«Oscuro». Así percibe el periodista José Vicente Rangel el panorama actual respecto al diálogo entre sectores políticos adversos en Venezuela. Considera que el Gobierno Nacional no ha cesado ni cesará en sus intentos por crear una vía para el diálogo, pero recuerda que es una política de dos sectores que fracasará mientras la oposición se […]
«Oscuro». Así percibe el periodista José Vicente Rangel el panorama actual respecto al diálogo entre sectores políticos adversos en Venezuela. Considera que el Gobierno Nacional no ha cesado ni cesará en sus intentos por crear una vía para el diálogo, pero recuerda que es una política de dos sectores que fracasará mientras la oposición se niegue a practicarla.
Hace ocho años, el presidente de la República, Hugo Chávez Frías, abrió las más significativas rendijas para el diálogo, a un mes de haber sido objeto de un golpe de Estado en 2002 que lo sacó del poder por menos de 72 horas.
«No ha habido otro caso en la historia política de Venezuela en que un gobernante que ha sido derrocado, una vez restituido en su cargo, convoque a conversaciones a sus adversarios», reflexiona Rangel, quien domina la cronología de intentos de diálogo frustrados entre defensores y detractores de la Revolución Bolivariana.
Sí, pero no
El discurso opositor de que Chávez no dialoga se cae por peso propio cuando se revisa la historia reciente. A tan sólo 15 días del 11 de abril de 2002, el Mandatario Nacional hizo un llamado al diálogo.
«Se sentó a conversar con la oposición, con la misma que había orquestado el golpe. El Presidente se puso un pañuelo en la nariz y decidió hablar con aquellos que incluso pusieron en riesgo su vida», rememora Rangel.
En primera instancia, se desarrolló un encuentro en Fuerte Tiuna al cual asistieron personajes contrarios al proceso como Baltazar Porras, representante de la Iglesia Católica, y los políticos Teodoro Petkoff y Eduardo Fernández, interlocutores que subestimaron el impacto de las conversaciones sostenidas.
Poco después, en un segundo intento, el Jefe de Estado convocó a mesas de diálogo en Miraflores, cuyo objetivo conciliador fue nuevamente descalificado.
«La oposición asistió arrogante, a pesar de estar derrotada. Participó gente de Acción Democrática, de Copei, de sectores independientes, de los medios de comunicación y de los sectores empresariales. Entre todos patearon la mesa», describe Rangel, quien coordinó la reunión.
Opositores asistieron en repetidas ocasiones a encuentros que resultaron infructuosos debido a la carta que ocultaban bajo sus mangas: el sabotaje petrolero, programado para diciembre de ese mismo año.
Pero la paciencia del Gobierno Nacional no se agotó. Meses después hubo nuevos intentos por dialogar con sectores económicos comprometidos con esa segunda arremetida, se instalaron mesas de debate en las que empresarios de notable presencia durante el paro fueron escuchados por el Presidente.
«Yo lo presencié. Fueron tremendas oportunidades para que esos sectores revisaran su error y corrigieran su política, pero fueron desperdiciadas», destaca.
Otro llamado más
Casi una década después de infructuosos intentos por el diálogo, la intención, por parte del Estado, sigue intacta. Hace una semana se llevó a cabo la instalación del Consejo Federal de Gobierno (CFG), sobre la base de la ley homónima, promulgada en febrero pasado y, desde entonces, severamente cuestionada por la oposición.
«La consideran inconstitucional, pero es una argumento que no tiene arraigo. Es justamente lo contrario, es un complemento indispensable de nuestra Carta Magna que en nada afecta la descentralización sino que plantea una nueva visión de ésta», señala Rangel.
A la instalación del Consejo asistieron todos los gobernadores opositores -excepto Henrique Salas Feo, de Carabobo- y, durante el encuentro, se comprometieron a colaborar en la construcción del nuevo organismo ejecutivo, fundamentado en el Poder Popular. Horas después mostraron otra postura.
Rangel califica como complicado trabajar con una oposición que «definitivamente no es democrática, que concurre a un evento sólo para ver cómo lo manipula», y esta situación le preocupa por la actitud que puedan tomar en el proceso electoral de diputadas y diputados a la Asamblea Nacional, pautado para el 26 de septiembre próximo.
«Nunca se sabe lo que harán, siempre tienen un plan B, y no sabemos de qué manera reaccionarán si los resultados les son totalmente adversos. Por eso quieren conquistar espacios en la Asamblea Nacional y hacer de su presencia un reducto para impulsar actividades desestabilizadoras. Es la concepción golpista que se repite», considera.
Chávez baila solo
-¿Cuándo prosperará el diálogo político en Venezuela?
-Como ocurre con el baile, en el diálogo hay que tener una pareja, hace falta un interlocutor y, hasta ahora, no lo tenemos. El problema práctico es que hay un sector político, económico y social que no comprende las bondades del diálogo, que está encerrado en una concepción acerca de la lucha política que sólo concibe salir de Chávez como sea.
-Entonces, ¿cuál es la vía?
-Sigue siendo el diálogo, pero recordemos que puede darse en el plano político o en el plano social. Si no es posible el primero, porque no hay interlocutores, hay entonces que trabajar con el segundo. El diálogo no se reduce a conversar con cúpulas de los partidos que lo rechazan sino con sectores medios de la sociedad, profesionales, estudiantes, trabajadores, pequeños y medianos empresarios. Yo sé que ellos están dispuestos a dialogar porque tienen problemas concretos. Cuando el diálogo se plantea exclusivamente en el marco de la abstracción vienen las interpretaciones particulares, en cambio, cuando se plantea en función de los problemas de la gente es más fácil adelantarlo, pues se concentra en temas que realmente afectan al ciudadano.
-¿El Gobierno Nacional promovió el diálogo en la instalación del Consejo Federal
-Para empezar, el presidente Chávez asistió a un evento que no exigía su asistencia, pues es atribución de la Vicepresidencia de la República. Fue porque tenía interés en escuchar a gobernadores de oposición que harían presencia y en todo momento mostró disposición al diálogo. Se comprometió a resolver todos los problemas presupuestarios de las gobernaciones, allí mismo, sin llamar a un nuevo encuentro. Fue una buena señal.
-¿Cómo considera la respuesta de los interlocutores opositores en ese encuentro?
-Ellos, como siempre, no tienen una lectura de nada que signifique distender los ánimos ni mucho menos crear las condiciones para que los problemas se traten civilizadamente. El Presidente demostró una vez más su voluntad de diálogo, no así algunos gobernadores de oposición que continuaron con la misma línea de actuación que arranca de abril de 2002.
-Tanto en las mesas de diálogo de 2002 como en la instalación del Consejo Federal de Gobierno algunos representantes de oposición asistieron y luego desestimaron o criticaron los encuentros ¿Qué revela esta posición
-Es una postura de querer echarle humo a los ojos al Presidente, dar a entender algo que no es. Eso pasa porque están muy presionados por tendencias radicalizadas que consideran que cualquiera que hable con el Presidente es un entreguista, un prochavista. No entienden que el diálogo es para discutir, en ningún momento implica renunciar a los principios o posturas personales. Ese cuestionamiento a priori del diálogo es nefasto y sólo los lleva al desconocimiento de la realidad.
-¿Para qué reclamar espacios y luego desecharlos?
-Sucede una y otra vez. A la oposición podemos aplicarle el refrán criollo que dice: «la cabra siempre tira pa’l monte».
-¿Qué rasgo priva en esos sectores que rechazan el dialogo
-La irracionalidad. No se entiende cómo no toman en cuenta eventos políticos que los favorecen, que los ayudan en su gestión. No conciben el ejercicio democrático, cada episodio lo asumen con un doble discurso y en función de la desestabilización. Ellos ganan una alcaldía o gobernación no para desarrollar una labor administrativa conjuntamente con el Ejecutivo Nacional, sino para abordarla como una trinchera para enfrentar al gobierno y sus políticas.
-¿El Presidente de la República se cansará de llamar al diálogo?
-No creo que Chávez se canse de dialogar, él es muy reiterativo, incluso se ha lamentado por no contar con una oposición democrática y dialogante. No se ha agotado la posibilidad de diálogo por parte del gobierno y creo que en la oposición hay gente que está dispuesta a conversar, gente que acaricia la posibilidad del diálogo, gente que tarde o temprano pondrá en su lugar a los radicales, a los irreductibles, y buscará la manera de crear mecanismos de entendimiento.