Recomiendo:
0

Paraguay

Carta pública al Premio Nobel Señor Joseph Stiglitz

Fuentes: Rebelión

Sr. Joseph Eugene Stiglitz: De mi consideración En reciente conferencia de prensa usted ha hecho afirmaciones y sentencias con respecto a diversas cuestiones económicas referentes a nuestro país: el Paraguay. Creo que usted conoce poco al verdadero Paraguay, esta nación con su pueblo que palpita y sufre su presente y vive angustiado pero con esperanzas […]

Sr. Joseph Eugene Stiglitz:

De mi consideración

En reciente conferencia de prensa usted ha hecho afirmaciones y sentencias con respecto a diversas cuestiones económicas referentes a nuestro país: el Paraguay.

Creo que usted conoce poco al verdadero Paraguay, esta nación con su pueblo que palpita y sufre su presente y vive angustiado pero con esperanzas la incertidumbre de su futuro esquivo.

Nuestro país es casi desconocido. A unos cientos de kilómetros de sus fronteras muchos lo ignoran. Ubicado en el centro geográfico de la América del Sur y enclavado entres dos naciones que se disputan y lo asfixian. Tiene una exigua población, y una sumisa actitud con sus vecinos mantenida durante muchas décadas.

Somos un país en diáspora permanente, con recursos inexplotados y los que han sido aprovechados lo hicieron nuestros vecinos y a ellos están enajenados.

En el pasado no había subalimentados y todos sabían leer y escribir, hoy con grave desnutrición y analfabetismo, tenemos una educación promedio que corresponde a 3er. Grado de escuela rural, alto grado de corrupción blindada, amparada y asegurada por el mismo Gobierno, gran índice de malversación, una costumbre arraigada en su cultura de trampas e injusticias, con campesinos, muchos de ellos sin tierra en donde ejercer esa precaria, rústica y obsoleta condición de cultivadores primitivos que ejercen su actividad con instinto y superstición, sin conocimiento, tecnología ni inversión.

Con aborígenes que les llaman Indios, en total pureza étnica, remanentes nativos de los ancestrales pobladores del continente virgen, deambulando por la ciudades a la caza y la pesca como lo hacían en la selva y en los ríos que ya no disponen, pero; sin flechas ni lanzas solo apelando a la limosna, la caridad y a la suerte. Muchos de ellos no son considerados semejantes: no están en el padrón de los humanos por carecer de documentos.

No hace mucho hemos salido de una tiranía vigorosa e intransigente como en los obrajes yerbatales del pasado, con patrón, capangas y «mensus», obligados a mantener una disciplina inquebrantable y los que se atrevían eran castigados, recluidos, deportados o muertos.

Hace menos de 150 años hemos sido prósperos señor Stiglitz, el mejor país de la América del Sur, pero tres aliados del vecindario decidieron exterminarnos y casi lo consiguieron cometiendo los más horribles crímenes de guerra, impunes hasta la actualidad, arrasaron con nuestra población, no conformes con haber eliminado al ejército defensor, asesinaron a todos los miembros del Gobierno que estaban vivos, a las mujeres, los ancianos y los niños. Nos impusieron una deuda imposible de pagar, desmembraron y se apropiaron a placer de nuestro territorio de manera ilegitima, destruyeron sin ninguna necesidad nuestras industrias y recursos, saquearon todo lo que quisieron, nos impusieron un gobierno digitado por ellos y compuesto por una legión de traidores, que como Judas en el Monte de los Olivos, los condujeron hasta nosotros para consumar sus designios.

Hoy poseemos dos represas, con la Argentina y el Brasil, una de ellas la más grande del mundo en funcionamiento, cuya producción eléctrica sostiene la economía de estos dos países con quienes estamos obligados a cederles la mitad que nos pertenece pagándonos ellos a cambio, por cada 1000 kilowatios, menos de lo que a Usted le cuesta un café en Estocolmo o Manhattan.

Antes de dar Ud. Su Sentencia, ¿pensó que con una sola de ellas, si nos pagaran el valor real de lo que produce y vale, cuadruplicaríamos la necesidad de nuestro presupuesto, sin necesidad que el pueblo aporte un solo guaraní de impuesto?

¿Pensó Ud. que si en vez de darle al Brasil o a la Argentina a menos de tres dólares el Megavatio, le entregáramos en ese mismo precio a empresas que vinieran a invertir para hacer funcionar fabricas, industrias y otros emprendimientos en nuestro territorio y le cobráramos un impuesto único, menor al IVA (10%), habría tantos interesados que invertirían, producirían y requerirían tantos puestos de trabajo que hasta los indios trabajarían y volverían al país los millones de exilados compatriotas que salieron de este país como hormigas que le echaron agua caliente al hormiguero? ¿Y que ese camino podría ser el más corto y rápido para desarrollarnos y ser prósperos, que aumentando impuestos?

¿Sabia Ud., que en su época Ciudad del Este era la tercer ciudad en el mundo en movimiento económico después de Nueva York y Hong Kong, con un movimiento comercial de 50 a 80.000 millones de dólares anuales que no tributaban (de hecho no pagan impuestos, pagan coimas a funcionarios corruptos) porque era todo contrabando, y que si se suprimieran todos los aranceles aduaneros, y se les impusiera a cambio un «Impuesto Único», entre un 5 ò 10 por ciento, el Gobierno podría recaudar alrededor de los 4.000 millones de dolores que es casi 3 veces nuestro presupuesto, y los contrabandistas actuales se legalizarían y serian honorables importadores?, haga Usted las cuentas.

Si todavía no le parece suficiente y para su asombro, le diré que: por la financiación de Itaipu y Yacyreta en la actualidad se está pagando en concepto de intereses (de la parte que le corresponde al Paraguay) la suma de (aprox.) 1800 millones de dólares anuales, equivalente a un interés del 12 por ciento anual. ¿Ud. lo sabe?.

Sr. Stiglitz, ¿usted no desconoce que si los gobiernos anteriores se hubieran ocupado, habrían podido conseguir préstamos al 2% de diversas instituciones y con ello saldar la deuda paraguaya y la diferencia de intereses que resulta podríamos cobrarles a ellos, cuyo monto es superior al presupuesto actual de todo el Paraguay?

¿Sabía usted que una turbina de Itaipu produce 760 Megavatios/ hora y que una empresa electro intensiva consumiría (más o menos) 30 Megavatios y podría producir alrededor de 2.000 a 3.000 millones de dólares de producción. Y aunque le regaláramos la energía eléctrica y pagaran un impuesto único, como los anteriormente mencionados, el Fisco podría recaudar alrededor de 300 millones de dólares anuales, que es el doble de lo que nos pagan en la actualidad estos países por la cesión de energía de las dos represas (Brasil más o menos 100 millones y alrededor de 50 millones Argentina por cesión de energía).

Y estoy hablando de una sola empresa que consume 30 Megavatios. Imagínese: que podríamos hacer funcionar 25 empresas con UNA SOLA TURBINA, de las 10 que nos corresponden… ¡Y TODAVIA NOS SOBRAN 9!, solamente en Itaipu; no incluyo Yacyretà.

¿Sabe que la Argentina quiere construir con nosotros un nuevo emprendimiento hidroeléctrico (Corpus) porque necesita imperiosamente más energía y nosotros no? ¿Y que este mismo país, que intenta una nueva sociedad con nosotros, nos había propuesto, hace poco, le paguemos la deuda, con un arbitrario componente espurio de la que dicen son acreedores por Yacyretà (aproximadamente 6.000 millones) con electricidad cotizada a un valor miserable, durante más de 40 años?

¿Porqué no piensa en un plan para exigirle a ese país, en reciprocidad por su descomedimiento, que nos pague adelantado con precio justo y a cuenta de la electricidad que le venderemos cuando esté terminada Corpus ya que tanto la precisa (por eso difícilmente podrá negarse), en vez de imponerle a nuestra población más impuestos?

¿Sabe que nuestro territorio fue inundado con el 80% del lago de la represa y el de ellos solamente el 20% (porque es más alto). Y ahora exigen elevar varios metros más el embalse con consecuencias para nosotros, solamente porque necesitan más energía, que nos seguirán pagando, como siempre, al mismo precio vil?

¿No le parece que estamos a tiempo para lograr que sean ellos, con el «justo precio» por nuestra energía, quienes paguen los gastos del Estado y no los ciudadanos y pobladores de nuestro país?

¿No le parece que ambos países, nos tratan como si fuéramos una de sus provincias o Estado: nos sustraen todo lo que pueden y nos dan solamente lo que determina el gobierno central de Buenos Aires y de Brasilia? ¿No le parece que es una razón más para darle impulso a una proposición diferente para solucionar dos problemas pendientes: Nuestra emancipación soberana y la provisión de recursos que necesita el Presupuesto para que el nuevo gobierno pueda llevar adelante sus planes y proyectos?.¿No parece esto más expedito y razonable, aunque un poco más elaborado que aumentar impuestos?

Como atados estamos con los Tratados Binacionales, lo estamos con esa organización que le llaman Mercosur a cuyo través se han apoderado de nuestra soberanía comercial. No podemos suscribir TLC (Tratados de Libre Comercio) con quien nos convenga sin hacerlo conjuntamente con ellos o pedirles el consentimiento hasta para importar cubiertas recauchutadas.

Nuestros productos exportables deben pasar por sus territorios. Al ingresar por sus fronteras quedan supeditados al humor de gendarmes, vistas de aduana o funcionarios sin ninguna clase de consideración. Nuestras importaciones lo mismo, los «containers» con destino al Paraguay son requisados, incautados y dispuestos como si fueran propios. Nuestros transportes mientras circulan por su territorio necesariamente tienen destino de suerte incierta por las mismas razones. Por vía fluvial nuestros barcos son obligados a llevar baqueanos argentinos a bordo y soportar el cateo de las mercaderías por parte de funcionarios argentinos, con la excusa del contrabando.

Créame Sr. Stiglitz y si no, pregunte al pueblo y no a los que hasta ayer mandaban; estamos mal, tenemos muchos sufrimientos, queremos seguir viviendo en nuestra tierra, necesitamos un poco de tranquilidad, y esperanzas, deseamos que regresen nuestros parientes y amigos que se fueron para volver a vivir en familia como antes y usted con sus recomendaciones nos obligará a más sacrificios, ¿cómo podríamos amarlo señor Stiglitz?

El pueblo está desvalido y anémico, no aconseje que le saquen mas sangre para transfundir al Estado, ni un pedazo mas de pan que aumentará su caquexia. No arguya que será solamente a ricos o pudientes que les impondrá el aumento, porque ellos, como cualquiera lo incluirán en sus costos y terminarán pagando los más pobres, Usted lo sabe.

Nuestro nuevo gobierno ha prometido solucionar todos los problemas, no lo confunda con su manera apresurada, con su repentina e improvisada recomendación. Ayúdenos, si es que puede y sabe realmente, porque no le encuentro sentido a lo que dice y usted, supongo, no tiene ningún interés en castigarnos.

Con respetuosa consideración, me atrevo a sugerirle que el Paraguay, no es un país como otros, acá de poco servirán conceptos de biblioteca, ni reglas generales extraídas de estadísticas y de promedios de gabinete.

También debo puntualizarle que el aumento de impuestos que sugiere, porque afirma que la presión tributaria del 11% sobre el Producto Bruto es baja, no debe ser para acomodar guarismos y así mantener el equilibrio de una fórmula que resultó de éxito en países con superpoblación y sin recursos como el Paraguay.

Un informe de la OEA de hace unos años decía que el 80% de la recaudación impositiva en el Paraguay va a parar a bolsillos de corruptos y solo se utiliza el 20 % de lo recaudado, para los fines previstos.

¿Sigue pensando todavía Sr. Stiglitz en que lo mejor es aumentar impuestos? ¿No se está exponiendo demasiado a que un inepto como yo pueda poner en duda las afirmaciones de un «Premio Nobel»?

Para la consideración seria y responsable, como debería corresponderle y está obligado, no se debería aplicar comunes denominadores, que pueden ser útiles como pauta y referencia para orientar una investigación, pero no para hacer una afirmación del nivel y responsabilidad que debería producir un Premio Nobel.

El Paraguay es uno más en el concierto de las naciones, pero eso sirve únicamente para el inventario, no para el diagnóstico y menos aun para el tratamiento. El Paraguay Económico, es el País y sus Circunstancias, que Ud. desconoce; estoy convencido por deducción de lo que dijo.

Ud. debe haber obtenido el premio luego de intenso trabajo de investigación, reflexión y elaboración. Los premios que se otorgan como el que usted obtuvo no se dispensan con arbitrariedad ni por sorteo. Esos títulos coronan el resultado de los méritos; pero conceden prestigio al agraciado y no facultades que están más allá de la razón.

No debió atreverse a pronunciar afirmaciones como las que hizo; es una múltiple irrespetuosidad a todos: a la Institución de los Nobel que lo distinguió entre los demás en el 2001, a Usted mismo porque constituye un abuso impúdico de su premio y a nosotros los paraguayos por la subestimación, ligereza y arrogancia, agravado por la consideración de que ha sido invitado con honores por el gobierno que asumió hace dos días y recibido con todo el respeto que su investidura le otorga.

Esperaba de Ud. una reflexión sosegada y fundada en razones sabias, luego de un estudio exhaustivo de nuestras condiciones.

Supongo que ese debía ser su proceder porque ha sido requerido para asesorar, no para hacer horóscopo.

Ud. al igual que los demás, auspician aumento de impuestos para obtener recursos, porque no imagina otra manera de procurar ingresos para solventar los gastos del Estado Paraguayo.

Dice, lo más obvio para una mente simple y desinformada y la suya no debe serlo, si así fuera quedarían muy mal parados los suecos con el mandato del Ing. Alfred Nobel por haberle otorgado el premio.

El Premio Nobel se otorga a personas que hayan hecho investigaciones sobresalientes, inventado técnicas o equipamiento revolucionario o logrado contribuciones notables a la sociedad, y ud. con esas afirmaciones le puede ocasionar un gran daño a la nuestra.

Su compromiso es grande: su elaboración intelectual debe rendir siempre con la genialidad que debería, como están obligados los mejores.

Con frescura inusitada le bajó el pulgar al país y se fue a dormir la siesta esperando una ovación tal vez.

Es muy «simplota», de poca elaboración y sin meritos la sentencia lapidaria para un galardonado economista.

Lo mismo dijeron y dicen mediocres y vulgares ministros de Economía de nuestro país y de muchos del mundo y de hecho lo practican todos los gobiernos de iguales características.

Pero nuestro problema, creo que no se resolverá por imperio de las estadísticas, ni extraído de la tómbola de los pensamientos torpes, sino por la gestión de una acción inteligente y calculada en base a nuestros reales recursos y posibilidades.

En estas condiciones, lo expresado en su conferencia no me parece científico ni serio, y mucho menos una genialidad elaborada a la altura de su premio, para ser lanzada así no más, con tanta displicencia y temeraria ligereza, sin considerar que muchos, fascinados por su titulo, irán a escuchar su sermón como si estuvieran en misa y provocarnos con ello un grave daño cuando estamos buscando, precisamente, una salida.

Que la presión tributaria en el Paraguay sea una de las más bajas del mundo (no es cierto), de ser verdad es una envidiable distinción, no una deshonra.

Usted debería volar elegante, alto e inalcanzable como los cóndores y no bajo y desparramado como un pato para que cualquiera lo pueda bajar de un garrotazo.

Mi padre me decía: «cuando no estés seguro de lo que dirás, guarda prudente silencio, tiene más valor que el disparate».

Ud. miró de ojito a nuestro país y lanzó su afirmación de vademécum.

Para nosotros lo económico es crucial y quien se ocupe debe ser como médico asistencial: curar enfermos que caminan, sienten y sufren, no tratar enfermedades de catálogo, eso es para los que trabajan en laboratorio con probetas.

El que lo haga debe ser nacido en el Paraguay, amar a su país, ser inteligente y cauto, tener vísceras de estadista, temple de león, alma de patriota, inspiración de genio y además: ser Presidente de la República, faltaría que le ponga el nombre.

… Póngale Usted que también leyó esta carta.

Hoy disponemos de uno solo, no hay otro.