Traducción para Rebelión por Susana Merino
El Brasil rural con una población de 29.852.986 (Censo 2010/IBGE) es el quinto país más poblado de América Latina y el Caribe. Está poco distante del Brasil urbano con sus 160.879.708 habitantes, seguido de México con 107.431.225, (datos del Banco Mundial) Colombia 45.659.709 (B.M.) Argentina 40.276.376 (B.M.) frente a Perú con 9.164.883 (B.M.) y Venezuela con 28.384.000(B.M.)
El Brasil rural viene perdiendo población tanto en términos relativos como absolutos. En el Censo de 2000 la población urbana representaba el 81,25% (137.953.959 hab) y el 84,35% (160.879.708) en 2010. Mientras que la rural era un 18,75% (31.845.211) en el 2000 y 16,65% (29.852.986) en el 2010.
Por lo tanto depende de la lectura que se haga de estas realidades para decidir cuales son las políticas más convenientes para Brasil. Los que presionan por una urbanización a cualquier costo se sienten seguros afirmando que la distancia poblacional entre el Brasil urbano y el Brasil rural solo tiende a aumentar. Por lo tanto las políticas deben orientarse a satisfacer a las grandes masas que viven en las ciudades. Desde este punto de vista no corresponde – como tampoco dicen corresponde desde el punto de vista productivo – ninguna reforma agraria. Finalmente el pueblo prefiere las ciudades aunque estas sean un infierno.
Pero esa realidad puede ser interpretada de otra manera, aún con una población que es la quinta parte de la de América Latina y el Caribe, aunque su proporción sea menor que la urbana, en el campo viven 30 millones de brasileños. No vamos a hablar del Brasil «rururbano» concepto que desprecian los especialistas pero que ayuda a entender un barrio periférico como Juan Pablo II aquí en Juazeiro en donde 30 mil personas se reúnen para trabajar como mano de obra barata en los proyectos de riego, de la caña de azúcar, del mango, de la uva. El trabajo de esas poblaciones es rural, las condiciones de vida son insalubres, pero se contabiliza como población urbana.
El campo continúa siendo un desafío brasileño. De allí vienen los alimentos que abastecen a las ciudades. ¿Qué sería de ellas sin los cultivadores de hortalizas que viven en el espacio urbano? ¿De donde vendrían nuestros alimentos si no existiera la agricultura familiar?
El Brasil rural que surge de las estadísticas merece una mayor consideración que la lectura fría de números que más ocultan que muestran nuestra realidad.
Fuente original: http://alainet.org/active/44257