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Caída de los precios del petróleo, situación crítica para Venezuela

Fuentes: questiondigital.com

De seguir las propuestas neoliberales, no solo se hará un daño irreparable a lo que se construyera durante tres lustros

Ciertamente, la caída de los precios internacionales del petróleo significa una situación muy grave para Venezuela; más grave que las anteriores crisis externas que se han dado durante los tres lustros de gobiernos bolivarianos, incluyendo el sabotaje petrolero.

Los precios del petróleo a nivel mundial han disminuido por lo menos en un 20% desde el pasado mes de junio, y la cesta petrolera venezolana concluyó la segunda semana de octubre con un promedio de 77,65 dólares por barril, con una caída de casi 22 dólares en el espacio de unos cuatro meses.

Aunque estamos lejos de los siete dólares por barril de principios de siglo, la dinámica de los últimos tres años -precios altos y estables por encima de los 100 dólares por barril – se extingue. Y eso significará al menos un 20 por ciento menos de ingresos para Venezuela.

El ministro venezolano de Economía, Finanzas y Banca Pública, Rodolfo Marco Torres, informó en la Asamblea Nacional sobre el Proyecto de Ley de Presupuesto Nacional para el año fiscal 2015, con un incremento del 34,7% con respecto al de 2014, bajo los criterios de «prudencia, racionalidad económica, con foco en cumplimiento de inversión social y cumplimiento de compromisos internacionales que ha caracterizado a la revolución».

En ese contexto se estima que el precio de la cesta de crudo venezolano se ubicará en 60 dólares por barril (con ingresos por el orden de los 124.074 millones de bolívares) y la inflación se ubicará dentro del rango de 25% a 30%. La previsión de crecimiento de la economía para 2015 es de 3% y el déficit fiscal se estimó en 3% del PIB. Siempre, el precio del crudo ha tenido una evaluación prudentemente baja en los presupuestos venezolanos, ya que las previsiones actuales estiman un precio promedio de entre 90-95 dólares por barril.

Actualmente el precio del barril venezolano se ubica en 76,73 dólares/barril. Torres dijo, asimismo que «contamos con la totalidad de las divisas para honrar el pago del bono PDVSA 2014″ que vence el próximo 28 de octubre. El gobierno prevé un endeudamiento de 143.790 millones de bolívares, ingresos por exportaciones no petroleras por 517.416 millones, y un aporte por recaudación tributaria de 510.000 millones de bolívares.

Las presiones externas

Sin interrupción, la derecha trasnacional, sigue con sus ataques y presiones sobre el gobierno de Nicolás Maduro. Si no bastaran las habituales presiones de la banca trasnacional y sus opinadores, de los «expertos» socialdemócratas que asesoran a funcionarios del gobierno para beneficio de sus intereses, se suman los «pragmáticos» neoliberales que desde adentro del bolivarianismo horadan los lineamientos de las políticas diseñadas por Hugo Chávez.
Según el Bank Of America Merril Lynch, si el declive en la cotización del crudo continúa el gobierno deberá apelar a financiamiento adicional por 12 millardos de dólares, «lo que requiere ajustes adicionales».

El banco estadounidense advierte que «por cada dólar de caída en los precios del petróleo, el sector público pierde 770 millones de dólares en ingresos netos». Considera que el sector público «tendrá un déficit externo» de 7 millardos de dólares si el precio promedio del petróleo llega a 80 dólares por barril, e insiste en sus recomendaciones sobre la venta de algunos activos internacionales (CITGO, la empresa de Pdvsa en EEUU) o acceder a los mercados financieros a un alto costo.

Bank of America prevé que el recorte en las importaciones llegue al sector público, aunque reconoce que el gobierno se concentrará en la compra de bienes de consumo masivo. Otra alternativa «sugerida» es el recorte de los envíos de petróleo vía Petrocaribe, que este año representan ocho millardos de dólares

Del sabotaje petrolero al 2014

Lo cierto es que en 2002-2003, cuando se produce el Golpe de Estado y el sabotaje petrolero, aconteció uno de los momentos más críticos de la macroeconomía venezolana]. Pero a pesar que el sabotaje casi paralizó la industria y redujo la exportación a mínimos históricos, el gobierno contaba con un gran apoyo popular, un entusiasmo que condujo a enfrentar este cierre de la producción y exportación de petróleo a partir del protagonismo popular y militar.

Pocos años después, a finales de 2008, Venezuela vivió otra grave situación de restricción externa situación parecida cuando los precios pasaron de 120 dólares el barril en junio a 30 dólares el barril en diciembre de dicho año. El presidente Hugo Chávez, en los primeros meses de 2009, designó un equipo formado por Jorge Giordani, Alí Rodríguez y Félix Rivas Alvarado, para enfrentar la situación.

La situación tendía a agravarse, porque por errores de conducción de la política macroeconómica, se habían tomado medidas procíclicas tal como lo reseñó en su oportunidad el economista Mark Weisbrot. Durante 2008, predominó una visión contractiva de la economía, de reducción del gasto público y aumento de tasas de interés que hacía que la economía entrara en una fase recesiva.

En esa ocasión, se diseñó y se llevó a cabo un ajuste, pero no un ajuste recesivo, no un ajuste neoliberal. Chávez anunció públicamente la situación, explicó las causas (la crisis capitalista mundial) y las medidas que obligaban al gobierno a hacer una más sabia disposición de los mermados recursos. No se sacrificó el gasto social y el gasto en proyectos estratégicos al mismo tiempo que se decretaron medidas de recorte del gasto suntuario en el sector público.

Ciertamente, era otra coyuntura con mayores fortalezas macroeconómicas y con una claridad estratégica. En esa oportunidad se superó la situación, básicamente porque las medidas tomadas no fueron contractivas: se le dio prioridad al gasto social a pesar de la necesidad de recortar el presupuesto (recorte que alcanzó casi el 65%). Pero una de los aspectos claves era que el gobierno contaba con una amplia disponibilidad de reservas operativas (unos 30 mil millones de dólares), lo que permitió enfrentar eficientemente el ataque cambiario y garantizar las importaciones necesarias.

Haciendo una comparación con la situación actual tenemos que el BCV no dispone de reservas operativas suficiente para enfrentar el ataque especulativo y las necesidades de importación. Mientras que la deuda externa ha crecido, gracias a la «exuberancia irracional» que mostraron los tesoreros del Ministerio de Finanzas (Alejandro Andrade) y de PDVSA (Víctor Aular), que se encargaron de emitir bonos pagaderos en dólares sin considerar las consecuencias que ahora estamos viviendo. Esta estrategia se convirtió en una trampa muy eficiente, la del endeudamiento externo que se traga la capacidad de maniobra de los presupuestos públicos.

Durante este año, se ha hecho una rutina que, en los últimos meses, el Ministro de Finanzas Marco Torres, ha tenido que salir a declarar que se pagarán el servicio de esta deuda externa con puntualidad.

Tampoco se permitió vulnerar la posición de los activos externos del país a través de la multiplicación de juegos especulativos de sectores financieros presionando por una mayor liberalización cambiaria, como se ha observado en el último período (SICAD 2).
Hace poco más de un lustro, el nivel de endeudamiento externo no llegaba a 11% del PIB y la industria petrolera venezolana no había avanzado en las megainversiones del llamado Plan de Siembra petrolera, y porque -entre otros factores- las necesidades de recursos no presionaba el flujo de caja de PDVSA ni la posición de los activos externos….

Con el llamado Plan de Siembra petrolera se abandonó la recuperación de la producción física ya existente, la capacidad de transporte y almacenamiento continuó deteriorándose sin que se atendiera oportunamente su desgaste; no se cumplió la orientación de hacer rendir los mal llamados «pozos marginales»; no se desarrolló el gas; mientras seguía creciendo el consumo interno; y, la capacidad de refinación afectada mortalmente por el incidente de Paraguaná no ha podido levantar su marcha a los niveles históricos.

Mientras se puso en marcha un proyecto sobredimensionado desde su implementación, que con sorpresa descubre que «hay cuellos de botella» porque los mejoradores necesitan tiempo y milmillonarias inversiones. Estando uno de acuerdo con la explotación de la Faja del Orinoco, lamentablemente se está demostrando que las ambiciosas metas de producción conducen a una planificación de inversiones faraónica que amenaza hoy con desestabilizar toda la economía venezolana y que requerirá mantenerse con más endeudamiento y con más presencia de la inversión directa extranjera.

Y, a mediados de semana, PDVSA anunció que invertirá 20.000 millones de dólares para incrementar en un 20 por ciento (265 mil barriles diarios) la capacidad de refinación de su circuito nacional, que puede procesar 1,3 millones de barriles por día de crudo, para solventar ese estancamiento de la producción de crudo del país, que ha rondado los 3 millones de bpd en el último lustro.

No existe un plan coherente con la capacidad de absorción de la economía venezolana y con la sustentabilidad financiera-y eso lo marcaron oportunamente a importantes asesores del área económica, los que obviamente fueron desoídos-, y para poder seguir con el mismo hoy se busca el apoyo (y el financiamiento) de Rusia, China y las trasnacionales, con el consabido crecimiento de la deuda externa y la previsible pérdida de soberanía.

Si se hace una comparación con las condiciones favorables (llamémoslas fortalezas) en lo económico con que se contaba en 2008, y las de ahora, el panorama es muy diferente, mucho más sombrío.

Lo lamentable es que esta situación está siendo aprovechada por el oportunismo y la mediocridad intelectual de algunos actores, que promueven la liberalización como salida. Los esquemas de liberación del tipo de cambio en un ambiente de shock externo y restricción de la balanza de pagos, tienen alta probabilidad de agravar el problema, especialmente porque no estamos en el mundo ideal donde los grandes actores que poseen dólares son racionales.

Las recomendaciones que se hacen pueden agravar el acorralamiento del gobierno bolivariano. Algunos vienen proponiendo liberar la fijación del precio del dólar, acompañando esta opción «de mercado» con una capitulación frente al dólar paralelo.
Si se libera el esquema cambiario, no tardarán las voces que promoverán flexibilizar la política monetaria para así «atraer» capitales, para corregir la «alta sobrevaluación», al mismo tiempo que contraer el «exceso de liquidez».

Pero el problema es que los capitales no se sentirán atraídos por altas tasas de interés (esquema brasileño), ni hay tal «alta sobrevaluación», y -peor aún- es totalmente falso que haya exceso de liquidez. Por tanto, tomar medidas de corte neoliberal abonan el camino para el escenario del «gobierno de coalición» -que propone, entre otros, el economista y exministro Víctor Álvarez- y a la capitulación política de la Revolución.

Por otro lado, hay una estrategia dirigida por la intelectualidad económica de la derecha internacional (en la que juegan -nada líricamente- los fondos buitre para comprar títulos públicos a precios de liquidación), que trata de imponer la idea del «no pago de la deuda externa», basándose en un criterio ético (como lo calificara el economista neoliberal Ricardo Haussman, ex-ministro de Carlos Andrés Pérez y funcionario del Banco Mundial): «por qué pagar la deuda externa si no le puedes pagar a tus proveedores de medicina», aunque siguen reclamando priorizar el ingreso de dólares por parte de PDVSA para ser comprados por los bancos, no para satisfacer las necesidades básicas de la población.

Curiosamente, a esta cínica estrategia (que replicaron oportunamente todos los economistas opositores), hay muchos dirigentes de la autocalificada izquierda bolivariana que se le han unido en la práctica y vociferan: que el gobierno no debe «pagar la deuda hasta raspar la olla».

Lo que vive hoy Venezuela son momentos graves, delicados, donde se hace necesario recurrir a la creatividad y al apoyo popular con base en la pedagogía que aprendimos con Chávez: participar, analizar y proponer. Ambas cosas desde la perspectiva revolucionaria. Hay que apoyar al presidente Nicolás Maduro, alentando no sólo la reflexión económica sino también la lectura política de la situación.

De seguir las propuestas neoliberales, no solo se hará un daño irreparable a lo que se construyera durante tres lustros, sino que se atentaría no solo contra las políticas bolivarianas de inclusión, justicia social y equidad, sino también contra los proceso de desarrollo de la cuenca caribeña basadas en el apoyo de Petrocaribe, por ejemplo. Un tsunami que no solo puede arrasar Venezuela sino que tendrá graves repercusiones (y consecuencias) en toda la región.

Fuente: http://questiondigital.com/?p=24963