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Una visión desde Cuba

Clic Internet

Fuentes: La Jiribilla

En uno de aquellos memorables, profundos y a veces divertidos debates del Congreso de la UPEC y sus posteriores plenos nacionales, que contribuyeron mucho a llamar la atención de toda la sociedad sobre el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la era de la globalización, varios compañeros trataban, con […]

En uno de aquellos memorables, profundos y a veces divertidos debates del Congreso de la UPEC y sus posteriores plenos nacionales, que contribuyeron mucho a llamar la atención de toda la sociedad sobre el papel de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la era de la globalización, varios compañeros trataban, con no poco atropello verbal, de explicar a Fidel qué era el hipertexto.

Fidel, que con frecuencia cada vez mayor se sitúa en el lugar del que no sabe para provocar respuestas comprensibles a todos, hacia pregunta tras pregunta con el propósito de lograr una definición consensual clara del término.

Alguien en un momento se impuso por sobre los demás y con cierta dosis de pedagogía le explicó más o menos así: «Mire, Comandante: supongamos que usted está leyendo en la pantalla algo sobre Cuba, y en el texto le aparece subrayada o en otro color el término «cultura»; si hace clic en ella puede aparecer las palabras «raíces africanas» y si hace clic en estas encontrará «poesía antillana» y de seguro pasará lo mismo con el nombre de «Guillén», y si pincha ahí resaltará la «Elegía a Jesús Menéndez» y si hace un clic en «movimiento obrero cubano» lo remitirá a… «.

Nos condujo así, ahora sospecho que adrede, al propio concepto de Internet y el perpetuo «cliquear» por la infinitud de la memoria y el conocimiento humanos contenido en la red.

Conocer algo tan complejo como Internet, conducirnos en ella de la mejor manera, aprovechar sus ventajas y, sobre todo, influir ahí han sido el objetivo principal de los Viernes de CubaSí y del Boletín Clic Internet, dos proyectos, indisolublemente unidos, creados por ENET, la Internet de ETECSA.

El próximo lunes 4, se cumplirán exactamente dos años del inicio de esos dos espacios, uno presencial y otro virtual, convocados con el propósito de mover las ideas de un grupo de profesionales y especialistas para juntos dar una mirada a esa maraña tecnológica.

En Internet, hay quienes meten el cuerpo completo y solo dejan los pies afuera como los mecánicos debajo de los carros. Otros -u otras- la ven todavía ajena, distante e indescifrable. Muchos ya surcan sus vastedades como un cuchillo en el agua, mientras algunos se agotan tal si remaran por debajo de la superficie, sintiendo todo el peso del océano sobre sí.

Pero en realidad no podemos menospreciar el lujo que representan tener en nuestro país más de 700 000 graduados universitarios, en su mayoría profesionales entusiastas y capaces de asimilar lo nuevo, incluso en las condiciones adversas de un país sin grandes recursos económicos, bajo la presión de un bloqueo despiadado y la animosidad de la potencial autora de esos inventos.

Para todos, cada viernes ENET invita, con una mentalidad amplia, sin dogmas o esquemas, a personalidades, estudiosos y conocedores de distintos campos interesados en las posibilidades de esa herramienta extraordinaria para el desarrollo de la comunicación humana, quienes ofrecen una conferencia que se trasmite on line a trevés del servicio de multimedias del portal CubaSí, y que por lo general concluye tras un intercambio con los presentes.

Después, un reducido y muy laborioso colectivo lo transcribe todo, lo revisan un editor y cada autor, se sitúa en la web y se distribuye por correo electrónico a unos mil doscientos suscriptores, junto a otro servicio con informaciones y datos de actualidad acerca de Internet, como muy bien explica Reynaldo Mavilio en el prólogo del libro que presentamos hoy.

La gran paradoja de todo este esfuerzo de expertos e investigadores, es demostrarnos que la red no está concebida para especialistas, sino todo lo contrario, pues cada vez más se estructura para esos que, parodiando a Picasso, sin buscar encuentran.

Hace unos días, a sugerencia de la UPEC, en la sede de ENET, un grupo de colegas, en menos de una mañana, recibimos en forma de consejos una brújula para orientar mejor nuestros pasos en la red. Asombrados, algunos comprobamos que con extraordinaria facilidad cualquiera puede confeccionar un sitio sitio en la web, si dispone, por supuesto, de máquina, teléfono y módem. Y como niño con zapatos nuevos nos fuimos contentos cada uno con una parcelita en el ciberespacio, donde colocar, bajo la identificación deseada, el contenido que nos plazca, las fotos que queramos y la posibilidad teórica de llegar a casi 800 millones de conectados.

La alegría inicial después se tornó en no pocas y serias reflexiones. ¿El fin del periodismo? ¿Cada cual puede dar así su propia opinión o versión de algo? ¿La sociedad podrá prescindir de la prensa al menos en los cánones actuales? ¿Se potencia la mediocridad o la maldad cuando esas herramientas se manejan por incapaces o perversos? ¿A quien creer entonces?

Con cuanta claridad recordé aquella alerta de Marinello: «Toda libertad es una gran responsabilidad». Son entonces las ideas, la ética, la cultura y los principios los elementos de control cuando solos, ante nuestra computadora, tomamos las riendas de un medio de comunicación individual capaz de llegar a tanta gente en tiempo real, con el apoyo de buscadores, directorios, foros, chats, listas de discusión, weblogs o bitácoras, correo electrónico, newsletters, etc.

Será suficiente la autorregulación? El propio encuentro, conducido por Rosa Míriam Elizalde y José Antonio Martín, nos advertía que no, que solo de manera organizada la humanidad puede encontrar respuesta a los grandes y complejos desafíos de estas tecnologías, cuyo paradigma, Internet, resulta una herramienta de enorme poder si queremos contribuir a alcanzar la justicia y la cordura que exige el planeta para que perdure la civilización que se ha asentado en él.

Este libro recoge esas conferencias. No voy a describir su contenido. Solo diré que pocas obras se han puesto en manos de los lectores que tengan tanta utilidad y trascendencia, pues no hay en estos momentos prácticamente rincón del quehacer humano que pueda quedar fuera del tema convocante.

Este primer volumen es un extraordinario aporte a la cultura mediática de nuestro pueblo, la que le permite, quizás como ninguna otra, acelerar el dominio y disfrute del conocimiento, para que cada persona pueda expresar todas las posibilidades inherentes a la maravilla de la vida y la obra humanas y oponerse a cuanto las ignoren, las humillen y las destruyan.

La conferencia inicial del libro es la de Pedro Urra, director de Infomed, titulada «Internet a la Cubana», que argumenta la importancia y la necesidad de que el mayor número de personas en nuestro país disponga de su «meruco digital». Y se cierra con el tema de la Internet-2, a cargo de Adalberto Mora, vicedirector del ICID, como muestra de ese horizonte tecnológico que a diferencia del otro, cuando das un paso hacia él, te responde dando varios hacia ti.

Entre ambas exposiciones, encontramos una treintena de nos menos argumentados juicios y datos de sumo valor sobre humanización de la red, software libre, fotografía digital, eventos virtuales, interactividad, multimedias, cine digital, globalización, sexo y sexualidad, seguridad informática y otros temas que nos permiten comprender mejor la tela de araña luminosa que se extiende ante nosotros.

La obra que presentamos hoy deja impresa una experiencia de inclusión humana, en el pensamiento y la reflexión, con un enfoque sobre Internet, un fenómeno de integración tecnológica que ha revolucionado la comunicación y la información en el mundo, con amplio y creciente impacto en otras muchas esferas.

El análisis desde una perspectiva nacional de este fenómeno global es muy importante porque, amen de sus aristas de comercialismo y trivialidad, debemos verlo su significado para la geopolítica mundial, donde Cuba se desmarca de la mayoría de los países que asumen Internet con una postura acrítica o de deslumbramiento.

Esta edición nos da también la oportunidad estimulante de apreciar el «milagro» de la informatización cubana, los eventos virtuales o la salida en versión digital al finalizar el año 2000 de casi toda la prensa escrita cubana. Y algo muy importante: lo que debe hacer cada cual para lograr que la Isla se inserte en los medios de Estados Unidos como vía para que la opinión pública de ese país adquiera una visión real de la situación cubana.

Este libro no tiene propósitos comerciales. La editorial Pablo de la Torriente, de la Unión de Periodistas de Cuba, cuyo colectivo laboró muy duro en el trabajo de edición, no ha cobrado ni cobrará un solo centavo por ello y con lo que se recaude de su venta se recuperarán los costos de impresión y se dispondrá de un fondo mínimo para continuar la impresión de otros volúmenes similares.

Como presidente de la UPEC, permítanme decir que estos proyectos se ha implementado con la mirilla puesta en la prensa de nuestro país, como un compromiso con ésta para ayudarla a encaminar sus pasos dentro de una aldea global en la que cada 16 meses las nuevas tecnologías obligan a una renovación de los modelos de gestión de contenido.

Nunca los periodistas cubanos olvidarán este esfuerzo de ETECSA y le agradecerán siempre esa ayuda tan importante para acortar la distancia que nos separa de los que van en la punta del desarrollo científico-técnico en este campo.

Las 374 páginas de Clic Internet se suman a la base de datos que estas conferencias han propiciado, a un fondo fotográfico y a videos de los conferencistas que constituyen una fuente documental muy valiosa puesta a disposición de periodistas, comunicadores en general, estudiantes y al público en Cuba y el exterior mediante el acceso al portal www.cubasi.cu.

Pero el libro tiene una particular utilidad y un especial disfrute para los llamados «transicionantes», esos que un conferenciante califica como «los románticos analógicos», que estamos a medio camino entre la hoja y la pantalla.

Para quienes provenimos de una cultura donde el papel es la piel de las ideas, este regalo nos permite al final de cada noche dar la espalda a la computadora y quedarnos dormidos acariciando el mañana entre las manos, como cuando, de niños, soñábamos con las maravillas de lo nuevo que nos contaba un libro.

Palabras de Tubal Páez, Presidente de la Unión de Periodistas de Cuba, en la presentación del libro «Clic Internet», de la editorial Pablo de la Torriente Brau.