1. Introducción
Siempre que la recurrente escasez de tiempo y la inspiración lo permiten, trato de escribir reflexiones que, humildemente, ayuden a comprender y cuestionar en términos sociales y económicos el mundo en el que vivimos. Tales reflexiones suelen destilar un cariz negativo, propio de la crítica racional (no apologética) del modo de producción mundialmente dominante: el modo de producción capitalista. Es por ello por lo que, en algunas ocasiones, he sido legítimamente interpelado acerca de cuál es mi propuesta para superar aquello que analizo sin condescendencia alguna. Ciertamente pienso que la mayoría de los autores críticos con el orden hegemónico actual olvidamos, quizás por una cuestión de dificultad y vaguedad intelectual, el análisis de propuestas positivas que ayuden a superar aquello que criticamos. Abordar esto último es fundamental, pues, de otra manera, la crítica por la crítica supone un gasto de energía del todo inútil.
Motivado por lo anterior, este texto presenta una breve comparativa crítica entre los modos de producción capitalista y comunista, dado que el segundo de ellos, a través de la abolición de la propiedad privada de los medios de producción, supone la superación positiva de las contradicciones inherentes al primero. Se desea manifestar desde ya, que, más allá de algunos fundamentos de carácter general, no existe una definición unívoca de comunismo, por lo que es muy probable que en el presente escrito incurra, en determinados momentos, en mi concepción personal acerca de lo que este modo de producción tan particular significa. En definitiva, este texto tiene como objetivo la discusión racional de una alternativa positiva al capitalismo con el fin de estimular su comprensión y persecución en aras de construir una sociedad científica, justa y sostenible.
El resto de este escrito se organiza como sigue: la Sección 2 se dedica a describir someramente el concepto de modo de producción, puesto que el presente artículo trata de la contraposición de dos modos de producción: el capitalista y el comunista. A continuación, la Sección 3 trata de la caracterización fundamental de las relaciones sociales de producción y los criterios rectores de los modos de producción capitalista y comunista. La Sección 4esboza una comparativa entre ambos en los citados términos. Finalmente, la Sección 5 concluye el texto.
2. Modos de producción

Desde tiempos inmemoriales, para su supervivencia y desarrollo, toda sociedad necesita —repetidamente a lo largo del tiempo— producir, distribuir y consumir sus medios de vida en lo que se conoce como proceso económico. Para ello, es requisito imprescindible en primera instancia que la fuerza de trabajo humana emplee los medios necesarios de producción disponibles (por ejemplo, materias primas y herramientas). A nivel social, la combinación de fuerza de trabajo y medios de producción se denomina fuerzas productivas. Estas fuerzas productivas son organizadas atendiendo a unas determinadas relaciones sociales de producción, las cuales poseen la peculiaridad de ser históricas, esto es, transitorias, acotadas en el tiempo. Las relaciones sociales de producción son inseparables de los distintos agentes de la producción social organizados, por lo general, en diferentes clases sociales. La composición de fuerzas productivas y relaciones sociales de producción conforma la conocida como estructura o base económica. Finalmente, la base económica determina de qué modo se constituye la superestructura, es decir, de qué manera se articulan elementos como los sistemas político y jurídico, los aspectos culturales, etc., para el apuntalamiento de dicha base económica. Por supuesto, si bien la base económica es el pilar de la superestructura, esta última también influye en la primera a través de un proceso que es dialéctico, por tanto, no exento de contradicciones y tensiones que eventualmente pueden llevar a la sustitución de la base económica en cuestión por una nueva. En síntesis, y de acuerdo con la Figura 1, un modo de producción puede definirse como una base económica particular junto a la superestructura expresada por aquella.
La humanidad ha transitado por diversos modos de producción a lo largo de su historia, destacando, por orden cronológico, la comuna primitiva, el esclavismo, el feudalismo y el capitalismo. El trabajo humano es el elemento central común a todos ellos. Supongamos a continuación que el valor total de la producción P de una sociedad de mercado es V. Además, supongamos también que V es equivalente a la suma vf+vm+ve≡V, donde vf es el valor de la parte de producción destinada a la reproducción de la fuerza de trabajo (es decir, al consumo necesario de los productores directos), vm es el valor de los medios de producción «incorporados», ya sea total o parcialmente, a P, y ve es el valor de la parte de producto excedente. Si ve>0, una parte o la totalidad de ve puede destinarse a acumulación con objeto de ampliar la escala de la reproducción social, lo que se identifica con el crecimiento económico. Asimismo, nótese que el valor nuevo creado por el trabajo humano e incorporado al producto total P es vf+ve, en otras palabras, el valor del producto total, V, tras descontarle el valor de los medios de producción «integrados», vm.
En esta sección hemos presentado algunas categorías y conceptos básicos necesarios para la posterior discusión. A modo de marco de análisis general, tales categorías y conceptos nos ayudarán a caracterizar los modos de producción capitalista y comunista en relación con aquellos puntos fundamentales de los mismos que compararemos.
3. De las relaciones sociales de producción y los criterios rectores
Si, tal y como hemos referido anteriormente, el trabajo humano es el elemento central común a todos los modos de producción, en contraposición, podemos considerar las relaciones sociales de producción como el elemento más característico y distintivo de cada modo de producción particular. Es por esto mismo que, en la presente sección, esbozamos brevemente cómo son las relaciones sociales de producción y los criterios rectores en el capitalismo y el comunismo.
3.1 En el capitalismo
La producción social en la economía capitalista adopta la forma de mercancías cuya realización en el mercado depende esencialmente de la relación entre oferta y demanda. La capitalista es la economía de mercado por antonomasia, pues hasta la fuerza de trabajo es en ella una mercancía. El proceso económico capitalista es desarrollado por, grosso modo, dos grandes clases sociales: la clase capitalista y la clase trabajadora. La primera ostenta los medios de producción de la sociedad, mientras que la segunda carece de ellos. Para obtener sus medios de vida, la clase trabajadora vende su fuerza de trabajo a la clase capitalista, la cual explota (objetivamente hablando) dicha fuerza de trabajo a fin de obtener una ganancia privada. En concreto, vf equivale aquí al conjunto de salarios y otros costes laborales, así como el valor excedente ve, conocido como plusvalía en el modo capitalista de producción, es apropiado gratuitamente —sin compensación alguna a la clase trabajadora— por el conjunto de la clase capitalista en primera instancia. En condiciones normales, ve se divide principalmente en dos partes de distinta magnitud dedicadas a acumulación (cuya dimensión viene impuesta por la competencia) y consumo improductivo de la clase capitalista. Para posibilitar el proceso productivo, esta clase ha de adelantar un capital por valor de vf+vm. La ganancia privada es el resultado de la redistribución de la plusvalía entre los distintos agentes capitalistas a consecuencia de la competencia.
El criterio rector del modo de producción capitalista es la maximización de la rentabilidad o tasa de ganancia, g’, definida como el cociente entre la plusvalía y el capital adelantado para la producción, es decir,
g’ ≡ ve / (vf+vm).
Cada capitalista individual dispone de diversas maneras de aumentar la rentabilidad de su inversión particular, entre las que destacan la reducción salarial, el aumento de la jornada laboral y el incremento de la productividad, por ejemplo, a través de la mecanización de sus procesos productivos.
3.2 En el comunismo
La producción social en el comunismo está fundamentalmente centrada en la generación de valores de uso destinados a la satisfacción de las necesidades de la humanidad, necesidades cuya determinación es social y función del contexto histórico y geográfico. La producción social no adopta la forma de mercancías, pues el comunismo no se corresponde con una economía de mercado. Por el contrario, la producción está orientada a cubrir íntegramente la demanda social material. Es decir, gracias a la planificación, el empleo de las fuerzas productivas disponibles es optimizado para que, si estuviésemos hablando de una economía de mercado, no existiese un desfase entre oferta y demanda. Así, la figura del dinero pasaría a la historia (la medida, necesaria para la planificación económica, de la cantidad de trabajo invertido en las diferentes ramas de la producción se realizaría directamente a través de la cuantificación de los tiempos de producción).
La posibilidad de lo anterior se explica por la socialización de los medios de producción ligada a la supresión de las clases sociales. En otras palabras, en el comunismo ya no existe una clase social que, gracias a la ostentación de los medios de producción de la sociedad, explota el trabajo ajeno para la obtención de una ganancia privada. En contraste, todo individuo con capacidad para el trabajo debe trabajar a fin de producir un equivalente de (es decir, lograr) sus medios de vida, los cuales forman una parte del total de la demanda social material.
Tal y como ya se ha mencionado al inicio de esta subsección, el criterio rector del comunismo es la producción de los valores de uso P que satisfacen las necesidades de la humanidad, posibilitando con ello la reproducción de la sociedad a lo largo del tiempo. Si P≡pf+pm+pe, pf representa aquí los medios de vida (en sentido amplio) de todos los individuos de la sociedad con capacidad para el trabajo que han de trabajar para obtenerlos, mientras que pm es la parte de producto que repone los medios de producción consumidos en la generación de todos los medios de vida de la sociedad. De otra parte, el producto excedente pe se divide en dos componentes de diferente magnitud dedicadas a 1) una acumulación proyectada de acuerdo con las necesidades de crecimiento económico del conjunto social, y 2) a proveer (junto con un fondo para contingencias) los medios de vida de todos los individuos de la sociedad que no son aptos para el trabajo: menores, enfermos crónicos, ancianos, etc. La posibilidad de materialización de esta producción y distribución racionales pasa por la planificación del proceso económico social. Su éxito es factible en pleno siglo XXI gracias a la alta cualificación de los trabajadores unida al progreso científico y tecnológico sin parangón de la Era de la Información.
4. Comparación entre capitalismo y comunismo
Mediante el apoyo que supone todo lo expuesto hasta el momento, en esta sección abordamos una sucinta comparativa entre capitalismo y comunismo en términos (todos ellos interrelacionados) de empleo, desigualdad y pobreza, vivienda y servicios públicos, crisis, y medio ambiente y sostenibilidad.
4.1 Empleo
Como ya sabemos, la fuerza de trabajo en el capitalismo es un tipo (especial por su capacidad de generar valor nuevo) de mercancía. Su realización en el mercado, como la de toda mercancía, está supeditada a la relación entre oferta y demanda. En definitiva, el desempleo en el capitalismo, inseparable aquel de este modo de producción, no es más que el resultado de una mayor oferta de fuerza de trabajo respecto de la demanda de esta. El porqué de la posibilidad de tal desfase radica en que el valor de uso de la fuerza de trabajo para su comprador, esto es, para la clase capitalista, es la valorización de su capital. Si la clase social que posee los medios de producción no estima oportuno, en base al criterio de maximización de la rentabilidad de su inversión, la compra de un mayor volumen de fuerza de trabajo a pesar de la existencia de un excedente de oferta ocurrirá el desempleo. En contraste, la desocupación en el modo de producción comunista es virtualmente nula, pues recordemos que todos los individuos de la sociedad aptos para el trabajo han de trabajar, en el marco de una economía planificada, para producir sus medios de vida y los de aquellos que, por cualquier razón, no están capacitados para el trabajo. Teniendo en consideración 1) la elevada productividad de las fuerzas productivas en la actualidad y 2) que los actuales desempleados e individuos de la clase capitalista y de las clases privilegiadas en general pasarían a trabajar en el comunismo, se puede prever que, por término medio, cada individuo de la sociedad comunista requeriría trabajar unas pocas horas a la semana, pudiendo dedicar la mayor parte de su vida al disfrute y a su desarrollo personal y social.
4.2 Desigualdad y pobreza
Realmente, la cuestión de la desigualdad y la pobreza consustancial a aquella entronca con el resto de los puntos discutidos en la presente sección. En consecuencia, sólo se esbozarán aquí algunas líneas generales.
En el modo de producción capitalista, el origen de la desigualdad y la pobreza reside en la existencia de una clase social que ostenta los medios de producción y, por tanto, el poder (a pesar de las contradicciones y tensiones existentes) de dirigir la producción social de la riqueza material en función de sus intereses privados de clase. A este fin contribuyen elementos fundamentales de la superestructura como son los Estados y sus políticas, materializadas en acuerdos como el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea y corolarios suyos como las sucesivas reformas para la extrema desregulación del mercado laboral. De este modo, no deja de verificarse un trasvase continuado de valor desde las rentas del trabajo hacia las rentas del capital. Esta creciente desigualdad interclasista tiene su reflejo en hechos como los acontecidos durante los últimos veranos: mientras millonarios disfrutan de unas vacaciones a todo tren, miles de niños andaluces, por falta de recursos, tienen que acudir a comedores escolares para poder alimentarse adecuadamente. En contraposición, gracias a la socialización de los medios de producción, en el comunismo no existe una clase social que se beneficie de la apropiación gratuita del producto del trabajo ajeno, sino que todo individuo con capacidad para el trabajo produce un equivalente de sus propios medios de vida. En otras palabras, salvo en el caso de aquellos que por circunstancias objetivas no pueden trabajar, cada individuo de la sociedad comunista sólo puede apropiarse del fruto de su propio trabajo. El resultado es que la desigualdad se minimiza, desapareciendo asimismo la pobreza dado el elevado grado de desarrollo de las fuerzas productivas de la humanidad en la actualidad.
4.3 Vivienda y servicios públicos
La vivienda es una mercancía en el modo de producción capitalista, y, como tal, se ve sometida a la especulación, precios desmedidos (en relación con su valor) y desequilibrios de mercado que conllevan el que una gran cantidad de personas no tenga acceso —o lo tenga en condiciones abusivas— a un hogar. De otro lado, los conocidos como Estados del bienestar que, a pesar de las trabas que suponen a la acumulación, fue posible construir en el marco de las excepcionales condiciones surgidas tras el final de la Segunda Guerra Mundial, vienen siendo sistemáticamente desmantelados desde los años setenta. En otras palabras, las crecientes dificultades de valorización del capital, que pueden ser explicadas mediante la ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia (véase la siguiente subsección) y que tienen su reflejo en el empleo y la creciente desigualdad antes discutidos, favorecen la privatización a toda costa de los servicios públicos de, por ejemplo, sanidad, educación y pensiones. La conversión de un servicio público en un negocio privado, el cual se rige por la lógica de la rentabilidad, va en perjuicio del interés de la mayoría social. Un ejemplo no muy lejano de esto es que, contrariamente a la lógica de satisfacer las necesidades sociales, los grupos de sanidad privada ahorraron costes laborales en plena pandemia del coronavirus COVID-19 cuando los recursos sanitarios del sistema público se demostraron insuficientes. Muy al contrario, teniendo presente que el criterio rector del comunismo es la producción de valores de uso destinados a satisfacer las necesidades de la humanidad, dado que la vivienda, la asistencia sanitaria, la educación y la producción de medios de vida para aquellos individuos que están incapacitados para el trabajo son necesidades sociales básicas, su cobertura está garantizada a través de la planificación económica en este modo de producción.
4.4 Crisis
También consustanciales al modo de producción capitalista son las inevitables crisis económicas (en tanto que interrupción del ritmo de acumulación), las cuales tienen un carácter cíclico. Las crisis favorecen la destrucción de fuerzas productivas y la centralización del capital al hacer desaparecer del mercado los capitales de menor competitividad, lo que implica la asalarización de antiguos trabajadores autónomos y capitalistas junto a la concentración de la riqueza en un menor número de manos (es decir, el aumento de las desigualdades sociales). Podemos distinguir, en el modo de producción capitalista, entre dos tipos de crisis: las de desequilibrio de mercado y las de escasez de plusvalía. Siendo de mucha mayor importancia el segundo tipo, estas clases de crisis son bosquejadas a continuación.
Crisis de desequilibrio de mercado. Este tipo de crisis se origina por la desproporcionalidad entre diferentes sectores de la producción social en términos de oferta y demanda, lo que, dependiendo del punto de vista dado por cada sector, puede concretarse en crisis de sobreproducción o crisis de realización. El germen de estas crisis está en que la producción en el capitalismo es el fruto de múltiples decisiones individuales en consonancia con la denominada libertad económica. De esta manera, lograr una reproducción equilibrada, esto es, sin desproporcionalidades intersectoriales, sólo puede ser resultado del azar. Por consiguiente, sólo la planificación racional del proceso económico puede evitar esta clase de crisis y, por ende, permitir una reproducción equilibrada. Sin embargo, la planificación económica entra en contradicción con el principio de libertad económica, luego no es realizable en el capitalismo. Por el contrario, un tipo de crisis equivalente (y conscientemente decimos «equivalente» dado que la sociedad comunista no es una sociedad de mercado) no puede producirse bajo el modo de producción comunista al quedar optimizado el uso de las fuerzas productivas disponibles mediante la planificación para estrictamente cubrir la demanda social material.
Crisis de escasez de plusvalía. La explicación a las crisis de escasez de plusvalía se encuentra en la ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia que enunciamos a continuación. En el modo de producción capitalista, los cocientes ve/vf y vm/vf se conocen con los nombres de cuota de plusvalía, pv’, y composición orgánica del capital, q, respectivamente. A partir de estas definiciones, la tasa de ganancia g’ indirectamente expresada por la ecuación g’ ≡ ve / (vf + vm) puede ser escrita como
g’=pv’ / (1 + q) ≡(ve/vf) / (1+ (vm/vf)) =ve / (vf+vm).
Con objeto de mejorar su posición competitiva en el mercado, cada capitalista individual persigue la mecanización (automatización) de sus procesos productivos a fin de incrementar la productividad de estos. En términos agregados, este comportamiento a lo largo del tiempo tiende a aumentar la composición orgánica del capital q por una menor necesidad de mano de obra (menor vf) así como por una potencial mayor inversión en medios de producción (mayor vm). Tal incremento de q hace que la tasa de ganancia g’ tienda a caer, lo que la clase capitalista puede mitigar limitada y temporalmente intensificando la explotación laboral (es decir, aumentando pv’). Por ejemplo, esto revela la causalidad subyacente entre la Gran Recesión de 2008 y las posteriores reformas para la extrema desregulación del mercado laboral en España. Lo más interesante de este desarrollo, conocido como ley del descenso tendencial de la tasa de ganancia (verificado y verificable empíricamente), es que demuestra que el modo de producción capitalista posee límites históricos inherentes a su propia dinámica de acumulación. Por supuesto, al ser esta dinámica una propiedad exclusiva del modo de producción capitalista, las crisis de escasez de plusvalía no pueden darse fuera del mismo, en general, ni, por tanto, en el comunismo (que ni siquiera contempla el concepto de plusvalía), en particular. En este último, crisis como la Gran Recesión de 2008 pasarían a la historia.
En principio, no existe ninguna razón objetiva que nos lleve a identificar la posibilidad de algún tipo de crisis de naturaleza económica bajo el modo de producción comunista al margen de la sobrevenida de una escasez generalizada de recursos materiales o de una destrucción sustancial de fuerzas productivas en general (por ejemplo, por el acontecimiento de una catástrofe natural imprevista de vastas dimensiones). No obstante, este problema relativamente poco probable, al afectar al propio trabajo de la sociedad, sería transversal a todo modo de producción y no endógeno del comunismo (obsérvese que el referido acontecimiento de una catástrofe natural imprevista de vastas dimensiones que suponga la sobrevenida de una escasez generalizada de recursos materiales o de una destrucción sustancial de fuerzas productivas en general, es mucho más probable bajo el modo de producción capitalista debido a la aceleración del cambio climático derivada del mismo). Más aún, no debemos perder de vista que, tal y como hemos mencionado anteriormente, las propias crisis del capitalismo conllevan la destrucción de fuerzas productivas.
4.5 Medio ambiente y sostenibilidad
Que la actividad humana tiene un impacto medioambiental es innegable. En concreto, es irrefutable la dañina huella ecológica fundamentalmente causada por el uso de combustibles fósiles, uso que es inseparable de la libertad económica consustancial al modo de producción capitalista. Su utilización acelera el cambio climático que pone en peligro la supervivencia de nuestra especie, la de nuestro planeta tal y como lo conocemos y, por ende y contradictoriamente una vez más, la del propio modo de producción en un acto de suicidio. La supervivencia de la humanidad es la más insoslayable de las necesidades sociales. Es por ello que el comunismo garantiza una reproducción social medioambientalmente sostenible a través de la planificación económica.
5. Conclusión
En este escrito, tras presentar algunas bases teóricas útiles para la posterior discusión, hemos realizado una breve comparativa crítica entre los modos de producción capitalista y comunista en términos de empleo, desigualdad y pobreza, vivienda y servicios públicos, crisis, y medio ambiente y sostenibilidad. Como se ha visto, todas estas cuestiones están interrelacionadas, por lo que su solución sólo puede ser abordada de una manera, por así decirlo, holística. Siendo el modo de producción capitalista el mínimo común denominador de tales cuestiones, se concluye que es precisa la superación positiva de dicho modo de producción a través de la socialización de los medios de producción, abandonándose la lógica de la rentabilidad en pos de un nuevo criterio rector del proceso económico basado en la producción de los valores de uso que satisfacen las necesidades de la humanidad en su conjunto. Como reflexión adicional, piénsese en la gran cantidad de investigaciones científicas (por ejemplo, en el ámbito de la medicina) cuyo potencial resultado sería beneficioso para la humanidad pero que son guardadas en un cajón por no ser rentables.
Finalmente, este escrito pretende, humildemente, contribuir a estimular ese cambio de conciencia social en el plano de la superestructura imprescindible para la transformación de la base económica.
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