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Carta a un compañero

Fuentes: Aporrea

Le escribo al compañero o compañera del campo de la revolución, del chavismo. Estas reflexiones no son para las élites de ningún tipo, ni las tradicionales, ni las de nuevo cuño. Te escribo a tí, al que ha enarbolado toda la vida las banderas del socialismo, desde los tiempos del heroísmo, la entrega, la metralla, […]

Le escribo al compañero o compañera del campo de la revolución, del chavismo. Estas reflexiones no son para las élites de ningún tipo, ni las tradicionales, ni las de nuevo cuño.

Te escribo a tí, al que ha enarbolado toda la vida las banderas del socialismo, desde los tiempos del heroísmo, la entrega, la metralla, de arriesgarlo todo; al soldado de la Patria, al de la Academia, del 4 de febrero, del 27 de noviembre; a los dirigentes populares, hombres y mujeres que desde los barrios, las fábricas, los campos, siempre resistieron los embates de la violencia contra el pueblo; al que durante estos veinte años, o más, ha militado en la revolución; al que salió de cualquier parte, al que despertó y se movilizó para acompañar con pasión, honestidad y amor al Comandante Chávez, su palabra, su ejemplo, su lucha.

Le escribo al joven, estudiante, trabajador, al que apenas era un niño cuando todo ésto empezó, al futuro de la patria. Le escribo al hombre y mujer humilde, que junto a sus hijos y sus sueños vuelve a la pobreza y la desesperanza. Le escribo al que tuvo que abandonar la patria, dejar atrás a los suyos, desprenderse de los afectos, de la familia. Le escribo al hombre y mujer, honesto, militante, que está atrapado en sus contradicciones, en silencio, incrédulo o haciendo acrobacias para no aceptar la realidad, en un mundo de excusas y justificaciones, para no moverse de su posición, inmerso en tareas que no le permiten reflexionar.

Es momento que hagamos un alto, hay que reflexionar con crudeza lo que está sucediendo en el país. Hacer una revisión interna, en cada uno de nosotros, con honestidad, con el espíritu crítico y contestatario que caracterizó al Comandante Chávez.

Si evaluamos lo que está pasando, sin engañarnos o evadir la realidad, debemos concluir que la situación actual del país, es un desastre, lo opuesto a lo que quería el Comandante Chávez para la Patria, para el Pueblo. Parece obvio lo que digo, pero es que parte del problema es que no lo reconocemos, lo evadimos, lo minimizamos.

Éste NÓ es un gobierno socialista, al contrario, cada día nos alejamos más de la posibilidad socialista. Tampoco es Chavista, porque nadie se puede proclamar Chavista, sin reconocer el socialismo como nuestra meta superior, será el socialismo del Siglo XXI, no será ni copia, ni calco de otros modelos, pero debe ser socialismo, el resto son malabarismos para siempre caer en el capitalismo.

El gobierno entrega la soberanía económica del país: entrega el petróleo, el gas, vende PDVSA, entrega el Arco Minero, desmantela las empresas del Estado, las cede al capital privado, destruye el trabajo.

Ahora la política está detrás de la economía, los actores económicos, especuladores y demás agentes, operan a sus anchas, hacen lo que les da la gana, sin control, el gobierno desmanteló la capacidad de dirección del Estado, su papel rector: la hiperinflación, mega devaluación, especulación, desabastecimiento, ¨bachaqueo¨, contrabando, han empobrecido al pueblo, son los demonios del capitalismo salvaje; el gobierno es incapaz de garantizar los derechos fundamentales del ciudadano: alimentación, seguridad, salud, vivienda, educación; ni los servicios básicos: agua electricidad, transporte; hoy día somos un país más violento, injusto, con una minoría extremadamente rica y una inmensa mayoría pobre que, desesperada, sale del país como puede, lo abandona sin esperanzas. El madurismo ha destrozado las bases materiales que le darían soporte, impulso al modelo socialista.

Si revisamos a Chávez, en su esencia programática, este gobierno Ni es chavista, Ni es socialista. No sólo ha abandonado al socialismo como propuesta, sino que se ha desviado, ha hecho inviable, el cumplimiento de los objetivos históricos del Plan de La Patria.

Allí, en ese documento póstumo del Comandante Chávez, en sus objetivos históricos, que es lo que tiene valor como la propuesta estratégica, el presidente Chávez, plasmó sus ideas más avanzadas. Es el documento que recoge su sueño, es lo más acabado de su pensamiento político, luego de años de experiencia política y de gobierno, un plan que era posible, luego de haber conquistado y fortalecido los pilares fundamentales de nuestra Patria.

Invito a todos a revisar este documento, estudiarlo, los objetivos históricos deben ser analizados y defendidos por el Chavismo. No aceptar alejarnos de ellos. Una cosa es el desarrollo del Plan por sectores, que por supuesto deben ajustarse, sobre todo porque las condiciones han cambiado y el daño infringido a los pilares de la patria han sido graves, profundos, se tambalean, pero los objetivos históricos están más vigentes que nunca, constituyen nuestra orientación estratégica.

Independientemente de que el gobierno se proclame socialista y diga en sus discursos destemplados que este desastre es socialismo (con lo cual le han hecho un tremendo daño a esta noble causa); independientemente de que Maduro diga que él representa al chavismo, «al único chavismo posible, el chavismo madurismo», todos sabemos que hemos retrocedido a un modelo que, si lo pudiéramos definir en términos económicos y sociales, no es más que un capitalismo atrasado, periférico y dependiente; instaurado por un gobierno incapaz que ha fracasado y que no puede mostrar ningún éxito al país. Ha sido el destructor de todo un país, de un proyecto.

Ésto que se ha instalado no es socialismo, es un capitalismo ramplón, salvaje y especulativo, que no sólo es contrario a los objetivos históricos del Plan de la Patria, sino que socava la posibilidad de alcanzarlos. Chávez NO era capitalista, era socialista.

Maduro se ha desviado del camino de Chávez y del socialismo. NO es Chavismo, NO es socialismo, ES madurismo, es otra cosa lo que se ha instalado en el poder, en el gobierno, que ha sembrado a nuestro pueblo de pobreza, tristeza, desesperanza, que ha llevado nuestro país a la cola del mundo.

Si revisas, si ves un poco más allá, si levantas la mirada y observas alrededor, pregúntate ¿cómo están los valores del país?, los principios, ¿qué clase de sociedad tenemos? te darás cuenta que nada de ésto es normal. Al contrario, tan grave como la crisis económica, que nos angustia y golpea día a día, es la crisis en la espiritualidad, en el corazón, los sentimientos de la gente. Hemos descendido como sociedad, todo se ha descompuesto. Han destrozado la moral y ética alcanzadas en revolución.

El gobierno conduce el país con anti valores, códigos y categorías que han envilecido a toda la sociedad, han instalado la ética del desastre, para justificar su actuación. Han estimulado la trampa, la mentira, la traición a los principios, la deshonestidad. Todo es una «chanza», un mal chiste, una risotada, un insulto, una gritería, un baile, una «jodedera» del gobierno, mientras el pueblo se sumerge en la miseria y la desesperanza.

El madurismo no ha estado a la altura para conducir el país, y mucho menos para enfrentar esta crisis. De improvisación, en improvisación, de error en error, errores fundamentales, de excusas en excusas, de escándalo en escándalo, entre el miedo y el caos nos han conducido al abismo. Este país les quedó grande.

Se ha restablecido la política con «p» minúscula que caracterizó a la IV República, por eso, no tienen escrúpulos para pactar con la cloaca de la política u otros agentes de intereses económicos. Esta conducta y lo que proyecta, sumado a los mecanismos de control social, que cabalgan en la crisis económica, han demolido la conciencia del pueblo, buena parte de lo que avanzamos con el Comandante Chávez, en términos de conciencia política, se ha dilapidado, perdido en manos del madurismo.

Han puesto al pueblo del 13 de abril, de la derrota del Sabotaje Petrolero, de la Batalla de Santa Inés, al pueblo de Chávez, a correr detrás de una caja Clap, a mantenerse en colas y colas, humillarse para tener acceso a algún alimento básico, para obtener un carnet, que le de acceso a algún tipo de beneficio, de lo que se supone son sus derechos. Han despojado al pueblo de las razones sagradas para luchar.

La indolencia ante el sufrimiento del pueblo, el pranato de la política, el aprovechamiento del sufrimiento del otro, la desesperación, han estimulado la violencia, la intolerancia, el individualismo, la división en el seno del pueblo, el «todos contra todos», el «sálvese quien pueda».

Han destrozado la noción del trabajo, del estudio ¿para qué trabajar o estudiar, si tengo un bono, si el salario no vale nada, si no hay futuro? Los muchachos dejan los estudios, se van, los profesionales también. Quieren trabajar, ser útiles, que su esfuerzo y su conocimiento le permita vivir, comer, criar a sus hijos.

Han eliminado los espacios para la solidaridad y el trabajo colectivo: las Misiones, Barrio Adentro, Robinson, Sucre, Alimentación, las Brigadas de Construcción, el Poder Popular, las empresas del Estado, los injertos socialistas, el trabajo voluntario.

Han demolido el orgullo y autoestima de los trabajadores de los pilares del Estado: los de PDVSA, hoy perseguidos, presos, fuera de la empresa y del país; los oficiales y soldados de la Patria, hoy puestos al servicio de una camarilla corrupta que entrega al país, la patria, sus riquezas, los corrompen, los hacen participar en el festín del oro, del petróleo, del contrabando; de las Instituciones, Poder Judicial, Fiscalia, Contraloria, puestas al servicio del madurismo; de los Ministerios, trabajadores del Estado, Empresas Básicas, Corpoelec, de las empresas y programas creadas por la revolución, hoy mal gerenciadas, manejadas de forma irresponsable, sin recursos, acusados de ineficientes, corruptos, inviables como modelo, listas para ser privatizadas.

Han dañado el sentido de Patria, de orgullo nacional, de grandeza. Hay un severo problema de autoestima del país. Nuestro pueblo, otrora orgulloso de su revolución, ahora salen a pié, cruzan el «Páramo Berlín», son maltratados, explotados, agredidos o asesinados en el exterior. Son parte de un pueblo derrotado, en desbandada en el paso de los Andes.

Han destruido el equilibrio «armónico espiritual» del socialismo, del chavismo, es decir, demolieron la espiritualidad y la base material del socialismo.

Pero, a pesar de esta realidad, de su fracaso, el madurismo sigue manipulando al pueblo chavista. Se proclama como «heredero» del Comandante Chávez, como si ésto fuera una monarquía. ¡Nó!, se supone que era una revolución, capaz de pensar, de revisarse. La realidad es que, si el presidente Chávez pudiese decir algo ahora, lo primero que haría sería destituir a Maduro, asumir el poder y restablecer un gobierno chavista y revolucionario. Saldríamos de este desastre.

Pero Maduro y el madurismo se aprovechan de la ausencia del Comandante, de la imposibilidad de que esté entre nosotros, para proclamar su condición de «heredero», manipular al pueblo y aferrarse al poder ¿Hasta cuándo? O es que esta revolución, que tanto sacrificio le costó a este pueblo y a este país, será destruida por un grupo de oportunistas y tramposos que van a seguir medrando con el nombre del Comandante. Un grupo muy ambicioso, que ni siquiera son revolucionarios: desde empresarios, oportunistas, resentidos, pasando por constituyentistas engominados y drácula. Un grupo de poder que pacta con la cloaca de la política, con el imperialismo, con quien sea.

¿Así de triste será el fin de este movimiento que alguna vez emocionó a los humildes de Venezuela y del mundo? ¿Dónde están los chavistas resteados con Chávez?

Aquí, es donde hay que hacer un alto y decir: ésto es responsabilidad de todo el chavismo, pero una cosa es el pueblo chavista y otra es la dirigencia chavista. El pueblo chavista sufre, está arrinconado y desmovilizado, como todo el pueblo, sólo algunos destellos como el Cometa Rojo, la marcha campesina, las enfermeras, las maestras de La Alquitrana, los trabajadores del MENPET o PDVSA, los jóvenes que se van del país, son sólo algunos ejemplos, señales inequívocas de que el pueblo está solo a su suerte, en su tragedia.

Aquí, los principales responsables de que esta situación se haya mantenido en el tiempo, de que el madurismo se haya apropiado de todos los espacios de poder, de que haya secuestrado la revolución bolivariana y esté destrozando al país, son los dirigentes del Chavismo, los dirigentes históricos, nacionales, regionales, civiles y militares, quienes no han hecho nada para detener esta situación antes de que sea demasiado tarde, para el país.

Es muy extraño y a la vez triste ¿Acaso no les resulta evidente a los dirigentes revolucionarios y chavistas que ésto no es una revolución, que no es socialismo, que no es chavismo? ¿Qué cosa los mantiene subordinados al madurismo? ¿Fue para ésto que el Comandante Chávez luchó tanto? ¿Fué para ésto que entregó su vida, que se inmoló, habiendo podido retirarse al cajón del Arauca a recuperar su salud, como él lo soñó?

Yo lo digo con dolor: han dejado solo a Chávez, al pueblo del Comandante, a sus ideales. Han permitido que este grupo de insensatos irresponsables hayan destrozado su legado, la posibilidad socialista de transformar este país para siempre.

Siempre he mantenido que al Comandante Chávez lo asesinó el enemigo. Ya se sabrá, es cuestión de tiempo. Lo triste es reconocer que el enemigo no falló en su cálculo criminal: matando al Comandante Chávez, mataban la Revolución Bolivariana y a la revolución latinoamericana.

Ni su partido, ni sus compañeros de lucha han estado a la altura para responder a este acto violento, de guerra, contra nuestro Jefe. Se han entregado, entre el caos y las consideraciones «tácticas», a los enemigos históricos de nuestra revolución, a los verdugos, a los que aplaudieron y celebraron la partida del Comandante. Ahora el madurismo los invita, pactan, entregan, hacen negocios, en un nuevo arreglo sobre las ruinas del proyecto bolivariano, de la Alternativa Bolivariana, del Plan de la Patria.

Sin necesidad de disparar un tiro, la burguesía nacional y el imperialismo, ahora toman el control de nuestros recursos naturales, de nuestras empresas, dispersan al pueblo, lo desmovilizan y buscan un pacto de transición.

Maduro se ha despachado al gobierno del Comandante Chávez y sus dirigentes con los calificativos de «corruptos», «falsos positivos», «revolución a cien dólares el barril», y tantos otros términos miserables, para tratar de socavar el prestigio y la moral de ese periodo extraordinario de avances del pueblo con el gobierno del comandante Chávez, para justificar su entrega.

Maduro ha utilizado la violencia extrema contra los dirigentes chavistas que nos hemos pronunciado contra este desastre, que lo hemos denunciado como una falsificación y traición al legado de Chávez.

No sólo es mi caso, perseguido y exiliado como si fuera un golpista, como si no hubiese estado más de doce años al lado del Comandante Chávez en su gobierno, como si no hubiésemos actuado radicalmente para conquistar nuestra Plena Soberanía Petrolera y utilizar la renta petrolera, por primera vez en cien años, a favor del pueblo, para transformar al país.

También es el caso de Rodríguez Torres, de cientos de oficiales bolivarianos, dirigentes populares, trabajadores petroleros que están secuestrados, sin ningún tipo de derechos políticos, legales, en manos de resentidos como el Fiscal, organismos de inteligencia extranjeros o elementos de derecha que han sido estimulados en los cuerpos de seguridad.

El madurismo ha implantado el miedo, la represión, la persecución política a todos los niveles. No hay institución pública, ministerio, empresa del Estado, gobernación, alcaldía o dirección del PSUV, donde la gente no se sienta vigilada, con miedo. Nadie habla, nadie dice, temen que lo graben, lo escuchen. Nadie declara, ni emite su opinión, todos pasan agachados.

Se ha estimulado, en cada organismo del Estado, mecanismos de coerción, grupos o personajes protofascistas que vigilan, amenazan, botan, castigan.

La descalificación inmediata es la respuesta a cualquier cuestionamiento o crítica: «corrupto», «traidor», «conspirador», son los epítetos más utilizados para imponer el silencio. No hay argumentos, siempre se invoca «la guerra económica», mientras destruyen PDVSA; el «peligro inminente de la invasión», mientras se estimula una guerra con Colombia; «la conspiración y las sanciones de EEUU», mientras envían personajes de derecha a negociar en Washington, mientras pagan ¨lobbys¨a congresistas norteamericanos para salvarse, mientras invitan a la transnacionales a tomar PDVSA, el petróleo, el gas, el Arco Minero, el Esequibo.

Maduro se ha rodeado de personajes de derecha. Ha dividido al campo chavista, estimulado la violencia contra los humildes, tanto de los dirigentes medios, como de los cuerpos policiales, así como de los militares que pone al frente de las empresas del Estado, como los casos de PDVSA y Corpoelec: una pésima gestión, combinada con una clara política anti obrera, reaccionaria, de derecha. Son los hombres de Maduro.

Muchas veces me pregunto ¿cómo es posible que los comandantes y jefes del 4 de febrero o del 27 de noviembre se subordinen a personajes que no tienen nada que ver con el comandante Chávez? Igual me pregunto con respecto a los jefes militares bolivarianos, compañeros de tantas luchas con el comandante ¿en serio fue ésto lo que juraron al comandante, era éste el sueño de la Academia, del MBR 200? Me pregunto ¿cómo es posible que dirigentes políticos y populares de tanta experiencia, compañeros ministros, ex ministros, que trabajaron con el comandante, le hagan coro a este gobierno irresponsable, que se dejen utilizar de un puesto a otro, para luego ser destituidos, sólo para prestar su nombre y prestigio a este desastre? Pregunto ¿cómo aceptan ese trato, que necesidad tienen? Pregunto a los intelectuales, otrora defensores de los derechos humanos, comunicadores, las fuerzas morales del país ¿por qué no dicen nada? ¿Por qué callar ante la represión y el miedo? ¿Por qué temen tanto, a estas alturas de su vida política? ¿Por qué dejar que destrocen la obra de Chávez, que entreguen la patria? ¿Por qué dejan solo al pueblo? ¿Cuantas veces Mephisto?

Por otra parte, ante la ausencia del comandante Chávez y Jefe de nuestra revolución, ante su vacío ¿No se supone que el partido, es decir, el Partido Socialista Unido de Venezuela, el PSUV, tenía que ser garante de la continuidad revolucionaria, de preservar el legado del comandante Chávez, del Socialismo, de las tesis programáticas de la revolución? ¿Cómo es posible que luego de todos estos años de crisis, se asista al IV Congreso del partido para pasarle una aplanadora a los delegados, imponer una dirección madurista, ahogar cualquier discusión, para que sólo se aprobara una consigna que es la claudicación del partido: «Lo que Maduro diga»?

Igual silencio inexplicable, reina en la Asamblea Nacional Constituyente, donde, a pesar de que hace tiempo que traspasaron la línea roja de Chávez, y la derecha redacta una Constitución en secreto, de espaldas al país, podrían hacer algo para detener este desastre, y no hacen nada; sólo levantan la mano para aprobar leyes que el madurismo trae entubadas, leyes que violan la soberanía jurisdiccional y sobre nuestros recursos naturales; leyes donde se entrega el petróleo al capital transnacional. Un desastre.

¿Y el resto de los partidos del extinto Polo Patriótico? Bien gracias, entre el oportunismo y los pactos, les volverá a pasar, luego de 50 años, otra vez el tren de la historia, los arrollará.

Maduro es la transición de un gobierno revolucionario, el del comandante Chávez, a un gobierno de derecha, con nuevos actores, donde los dirigentes del madurismo tienen su espacio. Es el Herodes de la revolución.

Ésto es lo que negocian: para ello sus operadores económicos gastan importantes sumas de dinero en Washington a favor de los cabecillas del madurismo, su seguridad, su futuro. En esas negociaciones, por cierto, entregan información del Estado, del chavismo de Chávez, seguirán entregando dirigentes del chavismo, incluso, los que parecen más cercanos, no les interesa.

Que cada quien asuma su responsabilidad, yo lo he hecho, pagando un alto precio, perseguido, acusado, difamado. Otros compañeros también, algunos están presos, otros se han separado, han criticado, han expresado su rechazo a esta situación. El pueblo no va a esperar a que los dirigentes decidan actuar. El país no aguanta, nadie aguanta, es desesperante, asfixiante, insostenible la situación. Pero en todo caso, no es éste el país que queremos, ni el que salga de los pactos del madurismo, de la «pax de los sepulcros».

Vamos a recuperar la normalidad revolucionaria, vamos a salir de este desastre, vamos a retomar el camino de Chávez.

Nosotros nos seguimos organizando, es nuestro derecho, nuestro deber, luchar por restablecer el sueño, por cumplir los objetivos históricos del Plan de la Patria.

Hay que vencer el miedo, el silencio, venir con la Patria. Tú compañero, compañera, tienen todo el derecho a vivir en el país que todos soñamos, que es nuestro sueño colectivo, de grandeza, de justicia social, de trabajo, de solidaridad, que nadie te arrebate tus sueños, tu futuro, el futuro de tus hijos, la Patria.

Los que estamos resteados con Chávez, nos seguiremos juntando, organizando, levantando la voz, protestando, exigiendo nuestros derechos, practicando el ejercicio pleno de nuestros derechos políticos que nadie nos puede arrebatar. Saldremos de este desastre, tendremos una Junta Patriótica de Gobierno, Chavista, Bolivariana, inclusiva, popular, capaz de rescatar y reconstruir la Patria, para que todos vuelvan, para recuperar el futuro, el vivir bien, las ganas de luchar por el país. ¡Con Chávez Siempre Venceremos!

* Rafael Ramírez Carreño es ingeniero y político venezolano. Ex-embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la ONU. Ex-ministro de Energía y Minas y expresidente de empresa pública Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) hasta el año 2014. Militante Revolucionario, Chavista y Bolivariano.

Fuente: https://www.aporrea.org/ideologia/a271988.html