Petróleo a descuento, un fondo de inversión, propuestas de salud y educación, y hasta una suerte de geometría política o energética llegan a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) al asumir la presidencia del grupo el mandatario venezolano Hugo Chávez.
PetroAndina fue pactada por el XVI Consejo Presidencial Andino, esta semana en Lima, como plataforma común o «alianza estratégica» de entes estatales petroleros y energéticos de los cinco países de la CAN (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) «para impulsar la interconexión eléctrica y gasífera, la provisión mutua de recursos energéticos y la inversión conjunta en proyectos».
«No se trata de que se fusionen las empresas o de que Chávez quiere absorber a los productores más pequeños. No. En la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) hay quienes producen 10 millones de barriles diarios, como Arabia Saudita, y quienes producen un millón, y no hay absorción», explicó el mandatario venezolano.
En el caso de PetroAndina «se trata de ir más allá de la OPEP, de garantizarle a nuestros pueblos el suministro energético para este siglo. Aun en Venezuela, con tantos recursos energéticos, todavía hay pueblos sin luz eléctrica», dijo Chávez.
«Pudiéramos activar un mecanismo parecido al Acuerdo de San José, porque aunque hay países andinos productores de petróleo y gas, a diferencia de los de América Central, también hay importaciones de petróleo», señaló Chávez.
Con el Acuerdo de San José, que data de 1980, México y Venezuela suministran hasta 160.000 barriles diarios de 159 litros de petróleo a una decena de países centroamericanos y caribeños, financiando hasta 20 por ciento de la factura en forma de crédito blando.
Venezuela además pactó el mes pasado con Cuba, República Dominicana, Surinam y diez países caribeños de habla inglesa, la formación de Petrocaribe, alianza en cuyo marco se dispone a vender 170.000 barriles diarios de crudo (de ellos, 98.000 a Cuba), con financiamiento blando de 30 a 40 por ciento de la factura.
En los tres casos, la base de los acuerdos está en ofertas y propuestas venezolanas, desde «poner a la orden» de los vecinos sus reservas de hidrocarburos –unos 360.000 millones de barriles de crudos, sobre todo extrapesados– hasta atender requerimientos urgentes de refinados.
Paradójicamente es Ecuador, exportador neto de petróleo y antiguo miembro de la OPEP, el primer beneficiario del nuevo esquema de cooperación andina, porque es un importador de gasolina y negocia el refinado en Venezuela de parte de sus crudos.
«Es un buen negocio, ya no venderemos ese crudo a 30 o 35 dólares el barril, sino combustible destilado a 65 o 70 dólares», dijo el ministro ecuatoriano de Economía, Rafael Correa. Además, «Ecuador se ahorrará una parte de los 1.000 millones de dólares anuales que paga por combustibles importados», agregó.
Pero en el sector privado ecuatoriano hay voces discordantes, como la del ex ministro de Energía y empresario Fernando Santos, para quien en Venezuela «hay un presidente que tiene un proyecto geopolítico muy claro, que es alejar a Sudamérica de la influencia de Estados Unidos».
«Eso sería terrible, porque Estados Unidos es nuestro principal socio comercial y, por acercarnos a Venezuela, el alejarnos de Estados Unidos no tiene ningún sentido», añadió Santos, y se preguntó: «Chávez quiere atraernos sutilmente con una oferta aparentemente muy generosa de ayuda, pero ¿qué quiere a cambio?»
Tres de los cinco países andinos, Colombia, Ecuador y Perú, discuten un tratado de libre comercio con Estados Unidos, que reemplace el ya caduco sistema de preferencias arancelarias con que Washington favoreció exportaciones del área.
Además de la oferta petrolera, los gobernantes andinos aceptaron la propuesta venezolana de erigir un fondo social humanitario, para el que Chávez dispuso 50 millones de dólares, y que podría recibir otros recursos de la Corporación Andina de Fomento, el brazo financiero del grupo.
Según Chávez, los demás socios andinos pueden aportar, a falta de dinero, «voluntad política, recursos humanos, un saco de arrozà», dijo a modo de ejemplo en una reunión con responsables de la Secretaría de la Comunidad, antes de abandonar Lima.
El fondo es una réplica del que adoptó la cumbre de mandatarios que hizo nacer Petrocaribe en junio, también dotado de un capital inicial de 50 millones de dólares que aporta Venezuela.
De ese acuerdo, por cierto, se marginaron Trinidad y Tobago y Barbados, el primero por temor a que se afectara su condición de proveedor petrolero en el área, y el segundo reticente ante los compromisos del fondo, que en el Caribe se llama «Fondo ALBA para el desarrollo económico y social».
ALBA es la sigla de Alternativa Bolivariana de las Américas, un esbozo de cooperación económica y social para la región promocionada por Venezuela y Cuba, para oponerla al Área de Libre Comercio de las Américas, ALCA, que Estados Unidos impulsa en el hemisferio.
El apellido ALBA no aparece en los acuerdos adoptados por los andinos el lunes.
Chávez también ofreció a los gobiernos andinos extender al área los programas sociales que desarrolla Caracas con apoyo cubano y que se denominan «misiones»: atención básica de salud en barriadas pobres, alfabetización de adultos, promoción de alternativas de educación para jóvenes y venta de alimentos a precios subsidiados.
Se incluye asimismo la ayuda para a costear viajes de ciudadanos andinos a La Habana a fin de que se hagan operaciones y tratamientos médicos especiales.
Siguiendo el mapa, si la alianza de Venezuela con el Mercado Común del Sur (Mercosur), de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, fue para crear un «cono energético» que se llama Petrosur, y si Petrocaribe forma un «anillo energético», PetroAndina está clara para el lenguaje que describe la nueva geometría política: es un «arco energético».