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Brasil: crisis y renacimiento de la izquierda

Fuentes: Inprecor

Traducido para Rebelión por S. Seguí

Al identificarse durante más de dos años y medio con la Administración de Lula, que practica la política neoliberal iniciada por su predecesor, Fernando Henrique Cardoso (FHC), el Partido de los Trabajadores ha entrado en una profunda crisis1. Si bien ésta se ha acelerado con el escándalo de la compra de votos parlamentarios por sus dirigentes, que estalló en junio pasado, sus raíces se remontan a la rápida modificación de la identidad del PT.

El Partido de los Trabajadores surgió de una oleada de luchas que terminaron con una dictadura militar feroz a finales de la década de 1970, y acogió en su seno a sindicalistas combativos en busca de un instrumento político, militantes de las comunidades cristianas de base influenciados por la teología de la liberación y militantes de la izquierda revolucionaria. Por primera vez en la historia del Brasil, los trabajadores se dotaron con ello de un partido político de clase, independiente de la burguesía y capaz de formular en la escena política y electoral sus aspiraciones y sus reivindicaciones. De un modo natural, este Partido se reivindicó como partido del socialismo democrático, si bien el proyecto socialista elaborado seguía siendo vago. Al mismo tiempo, adoptó, también naturalmente, como mecanismos internos los de las mejores tradiciones democráticas de las luchas obreras, de las que surgía buen número de sus dirigentes.

Si bien los éxitos electorales del PT le permitieron contar con un elevado número de representantes elegidos -una posición social muy privilegiada en el país- la tradición democrática y pluralista del PT consiguió frenar durante algunos años el proceso de distanciación entre su dirección y sus miembros, es decir la burocratización del partido. Sólo durante la década de 1990, y en particular tras el giro neoliberal de la política gubernamental y los fracasos sucesivos de las luchas de resistencia obrera, la burocratización del partido avanzó, a la vez que el activismo de los militantes de base registraba una regresión. Desde su llegada al poder, en enero de 2003, la Administración de Lula confirmó una orientación «continuista» con respecto a las políticas de Henrique Cardoso y de respeto de todos los compromisos del Estado brasileño ante los mercados financieros y las instituciones capitalistas internacionales.

La llegada del PT al poder tuvo inmediatamente como consecuencia el ingreso en su seno de un buen número de nuevos miembros. Si bien para muchos de éstos se trataba de un avance político y de una toma de conciencia, otros aspiraban únicamente a aprovechar esta vía de acceso a los puestos administrativos que los diputados elegidos del PP y sus ministros controlaban. Simultáneamente, la actividad independiente del partido registró una gran regresión, en beneficio del compromiso institucional de sus miembros o de una actitud de espera. Los movimientos sociales, dirigidos en gran parte por los militantes del PT, adoptaron también una actitud de espera en relación con el Gobierno.

No ha sido necesario esperar mucho tiempo para que las opciones presupuestarias y las «reformas» iniciadas por el Gobierno marcasen una línea de continuidad con la política neoliberal del decenio precedente, agravando con ello los ataques contra el acervo de los trabajadores. En particular, la reforma de las pensiones, en 2003, se enmarcó en la orientación internacional del capital tendente a reducir los salarios sociales.

Por su rechazo a votar esta reforma, la senadora Heloísa Helena, militante de la tendencia Democracia Socialista (DS) y los diputados Luciana Genro, del Movimiento de izquierda socialista (MES) y João Batista Oliveira de Araujo, «Babá», de la Corriente socialista de los trabajadores (CST), fueron obligados a abandonar el PT en diciembre de 2003. Su exclusión puso de manifiesto la voluntad de la burocracia del PT de romper también con su tradición pluralista y democrática. Los expulsados, a los que se unieron otros -entre ellos uno de los fundadores del PT y de la DS, João Machado- iniciaron la construcción de un nuevo partido de izquierdas, el Partido del socialismo y de la libertad (PSOL), con el que intentaban preservar la tradición de independencia política de clase que el PT había materializado y posteriormente abandonado. La izquierda brasileña, agrupada hasta entonces en su mayor parte en el PT2, quedaba así dividida entre los creadores del PSOL y los partidarios de la recuperación del PT.

La gran mayoría de la izquierda del PT ha proseguido en el seno de este partido el combate por una ilusoria reorientación, desmarcándose del ala ultra neoliberal, que dirige el Gobierno, identificada con el ministro de Hacienda, Antônio Palocci, y situándose al mismo tiempo en una actitud de apoyo al Gobierno. La izquierda «gobernacionista» ha hecho creer que podía cambiar el curso de la política del Gobierno.

No obstante la denuncia de uno de sus clientes, atrapado in fraganti en un asunto de corrupción, la mayoría del PT y el presidente Lula mismo no mostraron en ningún momento iniciativas tendentes a un cambio de rumbo. En cambio, después de haber intentado ahogar del escándalo, oponiéndose a una investigación parlamentaria, estos últimos intentaron cargar la culpa en los dirigentes del partido más comprometidos, impidiendo con ello nuevamente el debate sobre las razones de esta degeneración.

La elección de la presidencia y la dirección del partido (PED) no ha conseguido contener esta crisis. Es cierto que el equipo «lulista» sigue siendo mayoritario, sobre todo en la dirección nacional, en la que detenta cerca del 60% de sus puestos. Dicho equipo controla también la presidencia del partido, aunque por un estrecho margen. Ricardo Berzoini, candidato del sector mayoritario, no consiguió alcanzar la presidencia de la PED en la primera vuelta, en la que participaron más de 300.000 miembros del PT, que en la segunda vuelta fueron solamente 230.000. Y como podía esperarse de un partido dominado por su aparato burocrático, el vencedor fue Ricardo Berzoini3.

En la segunda vuelta, más del 48% de los votantes apoyaron la candidatura de Raul Pont, fundador del PT y de la DS y ex alcalde de Porto Alegre, dejando con ello constancia de la voluntad de decenas de miles de sus miembros de oponerse a la actual deriva de la dirección del PT. Raul Pont obtuvo el apoyo de otras minorías del partido, mediante una campaña a favor de la renovación del PT y de la reorientación de la lucha política gubernamental, a la vez que confirmaba su apoyo a Lula y su gobierno4. Más allá de las posiciones políticas de Raul Pont, decenas de miles de «petistas» aprovecharon su candidatura para oponerse al curso de la dirección de Lula. La historia política de Raul Pont, sus posiciones a la izquierda del partido, su valentía y su honradez han permitido a estos miles de «petistas» manifestar su descontento votando por él. No obstante, el apoyo de la dirección de la DS y de Raul Pont a la Administración de Lula ha contribuido también a presentar su candidatura como la de una oposición moderada, con lo que daba nuevas alas a una parte importante del aparato del PT.

Los sectores de la izquierda que siguen en el seno del PT consideran no obstante que la elección de la PED ha demostrado una cierta vitalidad del partido, al movilizar para el escrutinio interno a más del 30% de los miembros de éste. «Esta participación reafirma al PT como el principal partido de izquierda del país y nos convence de que la salida de la crisis está al alcance de las fuerzas de nuestros militantes», declaraba Raul Pont el 11 de octubre. Éstos sectores intentan movilizar sus bases con vistas al próximo congreso del partido, que se celebrará en diciembre, y esperan participar activamente en la campaña electoral del PT en 2006. No obstante, el precio a pagar para permanecer en el seno del PT en estas condiciones es grande: apoyar al Gobierno, pertenecer al mismo partido que algunos dirigentes acusados de corrupción, ser solidario con una de las políticas neoliberales más consecuentes América Latina. Todo esto probablemente tendrá un coste en futuras ocasiones políticas y sociales. Si la oposición «gubernamental» continúa en su lógica actual, pedirá el voto en las próximas elecciones para Lula o para un hombre de su equipo. En estas condiciones, ¿cómo es posible reivindicar posturas anticapitalistas y apoyar a Lula cuando haya también una candidata, Heloísa Helena, que defienda una serie de posturas radicales contra el capitalismo liberal? ¿Cómo conseguir el apoyo a Lula contra Heloísa por parte de centenares de militantes de la DS? Se trata pues de una elección crucial para los meses y años venideros.

En paralelo a la agravación de la crisis del PT, aquellos que optaron por crear el PSOL se anotaron algunos puntos. Dado que la legislación brasileña exige que un partido, para ser legalmente reconocido y poder presentar candidatos a las elecciones, reúna 450.000 firmas, el PSOL llevó a cabo una campaña de masas comprometiéndose en todos los debates y criticando sin cesar la orientación del Gobierno, cuyo balance, desde el punto de vista de los trabajadores, se ha hecho cada vez más negativo. Así, el PSOL pudo presentar las firmas necesarias, convalidarlas a escala de los estados y, por último, conseguir el 16 de septiembre su reconocimiento como partido legal por parte del Tribunal supremo electoral. Con ello el PSOL aparece como la fuerza que puede reagrupar a una izquierda que busca un instrumento político de transformación social. Así pues, a finales de septiembre se aceleró la recomposición de la izquierda.

El 24 de ese mes, con ocasión de un encuentro público en Fortaleza, capital del estado de Ceara, João Alfredo, diputado federal de la DS, anunció su paso al PSOL acompañado de dos tercios de los militantes locales de esta corriente. El Estado de Ceara es el mayor bastión de la DS, tras Rio Grande do Sul. La alcaldesa de Fortaleza, Luisianne Lins, así como otros cuadros de la DS local continúan sin embargo en el seno del PP; por su parte, los militantes que han pasado al PSOL han anunciado que darán su apoyo a la alcaldesa.

Los días 26, 27 y 28 de septiembre, la prensa anunciaba otras incorporaciones al PSOL de dirigentes y militantes de la izquierda del PT en São Paulo, Rio de Janeiro, Campinas, etc. En São Paulo, el diputado federal de la DS, Orlando Fantazzini, anunció su paso al PSOL junto a varios centenares de militantes. En Rio, también lo hizo Chico Alencar, una personalidad histórica de la izquierda del PT.

Al mismo tiempo, Ivan Valente y Maninha, otros dos diputados federales, militantes de APS (Acción por el socialismo, conocida antes como Fuerza socialista, tercera gran corriente de la izquierda del PT) anunciaban su paso al PSOL. Aparentemente, la APS en su conjunto ha decidido hacer lo mismo. Esta corriente sostuvo la candidatura de Plinio de Arruda Sampaio, figura histórica del PT e identificado con una importante corriente de izquierda cristiana, para el puesto de presidente del PT. Plinio, a quien se consideraba el candidato más a la izquierda y que obtuvo el 13,4 % de los votos el 18 septiembre, anunció que pasaba a formar parte del PSOL.

Muchos otros dirigentes nacionales, regionales y locales de la izquierda del PT, así como otras pequeñas corrientes de izquierda, anunciaban asimismo su salida del PT y su paso al PSOL. Destacan en particular entre ellos el Movimiento de unidad socialista, corriente separada del MUS de Luciana Genro en 2004, que consideraba que era preciso seguir el combate en el seno del PT, y de algunos dirigentes conocidos de la izquierda de la Central Única de Trabajadores, como Jordinho.

El PSOL registró también una afluencia importante de nuevos miembros, al tiempo que obtenía su reconocimiento legal, lo que le permitirá participar en la campaña electoral del 2006. Hoy día, dispone de un grupo parlamentario federal compuesto por siete diputados y dos senadores5 (5), lo que le garantiza una presencia en los medios de comunicación. Los sondeos otorgan su conocida dirigente y candidata a la presidencia de la República Heloísa Helena, en 2006, un resultado significativo. Asimismo, el PSOL aparece como un instrumento político capaz de mantener las mejores tradiciones del PT y un sector no desdeñable de su capital militante.

Así, la crisis de la primera tentativa de la clase obrera brasileña de elevarse al nivel de la independencia política, parece duradera. Y la división de la izquierda brasileña entre los que, a pesar de su posición subalterna, siguen esperando una refundación del PT desde el interior de éste, y los que han iniciado la construcción de un nuevo partido de clase, independiente y capaz de aprender de la degeneración de su partido de origen, será todavía larga. Si bien el próximo comienzo de la campaña electoral no facilita la búsqueda de ámbitos de unidad de acción entre los dos componentes de la izquierda brasileña, los militantes del PSOL, comprometidos en los movimientos sociales, han tomado ya iniciativas destinadas a preservar este marco de unidad de acción y constituir foros de debate que puedan favorecer el reagrupamiento.

 

* * *

* François Sabado, dirigente de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR, Sección francesa de la IV Internacional), es miembro del Buró ejecutivo de la IV Internacional.

1 Cf. el artículo de José Corrêa Leite en Inprecor n° 507/508 (julio-agosto 2005).

2 Si bien mayoría de la corriente trotskista «morenista» abandonó el PT en 1992 y los ex maoístas del PCdoB no se hayan unido nunca a éste.

3 En el momento de escribir el presente artículo sólo disponemos de los resultados parciales anunciados el 11 de octubre, basados en el escrutinio de 95,6% de los boletines de voto. Así, Berzoini totalizaría el 51,6% de los votos, contra el 48,4% de Raul Pont. No obstante, la Comisión electoral no ha considerado útil esperar el final del escrutinio para anunciar la victoria de Berzoini, inmediatamente y entronizado «presidente del PT» en el sitio Internet del partido.

4 Cf. la entrevista a Raul que aquí se reproduce.

5 Los dos senadores son Heloísa Helena y Geraldo Mesquita ; los siete diputados federales son Babá, Luciana Genro, Ivan Valente, Chico Alencar, Orlando Fantazzini, Maninha y João Alfredo. Más de 2.500 militantes significan estas del PT se unieron al PSOL durante la última semana de septiembre, entre ellos los cinco diputados federales citados, cuatro diputados estatales, decenas de concejales y cuatro miembros del ejecutivo nacional de la Central Única de Trabajadores (CUT).