El modelo económico de Colombia es un espejo para los nuevos gobiernos conservadores de la región. Michel Temer anunció en Brasil un congelamiento del gasto público por los próximos 20 años imitando las reglas fiscales que aplica el equipo económico de Santos. Los funcionarios de Mauricio Macri festejan en la Argentina la política de tipo […]
El modelo económico de Colombia es un espejo para los nuevos gobiernos conservadores de la región. Michel Temer anunció en Brasil un congelamiento del gasto público por los próximos 20 años imitando las reglas fiscales que aplica el equipo económico de Santos. Los funcionarios de Mauricio Macri festejan en la Argentina la política de tipo de cambio flexible y metas de inflación que aplican las autoridades colombianas. El Banco Central argentino utiliza las conferencias de prensa para poner de ejemplo a Colombia y asegura que su hoja de ruta se basa en las políticas monetarias de ese país.
La estrategia de austeridad en los gastos y la obsesión por tener una baja inflación no puede ser un ejemplo para ningún proyecto político con objetivos económicos que apunte a defender los intereses de las mayorías. Colombia es el segundo país que menos recursos destina a la educación de la región (4,4% del PBI). Los colombianos consiguieron frenar los precios sacrificando la movilidad social ascendente y manteniendo uno de los salarios más bajos de América latina. La tarea de analizar en detalle las tensiones que atraviesa la sociedad colombiana es central para comprender la estafa de la propuesta neoliberal.
La crisis del trabajo y la producción
Los sectores que viven del trabajo y la producción quedaron desprotegidos ante la apertura comercial indiscriminada, la desregulación de los movimientos de capitales especulativos y el protagonismo de los negocios financieros.
El salario mínimo de los colombianos se ubica en los 250 dólares, un 36% por debajo de la media regional. Nueve de cada diez trabajadores gana menos de dos salarios mínimos y sólo el 1 por ciento de la población tiene ingresos mensuales por encima de 3000 dólares.
El desempleo se encuentra estancado hace cuatro años en torno al 10% y entre las mujeres jóvenes asciende a casi el 25 por ciento. Unos 13 millones de individuos viven en condición de pobreza monetaria y la mitad de los trabajadores se desempeña en la informalidad. La lista de los indicadores que reflejan la falta de bienestar social es interminable.
La industria, con la entrada masiva de productos del extranjero, perdió la mitad de su peso en el PBI en los últimos años (pasó de 20,5% en 1993 a 11,2% en 2016) y en el campo no sólo se registraron caídas en la superficie sembrada sino que siguió concentrándose la propiedad de la tierra (el 70% de las unidades productivas ocupa apenas el 5% de toda el área rural). Cuatro de cada diez hogares rurales atraviesan una situación de inseguridad alimentaria.
El auge de los bancos y la especulación
Los ganadores del modelo económico colombiano son los bancos y las multinacionales dedicadas a explotar los recursos naturales. La minería, el petróleo y las finanzas explican una porción cada vez mayor del PBI y los beneficios extraordinarios de estos negocios son embolsados por unos pocos conglomerados.
Los hombres más ricos de Colombia son dueños de los principales grupos financieros del país y en los últimos años diversificaron sus actividades para pasar a controlar los medios de comunicación tanto gráficos como audiovisuales. Las políticas no sólo impulsaron a la banca sino que le permiten a las empresas extranjeras que explotan minerales y energía conseguir importantes beneficios impositivos elevando las ganancias. La última reforma impositiva elevó el impuesto al valor agregado (de 16 a 19%) al mismo tiempo que mantuvo intactas las exenciones fiscales.
El círculo de la dependencia y la pobreza
La decisión del Gobierno de favorecer los intereses de sectores financieros y multinacionales, al tiempo que se deja a la intemperie la producción local frente al ingreso irrestricto de las importaciones, no resulta gratuita para la sociedad colombiana.
En los últimos años aumentó en forma exponencial el déficit de las cuentas comerciales, que cerraron el año pasado con un rojo de más de 10 mil millones de dólares, el equivalente a 3 puntos del PBI. Las cuentas fiscales, con un sector público que le regala al sector privado la renta extraordinaria de la intermediación financiera, la minería y el petróleo, sumaron fuertes distorsiones, con un rojo del presupuesto equivalente a 3 puntos de PBI.
El endeudamiento público fue la principal fuente de financiamiento del Estado para cubrir los desequilibrios de la macroeconomía. La deuda externa redondea los 120 mil millones de dólares, una cifra superior al 40 por ciento del Producto Bruto Interno. El endeudamiento es acelerado, tan solo hace cinco años representaba el 20 por ciento y se estima que seguirá subiendo en 8 mil millones de dólares al año.
La necesidad de acudir a los mercados globales de crédito para sostener el modelo económico potencia la dependencia del país ante los intereses extranjeros y adelanta un mayor ajuste sobre los sectores vulnerables de la población. Colombia no puede ser más el espejo de los Gobiernos conservadores de la región. Necesita avanzar urgente en cambios estructurales que le permitan reordenar el caos de su economía y priorizar a las mayorías.
Fuente: http://www.celag.org/colombia-el-espejo-neoliberal-al-desnudo/