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Chávez

Fuentes: Rebelión

Me gustaría haber presenciado la cara de aquellos que critican la supuesta falta de democracia de Venezuela en el instante en que el propio Carriles felicitaba a Chávez por su victoria, aceptando los resultados de las urnas. Con este reconocimiento por parte de su adversario político muchos se quedaron sin su principal argumento. Porque no […]

Me gustaría haber presenciado la cara de aquellos que critican la supuesta falta de democracia de Venezuela en el instante en que el propio Carriles felicitaba a Chávez por su victoria, aceptando los resultados de las urnas. Con este reconocimiento por parte de su adversario político muchos se quedaron sin su principal argumento.

Porque no hay político que despierte mayor animadversión mundial que Chávez, lógica consecuencia de una interesada campaña mediática que no cesa ni cesará mientras este dirigente no se pliegue al huracán neoliberal del desmantelamiento de lo público y continúe aplicando políticas de izquierda. Se ocultan metódicamente los incuestionables logros sociales del país, como el descenso del desempleo, de la desigualdad y la pobreza, el incremento de la esperanza de vida y del gasto público social (¡y bienvenida sea la inyección!), el aumento de las tasas de alfabetización o del número de universitarios y la construcción de viviendas sociales, mientras se amplifican en los medios de comunicación problemas que persisten, como la inseguridad.

Pero esta animadversión inducida es inversamente proporcional al apoyo que recibe en su país. Porque Chávez sí que disfruta de la legitimidad completa para afirmar que representa al pueblo, tras ganar con un 54% de apoyo, en 20 de los 23 estados, con una participación ciudadana de un 81 %, característica de una democracia más que viva. Es mas, Chávez ha cosechado un reguero de victorias desde 1998 hasta hoy, superó un referéndum revocatorio, y disfruta de una legitimidad de la que otros dirigentes más convencionales tendrían complicado presumir cuando resultan electos con apoyos mínimos y niveles de abstención del 40%, mediante leyes electorales injustas que favorecen el bipartidismo; para acto seguido hacer lo contrario de lo que habían propuesto.

Pero, ¿y de verdad podemos dar nosotros lecciones de democracia cuando en España los políticos son considerados el tercer gran problema del país, la mayoría de la población comparte iniciativas de protesta como rodear el Congreso de los Diputados, el 93% cree necesario reformar la Constitución, se multiplican los casos de corrupción y se alcanzan grados de desafección política nunca vistos antes en democracia?

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Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.