María León hace referencia al artículo publicado en el semanario 6to Poder, «Las Poderosas de la Revolución», que asigna a las mujeres que ocupan cargos en los Poderes Públicos papeles en un cabaret.
En el trabajo del semanario 6to. Poder que originó las medidas contra ese medio hay una doble injuria a las mujeres: señala a las altas funcionarias como sumisas al Presidente y denigra del oficio de las cabareteras ¿Está de acuerdo?
-¡Pues, claro! Lo dije en la Asamblea Nacional porque a nosotras ni nos humillan ni nos ofenden con esas comparaciones. Estamos comprometidas con la liberación de la mujer, de nuestra patria y con las causas más dignas y elevadas del mundo. Nos humillarían si nos llamaran antipatrias, contrarrevolucionarias, conservadoras.
-Dice usted que las prostitutas tienen un código de ética, a diferencia de lo que ocurre con algunos periodistas…
-Sí, una vez me sacaron del campamento antiguerrillero de Urica y me llevaron a Maracaibo, al retén donde tenían a las mujeres que trabajaban en los burdeles. Ellas se quedaron sorprendidas, y me preguntaron por qué estaba presa. Yo les dije que por ser política. Una de ellas preguntó: «¿Y qué es eso?». Y otra le respondió: «Ay, chica, la revolución, como en Colombia»… En esa convivencia me di cuenta que tenían su manera de sancionar ciertos abusos. Por ejemplo, alguien trató mal a una señora anciana y le hicieron una especie de juicio, por el respeto que se les debía a las mujeres de edad. Comprendí que ellas tienen su código moral y era superior al de mis carceleros de aquel momento y es superior al de quienes hoy en día se atreven a tratar de manera ofensiva a las instituciones de su país. Las revolucionarias somos solidarias con todas las mujeres, incluso con las que trabajan en los burdeles, que también son madres, hijas, hermanas, ciudadanas.
-¿No se habrá caído en la provocación de quienes diseñaron esa estrategia? Al tomarse medidas contra el medio, pueden acusar al Gobierno de violar la libertad de prensa.
-Podría ser, pues ese periódico fundamentalmente es para hacer propaganda en el exterior contra la Revolución. Ellos alegan que la imagen es una caricatura. Podrá serlo, pero el contenido de la página va muy en serio: en ella a cada una de las altas funcionarias se les da un papel en el cabaret. Por cierto, quien lo escribió debe ser un señor muy conocedor de cómo funcionan estos lugares. Me pregunto en qué país del mundo se tolera que un pasquín como ése llame al Presidente «administrador de un burdel». No creo que haya uno. Meterlos presos es poco castigo. También me parece poco que cerremos el periódico o que los expulsemos del país. Las madres revolucionarias amamos demasiado esta Revolución. Así como los indígenas dicen que dos hombres en la historia de Venezuela se ocuparon de nuestra suerte: el Libertador Simón Bolívar y Hugo Chávez. Nosotras podemos decir lo mismo que los indígenas. Por eso no perdonamos las ofensas a nuestro Presidente. Es como si ofendieran a nuestro hijo predilecto, al atacarlo nos golpean en el propio corazón de madre. En fin, puede que esa gente haya puesto una trampa, pero las medidas son más que justas.
-La oposición y los medios dicen que el Estado, a través de algunos programas que salen en medios públicos ha auspiciado este tipo de guerra sucia. ¿Qué piensa usted?
-¿Auspiciado? Lo que entiendo de la guerra sucia es que se hace en laboratorios secretos, y que por lo general vienen del Norte. Nosotros no tenemos eso. Lo que dice la Revolución lo dice de frente y lo sostiene. Este artículo (el de 6to.Poder) ni siquiera tiene firma. Saben que esas maniobras no influyen al pueblo venezolano, que ya sabe leer eso y desentrañar la verdad. Eso va dirigido a la opinión pública mundial que tiene prejuicios horrendos contra los militares, por la historia de las dictaduras de América Latina. Hay que dar la batalla informativa contra esos prejuicios.
EN DEFENSA DE LA LEY
-Se ha planteado un debate en los últimos días acerca de la influencia de la Ley Orgánica sobre el Derecho de la Mujer a una Vida Libre de Violencia en el hacinamiento de las cárceles y el congestionamiento del sistema judicial. Usted, que fue promotora de esta ley, díganos ¿cómo conciliar estas dos necesidades de la sociedad: que la ley siga vigente y no se agrave más el problema carcelario?
-En primer lugar rechazo que el hacinamiento carcelario sea producto de los casos denunciados de violencia contra la mujer. Claro que la cantidad de denuncias es muy alta, pero eso no se traduce en personas sancionadas y llevadas a prisión. La mayoría de los casos quedan impunes. Ni siquiera el 50% los hombres violentos son castigados. ¿Será que quieren que los que matan a las mujeres queden libres? ¿O los que violan a sus propias hijas? No sé cómo se puede calificar de delito menor el peor crimen que es la violencia contra las mujeres, que somos las dadoras de la vida, las madres, las que los hemos parido. Aquí la sociedad ha conocido casos aberrantes, de asesinato, flagelación, tortura, violaciones masivas. ¿Entonces eso no se va a castigar para que no se abarroten las cárceles? Es una pretensión monstruosa.
-La fiscal general ha girado instrucciones para que sólo se prive de libertad a los acusados cuando haya visible peligro de muerte de la mujer. ¿Le parece suficiente ese parámetro?
-Sabemos que la violencia contra la mujer mata. El hombre violento hoy da un golpe, mañana una patada y llega al final y asesina. Pero lo que procura la ley es eso, salvaguardar la vida y la integridad física de las mujeres. Si un hombre está golpeando a una mujer, está poniendo en peligro su vida. Depende por dónde le dé el golpe ¿no le parece?
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Una temible leona
Razón tiene el Presidente cuando la llama «leona». Al defender la Revolución Bolivariana -que para ella equivale a defender el socialismo y el feminismo- la señora es toda una fiera. María León, diputada por Aragua, ex ministra del Poder Popular para Asuntos de la Mujer, a sus 74 años salta con energía felina sobre dos enemigos formidables: el patriarcado y el capitalismo. «El problema de las mujeres no es con los hombres sino con un sistema de dominación, el patriarcado, que tiene 6 mil años -explica-. Y el problema de la clase obrera no es con un burgués sino con el capitalismo».
Tras luchar desde joven contra ambos, encontró en Hugo Chávez el líder que antes no había aparecido. «El patriarcado quiere que la mujer sea sumisa, que sufra como María al pie de la cruz, que llore, que sea obligatoriamente monogámica y tolere que el hombre no lo sea. Esa cultura es la que nosotras, y también los hombres revolucionarios y feministas como Chávez, queremos erradicar».
El papel que le asigna a la Revolución en las conquistas femeninas es de rango mundial e histórico: «Siempre se dijo que el ser humano dejó de ser animal gracias al trabajo, y el único que trabajaba era el varón. La labor de la mujer en la casa no era considerada trabajo. En 1999, cuando se aprueba la Constitución, el trabajo de la mujer es reconocido como generador de riqueza y bienestar. Se puede decir que ese año, salimos de la prehistoria».