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Chávez, for ever

Fuentes: Rebelión

¿Empieza a no gustarle Hugo Chávez? ¿Le parece tosco, antiestético y malhablado? ¿Le asquea la idea de que pueda reelegirse de por vida? ¿Ya no cree que la Revolución Bolivariana sea tan progresista? ¡Ojo! Si usted lo piensa porque -como el eurodiputado español Luis Herrero-Tejedor (http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Herrero), recientemente expulsado de Venezuela ( http://rebelion.org/noticia.php?id=80894 )- ha llegado […]

¿Empieza a no gustarle Hugo Chávez? ¿Le parece tosco, antiestético y malhablado? ¿Le asquea la idea de que pueda reelegirse de por vida? ¿Ya no cree que la Revolución Bolivariana sea tan progresista? ¡Ojo! Si usted lo piensa porque -como el eurodiputado español Luis Herrero-Tejedor (http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Herrero), recientemente expulsado de Venezuela ( http://rebelion.org/noticia.php?id=80894 )- ha llegado a esa conclusión tras un sesudo (y no sesgado) análisis, magnífico… pero si su única fuente son los grandes conglomerados mediáticos europeos (escritos, hablados, electrónicos o televisados) ¡desconfíe! usted puede padecer escualidismo

Deje entonces lo que tenga entre manos y contacte, inmediatamente, a su médico de cabecera… O hable, al menos, con alguien que piense por sí mismo. Escualidismo es una tendencia, no solo a pensar con el hígado sino incluso, en los casos más agudos ¡a no pensar! dejando, por si fuera poco, que otros (por lo general, grandes conglomerados mediáticos) lo hagan por usted. De Venezuela se cuenta lo que se quiere y eso es algo que usted, amigo lector, debe saber: allí no está el paraíso terrenal ni, por ende, todo es perfecto, pero ¿no se irá usted a tragar todas las píldoras que le recetan?

Una matriz de opinión recorre Europa: Chávez sería, como aseveró Herrero-Tejedor, un dictador o peor -como afirmó Federico Jiménez Losantos (http://www.sangrefria.com/blog/2005/04/16/federico-jimenez-losantos-la-vibora-de-la-radio), gran amigo de Herrero-Tejedor- el patriarca de una serie de prohomínidos (http://www.youtube.com/watch?v=UlU7Lefp9X4) (¿por cierto, se imagina usted, lo que ocurriría si alguien definiera así al Rey de España, al Presidente francés o al Primer Ministro italiano?). Pese a lo desagradable de la afirmación, el intento no es nuevo: hace diez años que la derecha trata de imponer esa ‘verdad’ a base de repetirla una y otra vez, en consonancia con el manual goebbelsiano (http://www.nodo50.org/carlosmarx/spip/article.php3?id_article=362)).

Ahora, la reelección recién aprobada lo confirmaría todo.

¿Y qué es todo? Pues que, desde esa perspectiva, la democracia venezolana es de ínfima calidad. ¿Es eso verdad? Pues depende porque lo primero que hay que comprender es que la Revolución Bolivariana es un auténtico experimento en el que la acción política no se construye tanto a partir de una concatenación de estructuras formales necesariamente reconocibles como de una interacción entre actores, formales pero también informales, en la que suele primar el principio prueba-error sobre el de repetición impensada (y no al revés, como durante el neoliberalismo).

Es verdad que en la Venezuela contemporánea, incluso desde ese punto de vista, hay cosas que no funcionan. El hecho participativo, por ejemplo, es algo más deficiente de lo que cabría deducir del discurso oficial: los términos de exclusión se han reducido drásticamente a lo largo de los últimos diez años, excepto en el ámbito de toma de decisiones (estratégicas, se entiende). El problema es que los parámetros analíticos con los que la derecha acostumbra a definir a Chávez como dictador no son precisamente esos: lo representativo y siendo aún más específicos, lo electoral, es lo que importa.

Lo paradójico es que, a ese nivel, no hay por dónde agarrar a Chávez: contando su primera elección -en 1998- en Venezuela ha habido quince sufragios en los últimos diez años (entre presidenciales, legislativos, regionales, locales y referéndums (http://es.wikipedia.org/wiki/Elecciones_Venezuela)). En España, a modo de muestra, durante el mismo periodo ha habido nueve (http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Elecciones_en_España). No solo se trata de un hecho inédito en la región sino que, además, ninguno de los procesos ha sido denunciado a pesar de haber contado, todos, con la presencia de observadores extranjeros (como la delegación de la que formó parte el propio Herrero-Tejedor). ¿Dónde están, entonces, las amenazas a la libertad?

Las carencias en torno a la participación, amplia, en los procesos de toma de decisiones quedan por lo tanto opacadas por constantes legitimaciones electorales. Abundando en el particular hay otra contradicción que añadir a la ecuación Chávez=dictador: esas legitimaciones, zigzagueantes, demuestran que hay una lógica (y por ende, no imposiciones) detrás del voto. En 2006, por ejemplo, hubo un resultado impensable en Europa (con excepción de consensos intra-élite): 62.84% a favor de Chávez (http://es.wikipedia.org/wiki/Elección_Presidencial_de_Venezuela_(2006)). Al año siguiente, sin embargo, Chávez perdió un referéndum (http://es.wikipedia.org/wiki/Referéndum_constitucional_de_Venezuela_de_2007)(¿un dictador perdiendo elecciones?).

Más contradicciones: la oposición a Chávez. Un misterio que Herrero-Tejedor, Jiménez Losantos y los grandes conglomerados mediáticos europeos deberían aclarar es porqué tanta reticencia a reseñar una evidencia. Pese a sus contradicciones (y luchas) internas y a pesar, incluso, de sus sucesivas derrotas, la oposición venezolana no solo crece sino que, además, tiende a cohesionarse, homogeneizarse e incluso, a racionalizar su discurso. En 1998 obtuvo un 39% de los votos (http://es.wikipedia.org/wiki/Elección_Presidencial_de_Venezuela_(1998)). El pasado día 15, 45% logrando superar, además, la barrera de los 5 millones de votos… (http://es.wikipedia.org/wiki/Referéndum_constitucional_de_Venezuela_de_2009)

Pese a ello, la única vez que la prensa europea habló seriamente de crecimiento opositor es, probablemente, la única en la que la explicación del fenómeno que se pretendía comprender apuntaba, en realidad, a otro problema, también en ese caso obviado: las fracturas internas (y por ende, la no homogeneidad) del chavismo. El elemento que, de hecho, explica la derrota de Chávez en el referéndum de 2007 no fue tanto el avance opositor (apenas 200 mil votos más que en 2006) como la desmovilización de las bases chavistas (maquillada por el discurso oficial, que nadie contradijo, centrado en la vaguería popular).

¿De qué estamos entonces hablando? ¿De mala intención o de desconocimiento? Pues en realidad de una mezcla que, de todos modos, es secuencial: los prejuicios determinan (y explican) un desinterés por conocer (y confirmar o refutar) sobre el terreno que, poco a poco, se va convirtiendo en una negligencia que cincela el sesgo. En el caso que nos ocupa existe, básicamente, un problema de enfoque: el institucionalismo es muy mal consejero para países en los que -como Venezuela- la informalidad es clave porque está en la base (creativa) de la nueva práctica política.

De hecho, ya no sólo se trata de que los periodistas de los grandes conglomerados mediáticos europeos frecuenten poco los barrios periféricos de las grandes ciudades venezolanas y prácticamente nada el interior rural (por lo general, ambos, feudos chavistas). Hay un ejemplo concreto que demuestra hasta qué punto no comprenden la realidad que pretenden explicar e incluso, criticar: el 9 de marzo de 2008, el enviado especial a Caracas de un diario español de línea editorial poco amistosa con Chávez, escribió un artículo sobre las disensiones internas del chavismo. (http://www.elpais.com/articulo/internacional/chavistas/desafian/Chavez/elpepiint/20080309elpepiint_1/Tes)

El autor se refirió, de soslayo, a las elecciones internas que acababan de celebrarse en el PSUV (el partido de Chávez) sin comprender una sutileza que quizás, por no residir en Venezuela y enfocar sus análisis institucionalmente, se le escapó: los candidatos más oficiales no obtuvieron, precisamente, buenos resultados lo cual confirmaba -de forma más objetiva y evidente que una entrevista al enésimo diputado disidente- el malestar (e incluso las disensiones) existentes en el interior del chavismo. ¿Son aceptables análisis y conclusiones, basadas en perspectivas tan endebles?

Merece la pena preguntárselo pues los calificativos (populismo) y descalificativos (dictatorial) que se suelen dirigir contra la Venezuela chavista no son precisamente suaves ni se prestan a tantos matices como cuando, por ejemplo, Nicolas Sarkozy, pasa de decir -en menos de tres años- que hay que «des-satanizar el dinero» a reconocer que el sistema capitalista mundial, en su forma actual, no funciona y debe ser refundado (http://sarkopitheque.wordpress.com/category/sarkozy-mensonges-et-contradictions). O como cuando Silvio Berlusconi utiliza su posición de poder (reelegida, por cierto, cuatro veces) para anular una decena de procesos judiciales en su contra por corrupción (http://it.wikipedia.org/wiki/Procedimenti_giudiziari_a_carico_di_Silvio_Berlusconi) o casi peor, para bromear con los desaparecidos argentinos. (http://www.youtube.com/watch?v=s5UYXBFGSiI)

Algunos matices importantes deben ser realizados, en efecto, en el caso del reciente referéndum: no se ha tratado, para empezar, de reelegir a Chávez sino de aprobar una enmienda constitucional (en Estados Unidos hay 27) que permite la reelección indefinida de todos los cargos públicos. No ha habido, por consiguiente, un plebiscito. Además, el hecho de que la medida haya sido aprobada, tampoco convierte a Venezuela en una excepción: aunque la reelección indefinida no suele existir en los regímenes presidencialistas, una cincuentena países (¡incluida España!) la reconocen y practican. (http://es.wikipedia.org/wiki/Parlamentarismo)

Pese a todo, no hay creerse -como el PP de Herrero-Tejedor- víctimas de una cacería: la complejidad no le incumbe a los grandes conglomerados mediáticos europeos, ni siquiera en casa. A ningún medio europeo parece preocuparle, de hecho, que consensos políticos (intra-oligárquicos) y contratos jurídicos (privados) blinden políticas públicas que van convirtiendo la alternancia en una especie de reelección impersonal que transforma la política un territorio lúgubre, no apto para extraños, ni -diga lo que diga Sarkozy- para reformulaciones, globales o parciales.

Ese es el terreno idóneo para que silencios como el que, por ejemplo, rodea a la definición del Mercado Único Digital (prioridad expresa de la próxima Presidencia española de la UE: http://www.elmundo.es/navegante/2008/01/03/tecnologia/1199396718.html) estén pasando casi desapercibidos. Y eso a pesar de que dicha medida fiscalizará (hasta obstaculizar) la libre circulación del conocimiento y por ende, de la información horizontal. ¿Habrá referéndum al respecto? ¿Y si lo hubiere, en caso de salir no, se repetiría como cuando Irlanda rechazó el Tratado de Lisboa? (http://www.publico.es/internacional/182265/irlanda/tratado/lisboa/ue) Es más ¿quién ha escogido a Viviane Reding (http://fr.wikipedia.org/wiki/Viviane_Reding), su máxima promotora y responsable?

¿Quizás los mismos conglomerados industriales -propietarios de los grandes conglomerados mediáticos- que, antes de Chávez, ganaban un 17% más en Venezuela contribuyendo, así, a la pobreza local? ¿O quizás aquellos otros que, en suelo europeo, no quieren perder el control de la información y por eso apoyan una racionalización de Internet (sutil censura) como el Mercado Único Digital? Hugo Chávez, lo sabemos, fue militar antes que Presidente pero Viviane Reding, debería ser más público, trabajó par el principal conglomerado mediático luxemburgués (http://www.saint-paul.lu). ¿Eso debiera resbalarle, amigo lector? Y hablando de cosas indefinidas ¿durará más Chávez en el poder o usted en terminar de pagar su hipoteca?

* Sociólogo y periodista. En la actualidad realiza un postdoctorado sobre ‘Movilización social y cambio (geo)político en la Venezuela Bolivariana’. [email protected]