Apreciados/as camaradas y compatriotas de nuestra América: Hay señales muy fuertes de que el gobierno bolivariano de Venezuela ha caído en la trampa de colaborar con el de Colombia en la criminalización de luchadores/as solidarios/as con la causa libertad, la paz con dignidad y la emancipación social de ese hermano país, azotado desde hace cincuenta […]
Apreciados/as camaradas y compatriotas de nuestra América:
Hay señales muy fuertes de que el gobierno bolivariano de Venezuela ha caído en la trampa de colaborar con el de Colombia en la criminalización de luchadores/as solidarios/as con la causa libertad, la paz con dignidad y la emancipación social de ese hermano país, azotado desde hace cincuenta años por una guerra sucia implementada desde el poder con el padrinazgo de EEUU. Entre ese conjunto «penalizable» he sido ubicado por la perversa alianza colombo-estadounidense.
La hostilidad del régimen colombiano ha sido sistemática de un tiempo a esta parte y en ese sentido hace unos cuantos meses recibí informaciones de muy buena fuente en la que se me advertía del riesgo de viajar al exterior a través o hacia países que no ofrecieran garantías de rechazo a las pretensiones colombo-estadounidenses de capturarme para procesarme o asesinarme, según las circunstancias. Algo similar se fraguaba -y se fragua- contra otros/as camaradas.
Específicamente, en vista de ese empeño reforzado, se me recomendó que evitara toda escala intermedia en mis viajes a Venezuela y que adoptara cuanta prevenciones fueran necesarias, aun en caso de hacer uso de vuelos directos, sin escalas, a ese hermano país; dando por sentados los vínculos de solidaridad y las identidades revolucionarias existentes entre nuestro Movimiento Caamañista y las fuerzas que gobiernan en Venezuela.
Agradecí profundamente ese gesto y me esmeré en reforzar mis determinaciones en ese plano con el apoyo de mis hermanos/as de lucha:
- Obvié un viaje a El Salvador a raíz de ser invitado en enero pasado al homenaje al comandante SchafiK Handal, amigo y camarada entrañable.
- No asistí este año al Seminario Internacional «Los ¨Partidos Políticos y Una Nueva Sociedad «, realizado el pasado mes de marzo en México con el auspicio del Partido del Trabajo (PT) de ese país.
- Me excusé ante los camaradas del partido » Primera Línea» de Galicia, que recientemente me invitaron a sus Jornadas Independentistas.
En síntesis: en este primer cuatrimestre del año en curso me limité a viajar directamente a Caracas a finales de marzo para participar en dos actividades: el Seminario «Solo Marx» (organizado por la Alcaldía de Girardot-Maracay y por el Frente Alfredo Maneiro) y al Homenaje a Manuel Marulanda (auspiciado por el Capítulo Venezolano del Movimiento Continental Bolivariano-MC, cuya Presidencia Colectiva coordino).
Ese viaje se realizó sin mayores problema, aunque si con algunas señales que no auguraban todas las garantías convenidas, lo que me obligó a tomar precauciones adicionales y a procurar respaldos complementarios.
Pasadas algunas semana, nos encontramos ante el estremecedor apresamiento en el aeropuerto de Maiquetía-Caracas y la extradición al vapor a Colombia del camarada Joaquín Pérez Becerra, director de la agencia de prensa Anncol, miembro de la Asociación Bolivariana de Comunicadores (ABC), nacionalizado sueco y perseguido bajo la acusación de «terrorista»; acción represiva instrumentada sobre la base de argumentos falsos y estigmas similares a los que ha esgrimido contra mí y otros dirigentes revolucionarios de nuestra América y el mundo el régimen narco-paramilitar-terrorista de Colombia, apadrinado por la CIA y el MOSSAD. Todo esto concertado con el gobierno venezolano por iniciativa del presidente colombiano Manuel Santos.
La asociación entre las altas jerarquías civiles y militares de los gobiernos de Venezuela y Colombia para consumar ese hecho bochornoso, no necesita mas evidencias. La colaboración fue admitida por ambas partes, incluidos los presidentes de ambos países.
Y no se trata de un hecho aislado, sino que ciertamente se inscribe dentro de un convenio de mayor alcance y profundidad en materia de seguridad intergubernamental, tal y como se colige de las declaraciones recientemente ofrecidas por el Ministro de Defensa de Colombia, Rodrigo Rivera (APORREA 1-05-2011 ), quien al referirse a la captura y extradición de Joaquín precisó que » el gobierno de Venezuela, en un tema coordinado con el presidente Chávez directamente, nos ha respondido enviándolo a Colombia. Y nos han dicho que frente a cualquier información como esta que les demos, ellos van a responder de la misma manera «.
Esta afirmación de la parte colombiana hasta la fecha no ha sido desmentida y estuvo acompaña del anunció enfático de que el régimen colombiano desechó totalmente la salida política negociada al conflicto armado y actualmente persigue la derrota militar de la insurgencia, procurando el apoyo internacional para aislar y golpear las organizaciones político-militares. Todo esto en el contexto del abandono de hecho de la neutralidad por Venezuela y de su sumatoria a la persecución de los/as estigmatizados como «terroristas».
Por otra parte, de nuevo he recibido informaciones muy consistentes que revelan la determinación de darle continuidad a esa colaboración colombo-venezolana y me alertan sobre las consecuencias represivas que podrían derivarse si en estas circunstancias decido viajar a Venezuela.
Antes de recibir esa información precisa de fuente absolutamente confiable, acompañada de la recomendación de no viajar a Venezuela, no fueron pocas las preocupaciones y las expresiones de alerta, que por pura intuición, me hicieron llegar amigos/as de aquí y de allá.
¿Ironía de la historia?
Estas cosas parecen -pero no son- de historia-ficción y en realidad tienen un impactante sentido irónico en el devenir de procesos con vocación revolucionaria.
Todo parece indicar que la plaza libre bolivariana, la Venezuela de Chávez, lamentablemente y de manera absurda, se está tornando cada vez más hostil frente a sectores muy consecuentes y muy comprometidos con la defensa de las esencias de ese proceso; esto es, contra una parte de sus mejores defensores/as en el exterior y al interior del mismo.
Así las cosas el principal oasis de la unidad bolivariana presenta ciertas señales de agotamiento, expresadas en negativa de abrazos solidarios y en contubernios utilitarios injustificables a favor de los protagonistas del Estado terrorista colombiano; aceptados ahora incongruentemente como aliados de ocasión pese a ser sus enemigos impenitentes.
Vinculado históricamente como estoy -como muchos otro/as camaradas- al esperanzador proceso iniciado por Chávez y el MBR-200 desde el mismo instante en que un divino «golpista» (entonces ferozmente estigmatizado por los mismos que hoy nos criminalizan y persiguen) pronunció la frase «por ahora», esta situación me parece realmente paradójica.
Evidencias de repliegues e incoherencias riesgosas en el accidentado devenir de la revolución. ¡Ironía de la historia!
En mi caso, dada esta situación difícil de digerir, estoy compelido en lo inmediato o a confinarse en mi «patria chica» (donde el costo político de extraditarme y/o asesinarme es inmenso y los medios de defensa son superiores), o asumir -si fuera necesario y me inspira hacerlo- el alto riesgo que implicaría viajar a Venezuela en estas circunstancias a cumplir compromisos latinoamericanistas o a participar en eventos organizados por fuerzas y entidades que aprecian mi concurso… sobretodo si el presidente Chávez y su gobierno definitivamente no ofrecen garantías inequívocas de que no volverán a producirse casos como el del camarada Joaquín Pérez.
La disyuntiva es fuerte, aunque no inminente.
A mi entender es posible y necesario esperar el desarrollo de los acontecimientos desatados por está agresión incalificable, que apunta serlo contra todos/as los penalizados por el DAS, la CIA y el asesino Santos. Ya antes guerrilleros de las FARC y el ELN y militante de la izquierda vasca fueron víctimas de esa política.
He sido invitado para participar en varios eventos a realizarse en Venezuela entre finales de mayo y principio de junio del año en curso.
Voy a medir bien la evolución de esta grave situación y la reacción del Gobierno bolivariano frente a mi caso y al de otros camaradas para actuar en consecuencia.
Procuraré defender con gallardía mis derechos y mis relaciones históricas con la revolución venezolana, evitando ser innecesariamente víctima de la imposición de las «razones de esos Estados» o pieza sacrificable en el ajedrez del mal llamada «real política». Lo haré en todos los casos similares.
Mediré muy bien mis pasos refugiándome sobretodo en la razón de la política revolucionaria frente a espurios intereses de estados y gobiernos.
No evadiré riesgos que el interés general del movimiento y mis íntimas convicciones me reclamen como válidos. Nunca los he evadido.
Cierto que la confianza se agrieta y no por decisión propia, si no a causa de ingratitudes e inconsecuencias desgarradoras de ciertos protagonistas de un proceso transformador que hemos defendido y seguiremos defendiendo con entereza y valor, pero sin canonjías, sin in-condicionalidades ni pleitesías.
Quienes la rompieron son los llamados a restablecerla, modificando rumbos y actitudes reñidas con el internacionalismo consecuente, principios valiosos y ética revolucionaria.
Esperaremos sin precipitarnos las señales del proceso y de la vida para tomar otras decisiones más puntuales.
Creo que al actuar de esta manera estoy no solo interpretando mi sentir y mis convicciones, sino la de todas (as) los injustamente penalizados(as) por esa escoria que gobierna en Colombia y en EEUU.
Somos luchadores(as) de largo aliento, combatientes de por vida, persistentes en la idea de que la justicia, asumida como causa colectiva, habrá de abrirse paso contra viento y marea, contra calumnias, estigmas y atropellos.
Creemos decoroso rebelarse en caso como éste y ante cualquier violación de derechos, abuso de poder o compromiso indigno; aun cometido por conductores meritorios y líderes apreciados.
Nuestra rebeldía esta vez tiene una fuerte carga de tristeza, aunque no tanta como para anular nuestro persistente combate por la alegría.
Es triste pensar en la Venezuela bolivariana como «tierra prohibida».
Muy triste, pero -insisto- esa tristeza no tiene poder para cerrarle el paso a nuestra lucha por la felicidad, el bienestar común y la belleza humana. Me resisto a creer que esas nobles metas no serán alcanzables por ese bravo pueblo y por sus hermanos solidarios del mundo, como también las rectificaciones que de inmediato le abran espacio al diálogo, a la confianza y a la armonía; sin deponer identidades y sin sacrificar la diversidad que enriquece la vida.
¡Bolívar Vive! ¡Caamaño vive!
9-mayo-2011, Santo Domingo, RD.