Señor Mario Vargas Llosa: El premio Nóbel otorgado a usted representa un golpe más del neoliberalismo a las poblaciones indígenas, ya que difícilmente podrá encontrarse mayor enemigo de ellas que su persona. Son diarios los golpes del sistema mundial gobernado por las grandes empresas multinacionales contra dichas poblaciones, consistente en la depredación de la naturaleza […]
Señor Mario Vargas Llosa:
El premio Nóbel otorgado a usted representa un golpe más del neoliberalismo a las poblaciones indígenas, ya que difícilmente podrá encontrarse mayor enemigo de ellas que su persona.
Son diarios los golpes del sistema mundial gobernado por las grandes empresas multinacionales contra dichas poblaciones, consistente en la depredación de la naturaleza en sus zonas de vida, lo que significa la muerte para ellas.
El ataque es múltiple, solo menciono algunos ejemplos: La implantación de minas a cielo abierto, que roban el agua de la agricultura y la envenenan, matando vegetales, peces, suelo y seres humanos. La extracción de hidrocarburos con parecidos efectos. La instalación de fuentes hidroeléctricas para la minería, que roban el agua de la agricultura y provocan inundaciones. La tala de la selva para extracción de madera, para instalaciones ganaderas o para plantaciones de biocombustibles, lo que debido a las intensas lluvias de la zona provoca la desertificación. La agroindustria que debido al monocultivo y al uso intensivo de agroquímicos, mata la tierra cultivable. El calentamiento global provocado por la emisión de gases de efecto invernadero que asola con inundaciones y deslizamientos de cerros, mata arroyos, disminuye el volumen de los ríos, diluye glaciares, sumerge islas; provoca veranos muy calientes e inviernos muy fríos.
Estos ataques no son sólo contra los pueblos indígenas, sino contra toda la humanidad, pues todos vivimos de lo que la naturaleza nos brinda; lo que sucede es que son las poblaciones indígenas las directamente afectadas por él y por eso son las primeras en reaccionar, ofrendando su vida ante la brutal arremetida del sistema, lo que los convierte en héroes de la humanidad.
Usted, en más de una ocasión ha defendido a las empresas depredadoras contra las poblaciones indígenas.
Veamos sólo dos ejemplos:
Medio Ambiente
El 5 de junio del 2009, día mundial de la defensa del medio ambiente fue escogido por el gobierno de Alan García para masacrar a traición a más de 200 indígenas (no 10 que es la cifra oficial repetida por usted) que defendían la selva amazónica, el pulmón del mundo.
Esta masacre, el encarcelamiento y procesamiento de numerosas víctimas del ataque, fueron respondidas con multitudinarias protestas en la capital peruana y otras ciudades, se levantaron voces de protesta en diversos lugares del mundo (naturalmente usted no estuvo entre quienes protestaron), los hermanos amazónicos no se rindieron, había un poderoso avance de los habitantes de la selva central hacia Lima.
Frente a eso, el gobierno se vio obligado a retroceder y se derogaron dos de los más feroces Decretos Ley de depredación (que además eran ilegales pues van en contra del derecho a consulta de los pueblos indígenas por cualquier cosa que tenga que ver con su territorio, reconocido por el convenio 169 de la OIT, que es ley peruana de carácter constitucional aprobada por el Congreso).
¿Cuál fue la actitud de usted? Al contrario de la mayoría del pueblo peruano, lamentó la derogatoria, escribió «Victoria Pírrica», manifestando que futuros gobiernos peruanos no osarán «volver a meter la mano en la Amazonía para alentar la inversión privada y el desarrollo económico de esta región», «los satanizados decretos estaban en el fondo bastante bien orientados. Perseguían una necesidad imperiosa: atraer inversión privada y tecnología de punta hacia una región que tiene grandes reservas de gas, petróleo y muchos minerales….» «A esto acaban de renunciar de manera suicida las comunidades amazónicas que siguieron las consignas retrógradas de Alberto Pizango». Fue al revés, ha sido Pizango quien obedeció las consignas dadas por la población amazónica, un estilo de democracia que jamás entenderá usted, «demócrata» Vargas Llosa.
Usted usa el mismo lenguaje que la gran prensa en manos de las empresas multinacionales depredadoras.
Además se lanza contra «las estúpidas mentiras según las cuales aquellos decretos formaban parte del Tratado de Libre Comercio firmado entre el Perú y Estados Unidos». Esas «estúpidas mentiras» están en los preámbulos de los decretos y fueron pregonadas por la ministra Mercedes Araoz.
No se detiene ahí, considerando a los habitantes amazónicos retardados mentales, no concibe que la resistencia pueda haber sido pensada por ellos, dice que fueron instigados por Hugo Chávez y Evo Morales.
No desperdicia la oportunidad para ensalzar a los dos gobiernos más retrógrados y asesinos de indígenas de Sudamérica: Perú y Colombia.
Organización colectiva democrática
Seminario Las amenazas de la Democracia en América Latina: Terrorismo, Debilidad del Estado de Derechos y Neopopulismo, evento realizado en Bogotá (tenía que ser Colombia) durante los días 19 y 22 de noviembre del 2009
Sus palabras:
«El desarrollo y la civilización son incompatibles con ciertos fenómenos sociales y el principal de ellos es el colectivismo. Ninguna sociedad colectivista o impregnada con esa cultura es una sociedad que desarrolla, moderniza y alcanza la civilización… El socialismo, el nazismo y el fascismo son los fenómenos colectivistas del pasado. Hoy se expresa mediante el nacionalismo y los integrismos religiosos. El fenómeno está brotando en América Latina de una manera muy sinuosa y revistiéndose con unos ropajes que no parecen ofensivos sino prestigiosos… En Perú está brotando con dos o tres hermanitos que en nombre de esa identidad colectiva, la identidad indígena, autóctona, genuina, la de la verdadera peruanidad, ha lanzado una campaña que cuando uno la examina racionalmente parece que fuera tonta, casi cómica, pero que toca un centro neurológico llamado el espíritu de la tribu, que nunca desparece incluso en sociedades que han avanzado más en el camino de la civilización. . . El indigenismo de los años 20 que parecía haberse rezagado es hoy en día lo que está detrás de fenómenos como el señor Evo Morales en Bolivia. En Ecuador hemos visto operando y además creando un verdadero desorden político y social. El indigenismo en Ecuador, Perú y Bolivia está provocando un verdadero desorden político y social, y por eso hay que combatirlo… De Ecuador sé muy poco lo que está sucediendo ahora… Si queremos alcanzar el desarrollo y elegir la civilización y la moralidad, tenemos que combatir resueltamente esos brotes de colectivismo… Creo que en el movimiento indígena hay un elemento profundamente perturbador que apela a los bajos instintos, a los peores instintos del individuo como la desconfianza hacia el otro, al que es distinto. Entonces se encierran en sí mismos».
Usted entiende clara y correctamente que la comunidad indígena es la herramienta fundamental para la defensa de la Madre Tierra. Por eso el sistema dirigido por las empresas depredadoras multinacionales comprende que el ataque a la naturaleza debe ir acompañado del ataque a la comunidad indígena. Donde hay indígenas, en cualquier continente, hay comunidad indígena, organismo verdaderamente democrático donde manda la colectividad, no el individuo, como en la sociedad «democrática» actual, donde mandan los intereses de las grandes empresas.
Esa real democracia se manifiesta en el acuerdo de acciones de protesta colectivas, en plebiscitos como los de Tambogrande, Ayabaca, Huancabamba e Islay en el Perú, Andalgalá en Argentina, donde más del 90% manifiesta democráticamente «Vida sí, mina no». Es a esa democracia a la que tiene terror el sistema, por eso Fujimori en el Perú y Salinas en México casi simultáneamente dieron leyes contra la comunidad indígena, por eso de los Decretos Ley de Alan García algunos van contra la naturaleza y otros contra la comunidad indígena. Por eso usted habla con horror del «espíritu de tribu», de «la colmena», «el hormiguero», comprendiendo que la fuerza del movimiento indígena para defender la naturaleza contra la depredación del gran capital es la comunidad indígena.
Ese «desorden político y social» es la ruptura del «orden» que necesitan las compañías depredadoras para asolar la naturaleza con sus acciones hacia el «progreso», que es por una parte el progreso de sus ingresos millonarios y por otra el camino a la extinción de la especie humana..
Usted ataca el colectivismo en nombre de la defensa del individuo. El colectivismo no niega la individualidad, que debe ser respetada. La individualidad es aplastada por el fundamentalismo mercantil que implanta la «moda» obligando a todos a acatarla (McDonald’s, Coca Cola), los menos sometidos a este aplastamiento son los indígenas, entre los que cada pueblo se viste diferente.
Es la sociedad que usted defiende la que aplasta la individualidad y exalta el individualismo que es el egoísmo supremo. La cultura colectivista es la de la solidaridad humana, al contrario que la que usted defiende, extremadamente egoísta. El mejor ejemplo de esto es que las grandes empresas multinacionales están dirigidas por personas que saben que con la desbocada emisión de gases de invernadero están conduciendo a la extinción de la especie humana, pero ya no les importa sus nietos ni sus hijos, sino cumplir con el sagrado mandamiento neoliberal, ganar la mayor cantidad de dinero posible en el menor tiempo posible.
La condena que usted hace a la democracia indígena ha sido suficientemente bien replicada por Saramago:
«Que alguien haya podido decir que el movimiento indígena es un peligro para la democracia me parece algo increíble. Cómo de una cabeza inteligente puede salir una afirmación tan monstruosa como esa».
Para responder «a quien diga que el movimiento indígena en América es el enemigo más grande de la democracia» «yo lo que les propongo a vosotros indígenas de esta América, es que os convirtáis en heraldos de la democracia. Si vosotros levantáis la bandera de la democracia, tal vez los demás aprendamos».
La comunidad indígena, sin darle ese nombre, hace tiempo que está levantando la bandera de la auténtica democracia, además la está llevando a niveles superiores, con la comunidad de comunidades en el Cauca, Colombia, en las islas Kuna de Panamá, y en mayor grado en la zona zapatista de Chiapas, donde desde hace 16 años gobiernan los indígenas mediante las «Juntas de Buen Gobierno» que son rotativas, cuyos miembros pueden ser revocados en cualquier momento y no ganan ni un centavo (como en las comunidades indígenas) por ejercer esa función Por eso no es casual que usted haya escrito «La Otra Cara del Paraíso» desatando una catarata de calumnias contra esos indígenas, comprende muy bien el peligro que para las grandes empresas significa su ejemplo a los otros pueblos.
Las palabras de usted en el seminario también fueron refutadas por dirigentes indígenas.
Leonidas Iza, presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador: (CONAIE): «Vargas Losa está pensando en el siglo anterior y cree que los indígenas tenemos que continuar marginados. Si hay hambre, pobreza, iniquidad, no podemos estar tranquilos». «Si la democracia significa igualdad y equidad, nosotros perseguimos justamente una verdadera democracia».
Luis Macas, fundador de la CONAIE: «Vargas Llosa apoya un poder excluyente, semejante al que propone el presidente estadounidense George Bush, con un mundo unipolar. Los indígenas en cambio proponemos otro tipo de poder, que es el «ushay», en kichua, que es perfeccionar las condiciones de vida, la capacidad de desarrollarnos colectivamente, desde el aporte de los distintos espacios».
El diputado Ricardo Ulcuango: «¿Civilización es dejar que tres o cuatro lucren con el negocio del gas en Bolivia, con las privatizaciones en Perú o con el petróleo del Ecuador; es contaminar la naturaleza hasta dejarla seca o vender el agua de los ríos al que pague mejor?»
Humberto Cholango de ECUARUNARI, la organización más grande de la CONAIE que agrupa a los indígenas de la sierra: Son posturas como esa «las que no dejan avanzar en la consolidación de una Latinoamérica más democrática, más tolerante, más participativa, y más integrada, reconociendo la diversidad de cada país con todos los actores que construyen este continente».
Como se ve, ellos tienen un concepto diferente de la libertad y la democracia que usted, que opina: «El combate por la libertad nos obliga a tomar partido resueltamente, sin subterfugios, por las sociedades abiertas y democráticas del mundo libre cuyo liderazgo ejercen los Estados Unidos».
Racismo
Usted goza de un intenso racismo.
Se nota cuando recomienda a los indígenas que para superarse abandonen su cultura.
Basta leer su novela «Lituma en los Andes», un libro contra los «serranos» (en el Perú costeño hay un racismo regionalista contra los indígenas identificados regionalmente como habitantes de la sierra).
Cuando el cabo costeño le dice al guardia serrano que «merece ser costeño», éste le agradece. La culminación de la novela es la constatación de que el canibalismo es un ritual serrano. Yo soy serrano y en toda mi existencia no he visto nada semejante. Lo que sí veo es lo que dije más arriba, que la cultura que usted defiende está llevando al exterminio de la humanidad, no se la come, simplemente la está matando.
En mi libro «Nosotros los Indios» dedico un capítulo («La cultura india y el neoliberalismo» – José María Arguedas y Mario Vargas Llosa ) a la defensa de mi «tayta» José María Arguedas contra los ataques suyos en su libro «La Utopía Arcaica». No voy a repetir acá lo dicho allí, sólo menciono la presentación hecha para la segunda edición: «Este artículo fue escrito en marzo de 1999. De entonces a ahora se ha desarrollado una oleada de movimientos indígenas en el continente y una desastrosa crisis del neoliberalismo. Esto demuestra que «la utopía arcaica» no es el «indigenismo de José María Arguedas» sino el bienamado neoliberalismo de Vargas Llosa, del cual continúa siendo uno de sus gurúes.»
Uchuraqay
En enero del 83 fueron asesinados 8 periodistas en la comunidad de Uchuraqay, Ayacucho.
El gobierno represor que entregó el poder político del departamento al genocida general Clemente Noel (fui suspendido por 120 días de la Cámara de Diputados por haber dicho esto y haberme negado a retirar ese calificativo), nombró una comisión presidida por usted para encubrir la responsabilidad del ejército en el crimen. Usted cumplió perfectamente ese cometido, culpando a los comuneros en forma colectiva por las muertes, desdeñando informes de antropólogos, juristas, lingüistas y psicoanalistas.
La Comisión por la Verdad y Reconciliación y otras organizaciones de defensa de los derechos humanos denuncian que usted se limitó a recoger los testimonios y pruebas que dieron los militares implicados en el crimen, las que naturalmente exculpaban al ejército, eliminando el resto. Aplicando el racismo manifestado en «Lituma en los Andes» dijo que habían sido los comuneros quienes mataron a los periodistas y piadosamente afirmó que «todos éramos culpables» por no «civilizarlos».
Dicen que pasado un tiempo un tribunal encontró pruebas de la implicancia militar, y que usted manifestó que su conclusión la había hecho por el «bien de la democracia».
Menciono esto porque hay quienes presentan a usted como «defensor de los Derechos Humanos».
Los familiares de los periodistas muertos sienten asco por usted debido a su labor de encubridor de genocidas como Noel.
Conclusión
Afortunadamente los pueblos indígenas del mundo inspiran cada vez mayor respeto de otros sectores de la población mundial por estar a la vanguardia de la defensa de la naturaleza en favor de toda la humanidad y por practicar la verdadera democracia solidaria en sus organizaciones, mostrando el único camino posible para asegurar la supervivencia de la especie: Que sea toda la sociedad quien se gobierne a sí misma y sea la que determine qué instalaciones industriales pueden continuar existiendo sin poner en riesgo la supervivencia de la especie.
Esto he podido constatarlo en la gira que hice por Europa últimamente hablando precisamente de ese tema.
El verticalismo antidemocrático y egoísta de las grandes empresas multinacionales a lo que usted no sé por qué llama «democracia», tiene cada vez menos admiradores.
No me extraña que usted haya recibido el Premio Nobel, También Obama recibió el premio Nobel de la Paz por impulsar la guerra de Afganistán.
Pienso que Alfred Nobel, quien se sentía culpable por su responsabilidad como empresario enriquecido a través de la producción de dinamita usada por la minería y la guerra, no estaría satisfecho con los dos premiados.