La pérdida de influencia política (aunque no militar) de Estados Unidos en América Latina, que el gobierno de Barack Obama tendrá como misión revertir, es una oportunidad para que Brasil incremente su influencia regional. Basándose en que su desarrollo se apoya en una componente industrial relevante respecto de Venezuela y otros países de la región, […]
La pérdida de influencia política (aunque no militar) de Estados Unidos en América Latina, que el gobierno de Barack Obama tendrá como misión revertir, es una oportunidad para que Brasil incremente su influencia regional. Basándose en que su desarrollo se apoya en una componente industrial relevante respecto de Venezuela y otros países de la región, busca definir un liderazgo recomponiendo su fuerza militar, en un punto de conciliación con Washington y con cierta autonomía en cuanto a las potencias del norte.
Un posible enfoque del gasto en defensa de América del Sur es compararlo con el gasto mundial. En 2007, fue de mas de 39.000 millones de dólares representando un 3% del gasto mundial, del cuál mas de la mitad correspondió a Brasil, seguido por Colombia (en el orden del 17%), Chile (13%) y Venezuela (8%). En 2008 el gasto militar sudamericano creció significativamente (mas del 25%), siguiendo la tendencia mundial sostenida desde la guerra contra el terrorismo de George W. Bush (2001) y las invasiones de EEUU a Irak y Afganistán (1), aunque los países sudamericanos mantuvieron en general sus posiciones relativas en el gasto, con Brasil ampliamente diferenciado en primer lugar.
Hace poco el nuevo secretario de Medio Ambiente de Argentina, Homero Bibiloni, expresó ‘…es una falsa creencia que cuidar el medio ambiente es gratis, ya que en las provincias, los bosques absorben el carbono generado por las grandes concentraciones urbanas, entonces ¿quién les paga ese servicio a las provincias? Por ejemplo en el caso de Formosa (donde fue asesor de la gobernación), el 95% de su territorio es virgen y ¿quién le va a pagar si quieren preservarlo?’.
Agregó que mantener los recursos naturales ‘como si estuvieran en una caja de vidrio’, representará un gravísimo problema de subsistencia. ‘La Argentina necesita crecer en términos económicos, con inclusión social e incorporando la variable ambiental…’
Este concepto economicista de la preservación de los recursos forestales de un país, en que solo es posible conservarlos si en su estado natural producen una rentabilidad mayor o igual a la que se obtendría por su explotación y destrucción, proviene de la ideología profunda del actual capitalismo de mercado global, en que todo objeto y necesidad humana es susceptible de mercantilización.
En esta línea, a los gases generados por actividad humana que contribuyen al calentamiento atmosférico (como el dióxido de carbono) se les asigna valor de cambio, así ha sido creado el Mercado (de capitales) del Carbono (Protocolo de Kyoto mediante). Si las emisiones de esos gases por una nación, son menores que una meta previamente negociada podrá obtener créditos o bonos del carbono y venderlos a países que excedan sus metas de emisión.
Amazonia: soberanía territorial con floresta natural como bien de cambio
Esta concepción de mercado tiene relación con lo que sucede en la Amazonia que es un sumidero relevante del carbono mundial y a la vez una fuente de oxígeno, de modo que los grandes contaminadores del planeta como EEUU, Europa, Japón, China, deberían ‘pagar’ por mantener la floresta natural amazónica a países como Brasil (que posee las 3/5 partes) y otros. Como actualmente esto no ocurre satisfactoriamente, el ‘negocio’ privado y público del ‘crecimiento económico’ (incluido ingresos fiscales) se apoya en la deforestación intensiva. Lo cuál plantea una paradoja, ya que por un lado se reivindica la soberanía territorial, pero por otro se explotan en gran escala recursos naturales no renovables, en que probablemente una parte de su rentabilidad contribuya a cierto desarrollo del país, pero otra sea enajenada al extranjero y a grupos locales concentradores del capital, y poco quede para el pueblo.
En el marco del calentamiento global producido por el capitalismo, si la preservación de lo que va quedando de la Amazonia llega a ser conveniente por su impacto en la economía mundial, las grandes potencias buscarán hacerlo sin costo y en beneficio de sus intereses.
Así el premio Nóbel de la Paz indio, Rajendra Pachauri, presidente del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de las Naciones Unidas sugirió recientemente, que si bien la comunidad internacional no puede cuestionar la soberanía de Brasil sobre la Amazonia por razones ambientales, deben negociar un acuerdo en que los países ricos ‘contribuyan’ financieramente para garantizar que la floresta no sea destruída.
También en las últimas décadas ha sido propuesto por funcionarios de gobierno, organizaciones de países como EEUU, Francia, Alemania, e instituciones internacionales negociar deuda externa por preservación de floresta natural, y fueron reiteradamente cuestionadas las formas actuales de soberanía territorial de los países, en cuanto a que debería estar relacionada a las realidades ecológicas y económicas internacionales y de la Humanidad.
Las veladas amenazas que vienen sucediéndose, especialmente por parte de EEUU, a la soberanía de la Amazonia brasileña obtuvieron respuesta cuando el gobierno de Brasil consideró que la situación amerita a reposicionar a la Defensa entre los temas mas relevantes de su agenda nacional. Como producto de esa iniciativa produjo el plan de ‘Estrategia Nacional de Defensa’ en el largo plazo (plantea metas hasta el 2030), inédito en la historia del país (2), pero su alcance vá mucho mas allá.
La estrategia militar considera que Brasil debe estar preparado no solo para defenderse de las agresiones, sino también de las ‘amenazas’ en un mundo en que la intimidación predomina sobre la buena fé. Identifica como regiones potencialmente amenazadas a la Amazonia (en especial su franja de fronteras) y al Atlántico Sur. Pero por otro lado, el plan cuenta con suficientes elementos de soberanía e independencia nacional, que de ponerse en práctica, configurarán un rol de liderazgo regional.
Plan de ‘Estrategia Nacional de Defensa’: haciendo camino hacia una potencia regional en América del Sur
Es un plan ambicioso que incluye no solo la reorganización y reorientación de las Fuerzas Armadas (FFAA) de Brasil, sino también la organización de la industria nacional del material de defensa.
La reorganización de las FFAA define nuevas directrices estratégicas basadas en 3 sectores decisivos para la defensa nacional: Cibernético, espacial y nuclear.
La reestructuración de la industria brasileña de material de defensa tiene como propósito, asegurar que el suministro y necesidades de las FFAA se apoye en tecnologías de dominio nacional, es decir lograr la autonomía tecnológica y la autonomía operacional de las 3 Fuerzas.
Al respecto, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva puntualizó que: ‘el objetivo es que la industria brasileña de defensa garantice las necesidades logísticas sin depender de proveedores extranjeros. Cuando se trata de defensa, tenemos que defender la tecnología nacional’.
Según el plan, el futuro de las capacidades tecnológicas depende en mayor medida de los recursos humanos mas que del aparato industrial, por ello se priorizará la formación de científicos en ciencia aplicada y básica en los sectores espacial, nuclear y cibernético. El objetivo es desarrollar un ‘complejo militar-universitario-empresarial’, estimulando las iniciativas conjuntas entre las organizaciones de investigación de las FFAA, las instituciones académicas nacionales y las empresas privadas brasileñas, asegurando siempre el acceso a las informaciones de acuerdo a los intereses del Estado. Para ello están interaccionando el Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Ciencia y Tecnología. (3)
El plan liga la estrategia nacional de defensa con la estrategia nacional de desarrollo, es decir la capacidad de defensa del país soportará la construcción de un modelo de desarrollo propio, cuando llegue el momento de confrontar con intereses foráneos.
Entre las directivas, figura la disuasión de cualquier concentración de fuerzas hostiles en las fronteras terrestres, aguas jurisdiccionales y el impedir el uso del espacio aéreo nacional, que se centraliza en estar siempre preparado para el ‘combate’, asistido por tecnología avanzada como instrumento, no como alternativa al combate (esta estrategia probablemente provenga de las lecciones que dejó la primera potencia mundial, líder en tecnología, en su invasión a Irak) . Para ello las FFAA estarán organizadas según el concepto que denomina Flexibilidad, que incluye capacidad de monitoreo-control, alta movilidad y presencia.
Para el monitoreo y control del territorio, aguas y espacio aéreo se utilizarán tecnologías que estén bajo total e incondicional dominio nacional, de forma tal que permita una respuesta inmediata a cualquier amenaza o agresión. Lo cual será realizado mediante la movilidad, es decir el ‘despliegue rápido’ hasta el teatro de operaciones y en su interior. La flexibilidad requiere la construcción de una fuerza de reserva importante, que permita aumentar inmediatamente la fuerza militar según las circunstancias, lo que implica un futuro servicio militar y civil obligatorio y la movilización nacional en gran escala reglamentada por ley.
La importancia de los sectores espacial y cibernético consiste, en que la capacidad para observar el país desde el espacio no dependa de tecnología extranjera (aunque puedan requerirse asociaciones con el exterior), y que las tres Fuerzas actúen en ‘red’. (ver semejanzas con U.S. Navy, FORCEnet, nueva estructura para Comando y Control (4)). Se proyecta la fabricación de diversas clases de satélites (incluso geoestacionarios), vehículos lanzadores, plataformas de monitoreo aéreo y terrestre de alta resolución e instrumentos informáticos de enlace.
En materia nuclear Brasil respetará el uso pacífico, pero se reserva como necesidad estratégica desarrollar, dominar y mantener su independencia en tecnología nuclear, concretando entre otras iniciativas el desarrollo a escala industrial del ciclo del combustible nuclear (que incluye el enriquecimiento de Uranio, equivalente al de Irán), y el proyecto del submarino a propulsión nuclear (su realización entrará en un importante acuerdo militar-industrial que el gobierno suscribió con Francia, potencia menos conflictiva que Rusia para transferir tecnología nuclear ante la observación de EEUU).
En cuanto al reposicionamiento de efectivos, además de las zonas con alta concentración demográfica y los grandes centros industriales, el Ministerio de Defensa de Brasil considera la existencia de nuevas amenazadas potenciales para las regiones norte y Oeste, con especial atención en la Amazonia, así como el Atlántico Sur (donde fueron descubiertos recientemente importantes yacimientos de hidrocarburos).
Sobre la Amazonia el plan militar especifica: ‘…Brasil vigilará la reafirmación incondicional de su soberanía sobre la Amazonia brasileña. Repudiará mediante actos de defensa, cualquier tentativa de tutela sobre sus decisiones sobre preservación, desarrollo y defensa de la Amazonia. No permitirá que organizaciones ni individuos sirvan de instrumentos para intereses extranjeros (políticos y económicos) que quieran debilitar la soberanía brasileña’.
Agrega que no sólo para Amazonia, se requerirá de Fuerzas Terrestres convencionales pero con preparación ‘no convencional’, en que la tecnología no será alternativa al combate sino complementaria, y se insistirá en la sorpresa, la incerteza, la capacidad de improvisación y adaptación, y los ataques fulminantes (ver semejanzas con la incorporación por las FFAA estadounidenses de la guerra irregular en la guerra convencional, U.S. DoD Directive 3000.07 (5))
‘…La preparación para la guerra asimétrica sobre todo en la región amazónica, será sustentada contra un enemigo con poder militar superior, sea un país o coalición de países que cuestione la soberanía incondicional de Brasil en la región, con pretextos de supuestos intereses para la Humanidad… lo cual apunta a la formación de una doctrina militar, en que la guerra irregular se inscribe en el marco mas amplio de una guerra de resistencia nacional’.
Además agrega que el ‘desarrollo sustentable’ de la Amazonia se usará como instrumento de soberanía nacional, lo que requiere la regularización jurídica de sus tierras.
El documento establece objetivos a defender: las FFAA estarán listas para tomar medidas en resguardo del territorio, de las rutas de comercio marítimo, de las plataformas petroleras y del espacio aéreo nacional en caso de eventual inestabilidad del marco internacional, amenaza por un Estado, por fuerzas no convencionales o criminales.
Por ello el Ejército que se halla desplegado principalmente en el sudeste y sur del país, se reposicionará en la zona central, la Marina concentrada en Río de Janeiro se desplegará en áreas estratégicas para el acceso marítimo del enemigo al país: la faja litoral de Santos a Victoria y la desembocadura del río Amazonas. También tendrá presencia en sus cuencas fluviales y de los ríos Paraguay-Paraná. La Fuerza Aérea hoy próxima a San Pablo, así como las otras dos Fuerzas, deberán aumentar su presencia en las zonas fronterizas.
Para negar el uso del mar a un enemigo que se aproxime por este medio, contará con una fuerza naval submarina de envergadura, con submarinos convencionales y de propulsión nuclear (armados con misiles), que podrá proyectar y fabricar en el país. En este sentido acelerará las asociaciones con otros países para ejecutar este último proyecto, cuidando ganar autonomía en tecnologías informáticas para guiar los submarinos y sus sistemas de armas, que se integrarán por etapas para operar en ‘red’ con las componentes de superficie y aeroespacial. La fuerza naval de superficie será de gran porte y la Marina dedicará atención al proyecto y construcción de naves de combate multipropósito de variados tonelajes.
En cuanto a la Fuerza Aérea, para asegurar la superioridad aérea local deberá entre 2015 y 2025 sustituir la actual flota de aeronaves de combate (lo que se buscará realizar minimizando la dependencia tecnológica externa), sustituir los sistemas de navegación inercial, sistemas de armas y armamento inteligente de alta precisión, tal que permitan discriminar blancos enemigos entremezclados entre fuerzas nacionales. Se dará prioridad a tecnologías que permitan la independencia del Sistema de Posicionamiento Global (GPS) o de cualquier otro sistema de señal extranjero.
Se facilitará la capacitación de la industria nacional de defensa para conquistar la autonomía en tecnologías indispensables para la defensa, aunque compitiendo con el exterior, comprenderá tanto la incentivación del sector privado como estatal, el que desarrollará aquella tecnología no rentable para el primero en el corto o mediano plazo. Se dará importancia al desarrollo y fabricación en el país de aeronaves de caza, de transporte y no tripuladas, helicópteros de combate y transporte, vehículos blindados, armamento inteligente, misiles, bombas y torpedos, radares, equipo y plataformas para guerra electrónica, sistemas de comunicaciones, municiones, entre otros.
Amenaza de los imperialismos desde afuera. Expansionismo desde adentro
El plan militar de Brasil estimula la integración con América del Sur y considera positiva la creación del Consejo de Defensa Sudamericano, sin embargo así como sistematiza la defensa ante amenazas y ataques externos, le da oportunidad para un expansionismo regional, que algunos analistas comienzan a denunciar (hasta con ciertas características ‘imperialistas’). Fueron notables por ejemplo, las declaraciones del jefe del Comando Militar Sur de Brasil, general José Elito Carvalho Siqueira, durante la operación Frontera Sur II que movilizó una tropa de diez mil hombres, y en que se realizó una ‘ocupación’ de la represa de Itaipú: ‘…Ya pasó la etapa en que teníamos que esconder las cosas. Hoy nosotros tenemos que demostrar que somos una potencia, y es importante que nuestros vecinos lo sepan’.
El gobierno de George W. Bush sabe que es esencial tener a Brasil como uno de los principales aliados en la región (que junto con India lo considera como potencia emergente), y Obama probablemente profundizará ese rumbo de acercamiento cuando intente revertir la crisis de confianza en el liderazgo mundial de EEUU.
La política de Brasilia es oscilatoria y pragmática. A pesar de la divergencias que genere la vocación histórica de Brasil hacia el liderazgo, su relación con la Alianza Bolivariana de las Américas (Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Cuba, Honduras, Dominica) y Ecuador puede inclinarse hacia la integración latinoamericana, o bien, sintonizarse según los intereses de Washington en la región, no en vano alguna vez Brasil fue Imperio…
Notas:
1) ‘Adelanto del Balance Militar de América del Sur 2008’, Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, 18/12/08
2) ‘Estratégia Nacional de Defesa’, Ministério da Defesa, 17/12/08, 3w.defesa.gov.br
3) Ha sido lanzada la política de Ciencia, Tecnología e Innovación para la Defensa Nacional, a partir del documento ‘Concepción Estratégica para CT& I de interés para Defensa’ elaborado en 2003 y revisado en 2008, y el Plan de Acción en Ciencia, Tecnología e Innovación (2007) dirigido a defensa y desarrollo nacional.
4) G. Herren, ‘El Bicentenario nos encontrará unidos o dominados… la Cuarta Flota de Estados Unidos’, Argenpress.info, 17/7/08; y FORCEnet, Seapower 21, http://forcenet.navy.mil
5) La Directiva 3000.07 (1/12/08) aprobada por el actual Secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, (que continuará en el gobierno de Barack Obama), agrega operaciones de guerra irregular a aquellas de guerra convencional realizadas por las fuerzas armadas estadounidenses. Incluye en forma oficial acciones no convencionales de combate directo (mediante paramilitares, guerrilla y otros) e indirecto (como contrainsurgencia, contraterrorismo, Inteligencia, operaciones de estabilidad, movimientos de resistencia, subversión, operaciones psicológicas, infiltración, sabotajes, etc); 3w.dtic.mil/whs/directives/corres/pdf/300007p.pdf.; y Robert M. Gates, ‘Reprogramming the Pentagon for a New Age’, Foreign Affairs, January/February 2009