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China: reformas en la fábrica del mundo

Fuentes: La Jornada

En el reciente congreso del Partido Comunista Chino, celebrado a mediados de septiembre, se siguieron profundizando las reformas políticas y económicas que han llevado a una fuerte transformación social en aquel país y a su creciente presencia en los asuntos económicos y políticos internacionales.

Parecería redundante apuntar la importancia que representa China en las actuales transacciones comerciales y financieras, situación que le ha permitido convertirse en uno de los actores económicos más importantes del Pacífico asiático y del mundo. Pese a lo anterior, las observaciones comunes que se hacen en torno a ese país enfatizan los efectos generados por su virtual conversión en «la fábrica mundial» y se explora con menor intensidad cómo se diseñaron e implementaron, con éxitos y fracasos, diversas estrategias para impulsar las reformas de la economía china.

En efecto, las reformas de 1978 impulsadas por Deng Xiaoping, generaron uno de los procesos de transformación más intensos en la historia económica de las últimas cuatro décadas. La ruta tomada por la «economía socialista de mercado» permitió impulsar cambios estructurales manteniendo la hegemonía del Partido Comunista Chino (PCCh) y, por ende, prolongar su liderazgo en la agenda política interna.

Como es sabido, China adoptó una estrategia gradual de liberalización y apertura hacia la inversión extranjera directa (IED), que registró, de acuerdo con datos de Pekín, un monto acumulado entre 1979 y 2001 de 395.5 mil millones de dólares. Los incrementos de la productividad global se suman como otro factor determinante que permitió el crecimiento real del PIB en 9.4 por ciento en promedio en ese periodo.

El gobierno chino estuvo consciente de que la intensidad de los ajustes en la economía generaría una serie de contradicciones y efectos negativos con diferentes impactos sociales. En 1997, Jiang Zemin, entonces secretario general del PCCh, apuntó la necesidad de promover un cambio fundamental en el sistema económico y en su modelo de crecimiento para enfrentar las siguientes áreas emergentes de atención:

1) Reajuste y mejoramiento de la estructura de la propiedad. Se insiste en la necesidad de desarrollar formas teniendo en cuenta la importancia de la propiedad pública como fundamento del sistema. 2) Aceleración de la reforma de las empresas estatales para el reforzamiento de sus capacidades administrativas y en la producción. 3) Revisión de los modos de distribución del ingreso para aumentar eficiencia, equidad y estabilidad social. 4) Mejoramiento de la gestión macroeconómica y la aceleración de los procesos de construcción de un sistema de mercado integrado; 5) Fortalecimiento del sector agrícola e impulso a la modernización de los sectores agroindustriales tradicionales; 6) Mayor apoyo a la educación y la investigación científico-tecnológica como factores decisivos del desarrollo económico; 7) Optimización de su apertura al exterior como política de Estado para sacar ventajas de los procesos de la globalización y ampliar niveles de competitividad internacional, y 8) Continuación de las políticas de mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo chino con el incremento del ingreso en las zonas rurales y urbanas.

El documento de Jiang, cuyas ideas centrales fueron replanteadas de nuevo durante el 16 Congreso Nacional del PCCh en 2002, era un llamado para hacer frente a un conjunto de desequilibrios en la economía china que se habían acentuado en los últimos años.

Uno de los aspectos fundamentales era evitar la intensificación de las desigualdades regionales. Es sabido que la región costera, en especial las provincias de Jiangsu y Guangdong, han mantenido un dinamismo económico que contrasta con otras partes menos favorecidas. Esto ha originado problemas en los esquemas tradiciones de distribución del ingreso bajo la vía del socialismo chino, migración interna legal e ilegal, así como efectos sociales adversos en las grandes urbes.

Se estima que el desempleo afecta a 23 por ciento de la fuerza de trabajo china, unos 170 millones de personas que han sido afectadas por las políticas de privatización, los ajustes en las empresas estatales por su baja productividad y las tendencias del incremento poblacional.

Pueden agregarse otros puntos endebles, como la fragilidad del sistema financiero, el incremento de la corrupción, la contaminación ambiental y problemas de abastecimiento de agua. De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud, en China se hallan 7 de las 10 ciudades más contaminadas del mundo. La proliferación de controles laxos sobre los desechos industriales y las emisiones de contaminantes ha generado un conjunto de enfermedades crónicas en las poblaciones afectadas.

Estos problemas, aunados a escenarios potenciales de conflicto regional, como un incidente con Taiwán, podrían afectar su capacidad de captación de IED y frenar el crecimiento. Se calcula que entre 2005 y 2015 podría xdarse una disminución por año de 10 mil millones de dólares en esa inversión, lo que significaría una caída de hasta 1.6 por ciento del crecimiento anual del PIB.

Los dirigentes políticos en China advierten de manera clara la necesidad de profundizar los cambios, no sólo en su modelo económico, sino en la estructura política. El relevo generacional de Jiang a Hu Jintao, iniciado en 2002, cuando fue electo secretario general del PCCh hasta su reciente nombramiento en el congreso del partido como responsable de la comisión central de las fuerzas armadas, es parte de la estrategia general del control político requerido para eliminar las inercias e impulsar aún más las reformas.

Es decir, Pekín considera que el reforzamiento en el liderazgo es básico para evitar cambios abruptos en el sistema económico y político que desborden sus márgenes de gobernabilidad. Ello implica la capacidad de Hu para el mantenimiento de los consensos entre la elite política y para ubicar a las crecientes demandas sociales en espacios de mayor capacidad de negociación y solución política, evitando así que se produzcan incidentes como el de la plaza de Tiananmen.

El pragmatismo de Pekín ha generando un mecanismo que favoreció la apertura gradual de la economía, la inserción de China en la economía internacional con el mantenimiento de una estructura política bajo el control del PCCh. Las reformas estructurales buscan en este sentido atender a las crecientes contradicciones y efectos negativos originados por un modelo económico en transformación que pretende mantener su expansión regional y global.

De acuerdo con estimaciones oficiales, el tamaño de la economía se cuadruplicará entre 2000 y 2020, con una tasa de crecimiento anual de 7 a 8 por ciento, y para 2012 será el centro manufacturero más grande del orbe. Más allá de la controversia que pueda originarse entre especialistas sobre esos datos oficiales, China tiene clara idea de la urgencia de implementar acciones internas de fondo para evitar una merma en su posición como actor relevante en la estructura geoeconómica mundial.