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Sacerdote colombiano preso en Brasil

Carta a Oliverio, el padre de las FARC

Fuentes: resistir.info

Camarada Oliverio: Leí las notas que escribiste en la prisión brasileña donde te encarcelaron. En este momento ellas recorren el mundo levantando una onda de solidaridad. En esas líneas los que no sabían de tu existencia encuentran el retrato de un humanista, de un combatiente, de un revolucionario. De lejos imagino la decepción de los […]

Camarada Oliverio:

Leí las notas que escribiste en la prisión brasileña donde te encarcelaron.

En este momento ellas recorren el mundo levantando una onda de solidaridad.

En esas líneas los que no sabían de tu existencia encuentran el retrato de un humanista, de un combatiente, de un revolucionario.

De lejos imagino la decepción de los esbirros de la policía brasileña que te interrogaron por orden de Uribe. Siento vergüenza por Brasil, mi segunda patria, y orgullo por tu firmeza.

Eras un joven sacerdote, como tu compatriota Camilo Torres, cuando te tocaron las primeras persecuciones. Durante ocho años, del 75 al 93 desarrollaste con esperanza ingenua un trabajo pastoral en Neiva. Hacías lo poco que estaba a tu alcance para mejorar las condiciones de existencia de las comunidades campesinas vistas por el poder como esclavos de nuevo tipo. En los caseríos de Huila adquiriste un prestigio que inquieto a las autoridades. Los terratenientes de la región protestaron en Bogota contra la actividad subversiva desarrollada por un sacerdote que proclamaba la necesidad de dar educación, salud y comida a comunidades en la miseria, cuya vida poco mejorara desde los tiempos del virreinato de Nueva Granada. El ejercito amenazo con matarte. Dejaste la sotana y fuiste para las montañas. Para continuar al lado del pueblo no tenías otra opción. Las FARC-Ejercito del Pueblo te recibieron fraternalmente.

«Fue grande mi sorpresa -revelas- cuando descubrí que la guerrilla tenia en su línea política, desde el inicio, la propuesta de construir la solución pacifica de los problemas del pueblo colombiano»

En tus notas de prisión iluminas capítulos de la historia contemporánea de Colombia. Valió la pena el esfuerzo porque la historia oficial de tu país transforma en héroes a enemigos del pueblo como Santander y Uribe y presenta como un villano y asesino a Manuel Marulanda, el héroe moderno que asume los ideales bolivarianos.

No olvido, Oliveiro, el dia en que te encontre por primera vez. Fue en Porto Alegre durante el I Foro Social Mundial. Yo había publicado unos artículos en defensa de las FARC después de pasar algunas semanas en el campamento de Raúl Reyes, en Caquetá. Conocía y admiraba el trabajo que desenvolvías en Brasil. Nos abrazamos como viejos amigos.

En el año siguiente intervenimos en el Foro, en la misma Oficina, al lado, si no me falla la memoria, de François Houtart, Julio Gambina, José Reinaldo de Carvalho, Gloria la Riva, y Samir Amin.

Combatíamos y combatimos por la causa de la humanidad, en defensa de la paz, la libertad, del socialismo, contra la barbarie.

Saber que estas en una cárcel me duele doblemente porque las rejas son brasileñas. Participaba en un Seminario Internacional en Río de Janeiro, cuando los media informaron que la policía federal brasileña te había detenido, atendiendo el pedido del gobierno de Álvaro Uribe.

De nuestra tribuna, en la Universidade Estadual do Rio, se elevo una de las primeras protestas contra el acto de violencia, inadmisible que te alcanzaba. En una charla que hice a invitación del Partido Comunista Brasileño tu caso fue también ampliamente debatido. La reacción unánime era de indignación.

Los periódicos comentaban el pedido de extradición con la habitual hipocresía. El gobierno de Lula, desacreditado frente al pueblo, permanecía mudo. ¿Miedo a los señores de Washington? Políticos del sistema salían en su defensa, para explicar el silencio cobarde, alegando que el problema es de la esfera de lo judicial.

Casi ciertamente, Lula, en el Palacio de Alvorada, no quiere oír hablar de tu prisión. Se lava las manos como el procónsul romano en Jerusalém, Poncio Pilatos, cuando los judíos aprendieron al profeta Jesús y esperaron de el una decisión, antes de crucificarlo.

Obviamente, Oliverio, las sutilezas jurídicas que encantan a los políticos de la burguesía empeñados en la definición de las fronteras de los poderes Ejecutivo y Judicial son invocadas apenas para desviar la atención de la evidencia: tu prisión es una indignidad, un acto de capitulación frente al gobierno fascistizante de Álvaro Uribe.

Contra ella se levanta ya el clamor de todos aquellos que en América Latina luchan por la paz, contra el imperialismo, por una democracia que no sea de fachada.

Oliverio, se que tu nombre de registro, en Colombia, es Francisco Antonio Cadena. Más para todos tus amigos es Oliverio Medina. Resides hace años, legalmente, en Brasil, tienes una compañera brasileña, un hijo brasileño.

Confiar en la independencia de los jueces del Supremo Tribunal Federal que ordeno tu detención seria una ingenuidad peligrosa.

Uribe hace presión para que te entreguen. Luego forjarían un proceso acusándote de narcotraficante, talvez de asesino. Washington trataría de pedir de tu extradición.

Conocí al comandante Simón Trinidad, preso en Quito por los policías de Ecuador y de Colombia (con la ayuda de la CIA) y después entregado a Uribe que aplaudió su extradición para los Estados Unidos. Soy amigo fraternal del comandante Rodrigo Granda, secuestrado en Caracas por la policía secreta colombiana (con la colaboración de la CIA y de traidores venezolanos) y encarcelado en un presidio uribiano.

Repiten ahora contigo, en otro contexto, una «operación» criminal cuyo objetivo es el mismo: capturar en un país extranjero un cuadro destacado de las FARC-EP, llevarlo para Colombia y entregarlo después a los EEUU.

Exigir del Gobierno de Lula una toma de posición firme que conduzca a la liberación de Oliverio Medina es un deber para aquellos que, en Brasil y en el mundo, creen en los principios y valores por los cuales luchan hace más de 40 años los guerrilleros de Manuel Marulanda, héroe bolivariano de América Latina.

¡Estamos contigo, Oliverio!

15 de Septiembre del 2005.

Traducción: Pável Blanco Cabrera