Recomiendo:
0

¿Cambios en el pragmatismo neoliberal?

Fuentes: Rebelión

Primeramente, el «milagro brasileiro» debe ser analizado desde un punto de vista geopolítico, también debe tenerse en cuenta quiénes lo pregonan, con qué objetivo, y si las poblaciones en su mayoría lo consideran como tal, de manera genuina. Sin demasiada observación es fácil percibir que los establishments financiero – mediáticos de los países industrializados lo […]

Primeramente, el «milagro brasileiro» debe ser analizado desde un punto de vista geopolítico, también debe tenerse en cuenta quiénes lo pregonan, con qué objetivo, y si las poblaciones en su mayoría lo consideran como tal, de manera genuina. Sin demasiada observación es fácil percibir que los establishments financiero – mediáticos de los países industrializados lo consideran como tal en respuesta de la emergencia de la izquierda operaria latinoamericana, se trata de una movida geopolítica que se registra desde el ascenso de Lula da Silva y Chavez casi simultáneamente como agentes de poder en el «nuevo» tercer mundo post guerra fría, han bombardeado al mundo con esa imagen, la de Brasil Si, Venezuela No. Se ha diseminado la idea del «bueno» que no quiere confrontación de clases, que habla con todos y queda bien con todos, y la del «malo» que busca revertir el actual orden, y que resalta el conflicto de clases tan imperante en América Latina.

Se trata de dos teorías diferentes de cómo combatir la pobreza, por un lado los que creen que ayudando a la clase capitalista en sus negocios mejoraran las condiciones de los trabajadores y los pobres por osmosis directa, y por otro los que defienden la idea que los trabajadores pueden gobernarse a sí mismos y más aún que tienen mayor capacidad para crear riqueza colectiva en la actualidad con la enorme crisis que la burguesía ha creado.

El eje lulista ha buscado mezclar las dos opciones, ha buscado quedar bien con todos, a nivel nacional con la clase trabajadora, con los movimientos sociales y con la burguesía, y a nivel internacional con toda la gama de países y partidos democráticos. El resultado ha sido como vemos reprochable e incluso trágico, a tal punto que los investigadores, como la socióloga brasileña Maria Orlanda Pinassi (*), clasifican el neoliberalismo de Brasil en dos momentos de la siguiente manera, uno de Cardoso y otro de Lula da Silva, ambos con similitudes muy grandes:

«El primero dejó su marca en los años del gobierno de Fernando Henrique Cardoso (FHC) con las privatizaciones de empresas públicas, la desnacionalización de la economía, la desindustrialización, la reprimarización de la producción interna (producción y exportación de commodities), y la integración de la burguesía brasileña al imperativo capital transnacionalizado.

El siguiente momento indica el denominado neodesarrollismo, proceso característico de los gobiernos de Lula y Dilma. Sin romper con la lógica neoliberal, el «modelo» esboza formas neokeynesianas para administrar los daños causados por el neoliberalismo de las anteriores gestiones. El Estado trataría ahora de recomponer su función social mediante la creación de empleos, políticas de recuperación del salario mínimo y de redistribución de la renta, en tanto que la economía se renacionalizaría financiando por medio del BNDES una reindustrialización regulada por la sustitución de importaciones. Argumentos muy cuestionables…»

En realidad, la década ganada ha ocurrido en su país vecino Argentina, pero el FMI, el Banco Mundial y todos los organismos financieros se dedican a desprestigiar la política económica de ese país mientras alagan la de Brasil, en lo que parece una obsesión de Wall Street y Londres.

Por su parte, después de todo lo que han saqueado de Latinoamérica los comentaristas financieros tratan de acomodarse a quien menos les reta la condición de clase a sus editores y acreedores, cosas que ni en el más paupérrimo país de África o Asia ocurrieron en América Latina se hizo y se rehízo al antojo, hasta lograr el empobrecimiento que se ve hoy en día, la humillación y la miseria. En este caso Brasil aparecía como el mejor postor, Chile había sido usado ya en los 90 como anzuelo y no convenció. El desencanto post-caida del muro de Berlín ya había llegado, había que elegir a alguien. Era un candidato que se venía perfilado desde hace tiempos en los análisis imperiales, Brasil siempre ha sido catalogado como el país del futuro, no es algo nuevo, en lenguaje claro, el país modelo del tercer mundo: joven, dócil, pujante, proveedor, dadivoso y hasta divertido.

Sin embargo, mientras las sirenas de propaganda dicen que Brasil va bien, los ciudadanos de ese país inundan las grandes ciudades en protesta, al tiempo que mareas de brasileños de diferentes clases sociales continúan emigrando en éxodo económico, y aunque podría ser también índice de progreso, parece no parar; los cariocas inundan las capitales nacionales y provinciales de Europa Occidental y Estados Unidos, pero también de Asia y Australasia. La inconformidad con la vida diaria ha colmado la paciencia de la clase media y la pequeña burguesía, no se trata de una revolución pero si da índice claro del fracaso de la política económica y desvela lo que había por detrás de ésta, algo que todos los economistas discuten hoy en día: una política económica basada en la equiparación de la renta sin cambios estructurales significativos, la implementación de programas de asistencia social (subsidios) sin avances concretos en el estado de los aparatos productivos.

Ahora bien, existen dos posibilidades, que el PT y el aglomerado de alianzas políticas nacionales e internacionales apegadas al Lulismo viren y corrijan su error orientándose hacia la vía Venezolana y/o Argentina (quizás un hecho poco probable a estas alturas de su vida). O bien, que el país siga inflándose como una burbuja, pues después de todo las masas tampoco parecen capaces de desmantelar gobiernos al estilo «primavera árabe», y se siga pretendiendo que «aquí no pasa nada», apaleando alguna protesta aquí y ahí, coronándose de gloria en El Mundial de Futbol 2014 y las Olimpiadas de 2016 (**). Para la última vía tiene todo el apoyo del primer mundo, de Europa y EE.UU, los grandes acreedores del país.

Lo que ha acontecido en la última década en el Brasil es revisionismo disfrazado de pragmatismo, llevando a una década semi-perdida más. Ha sido ampliamente aceptado porque es nuestro aliado privilegiado en el concierto de las naciones, nuestro hermano mayor, ¿Quién le va a decir cómo comportarse? Esa nación jugo un papel preponderante a recrudecerse la dictadura hondureña y ha apoyado incondicionalmente el gobierno de Chavez y Maduro y de los demás gobiernos del ALBA, cosa que, sin embargo, no quiere decir que no se deba criticar y luchar por algo mejor. Sin embargo, es imposible llegar al socialismo por medio de las reformas. Se va a llegar algo pero no será socialismo. La única manera de llegar al socialismo es por medio de la revolución.

Pragmáticas también son ya todas las revoluciones de los países del ALBA que no han esperado las reglas de texto para emprender procesos revolucionarios. El pragmatismo de los países del ALBA radica en una convivencia pacífica dadas las condiciones de la realidad actual y las necesidades y anhelos de las mayorías, pero no el abandono de la lucha de clases en la trinchera de vanguardia que determinan los pueblos y no la burguesía. Los países del ALBA viven en el límite de esa lucha buscando ganar espacios al presentarse el momento adecuado y razonable, se sabe que en este momento histórico el capitalismo tiene una fuerza brutal y el socialismo después de haber caído rebrota poco a poco pero con firmeza.

Lecciones Aprendidas

Brasil necesita de América del Sur, y los pueblos de América Latina también necesitan de un Brasil revolucionario para poder poner en marcha sus propias revoluciones. La teoría de la revolución en un solo país se ve ampliamente cuestionada en el caso de nuestra región, basta ver el caso de Cuba cuyo aislamiento en la década de los 90 tuvo efectos nefastos para su economía.

Brasil nos demuestra que ya no basta haber sido parte del movimiento popular para gobernar, o haber sido sindicalistas. Pero también que no solo la clase trabajadora es la clase verdaderamente revolucionaria sino que es la única que en este momento histórico podrá gobernar hacia un horizonte de desarrollo. Solo líderes políticos provenientes de ésta clase o conectados a plenitud con sus ideas, gobernando con ella y no para ella, podrán ejecutar cambios históricos para los países.

Los acontecimientos en el Brasil de Lula y Dilma pero sobre todo en la Turquía de Erdogan confirman una tesis que había ya sido debatida por la Comintern; que la gran división actual del mundo es la línea divisoria cada vez más marcada entre los países del primer mundo y los del tercer mundo, la versión China de las cosas, según esto se equivocaba Kruschev. Lo deseable sería volver a construir un grupo de países, incluyendo Brasil, Turquía, México y muy deseablemente algunos países industrializados que generen la masa crítica necesaria para que el más importante antagonismo en el mundo sea entre los países socialistas y los países capitalistas. Después de todo, y a pesar del levantamiento revolucionario en América Latina, la clase trabajadora y los pueblos en general no han sido todavía reconocidos con una potencia política en sí mismos por otras potencias.

Muchos militantes de las cúpulas de lideranza de los partidos revolucionarios en América Latina, preferirían seguir la vía brasileña, o sea, la vía de la reformas beneficiando al pueblo sin perjudicar ninguno de los intereses de la burguesía, no entrar en contradicción con ella para que todo mundo crezca. Lo que sucede hoy en día es la respuesta tangible para esos sectores pues ello constituirá eventualmente una gran contracción ya que dos clases no pueden ser hegemónicas al mismo tiempo.

Por otro lado, el fracaso de los procesos revolucionarios en el medio oriente, su tendencia post moderna y la gran ausencia de la lucha de clases en el conflicto, se han interpuesto ante los ojos como una vía poco duradera y poco seria. En Brasil nos hemos ilustrado aún más, ya que la confusión en medio oriente es casi incomprensible desde la visión latinoamericana. Brasil, sin embargo, nos ha leído que es lo qué está ocurriendo como reflejo de las mudanzas del pensamiento o la actualización del pensamiento de los movimientos sociales en la actualidad. Ha sido sin duda un antes y un después, y los errores se han visto a flor de piel desde el día uno de las protestas anti-partidistas.

Los movimientos políticos en América Latina deben tener mucho cuidado con la óptica con que se ve la lucha de clases en la actualidad, la pobreza viene interpretada de muchas formas y es manipulada constantemente para hacer ver que, como es una pobreza en evolución, se ha perdido la consciencia de clase, cuando en realidad las tensiones de clase son peores hoy en día que hace décadas o mejor dicho peor que nunca. La masa vagabunda en estos momentos pertenece a redes caudillistas de la derecha, si bien por un hilo bien frágil, esté podría ser inversamente proporcional al liberalismo de los movimientos políticos de izquierda que no han sentado bases aun sobre el dominio del monstruo que ha creado la burguesía; después de todo es esta la que ha esculpido a su antojo la masa asalariada y vagabunda y no al contrario.

Una cosa es clara en las condiciones actuales, los que realmente quieran revertir la situación de los pobres en América Latina solo tienen un camino y está ya ante sus ojos, vías intermedias, negociadas o reformistas no tienen otro destino que el fracaso por mucho que se quiera presionar para su continuismo. Por el momento las señales que va dando el PT no desestiman cambios, como las políticas en materia hospitalaria que implican la masificación de los servicios de salud con el programa Mais Medicos (***), un aumento en la calidad y oferta educativa y cambios en los sistemas de transportes estatales y nacionales. Sin embargo, un partido no va a cambiar de un día para otro, puede haber un re-direccionamiento de la política por parte sus propias figuras públicas, o la emergencia de miembros cuyo pensamiento se presente más adecuado a la coyuntura actual, es decir al seguimiento de un acercamiento a las políticas económicas de Venezuela y Argentina. Estas, aunque economías mucho menores que Brasil son sus vecinos directos, en geopolítica el vecino marca la pauta, la «teoría del vecino de tierra firme» y desarrollo de núcleos regionales marcado por el avance tecnológico actual del ser humano como fuente principal de desarrollo nos dice que Brasil se verá, al menos eventualmente, urgido a terminar su aislamiento en el contexto de la política económica aplicada hasta ahora y que al final no ha sido seguida por ninguno de sus vecinos inmediatos en América del Sur o en Latinoamérica, algunas sinergias se lograron con partidos o cuadros individuales de México y El Salvador, nada más.

En el campo tampoco ha habido Reforma Agraria, no se ha enfrentado el problema del acaparamiento por los mega núcleos feudales, de hecho el MST se ha desmovilizado, de 662 tomas de tierra-asentamientos en 2004 se pasó a 184 en 2010; si en 1999 participaban en estos asentamientos 113,000 familias, en 2010 solamente lo hicieron 16,900 (****). Esto no responde a una casualidad. Los movimientos sociales, no solo de Brasil sino que de todo el continente se han visto involucrados en el contexto brasileño porque, aunque han pecado de ingenuidad buscando una «tercera vía» a la situación actual latinoamericana, y aunque son amigables a los procesos revolucionarios proletarios, tienden a elaborar una focalización por un lado localista y por otro anti – estatista de la realidad de las cosas, el grado de rechazo a la búsqueda del poder del Estado varía mucho entre el arcoíris de análisis que de ellos emana, sin embargo, prefieren una opción en la que el pueblo trabajador no esté involucrado en el poder real de la nación, y esto incluye que los representantes del pueblo se hayan distanciado de las consignas que portaban en su juventud, lo que importa es el ahora, cuando ya están derechizados. Es ahí donde nacen las condiciones que dan legitimidad a su existencia como movimiento anti-sistema. Por otro lado en Brasil también los sindicatos y partidos políticos pragmatizaron demasiado con el eje lulista, sin por lo tanto reaccionar a tiempo una vez el estallido social logrando una participación heroica en las calles el 11 de julio. Se ha caído colectivamente en una trampa.

La revolución hondureña debe ser independiente y tomar una postura de manera autónoma con respecto a los acontecimientos en Brasil y de lo que está ocurriendo entre Brasil y las demás naciones suramericanas, y por otro lado Brasil y los países del ALBA. Cuba, en su proceso natural de formación socialista, tiene una posición determinada con respecto a Brasil, que no debe ser vista como una línea política hacia otras revoluciones que se encuentran en fases más tempranas de desarrollo. En el caso de Honduras se tienen que estimar todas las circunstancias políticas existentes para medir si la relación con Brasil elegida traería mejores opciones de desarrollo para la población hondureña, sabiendo que es la parte política la que eventualmente contrae o distiende los procesos revolucionarios. Las naciones revolucionarias suramericanas saben que su relación con Brasil es un ápice importante, y que la derecha no pueda tener las condiciones para llegar al poder es de extrema importancia. Sin embargo, si por un lado se tiene que tener relaciones de solidaridad en ningún momento se debe descuidar la mirada sobre el hecho de que es la vía elegida por el gobierno brasileño, la vía lulista, y ahora dilmista de las corrientes en el poder al interno del PT, la que los estaría llevando al desmoronamiento. La primera onda de revolución de la pequeña burguesía en el mes de junio y con replicas hasta el día de hoy, por un lado, y el gran paro nacional del mes de julio realizado por los sectores sindicalizados y organizados de la izquierda por otro, abren la puerta para una crítica más directa, porque en América Latina ya no hay tiempo para experimentar. En este caso el silencio es para los diplomáticos.

En definitiva han sido los medios occidentales, las grandes corporaciones de medios de masas que han agrandado el trabajo del PT, que han difundido la idea del nuevo Brasil pujante y poderoso, cuando detrás de eso lo que había era una realidad parcial, a medias, un milagro si pero para los ricos y las transnacionales brasileñas, no para la población ni para la nación en general. El país no avanza hacia el desarrollo como lo han hecho los NICs asiáticos en los años 60 y 70, o como lo ha hecho Malasia en décadas más recientes. Es muy fácil gobernar si estos conglomerados están de tu parte, pero el cuidado que hay que tener porque se puede caer el tiro por la culata lo que vemos ahora con gran evidencia, las realidades no se pueden esconder como quien tapa el sol con un dedo. Las democracias liberales al estilo occidental cómo funcionan en todos los países de América Latina hoy en día solo podrán encaminarse hacia el desarrollo cuando se den algunas circunstancias particulares, mismas que observamos en solo dos o tres países. En cada década ha habido un país latinoamericano modelo que apuntaba hacia el desarrollo y servía como ejemplo a los demás gobiernos oligárquicos, como dando una señal que si se estaba avanzando, pero ello ha sido siempre un espejismo, el desarrollo integral de las naciones no le conviene ni a las potencias externas ni a la burguesía local que ha progresado al margen del avance social.

Elemento Aislador

Existe una situación geopolítica que tiene eventual influencia en todo lo que relaciona la nación brasileña. El país se encuentra en búsqueda de una zona natural de influencia, pero América Latina parece, a pesar de su inmenso poder, nadar en otra dirección, especialmente sus pujantes vecinos, Argentina en el borde sur, y Venezuela en su borde superior. Estas interacciones en el sur pueden ser novedosas en América Latina que aún mantienen la mayoría de sus conexiones internacionales fuera de la región pero que poco a poco se va independizando, es signo de progreso el hecho de entrar ahora en una nueva etapa de independencia con respecto a las antiguas y nuevas metrópolis, sin embargo la dirección puede ser la equivocada como vemos.

Por otro lado, la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa es una institución post colonial, que si bien habla con sus miembros con mucha democracia, Brasil queda demasiado grande en esta instancia de países significativamente separados geográficamente y con procesos de evolución histórica diferentes.

Con Europa occidental y del sur se mantienen muy buenas relaciones, pero las condiciones de economía central y país avanzado vrs subdesarrollado se presentan como una barrera definitiva. España, y las demás superpotencias europeas, intenta con todas sus fuerzas atraer la atención sobre el Brasil Si, Venezuela (y ahora también Argentina) No. La Familia Real Española, los altos poderes del gobierno de turno en España, Francia y otros países se pasean en el palacio de Plan Alto y en los resorts del atlántico sur cada vez que necesitan un acuerdo comercial o cada vez que el resto de América Latina no avance por donde ellos quisieran, y el PT los recibe con altisonancia. El PT también ha aumentado las relaciones de Brasil y América Latina con todo el mundo y eso es algo que hay que reconocer, el acercamiento a África, el Medio Oriente y Asia es remarcable sin dejar de ser una nación periférica. En ese sentido, los BRICS son aún una instancia nueva que parece no homogénea en cuanto a sus intereses. Rusia tiene ya sus aliados incondicionales en sus fronteras inmediatas, Ucrania y Bielorrusia y otros. ¿Con quien queda Brasil entonces? ¿Quién sigue sus pasos en materia de política económica y social? Nadie.

Después de derechizar el Foro de Sao Paulo (*****) se han lanzado a declarar Latinoamérica como principal socio, pero en esta empresa no han tenido los mejores resultados pues la mayoría de países continúan a forjar sus modelos económicos sin entusiasmarse mucho con los resultados que iba obteniendo Brasil y que las embajadas podían reportar desde un inicio. Casi todos los países donde la izquierda ha triunfado aplican recetas económicas similares a las de Venezuela o a las de Argentina, manteniendo su propio modelo particular, pero en sí con el mismo nivel de rompimiento con el modelo neoliberal y el eje imperialista financiero de Washington y la UE.

La cúpula política del PT podría evidentemente contrarrestar este efecto y acercase más a América Latina si planea fortalecer su influencia sobre ésta y además, si planea enriquecerse de las experiencias vividas por sus vecinos para no cometer viejos y nuevos errores en política económica.

Notas

*Maria Orlanda Pinassi. (Neo) desarrollismo o lucha de clases. 21-08-13. Herramienta. Rebelion.org

** Es previsible que al ocurrir protestas masivas los medios de masas van a reportar discretamente lo que acontece sin boicotear al estilo Beijing 2008 que logró desagradar a gran parte de la opinión publica china y al PCCh durante la XXIX olimpiada. La retórica es, según se observa en todos los factores relaciones a ese país: Brasil aunque es amigo (en la Internacional Socialista), tampoco tiene que agrandarse con demasiadas ilusiones.

*** El gobierno de Brasil ha anunciado oficialmente que estima en el corto plazo, contratar al menos 6,000 doctores de base para trabajar en las regiones con menor carga de galenos por habitante, la mayoría como parte de Brigadas Médicas cubanas, pero también de los sectores que viven desempleo en España y Portugal.

**** Maria Orlanda Pinassi y Deferico Daia Firmiano. El MST, la reforma agraria y el neo-desarrollismo. 15-08-13. Correo da Cidadania. Rebelion.org

***** Narciso Isa Conde. Lula, el Foro de Sao Paolo y las izquierdas. 9-08-13. Rebelion.org

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.