmedas que en otros años. De tal forma, que se puede concluir que la serie de incendios que atormentan a esta región y que están destruyendo con su ferocidad el pulmón del planeta han sido provocados.

Para nadie es un secreto que el presidente de Brasil es un enemigo declarado del medio ambiente, pues desde que inició su mandato, el primer día de este año, el señor Bolsonaro se ha encargado de desmontar toda la política de protección ambiental, potenciando que empresas ganaderas, madereras y petroleras, entre otras, se atrevan a incursionar en territorios que antes estaban lejos de su codicia. De acuerdo a un extenso artículo de The Intercept, en su segundo día de trabajo, el presidente Bolsonaro firmó la resolución que le transfería al Ministerio de Agricultura el manejo de los temas ambientales, a la par, la jugada tuvo un impacto negativo en dos agencias claves para estos temas. La Funai que es la encargada de administrar los territorios indígenas sufrió un recorte presupuestal de hasta un 30 % con lo cual el monitoreo a regiones vulnerables quedó suspendido. A la par, el ministro de Ambiente, no tuvo reparos en recortar nómina y fondos de la Ibama, oficina clave, en el monitoreo y la protección ambiental. Por otra parte, el ministro optó por militarizar el instituto de conservación del Brasil ICMBio.

De igual forma, para la comunidad científica enfocada en los asuntos ambientales, la posición crítica del presidente y sus funcionarios frente a las políticas antideforestación son una prueba de sus intenciones por fomentar desde el gobierno prácticas contra el medio ambiente, así como contra los derechos humanos de las diversas comunidades indígenas que habitan este territorio. De igual forma, desde que comenzó el gobierno actual, ha habido una reducción sustancial en las condenas por crímenes ambientales, a la par que se ha estimulado la deforestación con el fin de promover actividades económicas agroindustriales que atentan contra los ecosistemas, tales como la ganadería, la minería y la industria maderera. Sin duda, uno de los mayores detonantes de la deforestación es la ganadería, la cual, según una publicación de la universidad Yale es la responsable de hasta el 80 % de esta práctica. Así mismo, la publicación señala que el pastoreo de ganado y la industria de la soya van de la mano, ya que una vez que el ganado ha dejado la tierra devastada, se planta soya, mientras el ganado pasa a un nuevo campo de pastoreo.

Sobre esto, en el año 2006 Greenpeace, denunció a Cargill, una de las empresas más grandes y siniestras del mundo, como responsable de la deforestación del Amazonas. Se trata de una empresa de producción y procesamiento de alimentos. En concreto, la investigación señaló que los proveedores de soya de la empresa, estaban vinculados con prácticas de trabajo cuestionables, apropiación ilegal de tierras y deforestación masiva. La misma publicación indicaba que Cargill proveía de soya a McDonalds, para alimentar a sus pollos.

Así mismo, como es bien sabido, Brasil es uno de los países que más produce carne en el mundo. Según un informe de la ONU, la ganadería a gran escala es una de las actividades humanas que mayor impacto ambiental tiene en el planeta, ya que un porcentaje importante de la tierra usada en agricultura se utiliza para ganadería. Dicho esto, una de las empresas más importantes de procesamiento de carne en Brasil es JBS. Esta empresa, tiene negocios con otra compañía ganadera llamada AgroSB, la cual ha sido acusada de tener trabajadores en graves condiciones humanas, además de practicar la deforestación en el Amazonas. De esta empresa, según, una investigación de The Intercept, el partido de gobierno de Brasil recibió aportes en dinero para sus campañas, incluida la del actual mandatario.

En conclusión, el acto trágico que toma escena en la Amazonía brasilera tiene su origen en el capitalismo despiadado cuya larga estela de malas prácticas está finalmente golpeando nuestra puerta. Lo de Brasil, es solo el episodio mediático de ahora, pero hay otros que están desarrollándose en el planeta y que tienen relación con el cambio climático que demasiados líderes irresponsables continúan negando por motivos exclusivamente económicos y políticos.

Estamos, como ya lo he indicado en otras oportunidades, en un momento muy delicado en términos ambientales. Esto requiere acciones inmediatas y concretas, no solo de los gobiernos, sino también de la ciudadanía, si esto no ocurre en un plazo cada día más corto el impacto será determinante.