A través de una comunicación cibernética, hablamos con el científico social Manuel Castells, uno de los mayores expertos mundiales en tecnologías de la información y su impacto social. Acaba de recibir en Madrid el Premio Nacional de Sociología y Ciencia Política que concede el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
Como catedrático de Sociología y de Urbanismo, ¿puede dar una explicación a la actual crisis?
Es una crisis financiera, resultante de la volatilidad estructural de los mercados financieros globales como consecuencia de su carácter global, interdependiente y desregulado.
La tecnología de modelos financieros basados en la creación de capital virtual, tales como derivados, opciones y futuros, así como la titularización de cualquier bien y servicios y la colateralización de activos financieros e inmobiliarios, han llevado a la destrucción de más de la mitad del valor financiero creado en el mundo desde 2003 y a la insolvencia actual o potencial de algunas de las principales entidades financieras. Por tanto el crédito se seco y la economía se detuvieron porque 2/3 del crecimiento en Europa y 3/4 en Estados Unidos es inducido por la demanda de los consumidores y dicha demanda se ha hecho esencialmente mediante la expansión del crédito sin garantías de solvencia de los endeudados. La crisis es estructural y liquida, en la práctica, el modelo de capitalismo global desregulado que había triunfado en las dos ultimas décadas.
¿Podría describir los mecanismos estructurales que está utilizando la sociedad occidental hoy para salir de esa crisis?
El más importante es la intervención sistemática del Estado sobre los mercados financieros, procediendo a un nuevo ciclo de regulación y control de la economía. Excepto entre algunos fundamentalistas del mercado, en la conciencia publica se ha terminado la confianza en la capacidad del mercado de auto-regularse y corregir excesos y desequilibrios. Al mismo tiempo, para sustituir al flujo de crédito, se ha inyectado, tanto en Europa como en Estados Unidos o China, una enorme masa de capital público (la mayor parte obtenido mediante préstamos o emisión de títulos de deuda hacia el futuro), más de dos billones de euros en Estados Unidos, un billón en Europa y otro tanto en China. Esa inyección ha servido para frenar la caída libre de la producción y el empleo (crecimiento negativo durante los últimos 12 meses en Europa y EEUU). Pero como es insostenible mantener ese nivel de estímulo fiscal las causas de la crisis no se han resuelto y lo que se plantea es la reforma del modelo de crecimiento de la economía de mercado, algo que nadie realmente sabe cómo hacer. Y como la crisis es global y no hay regulador global, los desequilibrios seguirán acentuándose.
Usted sugiere que la futura estructura social estará fragmentada por la gran flexibilización e individualización del trabajo…
No digo que estará, digo que está, yo nunca hablo en futuro. La mayoría de los trabajadores tienen empleos y realizan actividades definidas por proyectos empresariales concretos, que son temporales o intermitentes, sobre todo si se incluyen los trabajadores autónomos y de servicios especializados. La plantilla fija en la gran fábrica es ahora la excepción, no la regla, entre otras cosas porque las grandes fábricas en Europa o Estados Unidos están desapareciendo. Las trayectorias profesionales no son previsibles, dependen de proyectos de las personas y de acuerdos puntuales con sus empleadores. En esas condiciones lo esencial es contar con una buena formación de base que permita reprogramar la propia actividad en función de los intereses propios y de la demanda del mercado.
Hoy la fuente de la productividad se basa en la tecnología que genera conocimiento, en el procesamiento de la información y en la comunicación de símbolos, pero Occidente sigue orientado al crecimiento y aceleración económica (propio de la sociedad industrial), ¿cómo está evolucionando el modelo capitalista?
La información y la comunicación de símbolos son actividades económicas fundamentales en nuestra sociedad. La industria de la comunicación y el ocio son el doble, en el mundo, en términos de valor y empleo que las industrias del automóvil y de la electrónica juntas. El modelo capitalista se transforma mediante la globalización de la producción y mercados y la flexibilización del trabajo y la gestión basándose en tecnologías de comunicación en red. Ahora bien, el modelo capitalista desregulado y liberalizado de hace dos décadas está cambiando rápidamente hacia una mayor regulación e intervención del Estado en todos los ámbitos, porque hemos visto que los mercados no se regulan a si mismos, más aun cuando los ejecutivos se ocupan de sus ganancias sin pensar ni en la empresa, ni en sus trabajadores ni en la economía. Parece que la era de las gratificaciones de escándalo llega a su fin.
Ha afirmado que «en un mundo de flujos globales de salud, poder, e imágenes, la búsqueda de la identidad colectiva o individual, asignada o construida, se vuelve la fuente fundamental de sentido social». ¿Puede explicarse un poco más?
No es tan difícil. Si las personas pierden el control de sus vidas que depende de flujos financieros globales, cuyo origen y destino ignoran, y de sistemas de comunicación de símbolos que priorizan la cultura global sobre la local, entonces se refugian en aquello que conocen y en que se reconocen: su casa, su familia, su lugar, su religión, su lengua, o sea, todo lo que los sociólogos llamamos identidades primarias históricamente construidas.
En medio de los cambios que están viviendo los medios de comunicación (precarización, cambios de formas de producción informativa, de formatos, nuevas «virtualidades reales»…) ¿Qué límites y potencialidades ve en los llamados medios 2.0?
No tienen límites: crecen exponencialmente y se han convertido en los canales fundamentales de sociabilidad y comunicación entre la gente, al menos en las generaciones jóvenes que son las que (eso sí es seguro) serán el futuro de la sociedad. La potencialidad está en que cada persona puede construir su red de redes de comunicación y en que cada colectivo puede escapar en gran medida el control ejercido por las empresas y los gobiernos sobre la comunicación procesada a través de los medios de comunicación. Se crea un blog cada segundo y se visionan 100 millones de vídeos al mes en YouTube. Ningún medio de comunicación es comparable.
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Manuel Castells Oliván (Albacete, 1942) se exilió a Francia durante la dictadura fascista española. Estudió sociología con el prestigioso teórico Alain Touraine y a los 24 años se convirtió en el profesor más joven de la Universidad de París. En sus clases los estudiantes franceses iniciaron el mayo francés de 1968. Por ello fue expulsado del país galo y se trasladó a Estados Unidos, donde investigó las tecnologías de la información y su impacto social. Es catedrático en sociología y urbanismo en la Universidad de California en Berkeley (EE UU) y director del Internet Interdisciplinary Institute de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). A caballo entre California y Cataluña, este experto de renombre internacional lleva más de dos décadas investigando la evolución económica y las transformaciones políticas, sociales y culturales en el marco de una teoría integral de la información. Los resultados de su trabajo se recogen en la conocida trilogía La era de la información.