Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
El parlamento iraquí tiene su cita con el destino este miércoles, después que docenas de sus 375 miembros casi se enfrentaron a golpes debatiendo el propuesto Acuerdo de Estatus de Fuerzas (SOFA) entre EE.UU. e Iraq. Y eso sin contar un porcentaje aún mayor que no está familiarizado con el texto final porque simplemente no tuvieron el tiempo necesario para digerirlo. Es literalmente cosa de tómalo o déjalo, de haz o muere; el parlamento entra en receso inmediatamente después de la votación.
En la línea de llegada, todavía no está claro como votarán los 56 parlamentarios suníes. Críticos dentro y fuera de Iraq ya están presentando el pacto como una conspiración conjunta chií-kurda (la Alianza Unida Iraquí de 83 miembros más la Alianza Kurdistán de 53 miembros, ambas pro-pacto sobre la base de que es el menor de todos los males porque por lo menos establece un itinerario para la retirada de EE.UU.)
Aunque se les han sumado el partido Fadhila y el Frente del Acuerdo Iraquí, suní fundamentalista, los saderistas todavía no tienen suficientes votos para bloquear el pacto; según el periódico al-Hayat basado en Londres, por el momento hay 106 votos contra el pacto. Necesitan 138.
La Alianza kurda – a favor del pacto – por lo menos tuvo la decencia de denunciar la extraordinaria falta de transparencia de todo el proceso. Pero en lo que respecta a los kurdos, es un detalle menor; lo que verdaderamente les importa es la independencia kurda. A un nivel paralelo, los kurdos están preocupados por una nueva estratagema del primer ministro Nuri al-Maliki – la creación de «Consejos tribales de Apoyo». Los kurdos los ven como milicias de Maliki. Como si los peshmergas kurdos no estuvieran realizando su propia limpieza étnica a cámara lenta alrededor de la ciudad de Mosul.
Cuando tengas dudas, conviértete en peregrino
Y además existe el impredecible ángulo del «peregrino a La Meca». Parlamentarios de todas las creencias políticas – motivados tanto por el deber religioso como por la busca de una ruta conveniente de escape, para no mencionar la elusión de la vieja amenaza de muerte – han estado partiendo en peregrinaje a La Meca desde el domingo.
Eso deja la posibilidad de que el pacto sea aprobado por una pequeña mayoría y / o rechazado abrumadoramente por los suníes – un desastre seguro de relaciones públicas y lejos del «consenso nacional» que el Gran Ayatolá Ali Sistani subraya como esencial para garantizar su apoyo. (A propósito, Sistani arremetió contra todos los parlamentarios en camino a La Meca como poco patrióticos.)
Para el siniestro Hadi al-Amiri, líder del Cuerpo Badr entrenado en Irán, el brazo paramilitar del Supremo Consejo Islámico Iraquí, inmensas manifestaciones como la del viernes pasado en Bagdad, organizada por los saderistas, simplemente carecen de importancia. La manifestación de masas en la Plaza Firdous, donde los marines de EE.UU. escenificaron para las cámaras la «decapitación» de la estatua de Sadam Husein en 2003 – fue particularmente significativa: una efigie de George W Bush fue quemada en el mismo lugar. Los saderistas y una abrumadora mayoría de los suníes ven el pacto esencialmente como un tratado neocolonial al estilo de comienzos del Siglo XX.
El gobierno de Maliki apuesta fuertemente a que el pacto sea aprobado por mayoría simple. Hay una feroz disputa al respecto – según la constitución iraquí, debería ser una mayoría de dos tercios (no es sorprendente que el gobierno de Bush ya haya declarado que violaría el Artículo II, Sección 2 de la constitución de EE.UU., afirmando que no es necesaria la aprobación del pacto por el Senado. Un Congreso debilitado de EE.UU. ha respondido con un estruendoso silencio).
Por si acaso, un frenético Maliki amenaza continuamente con que en caso de derrota: «la extensión de la presencia de las fuerzas internacionales en suelo iraquí no será nuestra alternativa», Maliki tira a matar; si el pacto no es aprobado, las fuerzas de EE.UU. serán obligadas a una «retirada inmediata de Iraq.» No es sorprendente que el Departamento de Estado esté en la misma longitud de onda, Además, claro está, el Pentágono – que en un giro surrealista ha estado amenazando con evacuar 150.000 soldados de Iraq en un instante en caso de que el pacto sea derrotado; esto, en circunstancias de que el Pentágono ha estado insistiendo sin cese en que la retirada dentro de los 16 meses propuestos por el presidente electo Barack Obama es poco realista.
Si se ha de creer a la última versión del pacto, los mercenarios de Blackwater – para no hablar de todos los 163.000 contratistas del ejército privado contratado por el Pentágono en Iraq – serán finalmente sometidos a la ley iraquí. Como una abrumadora mayoría de los parlamentarios iraquíes ni siquiera han leído la versión final del pacto, muchos no tienen una idea exacta de los términos definitivos. En cuanto a la jurisdicción por crímenes cometidos por fuerzas de EE.UU. en Iraq, muchos por ejemplo no saben que si un soldado mata a un civil iraquí mientras no está en servicio, los fiscales tendrían que probar su intención más allá de toda duda razonable. Si el soldado afirmara que fue en defensa propia sería juzgado bajo jurisdicción de EE.UU.
Puede que los parlamentarios tampoco sepan que EE.UU. seguirá controlando los activos de por lo menos 10.000 millones de dólares confiscados de Iraq bajo Sadam, así como los ingresos de la exportación de petróleo iraquí retenidos en una «Cuenta de Propósito Especial» por cuenta del Tesoro en la Reserva Federal de Nueva York; es un tercio de todas las reservas de divisas extranjeras y oro de Iraq (un arma hábilmente utilizada por el gobierno de Bush para imponer la aprobación del pacto).
Otros pueden alarmarse extremadamente de que Abdul Qadir al-Obaidi, el ministro de defensa pro-estadounidense de Irq, haya más o menos implicado que existe la posibilidad de que «algunos estadounidenses podrían ser necesarios después» del fin del plazo en 2011 para el fin de la ocupación. Agujeros obvios permiten de hecho que el Pentágono se quede en Iraq – y mantenga sus adoradas bases militares – mucho después del plazo en 2011.
El profesor Michael Schwartz, autor de «War without End: The Iraq War in Context,» argumenta que «el lenguaje del borrador anterior que permitía que el gobierno iraquí solicitara que EE.UU. se quede ha sido eliminado. El lenguaje específico era: ‘sobre la base de la evaluación iraquí de las condiciones, el gobierno iraquí puede solicitar al gobierno de EE.UU. que mantenga fuerzas específicas con el propósito de entrenar o apoyar a las fuerzas de seguridad iraquíes.’ No puedo encontrar un lenguaje que permitiría alguna extensión de la presencia de EE.UU., sea como entrenadores o en bases. Evidentemente, EE.UU. no tiene la intención de cumplir con esa promesa, pero me sorprende que hayan eliminado ese lenguaje.»
En cuanto al Artículo 4, señala que la maquinaria militar de EE.UU. debe estar en el país «con el propósito de apoyar a Iraq en sus esfuerzos por mantener la seguridad y la estabilidad en Iraq.» Obviamente, los escritores fantasma del gobierno de Bush nunca consideraron el hecho de que la abrumadora mayoría de los iraquíes quieren que los ocupantes se vayan, y que consideran la ocupación como el vector primordial de la violencia y la matanza en todo el país.
El pacto también declara que Iraq y EE.UU. «retienen el derecho de legítima autodefensa dentro de Iraq, como es definida en el derecho internacional aplicable.» Tal como el Pentágono interpreta la «legítima» autodefensa según la Doctrina Bush, para no mencionar su historial estelar en la dilatación del significado de «derecho internacional,» uno puede imaginar las incendiarias consecuencias. Tal vez todo lo que los iraquíes necesiten saber de este SOFA es que el Pentágono y Bush se sienten muy contentos.
Pepe Escobar es autor de «Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007) y de «Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge.» Para contactos escriba a: [email protected].
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