Temer no es el único corrupto, 318 de los 594 senadores y congresistas brasileños enfrentan investigaciones por corrupción.
El relato de la destitución en contra de la presidenta democráticamente electa de Brasil es digno de ser una secuela de El Padrino o de aparecer en la serie The Wire.
Tras una votación en la Cámara Baja brasileña en abril, se destituyó a la presidenta Rousseff por un periodo máximo de 6 meses, hasta que culminaran las investigaciones y se decidiera si derrocarla o no. Se le acusaba de maquillar el déficit presupuestario adquiriendo préstamos, algo que hacen casi todos los países del mundo.
Ahora existe un Gobierno interino en Brasil, encabezado por Michel Temer, quien recibió donaciones que superaban el límite legal y fue inhabilitado a postular para cualquier cargo público en los próximos 8 años. Esta y otras razones llevaron a que la mayoría de la población brasileña pidiera su renuncia, según numerosas encuestas. Sorprendió entonces que el 19 de julio, Folha de S. Paulo -el periódico más importante de Brasil- publicara un sondeo asegurando que el 50% de los brasileños quería que Temer se quedara en el cargo hasta el 2018. Resulta que la encuesta era una patraña, y así lo demostró el portal periodístico The Intercept.
Temer no es el único corrupto, 318 de los 594 senadores y congresistas brasileños enfrentan investigaciones por corrupción. The Intercept también filtró unos audios que dejaban ver que el móvil para la destitución de Dilma era que estos políticos querían protegerse de las investigaciones de corrupción. Rousseff había dado plenos poderes a la fiscalía para llevar a cabo concienzudamente todas las investigaciones anticorrupción de cargos oficiales.
La única que no tiene conexión con ningún caso de corrupción es Rousseff. A inicios de julio, el fiscal general que investiga las imputaciones a la presidenta concluyó que no existe nada que la inculpe.
Además de esquivar a la justicia, los que se han hecho con el poder buscan imponer una agenda de medidas neoliberales y así beneficiar a sus chocheras empresarios. Por ejemplo, el nuevo Ejecutivo propuso reformas en la Seguridad Social y elevar la edad de jubilación a 70 años (la esperanza de vida brasileña es de 74 años).
Tener el monopolio de los principales medios y el apoyo de toda la clase empresarial han permitido que el golpe parlamentario siga su proceso, si bien con claras incongruencias. Pero ya la podredumbre que el gobierno interino rezuma es tal, que hace poco tuvieron que renunciar 3 de los nuevos ministros. Adivinen la razón. Sí, más corrupción.
El original de este artículo se encuantra en el sitio http://exitosanoticias.pe/opinion-francesca-emanuele-claves-para-entender-el-golpe-en-brasil/?platform=hootsuite