Recomiendo:
0

Calidad, desigualdad y oportunidad

Fuentes: El Militante

Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal estadounidense, encabeza el banco central más importante del mundo. Su trabajo es revisar continuamente la situación del capitalismo norteamericano y decide que acción emprender. Al hacer eso, siguiendo las directrices marcadas por el Congreso de EEUU (el árbitro político para la clase política estadounidense), debe intentar reconciliar los […]

Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal estadounidense, encabeza el banco central más importante del mundo. Su trabajo es revisar continuamente la situación del capitalismo norteamericano y decide que acción emprender.

Al hacer eso, siguiendo las directrices marcadas por el Congreso de EEUU (el árbitro político para la clase política estadounidense), debe intentar reconciliar los objetivos de crecimiento económico con el mantenimiento de una inflación baja. En esencia, debe hacer las dos cosas que hacen feliz al capitalismo: los sectores manufacturero y empresarial con buenos beneficios y crecimiento; el sector financiero quiere una inflación baja así preservará sus ingresos procedentes de los tipos de interés.

En cuanto a la Reserva Federal, tiene varias armas económicas: decidir el tipo de interés básico para el préstamo, el derecho de emitir dinero (dólares) y el poder de insistir a los bancos comerciales sobre el depósito que deben hacer en el banco central, de este modo, controla la cantidad de dinero que hay en circulación en la economía.

Son instrumentos poderosos que afectan a la expansión anárquica y sin planificar, y a la contracción del crecimiento capitalista. Desde principios de los años noventa, la economía norteamericana ha crecido una media del 3 por ciento anual con una inflación inferior a esa cifra.

Sólo hubo una recesión suave en 2001. Es verdad que el crecimiento económico ha sido relativamente bajo en comparación con la edad dorada de los años sesenta, pero desde 2001, el crecimiento de los beneficios se ha disparado y la parte de la renta nacional destinada a los beneficios, comparada con los salarios, nunca ha sido tan elevada.

Así que no es sorprendente que Ben Bernanke y su predecesor, Alan Greenspan, sean tratados como dioses por la prensa capitalista, en EEUU y en la mayor parte del mundo capitalista desarrollado. Debido a eso, la prensa capitalista, las financieras y las empresas capitalistas babean con cada una de las palabras de Bernanke, y lo que éste dice sobre las perspectivas para el capitalismo e incluso, por qué y cómo, el sistema capitalista funciona, es seguido muy de cerca.

Hace unos meses, el bueno de Ben decidió pontificar sobre la cuestión de la desigualdad de la riqueza y los ingresos en la sociedad capitalista.

El capitalismo global parece disfrutar de un momento bueno, si se mide por el tamaño de los beneficios conseguidos por las grandes empresas y los bancos. Por supuesto, no es tan bueno desde la perspectiva de los desempleados, los pobres o las familias trabajadoras de los países «ricos» de la OCDE, menos aún para los dos mil millones de personas que viven con menos de dos dólares al día, en unas condiciones de vivienda horribles, sin sanidad, enfrentándose a los riesgos del medio ambiente y los peligros climáticos.

Los frutos del capitalismo

Pero el bueno de Ben es consciente de que, aunque el capitalismo de buenos frutos por el momento, existe una crítica creciente ante el hecho de que la mayoría no consigue nada de los frutos de los éxitos del capitalismo. En realidad, la mayoría que depende exclusivamente de vender su tiempo de trabajo para sobrevivir, realmente está experimentando una caída del nivel de vida. En esta columna y otras, se ha explicado cómo el nivel de vida las familias norteamericanas no ha subido en estos últimos veinte años. Además, la desigualdad de ingresos y de riqueza aumenta en EEUU y en la mayoría de las economías capitalistas desarrolladas.

Las grotescas noticias de que los directores del banco de inversión más poderoso del mundo, Goldman Sachs, reciben sólo en primas decenas de miles de millones, que tiene una plantilla de 170.000 trabajadores y ganan más de 9.000 millones de dólares anuales, mientras en las oficinas de Londres el personal de limpieza ha ido a la huelga para conseguir el salario mínimo, es sólo un ejemplo del alcance de esta desigualdad. Podríamos continuar… pero escucharemos primero a Ben.

En un discurso pronunciado el 6 de febrero en la Cámara de Comercio de Omaha, Ben Bernanke explicó ¡que el capitalismo estadounidense representa la igualdad! Pero no la igualdad de ingresos y riqueza, sino la igualdad de oportunidades: «la base fundamental del principio norteamericano es la idea de que todos los individuos deberían tener la oportunidad de triunfar, no garantizar la igualdad de resultados económicos».

Ben continúa y admite que las desigualdades de «resultados» (como él lo llama) han aumentado bajo el capitalismo. «El aumento de la desigualdad no es un acontecimiento reciente, ha estado presente durante las últimas tres décadas, si no más». Señaló que el ingreso de un trabajador norteamericano medio ha aumentado un 11,5 por ciento en términos reales desde 1979, pero el asalariado más pobre sólo ha tenido un aumento del 4% ¡en los últimos 27 años! Pero, el 10 por ciento de los que tienen más ingresos consiguieron una subida del 34 por ciento, pero el 10 por ciento tenía unos ingresos que eran 3,7 veces superiores a los que tenía ese 10% en 1979, ahora la relación ha llegado a 4,7 veces más.

Cuando Ben miraba a las familias, la situación era aún peor: el 20 por ciento de las familias con más ingresos se llevaba el 42 por ciento de todos los ingresos familiares en 1979, ahora tienen el 50 por ciento. El 20 por ciento con menos ingresos en 1979 sólo tenían el 7 por ciento, pero ahora ¡sólo tienen el 5%! El 1 por ciento de las familias en EEUU tiene el 14 por ciento de todos los ingresos, ¡en 1979 tenía el 8 por ciento!

No son buenas noticias, dijo Bernanke a su audiencia en Omaha, Nebraska, el hogar de Warren Buffet, el segundo hombre más rico del mundo y el inversor con más éxito. Con vacilación se preguntaba: ¿cuál es la razón de esta creciente desigualdad?

Aparentemente, en particular no se debía a un aumento de la demanda de trabajadores supercualificados a los que se paga más, como dijo Ben en Omaha, los ingresos millonarios como los que reciben las superestrellas del fútbol, ejecutivos de gran des empresas y empleados de Goldman Sachs no tienen nada que ver con una cualificación superior a la de sus predecesores. Su cualificación es la misma, sólo que la «sociedad» parece estar dispuesta a pagar aún más a ejecutivos financieros y deportistas.

Ben admitía que la globalización podría haber reducido los empleos para trabajadores no cualificados o al menos reducido su capacidad de negociación, pero no piensa que sea la razón principal para la creciente desigualdad de ingresos, y señala como clave a la educación.

El cambio continuo de la naturaleza del capitalismo anárquico ahora es global, por tanto, significa que si quieres un trabajo bien pagado tendrán que tener buena formación y ser capaz de moverte de una industria a otra. Aquellos que están bien formados serán los que ganen más. La respuesta de Ben es la siguiente: no necesitamos reducir la riqueza y los ingresos de los ricos mediante los impuestos progresivos o la propiedad pública (¡Dios nos libre!), no podemos reducir la desigualdad a través del gasto público que mejore la suerte de los pobres y desempleados. No, «el desafía de la política es eliminar la desigualdad de por sí, sino extender las oportunidades económicas tanto como sea posible… mediante una política centrada en la educación, la formación en el empleo y la cualificación».

Así que es eso. Más recursos para educación y formación. Nos vienen a la mente dos preguntas inmediatas: primera, si más educación es la respuesta a la reducción de la desigualdad (o al menos para establecer igualdad de oportunidades) ¿por qué la desigualdad de oportunidades empeora?

Gasto gubernamental

Tomemos el ejemplo de Gran Bretaña. Con el gobierno laborista el gasto en educación ha aumentado con relación al ingreso anual y gasto gubernamental. Esto ha ocurrido durante diez años en medio de las quejas y lamentos de la clase capitalista que se quejaba de lo elevados que eran los impuestos. Diez años después, las tasa de desigualdad de ingresos y riqueza en Gran Bretaña han aumentado, y por supuesto, también la desigualdad de oportunidades. Ahora es más difícil que hace veinticinco años ascender en la escala social si eres hijo o hija de una familia obrera.

La segunda pregunta es: ¿de dónde procede el dinero gastado en educación? La mayor parte del gasto en educación debe venir del sector del mercado capitalista (escuelas y universidades privadas) que está alejado del alcance de la mayoría de las familias obreras, o procede del sistema público (eso significa más impuestos). ¿Las familias de la clase obrera pagan más impuestos por recibir una educación mínima o los ricos pagan más? ¿La respuesta la dan ejemplos como Goldman Sachs, la familia Bush, o los gobiernos de Blair/Brown?

Pero lo más importante contra la tesis de Ben Bernanke es que «la igualdad de oportunidades» es el derecho objetivo y no «la igualdad de resultados», sin mayor igualdad de riqueza e ingresos no puede haber igualdad de oportunidades.

La razón para que los ricos sean más ricos es que son ricos, los pobres son más pobres porque son pobres. La desigualdad de ingresos y riqueza es endémica al sistema capitalista de producción y el capitalismo funciona mejor (al menos durante un tiempo) aumentando la desigualdad. Las medidas de desigualdad nunca caerán a menos que se frente al capitalismo, por supuesto, si frenas a un sistema este no funciona mejor, hay que cambiarlo.

El discurso de Ben Bernanke ante los ricos de Omaha se titulaba: El nivel y distribución de bienestar económico. Marx consideró el mismo tema hace más de ciento cincuenta años. Su mensaje principal era que una sociedad justa y cooperadora (una sociedad socialista) pediría a cada ciudadano que contribuye según sus medios y recibiría según sus necesidades. No era cuestión de tener igualdad de oportunidades, sino de tener los recursos para vivir de acuerdo con tus necesidades. Si tienes una familia grande, si tienes en tu familia personas enfermas o incapacitadas, las necesidades educativas, de jubilación, de hospitalización, etc., los recursos te los dará la sociedad.

Estos recursos vendrían de la contribución de todos a la producción (cada uno con distintos niveles y tipos de cualificación). Pero estos recursos no se podrían conseguir y distribuir para conseguir el «bienestar social» bajo un sistema de producción diseñado específicamente para garantizar que la propiedad de los medios de producción y distribución están en manos privadas (y sólo de unos pocos). En otras palabras, el sistema capitalista no puede conseguir la igualdad de oportunidades precisamente porque la necesidad de desigualdad de riqueza e ingresos es lo que funciona. Sólo una sociedad socialista permitiría reducir la desigualdad a través de la propiedad pública de la riqueza y la distribución planificada de modo democrático.

Recientemente, la ONU publicó un informe sobre la desigualdad en el mundo. El informe dice que «el 85 por ciento de la riqueza del mundo (propiedad, inversiones y dinero) la posee un 10 por ciento de la población». Una cuarta parte de estos supermillonarios están sólo en EEUU, el 50 por ciento más pobre de los 6.600 millones de habitantes del mundo posee sólo el 1 por ciento de lo que tienen estos ricos. Eso es igualdad de oportunidades.