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Brasil ahora

Fuentes: Alainet

Cuando Lula da Silva ganó las elecciones en Brasil en el 2002, se abrieron grandes interrogantes en torno del modelo económico que iba a seguir, ya que sus antecedentes de militancia sindicalista apuntalaban hacia las viejas tesis marxistas de los 60 y 70 del siglo pasado; sin embargo, la realidad fue otra. Una situación similar […]

Cuando Lula da Silva ganó las elecciones en Brasil en el 2002, se abrieron grandes interrogantes en torno del modelo económico que iba a seguir, ya que sus antecedentes de militancia sindicalista apuntalaban hacia las viejas tesis marxistas de los 60 y 70 del siglo pasado; sin embargo, la realidad fue otra. Una situación similar ocurrió con su antecesor, Fernando Henrique Cardoso, quien en la presidencia poco o nada habló de la Teoría de la Dependencia, la cual le catapultó en los círculos académicos.

Estos casos demuestran que el poder y su ejercicio real es otro de aquel que permite identificar las acciones más adecuadas para mejorar la calidad de vida de la población. O como dice el mismo, Lula, todo se trata de «sentido común». Este obrero, líder sindicalista, supo sintonizar con los retos, riesgos y demandas de un mundo diferente, caracterizado por la democracia, el fin de los totalitarismos, el libre mercado, las tecnologías de la información y la comunicación, ciencia y tecnología, el cambio climático, la importancia de unas buenas relaciones internacionales, la continuidad de los procesos, políticas públicas firmes y claras, menos palabras más acciones.

Esto no quiere decir que Lula fue un seguidor acérrimo del libre mercado o que otras potencias impusieron su estilo de gobierno, sino más bien que supo insertarse en un mundo cada vez más competitivo, de estrategias y estrategas, pero también con más retos transversales como el combate contra el crimen organizado, el terrorismo, el cambio climático, la pobreza y el hambre. Lula supo insertarse sin dejar de lado sus programas sociales, no marxistas.

Lula también supo demostrar que más importante que cargar una carretilla de títulos académicos, espectáculos de tarima o efervescencias mediáticas, es más trascendente actuar con cabeza fría, contar con un buen grupo de asesores (no adulones ni borregos) y armar consensos frente a los grandes problemas de su país. Entre ellos, la pobreza. Por eso, Lula se graduó de PhD en gobernabilidad sin haber hecho cursos anteriores ni haber dictado clases en ningún lugar. Todo es cuestión de sentido común, el menos común de los sentidos en varios lugares. ¿Qué opina?

Fuente original: http://alainet.org/active/43221