Hace 17 años, el 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez, ganó las elecciones presidenciales en Venezuela por abrumadora mayoría (56.20%). El país sudamericano enterró el bipartidismo y clausuró un ciclo de pesadilla en el que la sucesión de crisis y ajustes estructurales pareció no tener fin. Ayer, justo 17 años después, Nicolás Maduro, sucesor […]
Hace 17 años, el 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez, ganó las elecciones presidenciales en Venezuela por abrumadora mayoría (56.20%). El país sudamericano enterró el bipartidismo y clausuró un ciclo de pesadilla en el que la sucesión de crisis y ajustes estructurales pareció no tener fin.
Ayer, justo 17 años después, Nicolás Maduro, sucesor de Chávez en la Presidencia, perdió el control del poder legislativo que pasará a manos de la oposición. Tras 18 victorias en diversas contiendas, ésta ha sido la primera derrota de cargos electos. A partir de ahora, pase lo que pase, es posible que estemos ante otro cierre de ciclo. Pero, ¿estará el chavismo ante su canto del cisne?
En primer lugar, recordemos que se trata de unas elecciones legislativas, no presidenciales y, por tanto, el ejecutivo continúa gobernando hasta 2019.
Sin embargo, la abultada victoria de la oposición, con más de 100 diputados (finalmente 112), le da lo que se llama «mayoría calificada» que le permitirá, entre otras cosas, aprobar o rechazar cualquier ley, dar voto de censura al vice-presidente y ministros, proponer reformas constitucionales, entre otras atribuciones legislativas.
Por otra parte, con la fuerza que ha exhibido la oposición se plantea la posibilidad de convocar un referéndum revocatorio al Presidente de la República a partir del 15 de abril de 2016 pero estarían obligados a superar en el referéndum los resultados que alcanzó Nicolás Maduro en 2013.
La oposición aún no tiene el gobierno pero esta victoria deja al actual gobierno debilitado ante un escenario de fuerte crisis económica, política y social.
La gran pregunta es por qué después de tantas victorias, esta vez sí ha perdido el chavismo. Para responder a esta cuestión es necesario plantearse qué ha sido y qué es el chavismo.
En sus orígenes, el chavismo pivotó sobre dos grandes columnas:
1. Una reacción al recetario neoliberal y a la crisis de legitimidad bipartidista que no solucionaba los problemas de las grandes desigualdades dentro de una sociedad venezolana profundamente fracturada.
2. Un proyecto político que, desde que Chávez entró en la escena política en 1992, estuvo orientado a superar la dependencia petrolera y el pésimo reparto de su renta.
¿Y qué ha ocurrido en estos 17 años? veamos algunas claves de un primer análisis del día después de una derrota.
Primera clave, enfrentamiento con EEUU
El plantear el reparto y control de la renta petrolera fue para Venezuela firmar una declaración de guerra contra EEUU que considera casi cualquier reserva energética del mundo (y más aún, las del Hemisferio Occidental) como una cuestión de Seguridad Nacional. Este enfrentamiento se tradujo en un rosario de intervenciones, mediáticas, económicas, políticas, directas e indirectas, del gigante del Norte contra Venezuela, incluyendo el Golpe de Estado de abril de 2002. 17 años después, aunque Venezuela ha diversificado compradores, ha seguido dependiendo de Washington.
Segunda clave, dependencia petrolera
El chavismo ha sido incapaz de reducir su dependencia rentista del petróleo durante estos 17 años. No ha logrado generar tejido industrial, ni recuperar la producción agrícola, ni establecer una economía de servicios medianamente competitiva. Aunque logró retener un porcentaje mucho mayor de la renta petrolera en el país, suficiente para enfurecer a diversos lobbies multinacionales, no consiguió superar la dependencia petrolera y mantuvo las consecuencias de una economía rentista.
Mientras los precios del petróleo fueron altos, el chavismo mantuvo el reparto de la renta con una fuerte apuesta social basada en programas sociales que mejoraron ostensiblemente las condiciones de los sectores más desfavorecidos, redujeron espectacularmente niveles alarmantes de pobreza y proporcionó salud y educación gratuitas a todos los sectores sociales.
Sin embargo, en los últimos años, Estados Unidos, que sigue siendo adicto a las energías fósiles, apostó por el fracking y los países productores de crudo no quisieron disminuir su producción, lo que provocó la fuerte caída de los precios petroleros que impactaron dramáticamente en la economía venezolana y en la sostenibilidad de su modelo social. Fue ahí cuando la escasez de productos de primera necesidad, la ineficiencia, el clientelismo, la corrupción y una política social desestructurada y desorganizada, comenzaron a desgastar los logros del chavismo.
Tercera clave, fracaso con los problemas endémicos
Si preguntan en la calle por qué ha perdido el chavismo estas elecciones, la respuesta es muy clara: escasez de productos, subida de precios, desabastecimiento e inseguridad. Sin embargo, estos problemas, que han generado un creciente malestar en la población, se vienen incubando desde hace años, son producto de unas inercias estructurales que el chavismo creyó poder conjurar con solo evocarlas pero que ha sido incapaz de superar. El gobierno se ha defendido argumentando que son inducidos por factores con intereses contrarios al proceso pero este argumento, en esta ocasión, no ha sido suficiente para convencer a las mayorías.
Cuarta clave, falta de institucionalidad
El chavismo fue incapaz de generar una institucionalización que asentara conquistas sociales y el diseño de un nuevo modelo de Estado que mantuviera de forma sostenible y eficiente un sistema político y económico orientado a la igualdad y a la justicia social.
Quinta clave, radicalización de la oposición
La oposición no solo es heterogénea sino que está profundamente dividida. La violencia callejera promovida a principios de 2014 por Leopoldo López y María Corina Machado, minó el liderazgo de Henrique Capriles Radonski que pretendía un acercamiento al chavismo y trataba de alcanzar unos acuerdos de mínimos en temas claves como la inseguridad. Esta división de la oposición ha permitido que durante estos 17 años los sectores radicales de extrema derecha tomaran la iniciativa política impidiendo cualquier acuerdo de Estado entre gobierno y oposición y generando un clima de ingobernabilidad constante que ha obstaculizado el desarrollo de las políticas del gobierno.
Sexta clave, heterogeneidad del chavismo
El chavismo tampoco es homogéneo. El malestar social endémico que dio origen al chavismo aglutinó en un mismo proceso distintas sensibilidades políticas, distintos sectores sociales, visiones de país, civiles y militares. Esta heterogeneidad ideológica, que ha sido fortaleza en la unidad y como bloque contra las embestidas de la derecha, sin embargo, ha impedido el diseño de políticas claras y coherentes. El chavismo se ha convertido más en un sentimiento político de unidad de sectores políticos y sociales heterogéneos frente a una clase dominante que en una doctrina política claramente definida.
Esta derrota es un toque de atención no solo al chavismo sino a la izquierda en general cuando tiene que pasar de las intenciones, del discurso por la igualdad y la denuncia de las injusticias sociales, a gobernar con políticas viables que den solución a las necesidades concretas de los ciudadanos.
Conclusión
Los resultados de la elección de ayer pueden ser engañosos. En 1972, en un librito titulado «Venezuela contemporánea, ¿un país colonial?», el historiador Federico Brito Figueroa sostenía que su país, en buena medida como consecuencia de la producción/dependencia petrolera, era un excelente ejemplo del colonialismo posterior a la descolonización. Es verdad que hasta cierto punto Chávez acabó con la tutela extranjera pero no con la dependencia petrolera y sus nefastas consecuencias sociopolíticas. ¿Lo hará la oposición?
Aunque suene a tópico, lo cierto es que ante la fuerte polarización que vive y padece la sociedad venezolana, la oposición debe asumir su victoria con responsabilidad ante el reto que le han concedido los ciudadanos, algo de lo que hasta ahora no ha hecho gala. Su victoria se debe más al fracaso del gobierno en afrontar los problemas que azotan el país que a méritos propios como opción política que ilusione a las mayorías.
El voto a la oposición, como su nombre indica, es un voto de oposición más que un voto de construcción y no se debe olvidar que las políticas de la llamada Cuarta República, con su viejos dirigentes que siguen activos, tampoco pudieron solucionar los problemas endémicos irresueltos, dependencia petrolera, el reparto de la riqueza, las desigualdades, la marginalidad o la inseguridad.
Mientras tanto, el chavismo, que no es solo este gobierno, ha dejado una profunda conciencia política en el pueblo venezolano que ha marcado un antes y un después en la historia de este país y con capacidad y fuerza suficiente como para renovarse y generar nuevos actores y movimientos políticos que entren en la escena política venezolana y latinoamericana. Que nadie lo dé por vencido.
* Juan Agulló es sociólogo ([email protected]); Rafael Rico Ríos es Ingeniero de Telecomunicación (@rafaelricorios)
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