Con la atención de los «inversores» (léase especuladores capitalistas a escala global) centrada en el mega-rescate financiero de EEUU, y con una suba del voltaje de la discusión de demócratas y republicanos (en campaña electoral), Wall Street y las bolsas europeas (luego de la «euforia» del viernes) operan y han cerrado a pérdidas esperando el resultado del trámite del paquete oficial en el Congreso. Primera señal: Los demócratas se niegan a concederle «superpoderes» al jefe del Tesoro para que maneje a su «gusto y placer» la multimillonaria suma destinada a estatizar las quiebras privadas del sistema financiero. Los demócratas insisten que Wall Street también «pague el costo fiscal» que va a caer como una bomba de tiempo sobre el bolsillo de la población estadounidense.
Los principales índices de acciones en Wall Street caían el lunes a medida que se desvanecían las alzas recientes de algunas acciones del sector financiero.
El Promedio Industrial Dow Jones caía 156 puntos, o el 1,4%, a 11231,78; el índice Standard & Poor’s 500 cedía 22,29, o el 1,7%, a 1232,79 y el Índice Compuesto Nasdaq retrocedía 36,91 puntos, o el 1,6%, a 2236,99.
El Financial Select Sector SPDR, compuesto por una canasta de bancos y entidades prestamistas, descendía un 4% a $21,50, pero se ubicaba por encima del 20% de su punto más bajo de la semana pasada.
Europa cerró a la baja, pese a la decisión del Banco Central Europeo de inyectar US$ 40.000 millones en el mercado.
Por su parte, los mercados asiáticos cerraron en alza. El Nikkei ganó un 1,42%, mientras el Topix, el índice que agrupa a todos los valores de la primera sección, avanzó un 1,7%. En tanto, Shanghai cerró con una fuerte alza de 7,77% y el Kospi de Corea del Sur avanzó 0,31%.
Los bancos y mercados financieros del mundo estaban por su parte pendientes este lunes de Washington, donde la administración Bush y el Congreso intentarán en los próximos días acordar un plan de US$ 700.000 millones para salvar el sistema financiero privado de EEUU con dinero del Estado.
El Grupo de los siete países más industrializados (G7) apoyó el lunes las medidas tomadas por Estados Unidos para frenar la crisis financiera, al anunciar sus miembros que están dispuestos a adoptar «todas las medidas necesarias» para estabilizar el sistema financiero mundial.
El plan de rescate finaciero autorizaría al secretario del Tesoro, Henry Paulson, a crear un fondo de US$700.000 millones para comprar activos inmobiliarios de instituciones financieras «tóxicas» (quebradas).
El proyecto de apenas dos páginas no incluye protecciones específicas para los contribuyentes estadounidenses ni tampoco aporta grandes detalles sobre cuáles serían las autoridades e instituciones financieras a cargo de dirigir esta iniciativa.
El sistema financiero estadounidense saltó de una crisis a otra la semana pasada, que comenzó con la quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers por US$ 600.000 millones y la absorción de su competidora Merrill Lynch por el Bank of America. Siguió luego el rescate del gigante asegurador AIG por US$ 85.000 millones.
El presidente George W. Bush advirtió el mismo lunes a los congresistas estadounidenses que se muestran reacios al plan de rescate financiero que «no actuar tendrá amplias consecuencias» para la economía norteamericana.
Durante el fin de semana, la Reserva Federal aprobó la transformación del banco de inversión y de su par, Goldman Sachs, en holdings bancarios tradicionales.
«Los estadounidenses observan si los demócratas y republicanos, el Congreso y la Casa Blanca, pueden llegar a un consenso para solucionar este problema con la urgencia que justifica», indicó Bush en un comunicado.
Pero los demócratas, a través de sus líderes y representantes parlamentarios más destacados, ya advirtieron que no piensan firmarle un «cheque en blanco» a la administración Bush (que sería como regalarle galardones al republicano MacCain en la dura disputa por la Casa Blanca) ç
Los legisladores estadounidenses luchan por dejar su huella en el plan del gobierno del presidente George W. Bush para salvar a los mercados financieros, señala este lunes The Wall Street Journal.
El debate podría transformarse en un duelo de voluntades capaz de cambiar el rostro de uno de los mayores rescates en la historia de EEUU, añade el influyente diario financiero.
Los líderes demócratas del Congreso de EEUU propusieron este lunes cláusulas para el control del dinero que manejará el Tesoro de EEUU manejado por el ex presidente de Goldman Sach, Henry Paulson..
Los demócratas buscan reforzar el papel de supervisión del Congreso, incluir asistencia a los deudores hipotecarios y modificar las leyes de bancarrota.
«Sería algo sin precedentes dar 700.000 millones de dólares a, virtualmente, un individuo sin ningún tipo de supervisión, transparencia y rendición de cuentas», dijo hoy el demócrata Christopher Dodd, presidente del Comité de Banca del Senado, en una entrevista con la cadena «CBS».
Ese «hombre» es Henry Paulson, el secretario del Tesoro, cuyo plan inicial, de tan sólo dos páginas y media, se reservaba la máxima flexibilidad para el uso de los fondos sin ningún tipo de mecanismo de revisión de las decisiones.
La contrapropuesta que le entregaron hoy los líderes del Senado prevé, en cambio, la creación de un comité de supervisión, que estaría integrado por representantes de las agencias de regulación financiera y del Congreso.
También demanda que el Gobierno reciba acciones de las empresas a las que ayude.
Y dado que los contribuyentes estadounidenses pagarán por las malas decisiones de inversión de los directivos de las empresas, la propuesta, divulgada por Dodd, quiere que se ponga tope a sus salarios millonarios.
«Queremos limitarlos como condición para darles la ayuda», dijo hoy Barney Frank, el presidente del Comité de Servicios Financieros en la Cámara Baja en una entrevista en la cadena «ABC».
«Si el secretario Paulson está de acuerdo, iremos rápido, pero si insiste en que por algún motivo eso es algo terrible, se retrasará», dijo Frank.
Paulson, que fue consejero delegado de Goldman Sachs antes de asumir su cargo actual, ha dicho que esa medida podría tomarse posteriormente y que el paquete no debería ser «punitivo».
No obstante, el ambiente político parece estar en su contra, pues tanto el candidato presidencial demócrata, Barack Obama, como el republicano, John McCain, han cargado contra la «avaricia» de los especuladores en Wall Street.
La propuesta demócrata también pide ayuda para los propietarios de viviendas y permite a los jueces suavizar los términos de las hipotecas de los dueños de casas que se han declarado en bancarrota para que puedan seguir en sus hogares.
«Muchos de nosotros votamos a favor de una guerra (en Irak) que ahora lamentamos», dijo en la cadena ABC el republicano Christopher Shays.
«Creo que hay un cierto número de congresistas que queremos suficiente tiempo. No hablo de una semana, pero sí suficiente tiempo para debatir esto», añadió.
La Cámara baja podría votar sobre el paquete el miércoles o el jueves, mientras que el Senado lo haría el viernes, según fuentes legislativas.
Los líderes de la bancada demócrata hablan de emitir sus votos finales sobre el proyecto de ley esta semana, un plazo que no les da mucho margen para cambios de opinión ni para debatir cuáles serán los próximos pasos en caso de que el plan no resulte.
«No se trata de quitarle (al secretario del Tesoro Henry Paulson) la oportunidad de actuar. Entendemos completamente la gravedad del momento», dijo el presidente de la junta del Comité de Banca del Senado, el demócrata de Connecticut Chris Dodd, quien añadió: «Pero no se pueden simplemente entregar US$700.000 millones del dinero de los contribuyentes sin insistir en que éstos reciban protección. Vamos a exigir (…) responsabilidad».
Según analistas de Wall Street, las discusiones sobre los detalles del plan, especialmente si amenazan con retrasar su implementación, podrían poner los «nervios de punta» a los inversionistas (especuladores bursátiles) de todo el mundo, quienes, a medida que se filtraban los detalles del plan la semana pasada, se apresuraron a comprar acciones con un ímpetu que no se había visto desde el crash de 1987.
La propuesta levanta -señalan medios estadounidenses- preguntas complejas sobre el papel del gobierno en los mercados financieros y el equilibrio de poderes entre el Congreso y el Ejecutivo.
Lo que más preocupa a algunos legisladores es que se les está pidiendo que firmen un gigantesco «cheque en blanco» sin que puedan imponer condiciones o regulaciones a cambio, coinciden comentaristas en Wall Street.
Lo que, obviamente, preanuncia una «semana complicada» para las bolsas y los mercados financieros.