El ultimátum del presidente Hugo Chàvez al PPT, al PCV, al MEP y a la UPV de Lina Ron para que se definan o se vayan de una buena vez, como lo ha afirmado el propio mandatario nacional, es de esas cosas que uno prefiere no haber escuchado, y menos cuando proviene de un líder […]
El ultimátum del presidente Hugo Chàvez al PPT, al PCV, al MEP y a la UPV de Lina Ron para que se definan o se vayan de una buena vez, como lo ha afirmado el propio mandatario nacional, es de esas cosas que uno prefiere no haber escuchado, y menos cuando proviene de un líder político como lo es el jefe del Estado, en torno a quien se generò un bloque de fuerzas que lo ha venido acompañando, en sus aciertos y en sus errores, a travès de esta dècada.
«No fue conmigo y me dolió», es una expresión que se ha hecho muy popular para describir el desagrado que genera el atropello contra los demás. Y en este caso «los demàs» son nada màs y nada menos que seres humanos , con una historia individual y colectiva que merece respeto y que no puede ser despachada con una reacción de esa naturaleza.
Puedo decir, por ejemplo, que las alusiones a un luchador social y revolucionario de toda la vida, como Jerónimo Carrera, presidente del PCV, las siento como si hubiesen estado dirigidas contra mi propio padre, Cruz Villegas, un dirigente obrero y popular que nos enseñò, entre otras cosas, el valor de la crítica, de la discusión y de la honestidad intelectual para defender los puntos de vista que consideramos adecuados. Jerónimo, quien ya pasa de largo los ochenta años, estaba bregando contra la represión, contra las dictaduras y en condiciones absolutamente adversas cuando los protagonistas del actual proceso de cambios ni siquiera habían nacido. Esa es una verdad incontrastable. Y no creo que a estas alturas de su vida alguien pueda poner a Jerónimo en entredicho.
Pero lo mismo puede decirse de otros dirigentes de los movimientos que han respaldado al presidente Hugo Chávez. Por ejemplo, Rafael Uzcátegui, del PPT, torturado por los gobiernos del puntofijismo, detenido por los acontecimientos de febrero y noviembre de 1992, y quien logró salir del Cuartel San Carlos en 1994 gracias a que fue electo diputado. Como paradoja, se dice que sus delatores hoy se visten de rojo rojito.
Estimo que la importancia de un cuadro político, de un luchador o de cualquier individuo va más allà de un porcentaje electoral. Y la alianza debería ser algo más que la suma de numeritos. Creo que la experiencia ocurrida en el referendo constitucional de diciembre pasado enseña que hasta los factores políticos màs pequeños electoralmente son necesarios. En política dos màs dos no son cuatro.
La forma también es fundamental en la política. No sòlo el fondo. Una política, un liderazgo pueden ser adecuados en determinado momento. Pero si se pretende imponerlos con prepotencia, sin debate democrático, sin respeto a los demás, trátese de partidos o de individuos, los resultados pueden no ser los esperados. Esa minoría a la que se refiere el Presidente Chávez libró luchas importantes en materia de defensa de los derechos del pueblo. Y eso costó vidas, cárceles, torturas, desapariciones. Y no creo que nadie pueda borrar esa historia.
La reacción del Presidente frente a las dificultades en el proceso de unidad busca resolver por la vìa de la presión lo que necesariamente tiene que ser el resultado de un debate. Si han surgido candidaturas distintas a las del PSUV y tienen fuerza y son encarnadas por hombres o mujeres que han apoyado el proceso de cambios, ello es indicativo de que algo está pasando, y de que la sola pertenencia al partido de Chávez no es garantía de victoria.
No se puede estar fabricando traidores donde no los hay, ni convertir las diferencias electorales en ocasión para sacar a relucir viejas facturas que han debido ser procesadas en su momento. El menosprecio a los aliados, además de injusto, puede resultar contraproducente, hablando en términos fríamente electorales. La pelota es redonda, y a veces un wolkswagen es màs útil que un portaaviones.