Organización, protesta, solidaridad y propuestas son algunas palabras que pueden sintetizar en parte, mi sentimiento al pasar el 13 de mayo con los caminantes por la reforma agraria y por el cambio de la política de este gobierno. Estuve en la marcha para contribuir con el proceso de formación que todas las tardes se realiza […]
Organización, protesta, solidaridad y propuestas son algunas palabras que pueden sintetizar en parte, mi sentimiento al pasar el 13 de mayo con los caminantes por la reforma agraria y por el cambio de la política de este gobierno. Estuve en la marcha para contribuir con el proceso de formación que todas las tardes se realiza con los 12 mil participantes.
Llegada la hora dedicada a la formación, el altoparlante convoca a todos para que se sienten en las respectivas carpas y enseguida iniciar la conferencia de la tarde. En menos de cinco minutos no hay nadie circulando, todos ya están con su radio, sintonizando a la radio itinerante Brasil em Movimento. Me corresponde a mí y a la hermana Delci, asesora de las pastorales sociales de la Conferencia Nacional de Obispos del Brasil (CNBB), hablar sobre el proceso de las semanas Sociales Brasileñas y del Grito de los Excluidos/as. Después de nuestra exposición, todos permanecieron en los más de 600 grupos debatiendo las cuestiones que les planteamos.
Un ejemplo de organización
Son 12 mil personas venidas de 23 Estados, en su gran mayoría gente joven y pobre, pero con una sola determinación: exigir cambios en nuestro país. La propia marcha apunta hacia los cambios, ya es un cambio.
Basta decir que acompañan esa multitud solamente 8 policías y que no ha ocurrido ningún incidente. La marcha tiene diversos grupos que garantizan la organización de todo. Además de la coordinación, están los equipos secretaría, salud, alimentación, montaje y desmontaje de carpas, prensa, seguridad, comunicación, negociación, mística, limpieza, agua, radio, para citar algunos. Todo funciona en el más perfecto orden, al contrario de la imagen que algunos órganos de prensa intentan mostrar.
En contraste, basta a la gente comparar con la Cumbre Árabe- Brasil, ocurrida hace unos días, en donde fueron movilizados centenas de militares para acompañar algunos jefes de Estado, además de todo un aparato bélico-militar. Sin olvidar de que los dos eventos son de naturaleza muy distinta, tenemos que reconocer que, el pueblo, en el caso de los caminantes, sabe organizarse, sabe lo que quiere, y que incluso la policía militar y de carreteras, bien podría ser prescindida. En la marcha hay 31 camiones, 8 buses, 10 camiones pipa, 12 carpas grandes y 20 pequeñas, 10 mil radios, 328 personas trabajando en salud y 450 personas en la cocina, sirviendo 24 mil raciones por día. La acompañan también 130 niños/as y 19 bebés.
La marcha inicia todas las mañanas alrededor de las seis. De inmediato los equipos de desmontaje de las carpas entran en acción. Cuando escasamente la marcha recorrió algunos kilómetros pasan los camiones con las carpas que serán montadas 20 kilómetros más adelante. Pasan también 6 buses, con trescientas personas que son los encargados de montar las carpas. Cuando la marcha llega, alrededor de las once, ya está todo listo, inclusive, muchas veces, con lo colchones ya extendidos, de 600 a 1000 en cada carpa.
Un detalle que vale mencionarse es que, si en los primeros días los equipos demoraban dos horas para montar una lona en donde se alojaban hasta mil personas, después de 13 días de marcha, lo hacen en 35 minutos. Para darse una idea del nivel de organización, dos ejemplos que me llamaron la atención: la basura es recogida por completo. Cuando la marcha parte de un lugar donde acampó, no sobra siquiera un papel y, a lo largo de la caminata, algunos compañeros se adelantan con baldes de agua para dar a los que van pasando y tienen sed.
Religiosas y religiosos
Me causó mucha impresión el grupo de religiosos/as de la Conferencia de Religiosos del Brasil (CRB). Además de organizar los momentos de celebración y de mística, ayudan en la salud, en la alimentación, en el montaje y desmontaje de carpas, dando un testimonio conmovedor. A pesar de que la jerarquía de la Iglesia en el Brasil se encierra sobre sí misma, se preocupa más de las cuestiones internas y eclesiales y se distancia de lo social, la CRB, cumpliendo su papel, da un testimonio profético en esta marcha. No hay como desconocer esto. Ojalá, el ejemplo de estas religiosas y religiosos haga que la cúpula de la Iglesia perciba que, sí continúa en el mismo rumbo, en el futuro, estará hablando solamente consigo misma. En este sentido, pienso que la marcha está contribuyendo también para sacudir a la Iglesia.
Apoyo a la marcha
Es impresionante el apoyo de la población que vive a lo largo de las villas y ciudades situadas en las carreteras que conectan a Goiania y Brasilia. Temprano de mañana, antes de la salida del sol, cuando la marcha llegó a Abadiânia, centenas de personas, todos los moradores de la ciudad, salieron a la carretera; mujeres, niños, viejos, en fin, toda la población de la ciudad, expresó su incondicional apoyo a los caminantes.
En esta recta final, es importante que todos apoyemos la marcha, con nuestra presencia, con donaciones, divulgando la marcha y estimulando la participación del mayor número posible de personas en la llegada a Brasilia el 17 de mayo. Más allá de las reivindicaciones específicas ligadas a la reforma agraria la marcha exige el cambio en la política económica, el gobierno tiene que cambiar de rumbo, tiene que volver a colocar al pueblo brasileño como actor en la lucha por el cambio. Pero no es solo la política económica que tenemos que cambiar, es el modelo que debe ser sustituido. Ese modelo neoliberal no sirve para el Brasil, no sirve para la nación, para el pueblo brasileño.
La marcha nos convoca a todos y ojalá a partir de ella tengamos en el Brasil un resurgimiento de las luchas sociales.
(Traducción ALAI)
* Secretario del Servicio Pastoral de los Migrantes (SPM) y del Grito de los Excluid@s.