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¿Neoliberalismo o cambio popular?

Brasil en la encrucijada

Fuentes: Rebelión

Las elecciones en Brasil le dieron un triunfo transitorio a Lula. Obtuvo el 48.65 % de los votos pero fueron insuficientes para ganar en la primera vuelta. Su adversario, Geraldo Alckin, recibió el 41.6 % de las papeletas. Ahora falta una nueva consulta en la cual pueden producirse alianzas y maniobras que arriesguen el éxito […]

Las elecciones en Brasil le dieron un triunfo transitorio a Lula. Obtuvo el 48.65 % de los votos pero fueron insuficientes para ganar en la primera vuelta. Su adversario, Geraldo Alckin, recibió el 41.6 % de las papeletas. Ahora falta una nueva consulta en la cual pueden producirse alianzas y maniobras que arriesguen el éxito del Partido de los Trabajadores. Lula ganó en el norte subdesarrollado y humilde, Alckin venció en el sur industrial y próspero, en especial en Sao Paulo, con sus cuarenta millones de habitantes.

Lula ha sufrido una pérdida de confianza de una parte del electorado por los escándalos de corrupción, por su inconsistencia, sus concesiones, por su indulgencia. Esas debilidades y fisuras fueron aprovechadas por las fuerzas ultra reaccionarias para tratar de derribar a un gobierno popular. La caída del gobierno de Lula constituiría, en primer lugar, un golpe a los movimientos de progreso social en el Brasil y en América Latina. Se debe también el actual escepticismo a un exceso de confianza, al aliento de exuberantes ilusiones, a creer que el gobierno de Lula sería una panacea que solucionaría todos los males. Lula tuvo que hacer concesiones para llegar al poder.

Pese a su tolerancia y sus tropezones sigue siendo, sin embargo, la expresión de la voluntad democrática del pueblo brasileño. Los avances no han sido tan profundos como habría sido deseable pero el gobierno ha adoptado diseños sociales que van más allá de la retórica, entre ellas la política contra el racismo, la reforma universitaria, programas a favor de la familia y los ancianos, transformaciones agrícolas, la autosuficiencia petrolera. El origen de esta crisis moral de credibilidad tiene su núcleo en un revelado método de soborno y cohecho. El Partido de los Trabajadores ha formado parte de una red de financiamiento ilegal de sus campañas electorales y de soborno a dirigentes y legisladores. El empresario Marco Valerio de Souza movilizó millones de dólares, a través de sus empresas, para beneficiar al PT, entregó sumas en efectivo a dirigentes políticos.

Los negocios de De Souza servían de pantalla para lavar dinero extraído de fondos públicos que se depositaban en cuentas en el paraíso fiscal de las Bahamas. Lula ascendió al poder con la promesa de que terminaría con el hambre. El capitalismo internacional había entrado en una fase de total hegemonía del capital financiero, mezclado con los grandes grupos monopólicos, que dominan el comercio, la industria y los servicios. El pueblo brasileño entendió que con su voto había rechazado el modelo neoliberal, causante de la miseria nacional. Las elites aceptaron una alianza con el nuevo régimen con el fin de influir en el rumbo del neoliberalismo.

El triunfo de Lula en Brasil abrió un sendero de esperanza. Algunos compararon aquella victoria con la de Salvador Allende en Chile en 1970. Lula empleó un lenguaje muy tajante y hasta extremista, amenazando con romper la estructura capitalista de la sociedad brasileña. Después se corrió hacia el centro, mostrando una moderación que pudiera apaciguar la ansiedad bursátil y la fuga de capitales. Lula El triunfo de Lula en Brasil abrió un sendero de esperanza. Algunos compararon aquella victoria con la de Salvador Allende en Chile en 1970. Lula empleó un lenguaje muy tajante y hasta extremista, amenazando con romper la estructura capitalista de la sociedad brasileña. Después se corrió hacia el centro, mostrando una moderación que pudiera apaciguar la ansiedad bursátil y la fuga de capitales.

El triunfo de Lula en Brasil abrió un sendero de esperanza. El Brasil que heredó Lula no era un oasis. Con un 12.4% de inflación, una moneda nacional devaluada en un 35%, el crecimiento del PIB reducido a un 1.6%, las tasas de interés situadas en un restrictivo 25%. Lula necesitaba elevar el mercado laboral en diez millones de nuevos empleos y aumentar las exportaciones a 15 mil millones de dólares. No eran metas fáciles. Después se corrió hacia el centro, mostrando una moderación que pudiera apaciguar la ansiedad bursátil y la fuga de capitales. El Lula combativo de los primeros tiempos se modificó, apareciendo un presidente de traje y corbata, con el cabello cuidadosamente recortado y una sonrisa jovial en lugar del rostro agraviado de los que han padecido hambre. Lula ha hecho lo posible dentro de lo necesario, pero no todo lo conveniente. Brasil, gigante con pies de barro, es determinante para el resto de las economías latinoamericanas pues de su estabilidad dependen muchas otras naciones.

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