Hace seis días la República Popular China tomó dos decisiones de gran importancia. Primero, revaluó el yuan en 2.1 por ciento. Esta decisión reduce el valor del renminbi o yuan de su nivel histórico de 8.28 a 8.11 unidades por dólar. Segundo, las autoridades cambiarias establecieron una banda de flotación de la moneda china de […]
Hace seis días la República Popular China tomó dos decisiones de gran importancia. Primero, revaluó el yuan en 2.1 por ciento. Esta decisión reduce el valor del renminbi o yuan de su nivel histórico de 8.28 a 8.11 unidades por dólar. Segundo, las autoridades cambiarias establecieron una banda de flotación de la moneda china de 0.15 por ciento por ambos lados de un valor fijado por una canasta de monedas.
Desde hace años Estados Unidos y Japón presionaron por la revaluación del yuan debido a su importante déficit comercial con China. Estados Unidos alegó siempre que el desequilibrio de su balanza comercial obedece no sólo a los bajísimos costos laborales de China, sino tambíen a la subvaluación del yuan. En abril el Congreso estadunidense amenazó imponer un arancel de 27 por ciento sobre las importaciones chinas si ese país no revaluaba su moneda. Parecería que las presiones de Washington y Tokio por fin rindieron frutos. Un análisis cuidadoso revela que no es así.
La revaluación del yuan es muy débil y no tendrá efectos sobre las importaciones de Estados Unidos. En Europa el movimiento cambiario fue recibido con beneplácito, pero tampoco se esperan efectos sobre el desequilibrio comercial. Además la apreciación del yuan no será seguida de otros ajustes en el corto plazo. Los funcionarios de Pekín han sido enfáticos y han declarado que no se deben esperar más correcciones en los meses que vienen. Por otra parte, los que esperaban que el yuan fuera colocado en un régimen de flotación permanente fueron decepcionados la semana pasada.
La apreciación de 2.1 por ciento es un gesto de buena voluntad más que un verdadero ajuste cambiario. Se esperaba una corrección de 10 por ciento y sólo se obtuvo la quinta parte. El efecto será más simbólico que otra cosa; una señal de que Pekín está dispuesto a colaborar de manera constructiva para corregir los desequilibrios mundiales que amenazan a todos. Esto será utilizado por China durante la visita del presidente Hu Jintao a Washington en septiembre.
Sin embargo, las presiones para lograr una apreciación mayor van a continuar y eso no es sorpresa. De hecho, el banco central chino siempre vio con recelo el proyecto de apreciar el yuan porque sabía que un movimiento modesto desataría expectativas de correcciones mayores en el futuro, generando mayores presiones sobre Pekín para modificar su política cambiaria.
Un efecto importante del movimiento cambiario se sitúa en la formación de expectativas que pueden acelerar la apreciación de otras monedas asiáticas a través de los flujos de capital que ya se reorganizan en la región. Ese podría ser el caso del dólar de Taiwán y del won coreano. Esas monedas seguramente se encuentran en la canasta que define el nuevo nivel de la paridad china (la lista de monedas y sus ponderadores no ha sido divulgada) y el día del anuncio en Pekín experimentaron un movimiento ascendente en los principales mercados de divisas en Asia. Se espera que sigan apreciándose como consecuencia del aumento en los flujos de inversión extranjera directa y de corto plazo.
Aunque no se espera un efecto muy importante en las importaciones de Estados Unidos y Europa (tampoco en las de México), la apreciación sí puede afectar a las empresas exportadoras chinas. La razón es que su margen de ganancia no es muy elevado y la diferencia cambiaria ya les arranca una parte de sus beneficios. Así que la apreciación podría ser otro de los factores que ya frenan la economía china afectando el crecimiento a escala planetaria. Un estudio de la Oficina de Estadísticas de China revela que la apreciación de la semana pasada conducirá a la economía china a mantener una tasa de crecimiento de las importaciones cercana a 15 por ciento en lugar del impresionante 34 por ciento del año pasado.
La imagen de China como socio amable con quien se puede contar para estabilizar la economía mundial es importante para los chinos en momentos en los que se lanzan a realizar adquisiciones de activos de importancia estratégica en Estados Unidos. China ha dado señales de que no va a seguir limitando el uso de su acervo de 700 mil millones de dólares para adquirir bonos del Tesoro estadunidense y ha comenzado a buscar comprar activos fijos estratégicos. Sin embargo, este movimiento se enfrenta a una fuerte oposición política en Washington. La oferta de la empresa petrolera china CNOOC para comprar la compañía Unocal mejora la oferta de su competidora Chevron por unos 2 mil millones de dólares (además de estar dispuesta a pagar de riguroso contado), pero el lobby petrolero en Estados Unidos se opone por muchas razones. Y es que en la lucha por afianzar el control sobre reservas de crudo a nivel mundial, Unocal ofrece amplia gama de oportunidades a la empresa china. Para los legisladores estadunidenses, Unocal no debe ser vendida a una empresa extranjera, mucho menos si es de China. Queda por verse si la medida simbólica de la apreciación puede alterar la percepción en Washington sobre las adquisiciones chinas. Lo dudo.