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Chávez: la politización deliberativa de la sociedad

Fuentes: Rebelión

El líder político contemporáneo más atacado y censurado por la prensa privada -de su país e internacional- es el presidente Hugo Chávez Frías, pero es, al mismo tiempo, el gobernante que más aprobación popular -directa o indirecta- alcanzó durante 16 procesos electorales consecutivos en su nación; que cabe señalar, los más recientes se encuentran entre […]

El líder político contemporáneo más atacado y censurado por la prensa privada -de su país e internacional- es el presidente Hugo Chávez Frías, pero es, al mismo tiempo, el gobernante que más aprobación popular -directa o indirecta- alcanzó durante 16 procesos electorales consecutivos en su nación; que cabe señalar, los más recientes se encuentran entre los más auditados y observados del mundo.

La adhesión social no solamente puede explicarse a partir de sus logros en políticas públicas: 1) La CEPAL anunció que cinco millones de venezolanos dejaron de ser pobres y se encargó de reducir la pobreza de un 48,6% a un 27,8% (ver Informe Social Panorama de América Latina 2011 de CEPAL); 2) Elevación de la inversión social a un 60% de los ingresos nacionales percibidos; 3) La UNESCO informó que Venezuela logró eliminar el analfabetismo y es el tercer país de la región cuya población lee en mayor medida; 4) Desde la guardería hasta la universidad la educación es gratuita; 5) Según la CEPAL, es el país de la región con el nivel más bajo de desigualdad (en base al Coeficiente de Gini); 6) Según el último informe del Índice de Desarrollo Humano presentado por el PNUD, Venezuela se ubica en el grupo de naciones con IDH alto, en el puesto 71 de un total de 187 países evaluados; entre otros factores. Si bien se intensificarán los estudios sobre los alcances de la gestión bolivariana, uno de sus mayores conquistas políticas y simbólicas reside en su capacidad para construir deliberación pública con la sociedad, para (re)politizar sus vidas, para impulsar una ciudadanía -venezolana y latinoamericana- más consciente y organizada que pueda discutir su destino y debatir los problemas reales, en definitiva, de movilizarla para ser protagonista de la política.

Su presencia como educador popular, poeta, intérprete de la cultura popular y literaria de nuestra América e ideólogo de nuestros procesos históricos progresistas e integracionistas, significaron trayectorias institucionales y gramáticas públicas, que dieron viabilidad a los sentidos de nuestros pueblos para enfrentar la agenda neoliberal de la década de los ochenta y noventa. El estilo de Chávez no fue de un «estadista» que habla consigo mismo o con un grupo de técnicos en administración pública, su capacidad comunicativa se extendía para explicar los alcances prácticos del socialismo a quienes nunca les contaron nada sobre el manejo estatal; supo simplificar en palabras los efectos devastadores de los Estados mercadocéntricos a quienes les dijeron que la economía era sólo para los economistas y estudiosos de la materia; se encargó de exponer sobre los legados de nuestra historia, sus pensadores y artífices a quienes les contaron relatos incompletos de nuestro pasado y negaron su esperanza de cambio; fue capaz de impugnar las limitaciones de nuestras democracias liberales e indicó las posibilidades de una transformación participativa a aquellas comunidades que les cerraron las puertas de la política para vaciarles de poder; fue hábil para enseñar sin tecnicismos ni erudiciones sus comprensiones del capitalismo, por ejemplo cuando decía: «El promotor número uno del capitalismo en el mundo fue Judas, vendió a Cristo por unas monedas, es un capitalista salvaje, perverso».

La figura del Presidente venezolano rescató el valor de nuestros pueblos, porque implementó una pedagogía política para informar y educar a las grandes audiencias, aquellas excluidas de servicios básicos a pesar de la riqueza de su país, excluidas de algo esencial: intervenir y ser parte de la vida política de su país.

Además del tipo de liderazgo comunicacional de Chávez, que si influye en la proyección hacia una sociedad que busca ser más deliberativa; en la actualidad, Venezuela cuenta con uno de los esquemas más participativos de la región para la planificación y cogestión de las políticas públicas. Uno de los dispositivos más conocidos, los Consejos Comunales, son un mecanismo que lo pueden ejercer no solamente los adherentes al régimen chavista, sino también aquellos que se ubiquen como no simpatizantes u opositores del gobierno, lo cual desvanece la tentación y tendencia de utilizar la participación popular solamente como medio de control oficialista, sino como instrumento para la construcción de un poder más sostenido desde la articulación societal. El esquema venezolano ofrece otras plataformas deliberativo-participativas -como las Comunas, Consejo Federal de Planificación, Presupuestos Participativos, Cabildos Abiertos, Consultas Públicas, Juntas Comunales-; y otras, desde la vertiente de la democracia directa -como la Iniciativa Popular, Iniciativa Legislativa, Referendo Opcional Aprobatorio y Abrogatorio y la Revocatoria de Mandato-; las cuales deberán seguirse fortaleciendo.

Empero, lo importante a resaltar, fue la gestación de esos procesos de innovación democrática durante el período del Comandante Chávez, la relación de programas gubernamentales participativos con la agenda estatal y la existencia de un conjunto de dinámicas colectivas en la gestión pública que pueden estar expuestas a tensiones políticas, pero representan formas de movilización social que funcionan no para enfrentarse al Estado, sino para gestionar alternativas de atención, por parte de la institucionalidad estatal, a sus necesidades concretas y, para discutir mejores formas de interacción entre Estado y localidades.

Por esto, sorprende que los análisis que satanizan a Hugo Chávez como autoritario, gran caudillo, dictador, populista clientelar y otro tipo de apreciaciones, no se detengan en demostrar con rigor y sustentos empíricos las dimensiones de esas adjetivizaciones. Desde las ciencias sociales, esas categorías son insuficientes para estudiar la participación e incidencia popular, ni contribuyen a interpretar mejor las relaciones de las instituciones con los individuos, por cuanto no revisan las dinámicas participativas y organizativas de la sociedad, que empiezan a gestarse a partir de que aquellos actores sociales antes excluidos, cuentan ahora con las capacidades para deliberar y tener voz propia en la construcción de la política -territorial y nacional- venezolana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.