Traducido para Rebelión por Ricardo García Pérez
Presidente del Comité de Política Económica
Banco de Inglaterra
Threadneedle Street
London EC2R 8AH
Reino Unido
Estimado Sr. Mervyn King,
Hace poco que se creó el Comité de Política Económica (FPC, Financial Policy Committee), que usted preside, con la misión de «contribuir al objetivo de estabilidad económica del Banco de Inglaterra mediante la detección, seguimiento y adopción de medidas para eliminar o reducir los riesgos sistémicos, con la mirada puesta en la protección y fortalecimiento de la resistencia del sistema financiero del Reino Unido».
Cuando el FPC desarrolle su previsor programa de trabajo, le instamos a investigar si la exposición del Reino Unido a inversiones en negocios con alta intensidad de emisiones de dióxido de carbono podría plantear un riesgo sistémico para nuestro sistema financiero y cuáles podrían ser las alternativas para gestionar esta amenaza potencial en aras de nuestra seguridad económica.
La profundidad y el alcance de nuestra orientación financiera colectiva a inversiones en negocios medioambientalmente insostenibles, extractivos y con alta intensidad de emisiones de CO2 podría convertirse en un problema importante durante nuestra transición a una economía de baja intensidad de emisiones. Cinco de las diez primeras empresas del índice bursátil FTSE 100 se dedican casi en exclusiva a sectores de altas emisiones y, en solitario, representan el 25 por ciento toda la capitalización del mercado del índice. (1) Es posible que las empresas reproduzcan dicha orientación en otros índices y que repercutan en el registro de préstamos bancarios y en las decisiones de distribución de activos asumidas por los inversores institucionales. En la actualidad, los organismos reguladores no están supervisando la concentración en el sistema financiero de inversiones en negocios con alta intensidad de emisiones de dióxido de carbono y no tienen la menor idea de cuál sería un nivel excesivo.
Como la política y la tecnología operan de forma congruente a lo largo del tiempo, para reducir los beneficios en ámbitos de alta intensidad de emisiones a la vez que se fomentan otros de baja emisión, invertir en sectores de alto nivel de emisiones, pongamos por caso, para realizar inversiones institucionales que aspiren a obtener beneficios durante un periodo de entre veinte y treinta años con el fin de responder adecuadamente a futuras responsabilidades con las pensiones podría traducirse en activos en apuros y bajos beneficios. Contrariamente a lo que recomienda la intuición, los inversores institucionales, así como los bancos, empresas, sociedades de inversión e inversores particulares, siguen corriendo exactamente el mismo riesgo al desplegar cantidades significativas de capital en sectores con alta intensidad de emisiones de CO2, o en empresas significativamente orientadas a dichos sectores. Esta contradicción se ha observado en artículos de opinión recientes publicados en The Financial Times y The Guardian, uno de los cuales venía firmado por el destacado economista Lord Stern. (2) Este podría ser otro ejemplo de cómo nuestros mercados de capital están valorando muy incorrectamente los activos y, en consecuencia, acrecentando un riesgo sistémico que pone en peligro el crecimiento a largo plazo
Para muchos inversores, la orientación hacia activos de negocio con altas emisiones de dióxido de carbono y medioambientalmente insostenibles no es una decisión deliberada ni informada. Más bien, se suele ver impulsada por el hecho de que una gran proporción de capital debe afluir a fondos que pretenden seguir los pasos de los índices principales. A muchos inversores no les queda mucha más alternativa que hacerlo debido a las exigencias de liquidez y al deseo de rendir de manera similar a la media del mercado. Además, las nuevas exigencias normativas, como Basel III o Solvency II, pueden dificultar más a los inversores desplegar capital en activos a más largo plazo, como infraestructuras de bajas emisiones, y favorecer la inversión en el statu quo, aun cuando pudiera haber un deseo significativo de hacer lo contrario. En semejante situación, creemos que los organismos reguladores tienen una función que cumplir para proteger a los inversores del riesgo sistémico.
Para comprender el alcance de este problema potencial se debe ponderar la orientación económica global y, concretamente, la del Reino Unido y Europa, hacia las inversiones en negocios medioambientalmente insostenibles, extractivos y de gran intensidad de emisión de dióxido de carbono. Si bien se está empezando a comprender la orientación de las compañías enumeradas (3), a la de las empresas que no cotizan en bolsa, a los registros de préstamos bancarios y a las carteras de inversores institucionales se le presta significativamente menos atención.
Debemos analizar cómo podrían variar a lo largo del tiempo esta orientación inversora y el valor relativo de las inversiones en negocios con emisiones altas y bajas y cómo afectaría a distintos sectores del sistema financiero y al sistema en su conjunto. Por ejemplo, cuál sería la diferencia de valor relativo entre un cambio repentino y un periodo de transición más largo. La finalidad de esta tarea debería ser evaluar la salud, solidez y vulnerabilidades del sistema financiero mientras progresamos en la transición hacia bajas emisiones de dióxido de carbono.
Una vez concluidos los estudios, debemos desarrollar una estrategia que consiga afrontar los obstáculos que puedan aparecer como consecuencia de un exceso de dependencia de esos activos. Si significa ciertamente un riego sistémico de nuestro sistema financiero, ¿qué instrumentos macroprudenciales se podrían concebir y desplegar para contribuir a contener el aumento del riesgo? ¿Podríamos modificar los pluses de riesgo empleados para calcular las exigencias de capital? ¿Podríamos aplicar otros factores de reducción de valor de cotización para las inversiones en negocios de alta emisión de dióxido de carbono? ¿Qué medidas se pueden adoptar en cada sector del sistema financiero? ¿Cuál es el papel de los organismos reguladores, tanto de ámbito nacional como internacional? ¿Qué podríamos hacer para generar alternativas sostenibles y de bajo nivel de emisiones para los inversores con el perfil de riesgo-recompensa adecuado? ¿Y cómo podríamos predecir y gestionar los riesgos asociados a las variaciones repentinas de la orientación y el valor relativo de las inversiones?
Dada su importancia a largo plazo, confiamos en que el FPC incorpore esta tarea a su programa de previsión con el personal y la pericia adecuados. También hay muy diversas organizaciones, como la Carbon Tracker Initiative, la Smith School of Enterprise an the Environment de la Universidad de Oxford, el Climate Change Capital, la London School of Economics y el Global Sustainability Institute de la Universidad Anglia Ruskin, que ya están trabajando en este ámbito y podrían establecer líneas de colaboración con el FPC para contribuir a reforzar un desarrollo económico compatible con un bajo nivel de emisiones de CO2, así como a reducir el riesgo sistémico en el sistema financiero del Reino Unido.
Quedamos pendientes de las noticias que, a su debido tiempo, puedan ofrecernos usted y el comité.
Atentamente,
Paul Abberley
Consejero Delegado de Aviva Investors London y Global Investment Solutions
Peter Ainsworth
Presidente de Conservative Environment Network
Ben Caldecott
Asesor jefe de políticas de Climate Change Capital
Catherine Cameron
Directora de Agulhas: Applied Knowledge
James Cameron
Fundador y Vicepresidente de Climate Change Capital
Paul Ekins
Profesor de Energía y Política Medioambiental del UCL Energy Institute, University College London
Zac Goldsmith
Diputado por Richmond Park & North Kingston
The Rt Hon. John Gummer, Lord Deben
Ex Ministro de Medio Ambiente
Catherine Howarth
Consejera Delegada de FairPensions
Profesor Aled Jones
Director del Global Sustainability Institute de la Universidad Anglia Ruskin
Mark Kenber
Consejero Delegado de The Climate Group
Sir David King
Director del Smith School of Enterprise and the Environment de la Universidad de Oxford
Jeremy Leggett
Presidente de Solar Century y de Carbon Tracker Initiative
Nick Mabey
Consejero Delegado de E3G
David Nussbaum
Consejero Delegado de WWF-Reino Unido
John Sauven
Consejero Delegado de Greenpeace-Reino Unido
Penny Shepherd
Consejero Delegado de la Sustainable Investment and Finance Association del Reino Unido
Paul Simpson
Miembro del Consejo de Dirección del Carbon Disclosure Project
Matthew Spencer
Director de Green Alliance
Dimitri Zenghelis
Profesor emérito del Grantham Research Institute de la London School of Economics & Political Science
Con copia a:
Excmo. Sr. Diputado George Osborne, Ministro de Hacienda
Excmo. Sr. Diputado William Hague, Primer Secretario de Estado, Ministro de Asuntos Exteriores
Excmo. Sr. Vince Cable, Ministro de Economía
Excmo. Sr. Diputado Chris Huhne, Ministro de Energía y Cambio Climático
Excma. Sra. Caroline Spelman, Ministra de Medio Ambiente
Lord Turner, Presidente de la Autoridad Reguladora de Servicios Financieros
Hector Sants, Consejero Delegado de la Autoridad Reguladora de Servicios Financieros
David Kennedy, Consejero Delegado del Comité sobre el Cambio Climático
Xavier Rolet, Consejero Delegado de la Bolsa de Londres
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Notas
(1) FTSE 100, 11 de julio de 2011.
(2) Caldecott, B. L. (2011), «Why high carbon investment could be the next sub-prime crisis». The Guardian, 12 de julio de 2011, en http://www.guardian.co.uk/
(3) Véase Carbon Tracker Initiative (www.carbontracker.org); Carbon Disclosure Project (www.cdproject.net).