Un centenar de intelectuales y artistas se reunieron el pasado doce de abril con el presidente de Venezuela en el marco de un encuentro internacional convocado bajo el lema «Armados de ideas» por la red de redes «En defensa de la Humanidad». Durante cinco horas, entre las que se incluyeron varias preguntas de los intelectuales, […]
Un centenar de intelectuales y artistas se reunieron el pasado doce de abril con el presidente de Venezuela en el marco de un encuentro internacional convocado bajo el lema «Armados de ideas» por la red de redes «En defensa de la Humanidad».
Durante cinco horas, entre las que se incluyeron varias preguntas de los intelectuales, Hugo Chávez, vestido de militar tras participar en un desfile castrense, habló del golpe de Estado que cumplía seis años esos días, de la situación en Colombia, de Venezuela por supuesto, de sus principios políticos y de numerosos temas más.
Comenzó en tono intimista recordando algunos detalles desconocidos de esas horas del 11 y 12 de abril de 2002 en las que Chávez y su gobierno estuvieron retenidos por los sectores golpistas. Entre ellos, las palabras del entonces ministro de Defensa, José Vicente Rangel, quien le acompañaba también en el encuentro: «aquí me inmolo esta noche», «hay que defender el Palacio con nuestras vidas». A lo que Chávez le respondió: «No creo que esto termine aquí». «Para mí sí que termina aquí, ya he vivido mucho, estoy dispuesto a inmolarme», decía el ministro. Rangel llamó por teléfono a su hijo para decirle: «Pepe, yo ya le dije a Anita (su esposa) que si llegaba este día se quedaría viuda». El presidente venezolano destacó entonces el dilema frente al que se encontraron entonces los soldados y cadetes que les retenían: «Ese era uno de los momentos en que uno debe probar si vale la pena vivir», y los cadetes se negarían a obedecer las órdenes de los oficiales golpistas. Recordó Chávez que fue por esos momentos cuando llegó la llamada de Fidel Castro, técnicamente inexplicable aclaró, porque «habían cortado telepáticamente las líneas telefónicas mediante tecnología estadounidense de última generación porque ya tenían una
Seguidamente Hugo Chávez se unió al debate que se estaba dando en el encuentro en torno al histórico «qué hacer» de Lenin, y que el venezolano calificó de «la angustia de lo concreto». Parafraseó a Alí Primera: «Hay un sol que se está levantando, empujemos el sol». «Estamos ante una oportunidad histórica», añadió.
Recordó que Simón Rodríguez, maestro de Bolívar, decía que hay dos tipos de hombres, los que siempre estaban escribiendo y los que siempre estaban peleando. Si todos fueran del primer grupo, no habría árboles para todo el papel que necesitarían y si todos fueran del segundo, no habría acero para todas sus armas. Insinuaba así la necesidad de que existiera la diversidad de ambos y que tan necesario era cada grupo como peligroso que sólo existiera uno de ellos. También explicó cómo se desarrollaban algunas reuniones de su grupo de militares rebeldes durante su juventud que querían regenerar y democratizar Venezuela y también en los primeros años de su gobierno: «Aquello era una discutidera interminable y agotadora que no llevaba a ningún lugar, y es que allí había infiltrados que tenían como objetivo tenernos bloqueados e inoperativos hablando del sexo de los ángeles o buscando los tres pies al gato». Y entonces llegó el golpe de Estado de abril de 2002: «A todo revolución le hace falta el látigo de la contrarrevolución», parafraseando a Leon Trosky, dando a entender que esos duros momentos pudieron servir para avanzar ante tantos debates paralizantes. Y tras el golpe fallido, Fidel le dijo: «No faltará mucho para que vuelvan otra vez a por ti». Y efectivamente, a los pocos meses comenzaba el paro petrolero que tenía como objetivo derribar al gobierno a costa de hundir la economía internacional.
Pasó entonces a recordar el apoyo mayoritario que tienen las políticas progresistas en América Latina: «El rey de España me aguantaba cuando yo estaba solo, pero ahora estamos más, de ahí su soberbia cuando no soportaba escucharme a mí, pero también a Daniel, a Evo…».
En su línea de confidencias, explicó el comentario de Fidel Castro tras la derrota del referéndum para la reforma constitucional el pasado diciembre: «Chávez, un líder como tú, en este momento no puede encargarse de dirigir la batalla práctica y al mismo tiempo dirigir la batalla de las ideas», dándole a entender la necesidad de rodearse de colaboradores que se dedicaran a esas ideas. Y Chávez reconoció errores, por ejemplo el desabastecimiento de productos esenciales en las fechas previas al referéndum. Fue entonces cuando recordó la crisis alimentaria que está sufriendo hoy gran parte de la humanidad. Según la FAO se necesitan entre 1.200 y 1.700 millones de dólares para atender de forma urgente el hambre en 37 países, «pero eso es lo que gasta EEUU en un solo día en Iraq», afirmó. Ironizó también con la crisis del FMI, y señaló que Venezuela quizás podría darles un préstamo para que pueda pagar a sus funcionarios, o enviarles ayuda humanitaria.
Pero volvió de nuevo al centro del debate del encuentro sobre cómo llevar la voz de los intelectuales a toda la sociedad e implicarse en lucha por un mundo mejor. Chávez recordó que, cuando salió de prisión, tras su insurrección de 1992, estaba vetado por los medios de comunicación que habían dado instrucciones para que no se difundiera ninguna entrevista con él. «Formamos pequeños grupos calle por calle, pueblo por pueblo, la red de redes debe ser como el fuego que se expande o el sol que se eleva y amplia su luz», afirmó. «Necesitamos pueblos armados de ideas, de creatividad y también de fusiles -añadió-, porque cuando llegan los cambios de verdad a través de una Constituyente, hay que defenderse. Porque aunque los cambios se hagan de forma pacífica, la oligarquía tomará el fusil».
Fue entonces cuando lanzó un mensaje destinado al encuentro entre dos sectores históricamente distanciados como son los militares y los intelectuales: «Es importante que a los soldados de América Latina les lleguen las ideas de renovación y cambios. Muchas veces los intelectuales no ven a los soldados, los consideran unos parásitos que no piensan. Deben verlos, oírlos, buscarlos… ‘No es poca cosa contar en América Latina con soldados como tiene Chávez’, me dijo Cristina Fernández». «Allá donde ustedes viven -añadió-, pregunten dónde están los soldados. Un buen soldado patriota tiende a multiplicarse dentro de las estructuras militares. Me preguntó un día Ignacio Ramonet si era verdad eso que decían que yo entré en la academia militar con un libro del Che bajo el brazo. Y yo le dije: ‘No es verdad, no entré con ningún libro, y menos uno del Che. Lo que sí es verdad es que cuando salí de la academia, sí lo hice con un libro del Che bajo el brazo'».
Y siguió con su anecdotario sobre la necesidad de una revolución armada. Recordó que la muerte de Allende le pilló de militar en unas montañas de Venezuela, allí con una radio antigua intentaba escuchar las reacciones que se producían en el mundo y pudo escuchar las declaraciones de Fidel Castro: «Si cada trabajador, si cada obrero chileno, hubiera tenido un fusil en la mano, el golpe fascista no se hubiera producido». «Sigan luchando -le dijo a los intelectuales- y no duden en poner en la mira de sus ideas a los soldados de América Latina, tantas veces utilizados y manipulados, porque ahí dentro hay corazón, hay fibra. Porque para evitar guerras armadas hay que decirle al enemigo que esta revolución es pacífica, pero armada de ideas y de fusiles».
Ya en el momento de las preguntas respondió al grado de implicación que podría adoptar ante un hipotético intercambio humanitario en Colombia. Con la presencia en ese encuentro de la madre de Ingrid Betancout, Yolanda Pulecio, el presidente venezolano desveló que la presencia de Raúl Reyes en Ecuador formaba parte de un plan de liberación de retenidos de la guerrilla coordinado con Chávez y Correa: «Hubo un tercer intento de liberación, yo le pedí a Rafael Correa que los hiciéramos por Ecuador. Esa fue la razón por la que el portavoz de las FARC fue a territorio ecuatoriano. El mismo gobierno francés estaba al tanto de eso con una comisión orientada hacia Ecuador. Por ahí los cazaron». Recordó que el comandante de las FARC Iván Márquez le comentó que al poco de encender una radio o un celular deben salir corriendo porque inmediatamente esa zona es atacada con misiles. También informó Chávez que la tragedia del ataque al campamento de las FARC pudo haber sido mayor porque un grupo de civiles más numeroso se dirigía en dirección al campamento. Esa avanzadilla guerrillera tenía como objetivo la liberación de un grupo de retenidos sin condiciones, porque nosotros no podemos ofrecer nada a las FARC, más allá de un reconocimiento político. Chávez también denunció la persecución a la que están sometiendo ahora al portavoz Iván Márquez con el objetivo de impedir cualquier liberación humanitaria. «Tienen hasta presas a las dos mujeres cuya única función fue traer las pruebas de vida de los secuestrados, incluso una de ellas se encuentra en prisión gravemente enferma y la otra está embarazada», señaló Chávez.
El presidente venezolano también desmintió todas las afirmaciones del gobierno colombiano que relacionan a su gobierno con la guerrilla. «La computadora que se salvó milagrosamente del bombardeo, es una computador a la carta, de allí sale lo que ellos le piden», denunció. Y recordó que él también podría difundir las declaraciones de algunos de los doscientos paramilitares colombianos entrenados para matarle, algunos de ellos menores de edad, que fueron detenidos cuando entraron a territorio venezolano. Todos ellos fueron posteriormente indultados por razones humanitarias.
Por su parte, Yolanda Pulecio, madre de Ingrid Betancourt afirmó que se sentía más segura en Venezuela que en Colombia y expresó su indignación por «el hecho de que no tenemos una prensa verdadera en Colombia. Allí no leo sino mentiras, hasta las encuestas son mentira». Chávez señaló que no estaba de acuerdo con el secuestro de Ingrid, «no tiene sentido». Y se dirigió al líder de las FARC: «Marulanda, ¿tú no ves lo que está pasando en América Latina?», en referencia a los procesos pacíficos progresistas que están triunfando en la región.
El presidente de Venezuela anunció que para el mes de octubre estará en funcionamiento el satélite Simón Bolívar que permitirá, entre otras cosas, difundir contenidos culturales hacia toda América Latina. También abordó la reciente nacionalización de la empresa de acero Sidor: «Sidor se negó durante todos estos años a negociar y cumplir la ley que establece que ninguna pensión puede ser menor del salario mínimo. Esta empresa se privatizó con 13.000 trabajadores y echaron a más de la mitad para subcontratarlos en condiciones laborales abusivas. Y encima los anteriores gobiernos la subvencionaban, esa empresa recibía la electricidad subsidiada, mientras hay pueblos venezolanos sin energía eléctrica. No quisieron negociar y decidí nacionalizar».
También se refirió a Telesur, señaló que es un espacio que no se está utilizando al máximo, «hay que revisarlo», añadió. Y citó el caso Fredy Muñoz, periodista de ese canal perseguido en Colombia.
Denunció que en Bolivia «hay un plan tipo Kosovo», destinado a romper su integridad territorial. «Es tanta la mentira y el veneno -añadió-, que hace unos días un avión Hércules venezolano que llevaba ayuda humanitaria, médicos y medicinas para Bolivia para paliar la tragedia de unas inundaciones, vivió momentos de grave peligro al ser atacado por un centenar de personas cuando tenía intención de aterrizar en el norte de Bolivia para abastecerse de combustible. Y es que comenzaron a decir en la prensa que llevaba tropas y municiones, algo que era falso, y el avión debió interrumpir su aterrizaje y volver a despegar para aterrizar de emergencia en Brasil porque ya no le quedaba combustible».
«Es tanto el odio -añadió-, que la oligarquía sigue saboteando un proceso absolutamente democrático que incluye un referéndum para un Asamblea Constituyente, incluso bombardearon con cóckteles molotov la sede en Sucre. A pesar de ello se logra aprobar en la Asamblea la nueva constitución que debe ir a referéndum popular, y la derecha no quiere. Y ahora atizan la independencia. Eso lo hace el imperio, con toda su experiencia de la guerra fría. Intentaron la capitalidad, luego la autonomía. Ya hasta tienen un color para su contrarrevolución, el verde, y una pancarta que dice ‘ya soy autónomo’. Muchos bolivianos están siendo utilizados como carne de cañón como pasó en Venezuela, es tiempo de que evitemos una tragedia en Bolivia. Tengo fe en ese líder pero también tengo temores. Pero Evo no se raja -como Jalisco- y Bolivia triunfará».
Después habló de Argentina: «decían los medios que con Cristina la relación con Caracas se resentiría, algo absurdo, los medios presentan ahora como un tema de impuestos en Argentina lo que quieren usar contra el gobierno, pero los ciudadanos no lo han aceptado, cuando el pueblo ruge, la oligarquía tiembla; cuando el pueblo se congela, la oligarquía festeja».
Siguió hablando del continente: «Centroamérica se está sudamericanizando, fui a Guatemala y a Honduras, a este país por primera vez, antes era territorio vedado. Los cambios a veces deben ser lentos. Yo comprendo a Lula, nuestro hombre es Lula, han tratado de explotar nuestras diferencias, por eso hemos decidido que vamos a reunirnos cada tres meses».
Sobre las luchas sociales, Chávez criticó la tesis del antipoder que en muchas ocasiones predomina en el Foro Social Mundial, en referencia no citada a Toni Negri: «Cuando estaba en prisión, algunos me dijeron que no saliese, que no aceptara la amnistía, que mi misión era seguir preso. Su tesis era que yo me había convertido en un mito, y yo dije que no quería ser un mito, que quería ir a la calle, con el pueblo. Y luego se molestaron porque me presenté como candidato a presidente, decían que no, que la opción era el antipoder. El poder hay que tenerlo para transformarlo».