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Brasileños contra prohibición de comprar armas

Fuentes: Radio Nederland

Los brasileños decidieron no prohibir la comercialización de armas de fuego en el plebiscito que se llevó a cabo el día 23 de octubre, donde el «No» se quedó con el 64 por ciento de los votos. A pesar de que la campaña comenzó hace unos meses con ventaja para el «Sí» a la prohibición, […]

Los brasileños decidieron no prohibir la comercialización de armas de fuego en el plebiscito que se llevó a cabo el día 23 de octubre, donde el «No» se quedó con el 64 por ciento de los votos. A pesar de que la campaña comenzó hace unos meses con ventaja para el «Sí» a la prohibición, el fuerte marketing y el descontento de la población con la seguridad pública terminaron por derrotar la posición apoyada por el Gobierno.

armas1.jpg»La prohibición del comercio de armas le quita a los brasileños el derecho de adquirir un arma, mientras el Estado no garantiza la seguridad». La autodefensa fue el argumento central sobre el cual se montó la campaña por el «No». Este discurso, divulgado ampliamente por los medios de comunicación, ganó fuerza por el descontento que existe entre la población con el tema de la seguridad. La sensación de estar a merced de bandidos armados, mientras los buenos ciudadanos se desarman fue una imagen muy fuerte que, aunque carece de argumentos sólidos, como estudios de la ONU y de otras organizaciones demuestran, inclinó el voto de los brasileños en contra del «Sí».

En el 2003, el Congreso brasileño aprobó el Estatuto del Desarme, considerado uno de los más avanzados del mundo, que prohíbe la tenencia de armas y limita su uso a militares, policías y otros profesionales del área de seguridad. La prohibición de la venta de armas y municiones en todo el país quedaría sujeta a la decisión tomada en el plebiscito.

En agosto del 2004 se inició la campaña nacional de desarme, mediante la cual 440 mil armas fueron entregadas a las autoridades. A partir de ahí ya pudieron medirse los primeros resultado positivos: durante ese período, el número de víctimas por armas de fuego disminuyó un 8 por ciento, o dicho más claramente, se salvaron 3200 vidas.

Un detallado estudio presentado por la UNESCO en junio de este año, revela que entre 1979 y el 2003, las armas de fuego mataron 550 mil personas en todo Brasil: 35 mil víctimas por año, o 100 por día. Las principales víctimas son jóvenes de 15 a 24 años. Para la población brasileña en general, el fallecimiento por armas de fuego está en tercer lugar, sin embargo entre los jóvenes es la principal causa de muerte.

Otro dato asustador surge de la comparación hecha con el número de víctimas de 26 conflictos bélicos, ocurridos en 25 países del mundo, en distintos períodos: las muertes por armas de fuego en Brasil superan el promedio de muertes al año de conflictos armados como la Guerra del Golfo, la Primera y la Segunda Intifadas, la disputa entre Israel y Palestina y los conflictos de Irlanda del Norte.

Pero el principal argumento usado por los defensores del «Sí» fue el origen de las armas que tienen en su poder los delincuentes. El 70 por ciento son armas fabricadas en Brasil y robadas a los ciudadanos que las compran para, supuestamente, estar más protegidos. Es decir, que la mayoría de las armas que tienen en su poder los delincuentes no son adquiridas en el mercado negro, sino que son armas legalmente compradas y declaradas, que pasan a manos de los bandidos.

Brasil tiene la principal industria de armas de pequeño calibre de América del Sur y produce por año el equivalente a 85 millones de euros. Analistas estiman que ese fue el motivo por el cual la campaña del «No» tuvo un apoyo financiero mucho mayor que la del «Sí». Un buen trabajo de marketing, sumado a la desconfianza de la población en las políticas de seguridad públicas, tuvo más fuerza en este plebiscito que los argumentos sólidos e irrefutables de los defensores del desarme de la población civil.