Recomiendo:
0

Bush: La Tercera Guerra Mundial contra el Islamo-Fascismo

Fuentes: Rebelión

1. La amenaza de Bush y el ataque ensayo del 6 de septiembre, 2007 En una conferencia de prensa en la Casa Blanca (17.10.), George W. Bush amenazó al mundo con la apocalipsis de una Tercera Guerra Mundial. Para impedirla, decía, hay que evitar que Irán desarolle armas nucleares. La amenaza de Bush sigue a […]

1. La amenaza de Bush y el ataque ensayo del 6 de septiembre, 2007

En una conferencia de prensa en la Casa Blanca (17.10.), George W. Bush amenazó al mundo con la apocalipsis de una Tercera Guerra Mundial. Para impedirla, decía, hay que evitar que Irán desarolle armas nucleares. La amenaza de Bush sigue a apenas un mes y once días del ataque aéreo sorpresa de la Fuerza Aérea de Israel (IAF) contra supuestas instalaciones nucleares de Siria en la frontera con Turquía (6.09.).

Las características de esta agresión militar, en la cual Israel no sufrió pérdidas propias, son ilustrativas para el futuro ataque a Irán. La operación fue preparada con inteligencia recogida por el satélite de espionaje israelí, Ofek 7, desviado para estos fines de su posición observacional sobre Irán. La ejecución se llevó a cabo por ocho aviones de combate F-15I y F-16I, dotados de cohetes y bombas, cuyos blancos fueron precisados por fuerzas especiales israelíes en Siria con rayos laser. La Casa Blanca estuvo de acuerdo con el ataque y proporcionó al agregado militar aéreo israelí en Washington los códigos electrónicos de los aviones estadounidenses en el área, para evitar un conflicto. El Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, presenció la agresión aérea en el centro de operaciones que la condujo. El embajador ruso en Damasco había advertido al Presidente sirio un mes antes sobre el ataque, pero había sugerido que el golpe se dirigía contra las Alturas del Golán.

2. El Islam y el Mein Kampf de Hitler

Mientras Israel aplica su «recuperado poder de disuasión» frente a Siria, Hizbollah y Hamas —incluyendo su terrorismo de Estado en Gaza y llevando a cabo grandes maniobras ofensivas en las Alturas del Golán— para allanar el camino bélico a Teherán, la falange imperial-sionista estadounidense intensifica la preparación psicológica de la población nacional para la guerra anunciada. El «Freedom Center» de David Horowitz, ex miembro de la «Nueva Izquierda» de los sesenta, ha declarado la próxima semana como una semana de sit-ins y «protestas» en las universidades nacionales, «para ayudar a nuestras bravas tropas que combaten a los Islamo-Fascistas en el exterior». Objetos de estas protestas serán, entre otros, centros de estudios sobre la mujer, porque «se callan sobre la opresión de la mujer en el Islam», y la repartición de panfletos como, «La Guerra de Jimmy Carter contra los Judios» y, el «Mein Kampf islámico». Mein Kampf o, Mi Lucha en castellano, es un panfleto racista e imperialista, que fue escrito por Adolf Hitler en 1924, para propagandizar los objetivos y la ideología de los nazis, incluyendo su patológica obsesión con la supuesta «conspiración judía para dominar el mundo», que desentendía la verdadera esencia del sionismo: identificarse elitescamente, como parte del sistema de dominación mundial de Occidente, contra los «bárbaros» de Euroasia.

3. El Mein Kampf del neofascismo actual

Meses antes, Norman Podhoretz, el actual Asesor de Política Exterior de Rudolf Giuliani, el futuro candidato presidencial del Partido Republicano para las elecciones del 2008, expuso el pensamiento de los cristiano-fascistas que pretenden combatir a los «islamo-fascistas». En una columna de opinión de The Wall Street Journal, oportunamente publicado en el diario más importante del gran capital mundial, intitulada, «Las razones para bombardear Irán. Espero y rezo que el Presidente Bush lo haga» (30.5.), Podhorez dice lo siguiente.

«El 11 de septiembre, 2001 entramos… en una nueva Guerra Mundial que yo llamo la IV Guerra Mundial». Al igual que la Guerra Fría, esta tiene «raíces ideológicas y nos enfrenta al islamofascismo, que es otra mutación de la enfermedad totalitaria que derrotamos primero en la forma del nazismo y después del comunismo; su dimensión es global, se combate con una variedad de armas… y probablemente durará décadas.»

Las campañas militares en Afganistán e Irak no deben ser vistos, por lo tanto, como guerras autónomas, sino como «frentes abiertos en las primeras fases de una lucha global prolongada». Y lo mismo es válido para Irán. Irán es actualmente el «centro de la ideología islamofascista, contra la cual hemos luchado desde el 11 de septiembre y… el principal promotor del terrorismo que es el arma privilegiado del islamofascismo; Irán es, por lo mismo, también un teatro de operaciones en la IV Guerra Mundial.» Es más, sus intentos de construir un «arsenal nuclear lo convierten en el elemento potencialmente más peligroso de todos».

La primera prioridad de Irán consiste, según el Presidente Mahmoud Ahmadinejad, en «borrar Israel del mapa». También quiere «dominar el Gran Oriente Medio y controlar, de esta manera, el petróleo de la región y el flujo del petróleo a través del Golfo Pérsico». Sin embargo, las «ambiciones de Ahmadinejad no se limitan a la dimensión regional». Tiene un «sueño más grande que es la extensión del poder y de la influencia del Islam en toda Europa». Y ahí va su sueño más grande: lo que Ahmadinejad describe como «un mundo sin América».

Ahmadinejad es como Hitler. Hitler no era «un hombre de Estado convencional…, sino un revolucionario que trató de derrumbar el sistema internacional y reemplazarlo con un nuevo orden dominado por Alemania, lo que significó también la cultura política del nazismo». Ahmadinejad, al igual que Hitler, es «un revolucionario, cuyo objetivo es derrumbar el sistema internacional y reemplazarlo… con un nuevo orden dominado por Irán y gobernado por la cultura religiosa-política del islamofascismo». El camino de las sanciones y la diplomacia no sirven: «la verdad lisa y llana es que, para evitar que Irán desarrolle un arsenal nuclear no hay más alternativa que el uso de la fuerza, así como no había otra alternativa para detener a Hitler en 1938».

4. Petróleo y demografía: los verdaderos motivos del ataque a Irán

Detrás de este discurso propagandístico están, por supuesto, las verdaderas razones de la futura guerra. Desde el punto de vista de Israel, las ha expresado el ex viceministro de defensa y miembro de la Knesset, Ephraim Snehr, refiriéndose al más grave freno del proyecto expansionista de Israel, que es su debilidad demográfica. Nadie va a querer «vivir en Israel bajo la sombra nuclear», advierte el General, y por eso hay que destruir, si es necesario con las armas, al nuevo «Persian Empire» y sus ambiciones nucleares.

Desde los intereses de Occidente, Alan Greenspan, uno de los cómplices de la agresión estadounidense, los expresó con suprema claridad en una entrevista con Bob Woodward, del Washington Post, con fecha del 17 de septiembre, 2007. «Mi punto de vista es, que, juzgando por los treinta años de historia de Saddam, él evidenciaba claramente que iba a controlar el Estrecho de Hormuz, por el cual pasan diariamente 17, 18, 19 millones de barriles.» Según Greenspan, la disrupción del flujo de apenas tres o cuatro millones de barriles al día, podría elevar el precio del barril a hasta 120 dólares. Y cualquier incremento por encima de este umbral generaría el «caos» en la economía global. «Bajo esas circunstancias fue esencial acabar con Saddam», y su exitosa remoción «logró el propósito de asegurar que el sistema [de mercados petroleros] existentes continua a funcionar, francamente, hasta que encontremos otras [fuentes de energía] lo que al fin y al cabo lograremos hacer.»

5. Putin: barrera real, pero insuficiente contra la agresión

La Tercera Guerra Mundial, o como dice el acelerado maestro de Bush y Giuliani, quién ya se encuentra en la Cuarta Guerra Mundial, será por el petróleo, el continuo sometimiento del Tercer Mundo y la demografía de Israel. La única barrera real a la agresión de la falange Bush-Olmert-Sarkozy-Merkel-Brown, ha sido la valiente posición del Presidente ruso Vladimir Putin, no solo en cuanto a la dimensión política, sino en lo referente al apoyo militar.

Este apoyo, sin embargo, no es suficiente para detener la guerra. De ahí, que terminaré este ensayo con la misma conclusión del ensayo del 5 de septiembre. Al gobierno iraní no le quedará otra vía que buscar una solución negociada. Y tiene que buscarla pronto. Si no entiende los tiempos que le quedan y la correlación de fuerza real, es muy probable que su «revolución islámica» termine como la «revolución socialista» de los partidos Baaths en Medio Oriente: en ruinas.