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China ata a sus vecinos

Fuentes: Focus on the South

Con las negociaciones de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio, los pesos pesados del comercio internacional se han lanzado a una carrera para hilvanar acuerdos comerciales con socios menores. China ha sido uno de los países más agresivos en este juego, como se puso de manifiesto el 1 de Enero, fecha […]

Con las negociaciones de la Ronda de Doha de la Organización Mundial del Comercio, los pesos pesados del comercio internacional se han lanzado a una carrera para hilvanar acuerdos comerciales con socios menores. China ha sido uno de los países más agresivos en este juego, como se puso de manifiesto el 1 de Enero, fecha en la que entró en vigor el Área de Libre Comercio China-ASEAN o CAFTA (China-ASEAN Free-Trade Area).

Presentada como la mayor zona de libre comercio del mundo, la CAFTA agrupará a 1,7 millones de consumidores con un producto interior bruto de 5,9 billones $ y un comercio total de 1,3 billones $. Bajo el acuerdo, el comercio entre China y Brunei, Indonesia, Malasia, Filipinas, Tailandia y Singapur ha pasado a estar libre de impuestos para más de 7.000 productos. En 2015, los miembros mas recientes de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) -Vietnam, Laos, Cambodia y Myanmar- se añadirán al acuerdo de tarifa-cero.

La fábricas de propaganda, especialmente en Pekín, han venido proclamando que el acuerdo de libre comercio traería «beneficios mutuos» a China y a la ASEAN. En cambio, la retórica triunfal ha estado ausente por parte de la ASEAN. En 2002, el año en que fue firmado el acuerdo, la Presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal-Arroyo, aplaudió la emergencia de un «formidable grupo regional» que rivalizaría con los Estados Unidos y la Unión Europea.

Por lo que parece los líderes de la ASEAN han empezado a darse cuenta de las consecuencias de lo que acordaron: que en esta zona de libre cambio la mayoría de las ventajas serán para China.

A primera vista parece que la relación China-ASEAN haya sido positiva. Al fin y al cabo la demanda de la economía china creciendo a un ritmo frenético ha sido un factor clave en el crecimiento del Sudeste asiático, que empezó hacia 2003 después del bajo crecimiento que siguió a la crisis financiera asiática de 1997 y 1998.

Para el conjunto de Asia, la China fue en 2003 y principios del 2004 un importante motor de crecimiento para la mayoría de economías de la región, según un informe de UN. «Las importaciones del país crecieron incluso más que sus exportaciones, con una gran proporción de las mismas procedentes del resto de Asia». Durante la actual recesión internacional los gobiernos de la ASEAN confían en China -que ha registrado una tasa de crecimiento anual del 10,7% en el último cuarto del 2010- para sacarlos del letargo.

Una visión más compleja

Pero la locomotora china ¿está realmente tirando, junto a ella, del resto de Asia por la pista rápida hacia el nirvana económico? En realidad, el crecimiento de China se ha realizado en parte a expensas del Sureste de Asia. Los bajos salarios han impulsado a los fabricantes locales y extranjeros a deslocalizar sus operaciones de la zona del sureste asiático, con salarios relativamente altos, y trasladarlas a China.

La devaluación del yuan chino en 1994 tuvo el efecto de desviar del sureste asiático parte de la inversión exterior directa. La tendencia de la ASEAN de perder terreno respecto a China se aceleró después de la crisis financiera de 1997. En 2000, la inversión exterior directa en la ASEAN se redujo al 10% de toda la inversión exterior directa en el Asia en desarrollo, desde un 30% a mitad de los años noventa.

El declive continuó durante el resto de la década debido en parte, según el Informe de la Inversión Mundial de las Nacione Unidas, a la tendencia a «una mayor competencia de China». Puesto que los japoneses habían sido los inversores extranjeros más dinámicos en la región, fue acogido con mucho recelo un informe del gobierno japonés que reveló que el 57% de las empresas manufactureras transnacionales japonesas encontraban la China más atractiva que la ASEAN-4 (Tailandia, Malasia, Indonesia y Filipinas).

Obstáculos en una relación comercial

El comercio ha sido otra área de preocupación, quizás mayor. El contrabando masivo de mercancías desde China ha desbaratado prácticamente todas las economías de la ASEAN. Por ejemplo, la industria del calzado vietnamita ha sufrido mucho con un 70-80% de las tiendas de zapatos de Vietnam vendiendo zapatos chinos de contrabando.

En el caso de Filipinas, un estudio reciente de Joseph Francia y Errol Ramos de la Alianza para el Libre Comercio, muestra que la industria del calzado local también ha sido fuertemente golpeada por el contrabando de mercancías chinas. Es más, hay una amplia serie de mercancías que han sufrido efectos negativos, entre ellas el acero, papel, cemento, petroquímicas, plásticos y baldosas de cerámica. Escriben que «muchas empresas filipinas, incluso las que son competitivas globalmente, tuvieron que cerrar o reducir la producción y el empleo, debido al contrabando».

Debido al contrabando, las cifras oficiales de comercio publicadas por la China a través de su embajada en Manila, que muestran que la balanza comercial de bienes manufacturados e industriales de Filipinas es positiva, son cuestionables.

La CAFTA puede sencillamente legalizar todo este contrabando y empeorar todavía más los ya negativos efectos de las importaciones chinas sobre la industria de la ASEAN.

La debacle de la cosecha temprana tailandesa

Cuando se trata de agricultura las tendencias están más claras. Incluso sin acuerdo de libre cambio, por ejemplo, las Filipinas tienen ya un déficit de 370 millones $ con China. Recientemente estuve en Benguet, un área clave de producción de frutas y verduras del país. Los agricultores estaban desanimados, casi resignados a ser destruidos por el esperado diluvio de mercancías chinas. Un funcionario del gobierno nacional les avisó de que su única oportunidad de sobrevivir era la invocación de restricciones comerciales basándose en quejas de que las importaciones chinas no cumplían las normas sanitarias -una acción peligrosa que podría acarrear medidas de venganza-. El gobernador de la provincia se quejó de que la CAFTA actuaba con mala fe, puesto que la mayoría de los agricultores no sabían que Filipinas había firmado el acuerdo ya en 2002.

Quejas igualmente amargas han surgido en Tailandia, donde el impacto del acuerdo cosecha temprana con China, bajo los auspicios de la CAFTA, ha estado mejor documentado.

Bajo este acuerdo, Tailandia y China acordaron eliminar inmediatamente los aranceles de más de 200 partidas de frutas y verduras. Tailandia exportaría frutas tropicales a China, mientras que las frutas de invierno de China serían elegibles para el acuerdo de arandel-cero. Sin embargo, las expectativas de un beneficio mutuo se evaporaron a los pocos meses. A Tailandia le tocó la parte mala del acuerdo.

Tal como señalaba una evaluación, «a pesar del alcance limitado del acuerdo de cosecha temprana Tailandia-China, ha tenido un impacto considerable sobre los sectores cubiertos por el mismo. El «impacto considerable» ha sido el de eliminar a los productores de ajo y de cebollas rojas del norte de Tailandia y perjudicar las ventas de frutas y verduras de zonas templadas de los proyectos Royal». Los periódicos señalaron que oficiales del sur de China se negaban a bajar los aranceles tal como estipulaba el acuerdo, mientras que el gobierno tailandés eliminó las barreras a los productos chinos.

El resentimiento de los productores tailandeses de frutas y verduras ante los resultados del acuerdo cosecha temprana de China-Tailandia contribuyó al desencanto generalizado con el programa más amplio de libre comercio del gobierno Thaksin Shinawatra. La oposición al libre comercio fue un aspecto importante de las movilizaciones populares que culminaron en un golpe militar que expulsó a este régimen en septiembre de 2006.

La experiencia tailandesa de cosecha temprana creó consternación no solamente en Tailandia sino en todo el Sureste de Asia. Hizo crecer el temor de que la ASEAN se convirtiera en el vertedero de los muy competitivos sectores industrial y agrícola chinos, lo que haría bajar los precios debido al trabajo urbano barato de la China y al trabajo todavía más barato de los llegados a las ciudades procedente de las zonas rurales. Sin embargo, estos temores en las bases de la población han caído en saco roto ya que los gobiernos de la ASEAN son extremadamente reacios a disgustar a Pekín.

El punto de vista chino

Para los funcionarios chinos, los beneficios para China de un tratado de libre comercio con la ASEAN están claros. El objetivo de la estrategia, según el economista chino Angang Hu, es integrar más completamente a China en la economía global como el «centro de la industria manufacturera mundial». Una parte central del plan consistía en abrir los mercados de la ASEAN a los productos manufacturados chinos.

China considera al sureste de Asia, que solamente absorbe alrededor de un 8% de sus exportaciones, como un importante mercado con un potencial enorme para absorber todavía más mercancías, lo que es especialmente importante teniendo en cuenta la creciente popularidad de los sentimientos proteccionistas en Estado Unidos y la Unión Europea.

La estrategia comercial de China es un «modelo medio abierto» argumenta Hu: es «comercio abierto o libre del lado exportador y proteccionista del lado importador».

¿La ASEAN beneficiaria?

A pesar de las buenas palabras de Arroyo y otros líderes en 2002, cuando el acuerdo fue firmado, lo que está mucho menos claro es como la ASEAN puede beneficiarse de la relación ASEAN-China. Los beneficios no vendrán ciertamente de la fabricación intensiva en mano de obra, en la que China goza de una ventaja invencible debido a su trabajo barato. Los beneficios tampoco vendrían de la high tech, ya que incluso los Estados Unidos y el Japón tienen miedo de la notable habilidad de la China para moverse rápidamente hacia las industrias high tech, incluso mientras consolida su ventaja en la producción intensiva en mano de obra.

La agricultura de la ASEAN tampoco saldrá beneficiad. Tal como ha demostrado la experiencia cosecha temprana con Filipinas y Tailandia, China es claramente supercompetitiva en una amplia gama de productos agrícolas. Desde productos templados a productos semitropicales, así como en la transformación de los productos agrícolas. Vietnam y Tailandia podrían ser capaces de defenderse en la producción de arroz, Indonesia y Vietnam, en la de café, y Filipinas en la de coco y sus derivados, pero puede que no haya más productos que añadir a la lista.

Además, incluso si bajo el CAFTA, la ASEAN pudiera ganar o conservar competitividad en algunas áreas de manufactura y comercio, no es probable que China se aparte de lo que Hu llama su modelo «medio abierto» de comercio internacional. La experiencia tailandesa cosecha temprana subraya la eficacia de los obstáculos administrativos que pueden actuar como barreras no arancelarias en China.

En términos de primeras materias, Indonesia y Malasia tienen petróleo, que es escaso en China; Malasia tiene caucho y estaño, y Filipinas tiene aceite de palma y metales. China, sin embargo, esta reproduciendo ampliamente la antigua división colonial del trabajo, por la que ella recibe recursos naturales y productos agrícolas de bajo valor añadido y vende a las economías del Sureste de Asia productos manufacturados de alto valor añadido.

Estancadas las negociaciones multilaterales sobre el comercio en la Organización Mundial del Comercio, los grandes países comerciales se han embarcado en una carrera para llegar a acuerdos comerciales con socios más débiles. China se está convirtiendo en el país con más éxito en este juego, habiendo conseguido crear la mayor área de libre comercio mundial.

Para la China los beneficios están claros. Para sus socios del Sureste asiático, no tanto. Es más, con la probable erosión de su industria y de su agricultura locales, el Sureste de Asia pagará un alto precio por un mal acuerdo.

Walden Bello es un columnista de «Foreign Policy In Focus«, un veterano analista de «Focus on the Global South» con sede en Bangkok, presidente de la Coalición para la abolición de la Deuda y profesor de sociología en la Universidad de Filipinas.

Traducción parawww.sinpermiso.info: Anna Maria Garriga Tarré

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=3191