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Chávez somos todos y todas, menos los oligarcas y sus representantes

Fuentes: La Pupila Insomne

No es fácil vivir -o sobrevivir- en estos tiempos aquí, en España. No es fácil constatar cómo se destruyen las pocas conquistas que los trabajadores después de siglos de lucha habían conseguido. No es fácil encontrar un resto de alegría en un sociedad herida de muerte en sus derechos sociales y políticos. Vivimos en un […]

No es fácil vivir -o sobrevivir- en estos tiempos aquí, en España. No es fácil constatar cómo se destruyen las pocas conquistas que los trabajadores después de siglos de lucha habían conseguido. No es fácil encontrar un resto de alegría en un sociedad herida de muerte en sus derechos sociales y políticos. Vivimos en un país saqueado por una clase oligárquica y con seis millones de desempleados. Un país gobernado por los gerentes de una mafia empresarial dispuesta a acabar con la educación pública, la salud, los derechos laborales, el derecho al trabajo, la vivienda, el transporte y la ley. No hay sector que no haya sido esquilmado en nombre de lo que ellos han llamado crisis y que no es más que la aplicación del programa neoliberal -capitalismo financiero militar o simplemente robo con violencia- que les permite llenar sus bolsillos y destruir lo que con mucho esfuerzo ciudadano -e impuestos ciudadanos- se había creado. El modelo es harto conocido y sólo puede ser frenado por la resistencia del pueblo y su organización.

Sin embargo, con un cinismo digno de premio, los medios -que responden a las directivas de la mafia política gobernante- no han cesado de desprestigiar, mentir y tergiversar cualquier información sobre las transformaciones democráticas que se operan en otros lugares del mundo. Sea en Argentina, Bolivia, Venezuela, Ecuador, Brasil, y por supuesto en esa isla heroica, llamada Cuba que es un ejemplo de dignidad antiimperialista.

Los titulares de estos días sobre la situación en Venezuela son dignos de una exposición en el museo de la mentira y la calumnia. Pero enseñan mucho. Sobre todo nos enseñan a conocer desde qué perspectiva están escribiendo e informando. El que habla siempre se retrata a si mismo. Por eso vale la pena prestar atención. Para entender cómo funciona el teatro de marionetas de la muerte en que ellos actúan. En ese teatro el individuo y el actor protagónico son esenciales. Sus trajes grises y su sonrisa postiza, sus modales, sus palabras, sus cámaras, ese espectáculo del poder del capital que habla de democracia mientras masacra a pueblos enteros en guerras de saqueo, ese espectáculo del papel cuché y de las pantallas que oculta cuánto roban y cómo están imputados en todo tipo de negocios fraudulentos, ese espectáculo atroz de sus privilegios adquiridos por el robo constante, por contratos turbios, por fondos bancarios desaparecidos de un plumazo, por deudas contraídas de manera ilegítima, ingeniería financiera y negocios también ilegítimos, explotación y destrucción constante de puestos de trabajo y de derechos ciudadanos. Un triste espectáculo de actos públicos llenos de palabras vacías y frases dignas de idiotas. (Los griegos llaman idiota (idioteia) a aquel que es incapaz de preocuparse de sus semejantes, por la res pública)

Ese triste espectáculo no existe en Venezuela. La democracia participativa no es un espectáculo sino una realidad palpable, construida entre millones. Son actos y políticas concretas al servicio del pueblo. Las cifras económicas hablan claramente: se invierte en vivienda social , en educación, en medicina, en creación de infraestructuras, en todo lo que significa justicia distributiva. Justicia para las mayorías.

Por eso los medios españoles deberían al menos saber que cuando escriben o pantallean tantas mentiras sobre el presidente Chavez, están midiendo el proceso de emancipación latinoamericana con una vara equivocada. Lo están midiendo con la vara del cinismo y la mentira que necesitan para ocultarnos, para contagiarnos su idiotez, para que no veamos que otras opciones son posibles y que están al alcance de nuestra mano porque dependen de la voluntad política del pueblo y de sus representantes electos. Esa enseñanza, ese proceso de emancipación es imparable. No basta con plantearlo como si dependiera de un individuo porque es profundamente colectivo. Y si algo se ha aprendido en estos últimos años es que como decía el Che, esta inmensa humanidad latinoamericana ha dicho basta y ha echado a andar. Es verdad que hemos tenido y tenemos la desgracia de la enfermedad de un presidente que supo iniciar y darle continuidad a este largo proceso. Es verdad que su presencia es importante para toda America Latina, pero no se equivoquen , esta revolución popular, esta revolución bolivariana no está en las página de papel cuché, está en la calle: en cada mujer y en cada hombre y por eso se puede decir que Chávez somos todos, es el pueblo que sabe cuales son sus derechos, es el pueblo despierto y conciente de su camino. Un pueblo que defenderá lo que ha conquistado y seguirá adelante.

Eso sí, no hay mentira mediática que pueda detener la verdad que se impone con una evidencia arrasadora: con el cumplimiento de la constitución votada por un pueblo soberano.

Nosotros estamos a años luz, porque todavía ni siquiera hemos podido reformar una constitución legada por el franquismo. No hemos podido ni siquiera sacudirnos el yugo monárquico. Entre el robo de los yernos y los elefantes cazados mientras se presiden organismos de defensa animal se perpetúa este lastre, esta clase parásita. No hemos podido ni juzgar los crímenes del franquismo. No hemos podido ni siquiera juzgar la malversación de fondos de los bancos. La estafa pública, el nepotismo, el vaciamiento de las arcas del estado, el acomodo, la falta de soberanía que significa entregar la tierra a bases militares americanas y a casinos mafiosos y prostibularios. Se persigue a los jornaleros que piden tierra para trabajar, a los jóvenes que protestan contra la injusticia, a los ancianos con la jubilación recortada, al trabajador en paro, a esos que el poder escupe con total cinismo porque «han vivido más allá de sus posibilidades», que era callar y obedecer mientras se es saqueado por la mafia oligárquica y los señores de la guerra.

Sin embargo, no pueden ya ocultar que esta revolución bolivariana no depende de un solo hombre, sino de un colectivo y de unos intereses políticos que han sido capaces de organizarse y que serán defendidos por todos y todas.

El individualismo es inútil y el punto de vista que adopta el imperio para denigrar los auténticos procesos democráticos sólo confirma que hablan desde la dictadura del capital y por eso desde la muerte. Jamás desde la vida y para la vida. Pero venceremos y viviremos, porque somos la mayoría y una mayoría que está en marcha hacia una sociedad más justa, más humana, más igualitaria. Viviremos y Venceremos. Larga vida al compañero presidente Chávez, que vive en la revolución bolivariana y en cada uno de nosotros.

Ojala fuéramos capaces, desde este castigado país, de crear un inmenso frente internacionalista y solidario.

 

Sara Rosenberg es escritora argentina.

Fuente: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2013/01/10/chavez-somos-todos-y-todas-menos-los-oligarcas-y-sus-representantes/