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Intervención del presidente venezolano en la Asamblea de la FAO

«Cada 3,6 segundos alguien en algún lugar del mundo pierde la vida por falta de un pedazo de pan»

Fuentes: Rebelión

Señor Director General y amigo, señores jefes de Estado y de Gobierno, excelencias todos, quiero comenzar esta intervención recordando, ya Lula lo recordaba también en sus palabras extraordinarias, a un eminente brasileño llamado Josué de Castro, quien presidiera a la FAO entre los años 1951 y 1955, extraigo de ese libro sin par y aún […]

Señor Director General y amigo, señores jefes de Estado y de Gobierno, excelencias todos, quiero comenzar esta intervención recordando, ya Lula lo recordaba también en sus palabras extraordinarias, a un eminente brasileño llamado Josué de Castro, quien presidiera a la FAO entre los años 1951 y 1955, extraigo de ese libro sin par y aún no superado que se llama Geografía del Hambre, de 1946, unas palabras que parecen haber sido escritas ayer en la noche porque la realidad que describe es la del Brasil, pero es también la de cualquier país del Sur, escribió él para el mundo del Sur y también para el mundo del Norte para la reflexión y para la acción. Voy a citar a Josué de Castro: «El hambre es tan sólo la expresión -la más negra y la más trágica- del subdesarrollo económico, expresión que sólo desaparecerá con él, y el pauperismo generalizado que determina. Los poderes públicos deben condicionar el desarrollo y orientarlo hacia objetivos bien definidos, el primero de los cuales debe ser la emancipación alimentaria de la población, también dirigir nuestra economía apuntando ante todo al bienestar social de la colectividad».

Aprovecho la cita de Josué de Castro y la inspiración que nos mueve para felicitar al compañero presidente Luiz Inácio Lula Da Silva y al pueblo del Brasil por esa merecida medalla, el premio por su trabajo que trasciende a Brasil y nos abarca a todos en la América del Sur, en la América Latina y en el Caribe. Recuerdo, Lula, tu discurso del primero de enero, era el año 2003, en Brasilia, dijiste que estarías feliz el día en que todos los brasileños pudieran desayunar, almorzar y cenar; sé que lo lograrás y sé que lo lograremos, cuéstenos lo que nos cueste. Bajo la égida de la globalización neoliberal, del colonialismo global, lo único que crece es el desarrollo económico y ello determina nuestra incapacidad para resolver el problema del hambre, sólo rompiendo con esta lógica de dominación podremos encontrar esta música de Josué de Castro; realmente es un problema político esto, es un gran problema político, sin la intervención de los poderes públicos, de la política, es decir, ello sería poco menos que imposible. La emancipación alimentaria y el bienestar social colectivo dependen de nuestra capacidad para definir una vía propia, radicalmente diferente. Decimos desde Venezuela al modelo económico hoy dominante en el planeta, dentro del modelo económico imperante hoy en el mundo, es prácticamente imposible lograr esta meta, ciertamente es un gran problema político, señor Director General, excelencias y amigos.
El camino recorrido en estos 60 años por la FAO ha sido difícil y escabroso y el recuento que hoy podemos hacer dista mucho de su gran objetivo fundacional: contribuir a expandir la economía mundial y a liberar del hambre a la humanidad. Me comentaba Jacques Diouf, yo le preguntaba ¿cuál es el presupuesto de la FAO?, valga esta reflexión para que veamos cómo esto es un asunto político, de decisiones políticas. La FAO, entre el presupuesto ordinario y las donaciones voluntarias, no llega ni siquiera a mil millones de dólares al año, ni siquiera 900 millones, mientras que los subsidios que los países desarrollados le dan a su producción agrícola son de mil millones por día, para que tengamos sentido de la comparación; en un día se invierte más en subsidios que todo lo que tiene la FAO para invertir en un año; o para comparar con otras cifras, los países de América Latina y del Caribe el próximo año, éste año, sólo en deuda externa ya pagada dos veces, ya hemos pagado la deuda externa dos veces, de su monto originario, tenemos que estar transfiriendo recursos netos al mundo del norte desarrollado, que sobrepasan los 170 mil millones de dólares, 170 mil millones de dólares al año; o para tener otra cifra de comparación acaban de anunciar en Washington el presupuesto de defensa y de gastos militares de Estados Unidos, unos 500 mil millones de dólares, bastarían para financiar a la FAO por 500 años y un poco más, para que veamos la magnitud del problema y a lo que se refería con magistral precisión el compañero presidente Lula Da Silva, es un problema político global.

Hace apenas un mes, al conmemorar seis décadas de las Naciones Unidas y pasar revista a las modestísimas metas que nos habíamos propuesto un lustro antes en la Cumbre del Milenio, fue doloroso reconocer que ya no se alcanzarán en la fecha prevista, dije entonces que el objetivo de reducir a la mitad los más de 800 millones de hambrientos del planeta para el 2015 al ritmo actual se lograría dentro de 200 años, siempre y cuando, así lo expresé, la especie humana lograra sobrevivir a la destrucción que amenaza el medio ambiente. Por supuesto todos nosotros sabemos que el número de pobres y hambrientos continúa creciendo y ninguno de los aquí presentes por muy optimista que sea podría asegurar hoy que la humanidad sobrevivirá a esa tragedia. Yo quiero aprovechar esta invitación que agradezco tanto, señor Secretario, Director General, para insistir en este tema, la sobrevivencia de la especie humana está en peligro, ya no son teorías científicas traídas de los cabellos, ya estamos viendo efectos en el mundo, efectos alarmantes. Quiero, a nombre del pueblo de Venezuela, hacer un llamado a la reflexión sobre este tema. Noam Chomsky hace poco escribía un nuevo libro, una nueva tesis brillante -como todas las que en mi criterio escribe aquel buen filósofo e intelectual estadounidense- y el título, sólo el título refleja el tremendo dilema, Hegemonía o sobrevivencia. Recalentamiento global, dígame usted los huracanes que ahora nos azotan por el Caribe, endemoniados huracanes con la fuerza de cien, de mil bombas atómicas, ¿producto de qué?, el recalentamiento de las aguas del Caribe y del océano, se están deshelando los polos, veamos las fotos, están por internet las fotos de cómo está ahora el océano Ártico, partiéndose en pedazos, bloques gigantescos de hielo que se mantuvieron sólidos durante siglos se están partiendo en pedazos, se está recalentando demasiado el planeta, en la luna parece, monseñor, que consiguieron rastros de agua, de vapor de agua, ¿habrá habido vida en la Luna?, en Marte, perdón, en Marte. ¿Por qué no?, si la mano de Dios es tan grande. Pero quizás en Marte siguieron las recetas de algún Fondo Monetario marciano y acabaron con la vida en ese planeta.

Señores, estamos acabando el planeta. El modelo de civilización que se le quiere imponer al mundo es contrario a la Ley de Dios, incluso, y además se nos quiere imponer con invasiones, con amenazas, a punta de violencia. Yo acuso aquí al imperio norteamericano de ser la primera amenaza que tiene el mundo de hoy para su sobrevivencia.

Es una verdadera amenaza para la vida del planeta, reflexiones, pidiendo a Dios que nos dé las luces, la voluntad y el coraje para salvar ya no nuestras vidas, la de las futuras generaciones, en los siglos por venir. «Semejante panorama…» sigo leyendo aquí, «Resulta particularmente lacerante e inexplicable cuando se han logrado enormes avances científicos y técnicos, que utilizados de manera racional y justa, hubieran podido erradicar totalmente el hambre y la pobreza, hubieran podido impedir que once millones de niños mueran cada año, once millones de niños mueren cada año a causa de enfermedades prevenibles y curables. Se hubiese podido ya en el siglo XX con tanto avance tecnológico y científico alfabetizar a los 876 millones de personas que no saben hoy leer y escribir y asegurar la enseñanza, siquiera básica, tan siquiera a los 114 millones de niños que hoy no la reciben en el planeta. Es una verdadera afrenta para la especie humana y la más brutal expresión de la barbarie del orden mundial actual; que cada noche 300 millones de niños se acuesten con hambre y cada tres punto seis segundos, según las estadísticas, alguien en algún lugar del mundo pierda la vida por falta de un pedazo de pan y que anualmente seis millones de niños mueran antes de cumplir cinco años por desnutrición.
¿Adónde quieren llevar a nuestros pueblos?, a hundirse cada vez más en la explotación y en la pobreza. La agricultura sigue siendo un sector estratégico en la mayoría de los países por la función que desempeña como productor de alimentos, generador de empleos y fuente de divisas. Sin embargo, el ritmo de crecimiento de la producción agrícola mundial desciende sostenidamente desde la década de los años 60 y la FAO nos informa que ese declive continuará, al menos, hasta el año 2010, mientras que la población no deja de crecer y en los países más pobres reproducimos la presente situación a escala mucho más ampliada. Millones de familias campesinas han sido privadas de la tierra, su medio fundamental de producción, dejando a los productores agrícolas marginados y sin esperanzas y no se estimulan las producciones nacionales ni el comercio de productos agrícolas, en su lugar se ha entronizado el dominio ejercido por las transnacionales agroalimentarias, los subsidios a la producción y comercialización en los países desarrollados, la injusta distribución de la tierra, los términos de intercambio desfavorables y los elevados aranceles sobre las producciones provenientes de los países subdesarrollados…»

Me decía hace poco el jefe de Gobierno de un país caribeño, que ellos tenían una producción de banana y que esa producción, por el trabajo de su gente, les producía ingresos anuales de unos 120, 150 millones de dólares hasta hace unos años. Ahora, producto de las decisiones de la OMC, mecanismos del imperialismo para asegurar el dominio de los poderosos como lo es el Fondo Monetario Internacional y muchas otras instituciones que habría que desmontarlas y hacerlas de nuevo si queremos salvar la vida en el planeta. La OMC tomó decisiones y aquel país ahora ya no recibe ingresos de 120 o 150 millones de dólares por el banano, ya no tiene a quien venderle banano, ahora recibe 10 millones de dólares y lo que ha crecido es el hambre, la miseria, la pobreza y la muerte en los países del tercer mundo especialmente.

«Debido al proteccionismo y los subsidios a la agricultura, las naciones subdesarrolladas pierden cada año 24 mil millones de dólares, simultáneamente, esta misma política proteccionista aplicada al resto de los sectores del comercio mundial, ocasiona al tercer mundo pérdidas por valor de 100 mil millones de dólares al año…». Este es el orden económico, capitalista, imperialista y hegemónico. Ese es el orden al que llamamos desde Venezuela a desmontar si queremos de verdad acabar con el hambre y con la miseria. Esa cifra de 100 mil millones de dólares que perdemos los países del tercer mundo sólo por los subsidios y la política proteccionista, es el doble de lo que se recibe como ayuda oficial al desarrollo. La contaminación medio ambiental y el cambio climático, responsabilidad histórica de los países ricos, destruye la naturaleza y disminuye la capacidad productiva de la tierra. Dos mil millones de hectáreas han sido afectadas por la erosión y la salinización en los últimos 50 años, el mundo se desertifica o se desertiza, por un lado, y por otro lluvias más intensas, sequías más prolongadas y ciclones más violentos, poco frecuentes hace 20 años. Sin embargo, el país del mundo que más contamina al medio ambiente, que con el cinco por ciento de la población mundial, consume el 25 por ciento de la energía, dedica más de 450 mil millones de dólares a hacer guerras y lanzar misiles en cualquier oscuro rincón del planeta, entre otros gastos militares, se niega a firmar el Protocolo de Kyoto, paradójico ejemplo que nos ofrece al autotitulado símbolo de los derechos humanos, la democracia y las libertades individuales.

Excelencias, señor Director General, en Venezuela hay una revolución en marcha, la Revolución Bolivariana haciendo esfuerzos, un pueblo ha retomado sus antiguas banderas antiimperialistas, anticolonialistas y el Gobierno Bolivariano, empujado por ese pueblo ha dedicado grandes recursos y energía para estimular la producción agrícola y mejorar la alimentación de la población de menores ingresos. Estamos ahora mismo, dando una batalla contra el latifundio, que no es ni siquiera un signo del modelo capitalista, ¡no!, es anterior al capitalismo, es el feudalismo. En América Latina todavía hay feudalismo, propiedades de hasta 100 mil y más hectáreas en manos de una persona o de una familia y la mayor parte de aquellas tierras ociosas, sin ningún tipo de producción, manteniendo al campesinado en la más absoluta miseria.
Estamos dando una revolución para redistribuir la tierra y distribuyéndola entre los campesinos que no tienen, hasta ahora no han tenido una hectárea para sembrar y producir siquiera su sustento familiar. Y hemos tomado una serie de medidas que no voy a detallar acá, para transformar profundamente las estructuras, las injustas estructuras de la dominación y del coloniaje, lo cual, ustedes saben, ha generado que nuestro gobierno sea inscrito en el llamado «Eje del Mal», desde Estados Unidos. Han arremetido contra nosotros, han armado golpes de Estado, sabotaje económico, terrorismo, hace poco incluso, un alto dignatario de una de las corrientes religiosas norteamericanas y asesor personal del presidente Bush, ha llamado públicamente a mi asesinato, porque sería más barato asesinarme que hacer una guerra contra Venezuela.

Terrorismo abierto, descarado ante el mundo, invasión a Iraq con el cuento aquél de las armas de destrucción masiva que nunca existieron en Iraq, masacre contra un pueblo, ya lo decía su santidad Juan Pablo II -a quien Dios tenga en la santa gloria- «Una guerra inmoral, injusta e ilegal» , pero allá siguen bombardeando pueblos, destruyendo ciudades y el mundo no puede evitarlo, no podemos evitarlo pero al menos -creo- no debemos quedarnos callados porque sería como la muerte, quedarnos callados ante el atropello. Hay que levantar la voz de la dignidad de los pueblos para pedir respeto a la dignidad de los pueblos, a la soberanía de los pueblos, a la paz, a la justicia y a la vida. ¡Ya basta de imperialismos! Ya basta de atropellados, de los poderosos contra los débiles, dos mil años, dos mil años hace y un poco más que vino Cristo -yo como cristiano, católico lo invoco en esta ciudad eterna- a anunciar el Reino de Dios aquí entre nosotros y el Reino de Dios no es otro que el Reino de la igualdad y de la libertad.

Recordábamos también hace unos días al sociólogo Jean Ziegler, esto es muy importante, esta afirmación de Ziegler, nombrado por Naciones Unidas Relator Especial sobre el Derecho a la Alimentación; presentó su Informe a la Comisión de Derechos Humanos en enero del 2002 con datos y conclusiones contundentes como ésta que voy a leer, para que veamos que sí hay recursos ahora mismo en el mundo, lo han dicho todos ustedes, para solucionar este problema, pero es un problema político, insisto, dice Ziegler: «El hambre y la malnutrición todavía condenan a millones de personas al subdesarrollo y la muerte… esta silenciosa masacre ocurre en un mundo que es más rico que nunca antes y ya produce más que suficientes alimentos como para alimentar a la población mundial. Es intolerable que dejemos que cada siete segundos muera un niño de menos de diez años en alguna parte del mundo, directa o indirectamente, de hambre». (Fin de la cita del informe Jean Ziegler) Es un derecho la alimentación, vamos por ella, hace falta conciencia plena de que se trata de una batalla por la supervivencia de la especie humana y voluntad política que propicia instrumentar cuanto sea necesario y sin demora para coronar con éxito nuestra batalla contra estos mortales flagelos, lo ideal si se ganara esa conciencia sería atacar el mal desde su raíz, cambiando el orden económico internacional vigente, el cual, como recordé en septiembre pasado en las Naciones Unidas, se aprobó adoptar hace 31 años…

En Naciones Unidas hace 31 años se aprobó por… en votación además, en Asamblea General, aquello que se llamó «el Nuevo Orden Económico Mundial», pero luego se archivó, se engavetó y no ha habido voluntad en el mundo, cuánto hubiéramos avanzado en estas tres décadas si el Nuevo Orden Económico Internacional se hubiese activado y sobre todo quienes tienen más poder en este planeta aportaran esfuerzo, voluntad y conciencia para cambiar el orden económico dominante, hemos ido más bien retrogradando.

Ahora, esto no es para ponernos pesimistas, sólo que es necesario la conciencia, no podemos tampoco hacer cantos y cantos alejados de la realidad, tenemos que reconocer una realidad para luego transformarla, para ir por ella, el conocimiento de la realidad, la conciencia, decía Víctor Hugo en Los Miserables, la conciencia no es sino la suma de la ciencia, del conocimiento. Por eso estas cifras de Naciones Unidas, de los organismos mundiales serios, son tan importantes para aportarnos mayor conciencia. ¿Que nosotros podemos salvar el planeta y la vida? Yo sí lo creo, soy muy optimista al respecto, cada día más, cada día más, cada día uno ve más sobre todo a los jóvenes, no tengo nada contra nosotros los que ya tenemos más de 50 o más de 60, los que tienen el cabello blanco, no, sólo que esa juventud que hoy se levanta uno siente que se va levantando con algo extraño en la mirada, con algo nuevo en la mirada, razón tendría Jean Paul Sartre cuando dijo que «Sólo la juventud tiene la pasión necesaria y la pureza necesaria para hacer revoluciones», y yo creo que en el mundo hace falta una gran revolución, ya lo decía el presidente Duarte, la primera de esas revoluciones es la revolución moral, una nueva ética hace falta en el planeta, una nueva moral hace falta en el planeta.

Desde Venezuela nos hemos atrevido a llamar al debate de un socialismo para el siglo XXI y que nadie se asuste, nadie se asuste, asustémonos del capitalismo, creo, ¿no señor?, que el primer gran capitalista de nuestra era fue Judas Iscariote que vendió a Cristo por unas monedas, el capitalista vende al maestro, vende a la madre, vende a la Patria por la moneda y creo igual que el primer gran socialista de nuestra era fue Cristo el Redentor: «Amaos los unos a los otros», todos somos iguales, el reino de la igualdad, el reino de la justicia, sólo así habrá paz, sólo por el camino del socialismo, un socialismo fresco, nuevo, dinámico, de iguales y de justos podrá salvar este planeta, así lo creo cada día más.
Proponemos una vez más la creación de un Fondo Humanitario Internacional, Lula ha hecho unas propuestas muy interesantes que avanzan, ya él las comentaba, Venezuela modestamente se pone siempre a la orden para apoyar todos estos esfuerzos, todos los planes de la FAO, los programas que nacen en los países de América Latina, en Mercosur, ahora que Venezuela va como miembro pleno a Mercosur junto a Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina, pues, nos sumaremos mucho más a estos proyectos para cooperar con el desarrollo del mundo, de los pueblos del mundo.
Pero fíjense, un Fondo Humanitario, decimos nosotros, que pudiera conformarse con un porcentaje de la deuda externa a la que me refería hace un rato, ya la deuda la hemos pagado, América Latina ha pagado dos veces la deuda originaria y hoy tenemos una deuda cinco veces mayor que aquella y crece cada día más, es espantoso esto, ya estamos otra vez en 800 mil millones de dólares de deuda y cada año son 170 mil, nunca terminaremos de pagarla, Fidel Castro decía en una ocasión: «Es una deuda eterna, no externa sino eterna».

Ahora, ve Lula, Lula tiene razón, es un problema político, yo hago un llamado a los gobernantes de los países del Sur, pongámonos de acuerdo los países del Sur y a nombre de millones, y sobre todo los que se mueren de hambre, exijamos al mundo que esto se detenga, ¡ah!, pero cada uno de nosotros quiere pagar por separado y buscar algunas ventajas, cuando pudiéramos hacer un club de deudores, por ejemplo y plantearle al mundo no una moratoria de un día para otro que seguramente impactaría de muchas maneras la economía mundial, no; pero pudiéramos establecer, Lula, un período de gracia ¿hasta cuándo nos van a cobrar la misma deuda? Y sobre todo ahora que los Estados Unidos, el reino del dólar se debilita económicamente, el déficit fiscal de los Estados Unidos está por cerca de 500 mil millones de dólares y el déficit comercial por 600 mil millones de dólares, lo cual seguramente va a obligarlos a elevar las tasas de interés del dólar, elevan las tasas de interés y nuestra deuda se incrementa y lo que pagamos en 10 años vuelve a acumularse en un instante, ¡qué cosa tan demoníaca!

Yo digo ¿es un problema político? Sí es político, tomemos decisiones, ¿nos van a invadir a todos?, ¡ah!, bueno, ese es otro problema, pongámonos de acuerdo 20, 30 países del Sur, de los más endeudados, Venezuela levanta la mano, ya, ahora lo hacemos nosotros solos.

Recuerdo aquel gobierno peruano que tomó una decisión, ¿tú recuerdas? Un gobierno peruano, hace una década y tanto, tomó la decisión de pagar sólo un porcentaje de su Producto Interno Bruto, no más, bueno le cayó encima el mundo a aquel presidente y fue demonizado, es un demonio, pues, ¡ah! Si tu sigues las cartillas del Fondo Monetario te aplauden por todos lados, si tú, como Mugabe, diriges un proceso para recuperar las tierras para tu pueblo eres un demonio, ahí está Mugabe: lo demonizan. Saludo a Mugabe y al pueblo de Zimbabwe, por su clara lucha por la justicia, los negros tienen igual derecho que los blancos a la tierra y al trabajo y a la vida.

La deuda externa, cuánto pudiéramos hacer si el porcentaje de la deuda externa lo dirigiéramos a un Fondo Humanitario para actuar rápidamente contra el hambre, para producir alimentos, para distribuirlos o un impuesto especial a las grandes transacciones financieras internacionales, de esto se habla hace muchos años, pero no hay, no hay voluntad para imponerlo, una cantidad resultante de la reducción sustancial de los multimillonarios gastos militares y dirigirlos de manera precisa a proyectos; la FAO, me decía Jacques Diouf que la FAO tiene centenares de proyectos, pequeños proyectos, desde pequeños proyectos para hacer pozos y buscar agua allá a cien metros abajo y pequeños sistemas de riego en África, en América Latina, en el Caribe, en Asia; pero no hay recursos para llevarlos a cabo, sistemas de riego, distribución de tierras, semillas certificadas, créditos, maquinarias agrícolas, ¡cuánto pudiéramos lograr en un año!, ¡en un año!, si nos dieran un periodo de gracia de la deuda externa, por un año, tan sólo por un año, o redujésemos por un año los gastos militares a cero, que todo el mundo dijera «mira este año no se produce ni un fusil, ni una bala y todo lo que está previsto en los presupuestos de gastos militares lo dirigimos a la batalla contra el hambre», bueno, sólo de Estados Unidos serían 500 mil millones de dólares, casi, ahí tendríamos una cantidad bastante grande, amigas y amigos, debemos, podemos y estamos más que obligados ante nuestros pueblos a luchar contra estos flagelos del hambre, la pobreza y la miseria, luchemos con todas nuestras energías por la supervivencia del mundo en que vivimos y el progreso y bienestar de todos sus habitantes, ante todo los males que hemos vivido y que vivimos, creo profundamente en la humanidad y en su capacidad para corregir el rumbo, creo profundamente en la iluminación de Dios y en la inspiración de Cristo el Redentor.

Anoche llegábamos a Roma, con una hermosa luna llena, veníamos de por allá, de Santiago de Compostela, de aquella ciudad hermosa y santa donde están los restos del hermano de Juan el apóstol, uno de los predilectos de Cristo, es Santiago. Una bella luna llena sobre Roma y nos fuimos directo al Monte Sacro aquí en una colina donde hace 200 años exactamente por estos días vino un joven venezolano, tenía apenas 22 años, pero se había fraguado en el horno del sufrimiento desde niño, había quedado huérfano de padre y huérfano de madre y luego viudo a los 21 años y era muy rico aquel joven, uno de los jóvenes más ricos de la América española, pero se vino a Europa y se llenó de las consignas revolucionarias de la Francia, que lanzó al mundo aquellos tres rayos que hoy siguen iluminando la esperanza de los pueblos, igualdad, libertad, fraternidad. Y un día llegó a Roma Simón Bolívar, el Libertador, no sólo de Venezuela sino de medio continente americano, guía de nuestra Revolución, vivo hoy en el corazón y el alma del pueblo venezolano y aquí muy cerca juró, lanzó un juramento, dijo que juraba delante del Dios de sus padres, delante de sus amigos allí presentes, de su maestro, juraba por su honor y por su Patria no dar descanso a su brazo, ni reposo a su alma hasta romper las cadenas que oprimían a los venezolanos por voluntad del poder imperial español de entonces. Hoy, permítanme, inspirado en Bolívar, el del juramento de hace 200 años, Bolívar el que dio su vida por la libertad de Venezuela, Bolívar el que cumplió el juramento 25 años después del Monte Sacro, moría por allá en las costas del Caribe colombiano y moría sin bienes materiales, todo lo dio, murió crísticamente, llegó a decirlo: «Jesús Cristo, Don Quijote y yo: los tres grandes majaderos de la historia», pero dejó un pueblo y dejó un camino, dejó un rumbo y dejó un rayo de luz en el horizonte.
El pueblo bolivariano de Venezuela saluda esta reunión, saluda a la FAO y comprometido está con el mundo en buscar los caminos de la luz, los caminos de la esperanza y los caminos de la vida, como lo dijo Bolívar, llamo a todos a que no demos descanso a nuestros brazos, ni reposo a nuestras almas hasta salvar el futuro de la humanidad, ¡viva la vida!, ¡viva la paz!, muchas gracias a todos.