La creación de un Banco que ayude a solventar situaciones económicas difíciles a países que en algún momento las padezcan, resulta sumamente importante en este mundo de globalización donde los organismos financieros internacionales controlan y otorgan empréstitos en forma leonina. La decisión de crear un Banco de Desarrollo fue uno de los principales acuerdos tomados […]
La creación de un Banco que ayude a solventar situaciones económicas difíciles a países que en algún momento las padezcan, resulta sumamente importante en este mundo de globalización donde los organismos financieros internacionales controlan y otorgan empréstitos en forma leonina.
La decisión de crear un Banco de Desarrollo fue uno de los principales acuerdos tomados por el BRICS ( Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) durante la Quinta Cumbre del grupo efectuada a fines del pasado marzo en la ciudad sudafricana de Durban
Según lo planteado, esa entidad deberá entrar en vigor en el plazo de un año y podrá financiar proyectos de infraestructura de los BRICS y de terceros países fuera del grupo.
En una declaración conjunta, los líderes de esa institución anunciaron que el Banco tendrá como objetivo invertir en proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible para sus integrantes.
«La cooperación entre los países BRICS hacia un uso más productivo de los recursos financieros globales puede hacer una contribución positiva para abordar este problema», agregó el documento.
Antonio Patriota, ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, explicó: «En lo que se refiere a la gobernanza económica internacional, existe una gran convergencia entre sus miembros, y una actuación conjunta de los cinco ha sido importante para garantizar que avancen las reformas en las instituciones de Bretton Woods», o sea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
Los cinco miembros ahora deben ponerse de acuerdo sobre cuanto será el aporte de cada país para crear la institución financiera aunque se estima que arrancará con un capital de 50 000 millones de dólares.
Innegablemente que esa alternativa al BM y al FMI se convertirá en una palanca de apoyo para muchas naciones del orbe que aspiran a que el sistema financiero internacional sea más justo y asequible para sus pueblos, distante a las condiciones que imponen a sus deudores los organismos de Bretton Woods.
Recordemos que el FMI y el BM surgieron en 1944 en la ciudad estadounidense de Bretton Woods como mecanismo de dominación de los países capitalistas que han ejercido el control financiero sobre las naciones pobres del mundo, con empréstitos injustos, y como consecuencia han incrementado ese flagelo en el orbe.
Y es que tanto el FMI como el BM tienen numerosas historias negativas pues en vez de ayudar, han puesto en crisis económica y social a decenas de naciones, tanto en desarrollo como desarrolladas.
En Asia, varios países tuvieron que salirse de la esfera del FMI para poder levantar sus economías, entre estas, Malasia, Tailandia, Indonesia.
América Latina aún recuerda la enorme crisis que padeció Argentina debido a las imposiciones exigidas por el organismo financiero internacional.
En ese país se implantaron durante la presidencia de Carlos Ménem (1989-1999) las directrices del Consenso de Washington a instancias del FMI y de la Organización Mundial del Comercio (OMC), referentes a priorizar el libre mercado y las privatizaciones.
Se abrieron los servicios y la industria al capital extranjero y se permitió la importación indiscriminada de mercancías.
Con esas alquimias neoliberales, Buenos Aires caminó hacia la debacle económica pues la moneda argentina tenía el mismo valor del dólar, las mercancías importadas eran más baratas que las nacionales lo cual afectaba a las exportaciones y el país sufrió un profundo déficit comercial, que se remediaba con la venta de las entidades de producción y de servicios públicos.
La entrada de capitales disminuyó al no existir empresas que privatizar y se cayó en un endeudamiento comercial y público que paralizó todo, los bancos dejaron de funcionar y congelaron el dinero de los acreedores, la deuda externa se elevó a decenas de miles de millones, el desempleo a más de 30 % de la población y el hambre y la miseria alcanzó a la mitad de sus 38 millones de habitantes.
Esta precaria situación no fue óbice para que el entonces presidente del FMI, Michael Camdessus, durante un discurso en la Asamblea Ordinaria de la organización, afirmara que Argentina era «un ejemplo de las transformaciones» y Ménem era «el campeón de las reformas» Suerte para los gauchos fue la llegada al poder de Néstor Kirchner, primero, y de su esposa Cristina, después, los que supieron sacar a la nación de la nefasta actuación fondomonetarista.
Para explicarlo de una forma más clara, la ecuación de los acuerdos es simple: el FMI da dinero al país para pagar las deudas con los acreedores externos y nada para reflotar la economía interna, o sea, la ayuda se dirige hacia las entidades financieras y a partir de ese instante, las deudas del país son con el FMI (bilaterales) y no con los inversores privados, que han recuperado todo su dinero con sus correspondientes intereses.
A continuación el gobierno que se halla en graves apuros, deberá imponer un conjunto de medidas que afectarán el bienestar de la población para que el FMI recupere con creces (por los altos impuestos) el dinero entregado.
Como se ha comprobado, los rescates financieros entregados por la llamada Troika (FMI, Banco Central Europeo y Comisión Europea) desde mayo de 2010 a Grecia, Irlanda, Portugal, España y Chipre, solo han beneficiado a los bancos mientras la crisis se extiende con más profundidad en esos países y sus poblaciones sufren los embates del desempleo, los desahucios, la disminución del poder adquisitivo y la pobreza.
Así las cosas, resulta lógico pensar que el surgimiento de un Banco de Desarrollo del BRICS podrá ayudar a contener las agresivas políticas financieras del FMI y el BM. Esperemos que así sea.
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