Los agricultores cultivan sin agrotóxicos ni transgénicos, y demuestran que es posible una agricultura sustentable sin el auspicio de las multinacionales.
Familias campesinas del sur de Brasil demostraron, una vez más, que es posible llevar adelante una agricultura sustentable sin utilizar productos químicos o semillas transgénicas.
Según informó el Movimiento Sin Tierra (MST) en su sitio de Internet, agricultores de la zona metropolitana de Porto Alegre obtuvieron arroz agroecológico por quinto año consecutivo. Las estimaciones de los especialistas del MST confirmaron que, en la zafra 2006/2007, se cosecharon alrededor de tres mil toneladas del cultivo, criado sin uso de agrotóxicos o semillas transgénicas.
Asimismo, se informó que las plantaciones de arroz agroecológico ocupan, aproximadamente, un 20 por ciento de las tierras cultivadas de la zona. Igualmente, de las cerca de 700 familias que asentadas en el área metropolitana de Porto Alegre, 150 producen este tipo de cultivo.
Este dato no es menor, si se tiene en cuenta el gigantesco avance del modelo agrotécnico en Brasil, donde las multinacionales han copado las tierras del sur con soja transgénica. Al mismo tiempo, las grandes empresas del agro invierten millones de dólares al año en cabildeos, y en un sistema propagandístico que ubica a sus productos como la única vía para una agricultura sustentable en términos económicos.
Contradiciendo esta visión hegemónica, un campesino de la zona, Huli Marcos Zang del asentamiento Hijos de Sepé Viamão se alista entre quienes adhieren a la producción sin químicos. Para el agricultor, la mayor ventaja de la agroecología es que genera autonomía de las multinacionales y el mercado.
«Producimos nuestras propias semillas y no precisamos comprar otros insumos en las agropecuarias ni depender de las multinacionales. Conseguimos producir sin depender del mercado. No importa lo que ocurra, producimos igual», afirmó el campesino de Porto Alegre.
Según el MST, las ventajas de producir sin agrotóxicos son varias. La agroecología no degrada el medio ambiente, no contamina el agua y no es nociva para la salud de los productores, así como para los consumidores. De la misma forma, son varias las ventajas económicas ya que el costo de la mano de obra es más bajo y el precio del arroz económico es más alto que el convencional.
En este sentido, según el Instituto Riograndense del Arroz (Irga), el costo de la labranza tradicional de arroz se encuentra alrededor de los tres reales (1,4 dólares) por hectárea, mientras que, en el sistema agroecológico, los campesinos tienen un gasto de sólo un real (0,5 dólares) por hectárea cosechada. Por otra parte, en el mundo cada vez se abren más mercados para los productos orgánicos, que son muy valorados por consumidores europeos.
Además de poseer ventajas en el plano económico, la agroecología impulsa la recuperación de valores culturales ancestrales como la pequeña agricultura familiar, tan vapuleada en los países de América Latina por culpa del latifundio y de la acción de las multinacionales del agro.
Asimismo, el modelo que contempla el uso de agrotóxicos es sumamente nocivo para los campesinos, ya que los distintos químicos que se aplican funcionan a modo de asesino silencioso. Un ejemplo de ello es el altamente tóxico Gramoxonne, a base de Paraquat y fabricado por Syngenta, que se cobra de la vida de cientos de agricultores en Centroamérica (ver «Cultivar hasta la muerte» APM, 10/09/2006).
El hecho de que se cultive arroz orgánico, por quinto año consecutivo, representa una fisura en el discurso de las multinacionales y demuestra que lograr la soberanía alimentaria para los pueblos no es un objetivo tan lejano.
http://www.prensamercosur.com.ar/apm/nota_completa.php?idnota=2981