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Brasil y el ALCA

Fuentes: Rebelión

Traducido para Rebelión por Marina Trillo

La mejor manera de entender la posición de Brasil respecto al ALCA es empezar examinando a los políticos clave que están implicados en la elaboración de la política económica exterior. El presidente del Banco Central es Henrique Meirelles, anterior presidente del Fleet Boston Global Bank, un neo-liberal ortodoxo que mantiene excelentes relaciones de trabajo con Wall Street. El ministro de Finanzas es Antonio Palocci, antiguo trotskista que ha renegado de su anterior izquierdismo dogmático para abrazar las doctrinas de «libre mercado». El ministro del comercio Luiz Fernando Furlan es un millonario dueño de una empresa de negocios agrícolas – y practicante de las políticas neoliberales. El ministro de Agricultura es Roberto Rodriguez que fue presidente de la Brazilian Agro-Industrial Association es un ardiente defensor de los cultivos modificados genéticamente y colaborador íntimo de Monsanto, el gigante corporativo estadounidense. El 25 de septiembre de 2003, el régimen de Lula legalizó la soja modificada genéticamente. El Ministro de Asuntos Exteriores, Celso Amorin, es otro antiguo marxista que ha virado a la derecha y está trabajando en estrecha colaboración con la US Trade Commissioner Zoellick en la presidencia conjunta de la comisión preparatoria del ALCA. El Presidente Luis Inacio Lula da Silva, extrabajador del metal (hace casi un cuarto de siglo) se ha convertido a la doctrina del libre comercio. Al iniciar la reunión de la Asamblea General de la ONU en septiembre de 2003, atacó el proteccionismo de los países industrializados y defendió la tesis de que el proteccionismo es el mayor obstáculo para el desarrollo de las fuerzas productivas del mundo y aquéllos que practican el proteccionismo ganarían mucho más con la dinámica de una economía global basada en la liberación verdadera y completa del comercio (La Jornada, 23 setiembre 2003)

La estrategia del régimen de Lula es promocionar sus competitivos productores agro-exportadores y conseguir acceso sin trabas a los mercados estadounidenses y europeos, especialmente de productos cítricos y habas de soja, un negocio multibillonario en dólares. Con este fin Lula ha dejado definitivamente de lado cualquier reforma agraria doméstica seria, asentando a tan solo 2.000 familias en los primeros 9 meses de gobierno, la décima parte de los regímenes anteriores, la trigésima de las 60.000 familias que una vez prometió y una sexagésima de lo que exige el MST (Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra)

Los granjeros corporativos del Oeste y del Sur cuentan con una poderosa voz en Washington y se oponen a cualquier bajada de barreras comerciales y subsidios, y la administración Bush confía en su apoyo político.

Para contrarrestar la resistencia de EEUU a lo que Lula denomina un «verdadero y completo» mercado libre, el equipo de Lula ha formulado una estrategia de presión colectiva por medio de coaliciones con otros países. En la reunión de Cancún de Ministros del Comercio Mundial (septiembre de 2003), Brasil fue en vanguardia de la oposición de «Los 21», (países del Tercer Mundo que incluyen a China, India y Sudáfrica) exigiendo el final de los subsidios comerciales estadounidenses y europeos y reglamentación antidumping. Brasil asumió el liderazgo en Cancún y ganó ventaja estratégica para sus propias negociaciones bilaterales con EEUU, al objeto de impulsar los intereses agro-exportadores bajo la bandera de la «antiglobalizacion». De hecho la política de Lula era promover el neoliberalismo simétrico, y no tenía ningún interés en defender a los pequeños agricultores que producen para el mercado local. La segunda estrategia del régimen de Lula es consolidar y ampliar el MERCOSUR (grupo regional de integración económica en el que están Argentina, Uruguay y Paraguay para incluir a Bolivia, Chile, Perú y Venezuela), no como alternativa al ALCA, sinó como una herramienta para fortalecer su posición de negociación internacional respecto a Norteamérica (Financial Times, 26 de agosto de 2003, p.3) La tercera y relacionada estrategia es implicarse en acuerdos bilaterales de libre comercio con otros países Latinoamericanos para conseguir mercados y presentar a los EEUU una muy lucrativa oportunidad de ganar diversos mercados abiertos si los EEUU están realmente dispuestos a abandonar sus políticas proteccionistas. Brasil no está construyendo un sistema alternativo de integración que excluya a los EEUU per se, sinó que está intentando forzar a EEUU a que liberalice y proporcione oportunidades comerciales a la élite agraria que es la espina dorsal de la estrategia de Lula de crecimiento de la exportación. Los intereses comerciales estadounidenses y la Comisión Comercial Zoellick están decididos a conseguir un «amplio y comprensivo» acuerdo sobre derechos comerciales, de inversión, de servicios, e intelectual, al tiempo que sacan de la agenda el tema del proteccionismo agrícola estadounidense ya habiéndolo tratado en la ronda de Doha (Financial Times 24 Stbre 2004)

EEUU desea a la vez, dominar totalmente las finanzas, la industria, los servicios y la investigación de Latinoamérica (recolonizando la región a través de un sistema de normas controladas por los EEUU), y proteger sus no competitivos sectores agrícolas y manufactureros. Brasil, con sus propias poderosas corporaciones agro-industriales está intentando ejercer presión sobre EEUU mediante la formación de coaliciones que ofrecen mayores oportunidades para lograr que pase el ALCA, pero a condición de que su propia burguesía también se beneficie. En noviembre, Brasil y los EEUU co-presidirán una reunión para impulsar un acuerdo ALCA en 2005. EEUU ha logrado sacar de la mesa de negociaciones el tema de los subsidios agrícolas y ha forzado a Brasil a convenir negociaciones bilaterales de libre comercio entre EEUU y el MERCOSUR en el contexto del ALCA.

Los progresistas y las ONG que vieron el liderazgo Brasileño de «Los 21» en Cancún como parte de un movimiento antiglobalización están totalmente equivocados; los políticos, las políticas y las alianzas Brasileñas no son ni antiglobalización ni mucho menos antiimperialistas. La idea de que la promoción Brasileña del MERCOSUR sea una alternativa al ALCA es también una noción equivocada, los líderes Brasileños lo consideran como un medio de ejercer presión sobre EEUU para conseguir ventajas para las élites locales agro-exportadoras dentro del ALCA. Los Brasileños de seguro que negociarán e insistirán en concesiones contra un régimen estadounidense que lo quiere todo – libre flujo de inversiones y control de América Latina y proteccionismo en casa.

La oposición al ALCA viene, no del régimen de neoliberales de Da Silva, sinó de la gran mayoría de Brasileños. En un referéndum informal en 2002, votaron 11 millones de brasileños y 95% estaban en contra del ALCA. Los principales movimientos sociales, como el MST, los sindicatos, sectores progresistas de la Iglesia, partidos marxistas y miembros radicales disidentes del PT, están a la vanguardia de la campaña de oposición. Representan la verdadera alternativa al neoliberalismo en el país y vía el ALCA.